Pisó la cancha y el talón se le hundió un poco. “Esto no es lo mejor para recorrer el campo”, le dijo a una mujer que se cruzó en el borde del césped. Y rió con la complicidad de una charla de ocasión en un territorio dominado por hombres, donde ella desplegaba todo su poder de confrontación y, también, de control. Iba vestida de abogada: tacos, pantalón de vestir, camisa clara y prolijísimo rodete rubio.
Florencia Arietto se había convertido en jefa de Seguridad del Club Atlético Independiente. Llegaba ahí después de haber defendido a víctimas del terrorismo de Estado y a pibes que eran obligados a robar para la cana. Tenía un discurso de tolerancia cero con los barrabravas. Seis años después hizo un viraje acelerado que la llevó del garantismo penal al ministerio de la doctrina Chocobar y a asegurar que, en la provincia de Buenos Aires, “hay menos gatillo fácil con (María Eugenia) Vidal que con (Daniel) Scioli, pero eso no quiere decir que la policía no meta bala”.
de Zaffaroni a Bullrich
Hay que mirar sus inicios en 2006 para comprender la virulencia del cambio. Ese año ella llegó hasta el despacho del diputado nacional Rafael Bielsa, que acababa de rechazar un puesto de embajador para ser fiel a su postulación en la lista de candidatos por la Ciudad de Buenos Aires. Estaba interesada en la agenda de Bielsa sobre política penitenciaria, pero lo que terminó de entusiasmarla fue la decisión de sumar a su equipo de asesores a un exconvicto que había organizado una ONG bautizada “Artistas entre Rejas”. “La reinserción social del preso es muy difícil porque existe un sistema que lucra con la industria del detenido. Sin presos no hay negocio y por eso en el interior de las cárceles jamás se hace nada para rescatarlos, para darles un futuro”, decía Fabián Henry en 2006, cuando impulsaba distintos talleres de expresión artística.
Por esos días, Arietto citaba a Raúl Zaffaroni y había conseguido entrar a un juzgado penal contravencional. Ella se definía “peronista y de izquierda”, dice una excompañera de trabajo, que la acompañó en el acercamiento a Bielsa. Poco después Fabián Henry no terminó de reinsertarse y participó de un robo a un local comercial; fue entonces que ellas armaron “Arde la Ciudad”, una ONG que se proponía presentar proyectos legislativos para modificar el sistema penal y darle contención de los presos. Pero un año más tarde Florencia se enemistó con su amiga y se quedó con la marca de la ONG.
“La recuerdo como una chica muy mona y muy potente. Crítica de esa idea redencionista de clase media que yo tenía. Ella decía que había que desarmar nudo por nudo en la vida de esos hombres, que no alcanzaba con darles ‘una oportunidad’ sino que había que acompañarlos en un proceso. En eso tenía razón”, dice Bielsa, que la vio dos o tres veces en su despacho. Y completa: “Expresaba esa idea de Roberto Arlt de ‘el futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”. Pero aquella vieja amiga que prefiere guardar anonimato tiene otra mirada sobre las definiciones de Florencia: “Seguramente planteó esa crítica porque quería quedarse con un puesto que había quedado vacante. Ella siempre va posicionándose para lograr algo”, afirma.
pibes rochos
Con Arde la Ciudad como bandera fue a pelear por un caso que le resultó interesante: Brian Barrera, un chico de 16 años procesado por el asesinato del ingeniero Ricardo Barrenechea. Supo de él por un mail masivo que enviaron las maestras de la escuela a la que iba Brian en el barrio Puerta de Hierro, en la localidad bonaerense de La Matanza. Aseguraban que era inocente y que había sido confundido con otro joven.
El caso del “ingeniero Barrenechea” cobró relevancia porque el hombre fue baleado en medio de un robo, en la localidad de Acassuso. Su muerte fue parte de un entramado que cruza a policías que liberan la zona con pibes de barrios pobres que quedan habilitados para robar y comparten el botín con la Bonaerense. Pero eso prácticamente no se discutió en los medios de comunicación masivos: el tema fue “la necesidad” de bajar la edad de imputabilidad penal.
