Cuando la cuenta oficial de Unión por la Patria anunció que ya no era Wado de Pedro el elegido del kirchnerismo para la candidatura presidencial sino Sergio Massa, renació la campaña de Juan Grabois (que se había bajado pocas horas antes) para impedir que la derechización del peronismo transcurriera sin penas ni gloria. Los whatsapp de la militancia ardieron recolectando avales que debían juntarse en solo veinticuatro horas y que finalmente fueron entregados sobre el filo del cierre de listas, trasladados en un carro cartonero. Entre las decisiones urgentes que se concretaron durante aquel desenlace febril, se cuenta la elección de Paula Abal Medina (PAM) como precandidata a vicepresidenta. Esta es la primera entrevista que Abal Medina concede luego de aceptar el desafío.
¿Es una candidatura testimonial o hay voluntad de poder?
Si miramos la historia de los últimos años, Juan es un tipo que logra torcer el cauce una y otra vez. En los 2000, en medio del hambre, construye en la calle, en la puerta de las comisarías, el punto de partida del movimiento cartonero. ¿Por qué las comisarías? Porque en esos años Macri decía que los cartoneros se robaban la basura. Desde condiciones de máxima debilidad, construyen fortaleza y una gran actividad económica. Más acá, cuando en la previa de las elecciones de 2019 la querían jubilar a Cristina, y jubilarla significaba, básicamente, el avance de los sectores más conservadores del peronismo, él propone la consigna “Ella le gana” y logra instalarla. Obviamente, Cristina tiene mucho que ver en eso, pero él leyó muy bien ese momento, y en esa circunstancia además logra meter candidatos propios: hay una cartonera, Natalia Zaracho, que está en la Cámara de Diputados. ¿Hace cuánto que no pasaba algo así, que no veíamos una referente popular en el Congreso? Entonces, logra instalar esta idea de que en los lugares de decisión y de poder tienen que estar los últimos de la fila. Otro gran hito es la ley de barrios populares, que empezó durante el macrismo. ¿Quién se hubiera imaginado que era posible censar la cantidad de asentamientos populares distribuidos por todo el territorio? Ese censo lo hicieron los compañeros y compañeras del propio movimiento de trabajadores de la economía popular con sectores de la iglesia, los curas villeros. Yo creo que efectivamente él logra torcer el lugar hacia donde van las cosas, donde hay status quo, donde hay esa rutina medio abúlica, de que no se puede cambiar nada que se apoderó de la política. Si vos tenés cuarenta años de democracia y hay tantos problemas acumulados -con las excepciones de los tres gobiernos kirchneristas- es porque buena parte de la política sostiene esta idea de que efectivamente nada va a cambiar, es adaptacionista, o arribista, tiene ese perfil pragmático que podría expresar la generación de Massa. Para mí, testimonial es otra cosa, es algo que se da en torno a la conciencia individual.
Hay un evidente operativo de disciplinamiento interno que pretende invisibilizar que en Unión por la Patria hay PASO. Y con ese intento de aplicarles el cono de silencio circulan varios argumentos que ponen en primer plano la necesidad de orden, cuestionando una suerte de falta de códigos, y otros que sostienen que Sergio Massa es el candidato que puede ganar y esa verdad (que no se sabe muy bien en qué se funda) es suficiente para cancelar el debate. ¿Cómo se contestan esos argumentos?
Tan pronto ganó Alberto -jugada maestra, fórmula ganadora, se saca en un solo mandato al macrismo, algo que era impensado- desde el minuto uno, en todos los círculos cercanos a él, se decía “no se va a poder hacer nada”. Realmente desde el minuto uno, con el triunfo calentito, se escuchaba “solo podemos apelar a administrar esto sin que estalle”, “hay que negociar con el Fondo”. Ahí es donde uno se pregunta qué significa la unidad política en este estado de cosas de la política. ¿Es unificar la abulia, el adaptacionismo, el derrotismo y el arribismo? Esa suma no da algo bueno. Por eso la discusión del trasvasamiento es central, para ir más allá de ese habitus político de que las cosas no cambian. Si no, no tiene explicación que la Argentina tenga hoy un 40 por ciento de pobres, un 50 por ciento de los menores de 18 años empobrecidos, que existan los problemas de precariedad de la vivienda y acceso a la tierra de la magnitud que tenemos. Tiene que haber un quiebre en ese punto. Y el quiebre es la construcción no de una mayoría política sino de una mayoría social. Lo que va a crear una oportunidad para la política es que emerja una gran mayoría social, por su inmensidad, por las grandes banderas. Donde hay semejante caudal de necesidades sociales, hay derechos que conquistar, punto. Es ese reencuentro con la historia nuestra, con la historia de pelea del campo popular. Ahí es donde aparece el quiebre generacional, aparece Grabois, Axel Kicillof, Wado de Pedro. Nos reíamos el otro día porque decíamos “entrás al cuarto oscuro y ves una boleta con Massa, Kicillof y de Pedro y la otra con Grabois, Kicillof y de Pedro”, ¿cuál es el elemento disonante ahí?
