Hernán Lombardi se transformó en uno de los más entusiastas promotores de la reelección de Mauricio Macri, aún cuando los números anticipaban una remontada imposible. Luego de las PASO, el Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos se atribuye el mérito intelectual de la recuperación de Macri en las elecciones generales, junto a su colega de Cultura Pablo Avelluto. Pero a poco de dar por cerrada su gestión, no hay nadie dispuesto a decir que Lombardi logró mejorar su propia performance desde que fue ministro de la Alianza. Veamos cuáles son los resultados de quienes prometieron transformar los medios estatales en “una BBC argentina”.
resistir el archivo
Una de las primeras víctimas del plan de ajuste y reducción de Lombardi sobre el área de Contenidos Públicos fue Prisma, el archivo histórico de la RTA (Radio y Televisión Argentina). A partir de la asunción en abril de 2017 de Eugenia Izquierdo como coordinadora, y bajo la presidencia en RTA de Miguel Pereira, el Archivo quedó paralizado. Sin acceso a cifras oficiales, la llegada de Izquierdo se tradujo en el cese inmediato de la carga de nuevo material, el borrado de contenidos y la desaparición de secciones enteras de su página web. También quedaron suspendidos los acuerdos de cooperación entre Prisma y los organismos públicos capaces de dotarlo de material, como el Archivo General de la Nación o el Museo del Cine.
En noviembre de 2017, apareció en la web el Archivo RTA, que a diferencia de Prisma, explican los empleados de Izquierdo, impide un acceso libre y gratuito al material, violando el inciso 7 del Reglamento de Funcionamiento del Archivo Histórico de los Servicios de Radiodifusión Sonora y Televisiva del Estado Nacional. Sin plan de digitalización, sin plataformas adecuadas y con recortes incluso en los horarios de vigilancia del área, en enero de este año hubo un robo en el que se perdieron computadoras, monitores, auriculares, un proyector y una lectora de XDCAM, entre otros bienes.
cont.ar el desguace
Luego de meses de acefalía, en 2016 los canales Encuentro (que el año pasado fue relegado del puesto 19 al 64 en la grilla de Cablevisión, donde están el 70% de sus espectadores), PakaPaka (retirado del paquete básico del mismo operador de cable propiedad del Grupo Clarín) y DeporTV pasaron del Ministerio de Educación al Sistema Federal de Medios. Lombardi ubicó a Gabriela Ricardes, una de sus más fieles lugartenientes, al frente de la flamante empresa estatal Contenidos Públicos S.E. Fue el primer paso, explican los empleados del área, para el despido de 180 trabajadores y el desmantelamiento de TDA (Televisión Digital Abierta, “una costosa estructura de recursos humanos concebida por Julio De Vido”, según la excusa del gobierno), ACUA Mayor (“el espacio audiovisual que tiene como protagonistas a los adultos mayores”) y ACUA Federal.
Con un presupuesto disminuido en más del 50%, despidos sin causa, incertidumbre laboral, paritarias irrisorias y desconociendo los derechos garantizados por el sindicato de los trabajadores del área, SATSAID, la labor de vaciamiento de Encuentro a través de los retiros voluntarios fue todo un “éxito” para los viejos modales del hotelero marplatense que alguna vez fue Lombardi, antes de dedicarse a la política. Eso sí, entre las creaciones del “macrismo que no baja las banderas”, está la plataforma digital Cont.ar, que tras la apariencia de algo “nuevo” reúne la programación producida por los canales Encuentro, PakaPaka, DeporTV y ACUA Mayor, y solo esconde a través de internet la precarización laboral de quienes los llevan adelante.
un sum al cck
Para que el Centro Cultural Kirchner se transformara en el Salón de Usos Múltiples del macrismo también hizo falta la habilidad gestora de Lombardi. Abierto al público en mayo de 2015, en su inicio el CCK intentó ofrecer espectáculos y actividades de todas las disciplinas artísticas para un público masivo. En ese entonces había alrededor de 500 empleados que a partir de diciembre de ese mismo año, con la llegada de Lombardi, se encontraron con sus oficinas bajo estricto control de personal de seguridad y exigencias permanentes de identificación por parte de la policía. En el CCK, explican sus trabajadores, el “control ideológico” del macrismo fue inmediato: mientras para los empleados de la gestión anterior bastaba revisar las redes sociales para provocar advertencias y despidos, los incorporados por la gestión nueva fueron acumulando los cargos jerárquicos mejor remunerados. Al mismo tiempo, se inició una práctica que el macrismo haría habitual: el uso del CCK y otros espacios públicos para eventos privados.