Florencia las contactó diciendo que quería ser la defensora, las maestras le pasaron su teléfono a la familia del chico, pero pasaron los días y no la llamaron. Los padres estaban por elegir a otro abogado. Ella se enteró y llamó a una de las maestras. “Estaba como enojada. Decía que ella debía ser la abogada porque tenía el deber moral de asumir esa defensa”, dice Nelly Baldano, maestra y abogada, más de diez años después. Baldano asumió la defensa junto a Arietto. Pero parte de la estrategia de comunicación fue dividir las cosas: Nelly hablaría como docente y Florencia como abogada, aunque ambas elaboraron la defensa.
Por esos días, Arietto también se contactó con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH-La Matanza), quienes había denunciado la existencia de un sistema delictivo controlado por la Policía Bonarense que reclutaba adolescentes para robar. Buscaba sumar espalda y aunar esfuerzos para una pelea judicial, política y comunicacional que preveía áspera. “Cuando la vimos entrar a la APDH no la podíamos creer: una chica bien vestida, prolija, perfumada, linda, que hablaba bien, aguerrida, que había ido al barrio de Brian. Todos nosotros éramos unos harapientos”, recuerda Juan Manuel Combi, abogado penalista, y se ríe. Pero rápidamente vuelve al presente, sopesa el derrotero de Arietto, y la risa se le vuelve una mueca dura: “Es una traidora de esos pibes. Aunque no era una abogada de litigio porque le gustaba más la rosca, por lo menos los defendía, pero ahora los quiere mandar al paredón”.
antes de ser intratable
El archivo mediático de Arietto, antes de ser panelista de Intratables y de compartir cartel con Eduardo Van Der Kooy en Todo Noticias, ya era prolífico. Por supuesto, hay declaraciones en ocasión de la defensa de Brian: “Los casos de chicos trabajando para policías no son aislados. Los chicos son mano de obra barata para la policía”, decía en Palabras Más Palabras Menos, en octubre de 2009.
Ese año estuvo abocada al caso. Incluso no dudó en jugar políticamente hacia muy arriba de ella: le escribió un correo electrónico al entonces gobernador Scioli y lo hizo circular entre periodistas. Le decía que era la abogada de Brian, “el niño que la policía bonaerense eligió como asesino del ingeniero Barrenechea” y señalaba que “su estrategia de ‘más poder a la policía’ lo está llevando a un laberinto, que usted mismo no supo o no quiso ver”. También le aconsejaba investigar “a fondo a toda la policía”, antes de cerrar con una sola línea a modo de saludo: “Si cree que puedo serle útil, cuente conmigo”. Era una chicana y, al mismo tiempo, un ofrecimiento.
Casi tres años después comenzó el juicio oral. Arietto había intentado sumar el respaldo de la Comisión Provincial por la Memoria, que tiene un Comité contra la Tortura, que se encarga de monitorear lugares de detención y prevenir y denunciar violaciones a los derechos humanos de las personas privadas de su libertad. “Ella tenía la estrategia de hundir a otro de los acusados para salvar al suyo. Decidimos no acompañarla porque eso era como aplicar la justicia de los adultos para casos de menores”, dice una ex funcionaria que pidió reserva de nombre.
La primera testigo era Baldano, maestra de Brian. El plan era declarar como testigo y luego sumarse a la defensa. Pero cuando llegó al tribunal se enteró de que las cosas habían cambiado. “Te tenés que hacer cargo de la defensa porque tengo que viajar el jueves con Independiente, me dijo. Y se llevó el expediente para puntear algunas cosas. Pero finalmente viajó esa misma noche. Así que asumí la defensa de memoria, sin la copia del expediente a la vista. No te voy a repetir todo lo que le dije pero me pareció mal”, dice Nelly y se ríe. “Ella es una leona y se jugaba por lo que creía válido. Hoy también lo hace, pero cambió su creencia”, describe.
yo contra el poder
Ese 2009 fue prolífico para ella. Junto a los “pibes chorros” sumó otra arista muy valorada en el costado progre de la vida: abogada de las familias de desaparecidos de la automotriz Mercedes Benz. La causa donde se investiga la complicidad de la conducción de la empresa alemana con la dictadura para deshacerse de un grupo de delegados sindicales.