hijos del 2001
PAM nació en 1975, en un hogar peronista que duró pocos meses. El 24 de marzo de 1976 los militares entraron a todas las casas de su familia. Tuvieron que huir. El padre, Juan Manuel Abal Medina, vivió asilado siete años en la embajada de México, hasta 1982 cuando se exilió en ese país. Su madre, Nilda Garré, vivió semi escondida, sin trabajo, como otros cientos de miles. A PAM y a su hermano los cuidaron los abuelos maternos.
Cristina dijo que era la hora de los “hijos de la generación diezmada” y parecía que se concretaba ese trasvasamiento que mencionabas. Pero esa imagen que empezó asociada a Wado de Pedro, de repente pasó a ser encarnada por Sergio Massa, que podríamos decir representa en términos ideológicos algo muy distinto, aunque la cronología lo sitúe en la misma generación ya que nació en 1972.
La pregunta sería qué es una generación. ¿Qué acontecimientos atraviesan la vida de Wado, de Kicillof, de Grabois y de un montón más? Podría hablar también de Lucila de Ponti, de Mariel Fernández. ¿Qué acontecimientos históricos nos constituyen? Militancia universitaria contra el status quo de la UBA, militancia social y comunitaria, quilombera, una organización tan importante como HIJOS. Vamos a encontrarlos a todos callejeando en el 2001, a Kicillof elaborando el gran debate económico desde el marxismo y el keynesianismo. “Hijo de la generación diezmada” es como le gusta definirla a Cristina, como madre podríamos decir. Yo digo que nuestra contraseña es el 2001, pero también creo que hay algo para decir sobre esta idea. Tengo la suerte de que mis dos viejos viven, pero tenemos marcas subjetivas que están presentes y nos hermanan. Nosotros crecimos elaborando el duelo de nuestros amigos que tenían a sus padres desaparecidos, y el nuestro, el miedo como elemento cotidiano durante muchos años. Eso para mí es indestructible, efectivamente hay algo de “hijos de la generación diezmada”. Ahora, el modo en que nosotros hacemos una generación es la salida a la calle en el 2001. El 2001 como catalizador de luchas previas y como el final de un tiempo, el final de tener que solo cargar con el dolor.
Tanto o más importante que la disputa electoral concreta, es el debate sobre el destino del peronismo en la etapa que se abre. Parece cada vez más claro que se cierra un ciclo histórico en nuestro país, que es el que se abrió en 2003 con la aparición del kirchnerismo. Es decir, el resurgimiento de una profunda crisis económica, social y de representación. ¿Este presente nos conecta con el 2001?
Para hacer esa comparación hay que analizar tres cuestiones: la política, la social y la económica. En lo político, algunos leen el giro a la derecha y otros dicen que en realidad lo que hay es un gran malestar y desencanto social, que se expresa a la derecha porque han surgido discursos muy seductores y convocantes de ese lado. En este punto, la política produce un nivel de desilusión bastante parecido al de 2001. En la cuestión social hay dos planos. Un universo enorme de la población que vive prácticamente sin derechos básicos. El otro plano es el de la organización. Cuando llegamos al 2001 había un caudal de conflictividad muy impactante y ahora no encuentro que sea la misma situación. Pero está lo de Jujuy. Es interesante porque cuando hablás sobre los años noventa con los dirigentes sindicales, te dicen “estábamos desorientados, nada nos funcionaba”. Los telefónicos iban al conflicto, perdían. Los ferroviarios iban al conflicto, perdían. Todos los conflictos se perdían y de golpe apareció Cutralcó. Y ahí nos dimos cuenta que eso era lo que había que hacer”. Es decir que durante los noventa el acontecimiento que abrió las compuertas del conflicto fue en una provincia, y después vienen Tartagal, Mosconi. Entonces, no parece haber el caudal de acontecimientos que precedieron el 2001, pero lo de Jujuy hoy me hace acordar a todo eso. Por eso, la decisión de que Gerardo Morales acompañe a Rodríguez Larreta dice un montón de cosas. La reforma constitucional de Jujuy no tiene obviamente un capítulo que diga “Litio”, pero en todos sus capítulos están pensando dispositivos que permitan un modo de extracción del litio sin conflicto social y vulnerando todos los derechos más elementales de los pueblos. Ahí hay un desafío para nuestro sector político. Porque no se resuelve solo saliendo a la calle. Los tipos que están pensando en términos estratégicos y desde posiciones en el poder concentrado, están viendo una gran ventana de oportunidad para nuestros territorios. Entonces, un proyecto político para ser efectivo, competitivo y con posibilidades de transformación, tiene que poder pensar cómo se hace compatible este proceso económico con el desarrollo de la sociedad. Hay que vertebrar un proyecto donde esa oportunidad económica genere un desarrollo humano integral, con grandes inversiones en bienes comunes.