Luego de denigrar a los trabajadores del CCK en los programas de televisión macristas durante el último mes de 2015, Lombardi anunció por Twitter que los despediría. Y cumplió: a partir del 2 de enero muchos habían quedado en la calle. Ya en abril de 2016, y en colaboración con el Ministro después degradado a Secretario de Cultura, Pablo Avelluto, con quien Lombardi jugó a pelotearse la responsabilidad burocrática de los despedidos para desgastar mejor sus reclamos, el CCK pudo convertirse en el living cerrado para recepciones diplomáticas y para las charlas motivacionales de la militancia cambiemita.
En cuanto a la oferta artística del nuevo CCK, que Lombardi prometió convertir en “un faro de la cultura en el hemisferio sur” (y que hoy es dirigido por el productor discográfico Gustavo Mozzi), los empleados todavía comentan la “celebrada” llegada de Mora Godoy para bailar “tango remixado” bajo su propia “idea y dirección”.
la causa télam
Uno de los mayores fracasos de Lombardi fue su intento de extinguir a Télam, con la colaboración inicial de Rodolfo Pousá y Ricardo Carpena, y su verdadero títere de confianza, Carlos Villoldo. Sin embargo logró convertirla, batalla cultural, política y judicial mediante, en uno de los organismos más degradados en términos profesionales del macrismo. Bajo la premisa de que la excesiva cantidad de empleados que había en 2015 podía provocar su cierre, la agencia de noticias se convirtió en “noticia” por la permanente pulseada entre Lombardi y la justicia laboral a partir del despido arbitrario (directo y sin retiros voluntarios) de más de 300 trabajadores (por tratarse de una sociedad del Estado se requiere de las dos cámaras del Congreso para una decisión como esa sobre Télam). Puertas adentro, pasó lo mismo que en muchas otras dependencias: el “ahorro” generado por los despidos de los empleados de la gestión anterior, fue a cubrir la generosa remuneración de los cargos jerárquicos y los bonos de los empleados de la gestión nueva.
En cuanto a la labor cotidiana, señalan los empleados de Télam, los recortes de presupuesto, los despidos, las licencias psiquiátricas, el cierre de secciones y el comisariado político teñido de amarillo, dañaron la producción. El abanico va desde ausencia de Télam en los viajes oficiales del presidente, hasta la desatención de ciertas noticias publicadas en todos los medios argentinos (como Diego Maradona declarando que “había que ver si Macri llegaba a cortar el pan dulce”), errores graves como la cifra de muertos durante el último recital del Indio Solari o las “demoras” a la hora de publicar sobre hechos de represión policial bajo control de Patricia Bullrich, ya que la norma oficial en Télam es que no puede publicarse nada sin la participación de las dos partes del conflicto (“las dos campanas”), por lo que era suficiente que los voceros de la Ministra se tomaran un día para contestar el teléfono para que la noticia perdiera relevancia.
Pero a la distancia, dicen también en Télam, uno de los objetivos logrados por la intervención de Lombardi fue traspasar entre 2017 y 2018 el control de la distribución de la pauta publicitaria oficial que se realizaba desde la agencia de noticias del Estado, hacia la Jefatura de Gabinete dirigida por Marcos Peña, desde donde se redirigió con mayor comodidad hacia las empresas privadas y las míticas granjas de trolls que blindaron mediáticamente al gobierno durante cuatro años. Al arrebatar esta “caja” de Télam, el personal administrativo especializado en las tareas publicitarias quedó sin funciones (Peña los reemplazó en Jefatura de Gabinete con una empresa de administración tercerizada) aún antes del estallido del conflicto por los despidos en la agencia de noticias. Cuando la protesta de los laburantes logró romper el cerco mediático en pleno apogeo macrista, Lombardi improvisó una nueva redacción de Télam en una de las oficinas administrativas de Tecnópolis. Con cien empleados de confianza (que al principio compartían apenas dos baños) convocados a trabajar durante el paro, el desarrollo de esta historia puede verse en detalle en la cuenta de Twitter @SomosTelam.