Ese caso le permitió circular entre organismos de derechos humanos, donde su perfil confrontativo primero cayó simpático, pero rápidamente fue evaluado como un problema. “Tiene muchas limitaciones de conocimientos en el día a día judicial. Y posiblemente el personaje temperamental la desbordó”, dice un abogado que la conoció en ese ambiente donde los temas se tratan con extremo cuidado y delicadeza.
Una de las confusiones que suele causar esa idea de “yo contra el poder” es que los familiares de las víctimas suelen aferrarse a esa imagen que proyecta una ilusión. “Eso es perjudicial porque hay cosas que, aunque sean justas, no son posibles. Es no entender el sistema político y judicial. Y algo de eso le pasó en Independiente cuando fue contra los barras. Ella cree que los otros actores no juegan y que las cosas se resuelven porque ella tiene la receta correcta. Tal vez por eso salta de un espacio a otro”, analiza.
En las comisiones de asesores en Seguridad y Justicia de la Legislatura porteña también sorprendió el estilo Arietto. Esta vez había llegado como parte del equipo del legislador Rafael Gentilli, de Proyecto Sur. Les llamaba la atención esa chica que “hablaba fuerte y enfrentaba con una cadencia fierita, pero tenía poco sustento técnico-profesional”, dice uno de los asesores del bloque kirchnerista porteño, que la conoció en esas discusiones del 2010. Sin embargo, la falta de formación que le atribuye no fue un problema: “Nos resultó un personaje interesante y queríamos traerla para nuestro bloque, le discutíamos política, con y sin chicanas. Cada uno hacía su parte, porque queríamos sumarla. Y para fines de 2011 empezó a decir que era kirchnerista y era eso de ‘fierita’, los Ramones, peronista y de Boca pero subida a unos tacos”.
Arde la Ciudad se promocionaba junto a la Mancha de Rolando y en ese nuevo cambio de camiseta Arietto pasó de la Legislatura a las filas de la ministra de Seguridad, Nilda Garré. Pero no directamente con ella sino en la Dirección de Participación Ciudadana, desde donde Marta Arriola llevaba adelante los foros ciudadanos, un instrumento para controlar el accionar policial. A esas reuniones vecinales iba Arietto y se ganó el apodo de Laisa, por el personaje que hizo Flor de la V en Los Roldán, poseedora de esa verba arrabalera y confrontativa que Arietto acuñó como su marca.
Discutiendo con los vecinos la mejor manera de abordar la problemática de la seguridad conoció a Federico Jakimowicz, un trabajador social ultra bajo perfil que sería su marido. Las hijas que tuvieron llevan Cai como segundo nombre. “Fue una concesión que le hice”, reconoce Florencia, casi el final de una entrevista que mantuvimos los primeros días de febrero en un bar de Recoleta. La llegada al Club Atlético Independiente se la debe, en parte a él. La otra parte es totalmente de ella, que se había entusiasmado con la idea propalada por Independiente Místico, la agrupación que había ganado la conducción del club y se proponía una batalla para librarse de la presión de los barras y poner a los socios en el centro de la política del club. Ahí confluían hinchas de diferente filiación política con un grupo de viejos cuadros del Partido Comunista. Habían triunfado con un discurso inclusivo y una novedosa estrategia de campaña digital.
rojo pasión
Ella le había escrito un mail al nuevo presidente, Javier Cantero, explicándole que le interesaba sumarse a la gestión; pero la puntada final llegó vía su futuro marido, quien le hizo un contacto clave que le permitió llegar hasta Claudio Ciancio. El resultado de esa charla quedó por escrito en el diario de sesiones de la comisión directiva: “Se realizaron varias entrevistas. La última persona entrevistada es Florencia Atietto (sic). Abogada penalista, con experiencia en temas de violencia. Ha participado en juicios de gatillo fácil y de lesa humanidad. Es conocedora tanto de la Policía federal como de la bonaerense”, registraron el 23 de agosto de 2012. En ese texto corto no se advertía que la decisión de contratarla ya había sido tomada.