En el primer acto de campaña, junto con Massa, Cristina dijo: “la política también es conducir el desorden, y tratar de ordenar de la mejor manera posible para convertir a la política en un instrumento de transformación y cambio. Y si todavía no podés transformar, al menos tranquilizar”. ¿Qué pensás de ese argumento?
Hay una reacción social que se expresa en el crecimiento de las candidaturas de derecha, que tiene que ver con un supuesto hartazgo de los decibeles del kirchnerismo, como un cansancio. Hay algo, a lo que no llamaría “tranquilizar”, pero sí me parece que sería muy estratégico y muy importante, que es construir realmente una mayoría, con la jerga, con el lenguaje de los problemas reales que atraviesan la vida no solo de los sectores más pobres, de los últimos de la fila, sino de los siguientes, de todo el medio de la sociedad, de la clase media más empobrecida y de los sectores de clase baja que, como dice Mayra Arena, nunca querrían que les den un Potenciar Trabajo y quieren vivir de otra manera. Hablo de los trabajadores no registrados, que ganan un 50 por ciento menos que los registrados, y que como los empleadores no los registran son una bomba de tiempo para la seguridad social. No decimos nada sobre ese universo tan enorme que son casi 6 millones de personas que están no-registradas. Tampoco sobre el deterioro de los territorios, o de que no hay acceso a la vivienda, sobre la penetración del narcotráfico en los barrios populares. Si articulamos un discurso que asuma transversalmente las distintas necesidades sociales habría, de hecho, un efecto de mayor tranquilidad. Hay que lograr construir esa mayoría social a la que me refería, que abarque el conjunto de problemas y necesidades sociales. La fuerza que da el gran número. Creo que hay algo del mensaje de Cristina cuando dice “al menos tranquilizar”, no sé si yo lo interpreto bien, pero creo que ella lo que quiere decir es que hay muchos decibeles y muchos enfrentamientos internos y eso es más desorden que conflictividad. ¿Cómo el desorden deviene conflictividad social profunda, masiva, transversal, generadora de nuevas articulaciones? Si “piquete y cacerola” fue la consigna del 2001, ¿cómo se expresaría esa articulación hoy? El 2001, después, produce la condición de posibilidad del kirchnerismo. ¿El kirchnerismo surge desde arriba? No. ¿Quién podría leerlo así? Surge desde abajo. Surge de lo que vino antes, la Marcha Federal, el Cutralcazo, General Mosconi, la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD), el movimiento piquetero del conurbano bonaerense. Néstor y Cristina se pararon sobre esa vitalidad social y generaron procesos de cambio político. Luego, creo que desde la mitad de la década de 2010 encontramos una caída en la capacidad de convocar. Hoy estamos en un momento, de nuevo, en el que aparece la posibilidad de reabrir una politización disruptiva, rebelde y convocante para la juventud.
ahora es cuando
Siempre que habla en público, PAM narra una historia de vida. Ahora, lo hace de nuevo: nos cuenta de una trabajadora no registrada que labura en un kiosco de Recoleta, que viaja cinco horas por día para ir y volver desde un barrio de la provincia de Buenos Aires permeado por el narcotráfico y el miedo; un rato después, recuerda haber recorrido locales de Avenida Santa Fe acompañando a promotoras recicladoras para convencer a Nike de que les diera los cartones que sobran. Tiene muchas, recolectadas en una trayectoria de investigación que empezó a fines de los noventa, cuando entró al Conicet para especializarse en el mundo del trabajo: piquetes, call centers cuando eran el equivalente a los actuales empleos en las plataformas de envíos a domicilio, cartoneros en basurales, fabricantes de ladrillos ultraexplotados. Dice: “presencié hasta dónde puede llegar el abandono de personas en la sociedad del desprecio. Conocí historias de un deterioro que abarca varias generaciones”. En los últimos años, PAM se sumó al CELS, organización de la que es vicepresidenta.