canal público
Las condiciones de trabajo en el canal público históricamente fueron buenas, según aseguran los empleados más veteranos que ya asistieron al paso de varias administraciones. Desde diciembre de 2015 hasta mediados de 2016 no hubo muchas modificaciones internas, más allá del cambio de autoridades y algunas caras en la pantalla. Luego sobrevino la parálisis. Se programaron latas. Los trabajadores no obtuvieron más aumentos, las paritarias entraron en coma. “Quedó claro que Lombardi nos odiaba”, afirma una fuente dentro del canal. El desastre no fue mayor a causa de los errores y desprolijidades cometidas por Lombardi con los despidos en Télam. No estaba el clima para repetir la triste hazaña de la agencia de noticias, así que las autoridades se conformaron con abrir retiros voluntarios y adelantar jubilaciones. La inestabilidad económica del país, con el dólar que se disparaba a cada rato, hizo que los números del retiro no fueran muy apetecibles.
El último año fue un poco mejor, porque los trabajadores obtuvieron algunos aumentos fuera de paritarias. Sin embargo hay 400 juicios de empleados al canal (sobre una plantilla de alrededor de 800 trabajadores), todos ellos con buenas perspectivas de éxito en los tribunales. En los pasillos de canal 7 se afirma, además, que los contratos de coproducción y los programas de dudosa calidad que entraron desde productoras amigas de la esposa de Emilio Laferriere, Director Ejecutivo de Televisión Pública Argentina, merecerían una investigación atenta, que podría terminar en un escándalo.
onda corta
“Gestionamos los medios públicos del Estado argentino y proyectos culturales con criterio plural y federal”, afirma la web oficial del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos. Pero la realidad de los números y la gestión indica que los esfuerzos fueron más bien en un sentido contrario. Ningún balance puede obviar el hecho de que su gestión eliminó las programaciones de 49 FMs en todo el país, reemplazándolas por la programación de AM 870. El concepto de “emisora” fue sustituido por el de “repetidora”. De esta manera, se unificaron también las voces con un criterio que se opone al declamado federalismo.
También se cerraron los sitios web de las 49 emisoras, reemplazándolos por un único sitio redactado también desde la Ciudad de Buenos Aires. Las radios del interior, por su parte, no cuentan ni siquiera con guardias mínimas durante los fines de semana. Es decir que, si por algún problema técnico se quedan sin señal durante un sábado, domingo o feriado, la programación se retoma recién al siguiente día hábil.
Desde que Lombardi se hizo cargo del Sistema de Medios Públicos, se eliminó la inversión en tecnología en Radio Nacional. Fuentes del propio medio aseguran que “se desestimó el mantenimiento técnico del transmisor de onda corta propio; Radiodifusión Argentina al Exterior (RAE) hoy transmite desde Miami (EEUU) con un transmisor alquilado. Esto provocó que la programación se redujera en un 50%”. Se recortaron, además, horas extras, coberturas, móviles y todo tipo de actividades periodísticas y artísticas.
Recientemente se conoció la noticia de que los directores de las 49 emisoras correspondientes a Radio Nacional presentaron sus renuncias en una jugada que busca marcar “diferencia” con respecto a lo que sucedió en 2015, cuando los directores asignados por la conducción anterior fueron despedidos por Lombardi. Según Fernando Subirats, director ejecutivo de Radio Nacional, "el gobierno saliente dejó contratos firmados a último momento y una programación impuesta, que luego además generó el reclamo de onerosas indemnizaciones injustificadas". La letanía institucionalista repetida por funcionarios de todo el gobierno, oculta una ineficacia que no se explica ni puede entenderse solo por el ajuste económico, sino por su sistematicidad para desguazar los medios públicos en beneficio de los medios privados. Un objetivo que Lombardi cumplió a la perfección.