“Nos gustó porque venía de trabajar con chicos pobres. Más allá de algunos mafiosos, la barra está integrada por pibes que buscan alguna figura paterna”, dice Cantero, un peronista católico que había tomado el sacramento de la Confirmación con el obispo Jerónimo Podestá. Recuerda que cuando ella llegó al club “era kirchnerista y antes había estado con Pino (Solanas): venía por el andarivel izquierdo”. La llegada de Arietto rompía la tradición para un Jefe de Seguridad de un club (era mujer, abogada y no había integrado ninguna fuerza de seguridad) y generó expectativas. Su imagen creció rápidamente y no paraba de dar notas, incluso cuando le pedían que bajara un poco el perfil. Se llegó a enojar con un periodista de la revista Veintitrés porque el extenso reportaje que le hizo no fue el tema principal de tapa. Además, la pelea con Pablo “Bebote” Álvarez y el moyanismo le cerraba perfecto: el jefe de los Camioneros ya había roto lanzas con la presidenta Cristina Fernández. Ella avanzó con las listas de admisión (por primera vez las elaboraba un club) y bloqueó el ingreso de muchos barras.
“Uno de los problemas fue que el club estaba peleando el descenso y los resultados no eran los mejores. Eso tiñó todo. También tuvieron poca cintura política y no pudieron armar un sistema de alianzas con otros clubes. Me consta que en otros clubes quieren cortar la relación con los barras pero hay que esperar los tiempos políticos”, analiza el doctor en antropología José Garriga Zucal, que estudia la violencia en el fútbol.
La barra de Independiente hizo trascender una factura por la compra de telas para las banderas que había acordado con Cantero, quien había ordenado comprarlas porque consideraba que el club era una institución de los socios y que alentar la fiesta era una forma de descomprimir la violencia. Pero la barra usó eso para patearle los tobillos. En febrero de 2013 Florencia renunció y acusó a Cantero de haber negociado con la mafia, luego de que el presidente había pedido levantar el derecho de admisión sobre dos barras. Era una forma -entendía Cantero- de tender puentes y ganar cierto margen político. Pero ella lo tomó como una traición y se fue. Había sido la encargada de escribir la denuncia contra Hugo Moyano por el financiamiento de la barra.
la conversión
Un año más tarde se sumó al Frente Renovador de Sergio Massa. La puerta de entrada fue Diego Kravetz, que reportaba por entonces en esa coalición pero luego se alineó con el macrismo y quedó a cargo del Área de Seguridad del Municipio de Lanús. Arietto fue candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires en el Frente 1 País en las elecciones legislativas de 2017, que sumó al massismo, GEN, Libres del Sur y a otros partidos más pequeños. Era la segunda en la lista, detrás de Matías Tombolini, que obtuvo poco menos del 5% de los votos y ninguna banca.
Pero del massismo también se fue. “Puedo entender algunas cosas de la política, pero no que me pidan que no denuncie a Hugo Moyano ‘porque nos va a financiar’. ¡Porque yo a Moyano lo quiero preso!”, dijo a principios de julio de 2018 y prometió tomarse un descanso de la política. Le duró poco. Antes de terminar el mes había entrado en Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires, como asesora de Facundo del Gaiso, encargado de llevar adelante las relaciones con la Iglesia Católica para la Coalición Cívica. El paso por la Auditoría porteña fue solo eso, un paso. El destino era Patricia Bullrich. “Es un toro, una mina que va para el frente. Se nutre de los distintos. Es honesta”, la define.