¿Cuáles te parecen que son los ejes de una lucha contemporánea por los derechos humanos, que practique la memoria pero no como una mera circulación de símbolos?
Se acabó la dictadura militar pero no se acabó el padecimiento social que fue el lado b de su proyecto criminal. Entonces, la pregunta es cómo reconducimos nuestra sensibilidad hacia sufrimientos que fueron simultáneos a las desapariciones y que durante el transcurso de los años de la transición y la consolidación democrática no cesaron. Yo investigué el origen del movimiento de pobladores. Casi en simultáneo con las rondas de las Madres surgieron las rondas de los barrios que se creaban como consecuencia de otra acción criminal que se puede sintetizar en las topadoras de Cacciatore. El intento de exterminar el movimiento villero expulsándolo de sus barrios, la liberalización de alquileres que quebró los hogares de inquilinos, la desocupación creciendo vertiginosamente por el ataque a la industria nacional. Me parece importante desempolvar estas memorias. Un día de septiembre de 1981, 20 mil personas corridas por la dictadura llegaron a terrenos baldíos de Quilmes y Almirante Brown y ocuparon 211 hectáreas. Transformaron el abandono de tierras en seis barrios, con equipamientos comunes. El cerco represivo que montaron los milicos fue brutal. Murieron muchos niños porque no dejaban ingresar agua ni médicos. El 31 de diciembre de ese año, 1981, durante muchas horas una ronda en asamblea de 230 delegados manzaneros, con una estructura organizativa similar al sindicalismo fabril, decidió una fórmula para quedarse: “cercar el cerco”, dijeron. Se movilizaron solidaridades internas y externas de una magnitud conmovedora: la CGT de Quilmes instaló una bomba de agua de manera clandestina, por la noche. Los vecinos juntaban materiales de construcción y los pasaban. Las comunidades eclesiales de base, SERPAJ, el colegio de abogados de Quilmes. Diversas iniciativas unieron figuras de todo el arco político sindical, Ubaldini, Alfonsín, Saadi, Mignone, Pérez Esquivel, De Gennaro y muchos más que no me voy a acordar ahora. El cerco represivo fue abierto por este movimiento que quedó un poco a la sombra de las organizaciones de derechos humanos. El CELS es una organización que tira de este hilo social, para impulsar la agenda actual de los derechos humanos, recuperando la historia y buscando comprender su actual dramatismo. Hoy la Argentina atraviesa un retorno al prekirchnerismo, incluso al preperonismo. Las personas que viven del trabajo están peor: todas. Registradas, no registradas, asalariadas y cuentapropistas, mujeres, jóvenes y varones. No fue posible ni siquiera detener el deterioro. A mí me parece que un candidato que no empieza hablando de eso…
Muchxs militantes del peronismo quizás voten a Massa porque así lo indica la conducción, aunque no estén de acuerdo con su orientación política. ¿Cómo harías para convencerlxs de votarlos a ustedes?
En estos días, sentimos el entusiasmo de “nuestros históricos”, recibimos muchos mensajes de peronistas de pura cepa, de la vieja guardia, que nos transmitieron su alegría por esta iniciativa de despertar al gigante dormido del peronismo. Para mí, y lo expresé como pude tras leer el libro que escribió mi viejo, hay que volver sobre el coronel Perón, conectar con esa energía desenfrenada y despampanante. El Perón imparable con la transformación. Justa y Soberana tiene un programa elaborado con la participación de muchas voces, sobre todo de las y los trabajadores de la economía popular de todas sus ramas y otros sectores muy importantes de la CGT. Hay un debate programático que parte de las expresiones organizadas del pueblo. ¿Hace cuánto que la política no discute un programa? De acá hasta el 13 de agosto es fundamental que se produzca el mayor despliegue de fuerza y movimiento del que seamos capaces. Queremos construir un voto influyente: repolitizado, con definición programática y con sentido de responsabilidad histórica. En la elección general, entonces, ya definido un candidato en nuestro campo político, se va a plasmar la disyuntiva central del momento histórico que vivimos y vamos a derrotar en las urnas un proyecto político de derecha que hoy vuelve a convocar imaginarios autoritarios. Pienso en las y los jóvenes que son la mejor apuesta siempre. Y por supuesto pienso en el feminismo que es un movimiento transversal, tan rico por su heterogeneidad social como por su fuerza comunitaria, multiplicándose desde el fondo de los barrios. Y es también un movimiento contagioso porque es un lugar de lucha con elaboración libre, complicidad y alegría. Las movilizaciones del feminismo son imperdibles. ¿Por qué? Siempre te vas de ahí más feliz, más colectiva, formando parte de algo grande.