En 2015 Radio Nacional estaba entre las cinco radios mejor posicionadas en lo que respecta a la audiencia, mientras que en la actualidad se encuentra detrás del puesto número diez. En febrero de 2016, la recién designada directora Ana Gerschenson anunció la desvinculación de los periodistas Edgardo Mocca, Julia Mengolini, Roberto Cavallero, Jorge Halperín, Mariana Moyano y Nora Veiras, entre otros. También se dieron de baja cientos de contratos. “Falta de profesionalismo”, fue el argumento que se esgrimió entonces. A continuación, fueron contratadas figuras como Romina Manguel, Gustavo Noriega, María Julia Oliván, Alejandro Katz y Pablo Mendelevich. La magra audiencia obtenida por esta decisión no sólo se evidencia en los números de rating, muy inferiores a los que alguna vez midió la radio, sino también en una app desarrollada por la gestión anterior, que permite escuchar sus emisoras en cualquier lugar del mundo. En 2015, la app estaba instalada en 24.000 dispositivos móviles. Hoy se encuentra apenas en 3500.
En 2016, cuando castigaba sin piedad a la gestión kirchnerista, Lombardi solía ufanarse de que el presidente Macri le había manifestado que quería “medios públicos, estatales, pero no gubernamentales”. Algo parece haber cambiado después del calamitoso resultado electoral de Juntos por el Cambio en las Primarias de agosto. “Quieren vernos salir vomitando sangre”, habría escrito el experimentado Lombardi en el grupo de Whatsapp presidencial. El mensaje culminaba con un llamado no exento de dramatismo: “La gente que representamos puede perdonar nuestros errores, festejar nuestros éxitos y disimular nuestros defectos. Pero no nos van a perdonar si los dejamos huérfanos e indefensos frente al poder populista. Nos estamos jugando no sólo la elección de octubre sino la posibilidad de construir una alternativa por muchos años para la Argentina”.
Lo paradójico es que esa tenaz militancia que buscó identificar al presidente saliente con una difusa idea de institucionalidad, arrasó lo poco que quedaba de ella en una programación que ya entonces distaba de parecerse a la BBC. Hasta hace unas semanas podían escucharse en cualquiera de las emisoras de Radio Nacional unos spots de tinte goebbelsiano como el siguiente:
nacional rock
Roberto Daniel “Bobby” Flores fue designado director de Nacional Rock en 2016. En la actualidad, Flores también conduce un programa en Canal 7. “Pertenezco a esa gente que llega a la función pública y sale más pobre”, decía hace poco en una entrevista publicada en Infobae, donde además de enjuagar preventivamente su nombre se jactaba de que Nacional Rock gastaba en un año lo que una radio de primer nivel gastaba en dos meses. En esos tiempos Flores era socio de BitBox, un proyecto radial de cuyo fracaso se lamenta amargamente en otra nota reciente. En los pasillos de la radio, sin embargo, se cuenta que una de las primeras medidas tomadas por el director fue contratar a los productores y musicalizadores de BitBox (que seguían trabajando en BitBox y que no aparecían por las instalaciones de Radio Nacional).
Mientras tanto, Flores mantuvo FM Nacional con los trabajadores de planta y algunos contratados que habían quedado de la gestión anterior. “El día que llegó dijo que el concepto que él tenía era de hacer una radio musical”, aseguran en la FM del Estado. “Si un tema de música duraba tres minutos, él no quería que nadie hablara durante más de tres minutos al aire, así que la radio iba a ser esencialmente pasar música. Esto le sirvió para mantener BitBox con la gente que contrataba acá. La situación cambió recién hace un año y medio, con la crisis en BitBox, cuando empezaron a aparecer, de vez en cuando, para defender sus contratos. Así y todo, hay gente que cobra y que todavía no sabemos quiénes son”. El importe de los contratos oscila entre los 20.000 y los 42.000 pesos mensuales.
Por iniciativa del director de Nacional Rock, algunos pasillos del edificio de la calle Maipú están atravesados por gigantografías con las figuras de la radio. Una sola es más grande que las demás: la del propio “Bobby” Flores, que de esta manera luce más alto en la publicidad que en la vida real. Toda una metáfora de la gestión de Hernán Lombardi en el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos: una bien promocionada combinación de desidia, desmantelamiento sistemático y negocios privados.
Para los trabajadores hay una anécdota que quizás quede guardada en la memoria: fue luego de que Lombardi ordenara el desguace de los baños de Télam en la redacción de la calle Belgrano, cuyos inodoros se trasladaron a Tecnópolis. A partir de ese momento comenzaron a llamarlo “el fétido”.