“Cuando me fui del Frente Renovador, Lilita me dio cobertura. Me dijo ‘no te podés ir, sos valiosa’. Tuvo un gesto maternal. Pero no soy de la Coalición Cívica, estoy en Cambiemos. Soy peronista”, dice Florencia, que se crió en Salto, provincia de Buenos Aires. Llegó a esa ciudad, ubicada en la región de las tierras más fértiles de la provincia de Buenos Aires en mayo de 1977, junto a su madre, apenas unos días después de nacer. Habían tenido que escapar de La Plata, donde su papá –“Carlos alias Cartucho”, precisa– había sido perseguido por ser militante de la Juventud Trabajadora Peronista, el frente sindical de Montoneros. “Pero él no era monto. Nunca creyó en tomar el poder por la violencia”, aclara.
Antes de dar el salto de espacio político, tuvo una reunión con Bullrich en junio de 2017. “Pero yo estaba en el Frente Renovador y creía en que Massa estaba haciendo un partido dinámico, que diera pelea”, se explica. “Hablamos con Patricia de que hay que limpiar las villas de narcos. Pero lo vamos a hacer con mucho cuidado y previsión para no causar daños colaterales. Para eso trabajamos previamente con los vecinos. Y lo mismo estamos haciendo en la Hidrovía”, dice. Hace unos días tuiteó: “No perdamos de vista la Hidrovía, otra cajita feliz que pronto se abre”. Sugiere que a partir de ese caso van a desarmar el entramado de empresas, fuerzas de seguridad y poder político, pero por ahora hay que esperar.
-¿Cómo conciliás tus inicios como abogada penal defendiendo a los pibes presos por delitos comunes o que eran reclutados por la policía con la doctrina Chocobar?
-No hay una política desbocada de gatillo fácil. Lo de Chocobar no fue gatillo fácil. Cuando das tres veces la voz de alto tenés que disparar a la rodilla. El tiro que mató al chico fue de un rebote en el piso. Podemos discutir si se excedió.
-Pero ahora defendés la baja de edad de imputabilidad penal, ¿eso cómo se explica?
-Siempre lo dije. Hay que bajar la edad. No podemos seguir con una ley de la dictadura. Hay que hacer una ley que les permita darles inmunidad de arresto para que puedan denunciar para arriba. Siempre que hay menores hay un mayor, pero hoy no hay posibilidad de que ellos denuncien para arriba.
doblarse a riesgo de romperse
“Necesitamos mucha gente como vos”, la alentó una señora de unos sesenta años que estaba en la mesa de al lado del bar en Recoleta donde Arietto se reunió con crisis. Le tocó el hombro y le hizo un gesto de aprobación que sorprendió a la hoy asesora de Gabinete de Patricia Bullrich, que sigue de cerca las investigaciones sobre narcotráfico y contrabando en la Hidrovía. Arietto pareció un poco avergonzada: “Te juro que esto no estaba preparado”, dijo y sonrió. Acababa de recibir un feedback de sus apariciones mediáticas orientadas a tallar una imagen de mujer honesta y valiente que batalla contra los poderes establecidos.
Esa imagen de que ella no tiene dobleces, de que siempre dijo lo mismo, es la que intenta irradiar en cada oportunidad que le ofrecen los medios de comunicación. Pero no es lo que opinan en cada lugar por los que pasó, donde la impresión compartida es que “se dobló”. Para ellos tiene respuestas: “Las villas están llenos de pibes bomba. Esos pibes, como canta el Indio Solari, ‘son como bombas pequeñitas’. Y ellos viven donde vive el narco, que tomó los territorios. Allí el Estado no entra. Tampoco entran las organizaciones sociales, que terminan trabajando donde el narco lo permite; y su trabajo es muy valioso, pero trabajan donde los dejan. Eso no es recuperar la zona. Para recuperarla hay que tener una política criminal. Y también hay que hacerse cargo de que la plata que genera el narco alguien la blanquea, construyendo torres de edificios. Nosotros vamos contra todo ese entramado. Si eso lo abstraemos de Cambiemos, ¿es progresista o es de derecha?”, provoca.
-¿Te considerás entonces una técnica que hace su trabajo más allá de la política?
-Yo hago política.
-¿Y qué querés ser en política?
-En algún momento decía que quería ser gobernadora. Pero a mí me gusta estar con la gente.