Carlos Eduardo Rovira (CER) se baja de la camioneta y encara decidido. Escoltado por su hijo Ramiro, el líder indiscutido del Frente Renovador de la Concordia, de traje azul oscuro y camisa blanca, se abre paso entre periodistas, funcionarios y un enjambre de curiosos que se agolpan con la intención de lograr al menos un roce de manos. Pocos metros más adelante lo espera el gobernador de la provincia, Oscar Herrera Ahuad. Entre abrazos y sonrisas, avanzan juntos hasta pararse frente a un monitor que, tapado con una tela, hace las veces de placa conmemorativa. Lo descubren y los aplausos estallan. En la pantalla, de fondo negro y letras blancas, se lee un adagio latino: Invenit et fecit (Inventa y Realiza).
Promedia el mes de marzo y la inauguración del Silicon Misiones, ubicado en un predio lindante con el aeropuerto de Posadas, concentra los focos de atención de los medios locales. Lejos de las áridas llanuras californianas, la versión misionera de aquel polo tecnológico estadounidense, que el gobierno aspira a ver convertido en vanguardia regional en materia de innovación y cultura “emprendedora”, se erige como la representación más cabal del proyecto que CER trae en la cabeza y que, a sus 67 años, solamente socializa con un puñado de allegados. Un “sueño cumplido”, según escribió en sus redes sociales.Sin embargo, pese a la emoción, el “conductor” camina tranquilo. Se toma su tiempo para subir los escalones que lo separan de la silla desde la que hablará en público por primera vez en 2023. En el primer piso del edificio, sentados en sus respectivos asientos, lo aguarda el resto de la plana mayor del oficialismo provincial para arrancar con una ceremonia que, sin demasiadas formalidades institucionales, simbolizará el lanzamiento de campaña de una fuerza política nacida al calor de la transversalidad kirchnerista y que este próximo 7 de mayo buscará extender su hegemonía más allá de las dos décadas.
CER preside la Cámara de Representantes misionera de manera ininterrumpida desde el año 2007. Desde allí, quien fuera gobernador durante dos mandatos consecutivos (de 1999 a 2003, y de 2003 a 2007), digita el día a día de la política doméstica con guante de seda y mirada estratégica, gracias a una aceitada división de roles que, con el correr del tiempo, logró instituir casi sin sobresaltos con cada uno de los gobernadores que lo sucedieron. Este año, al igual que en cada elección ejecutiva, CER es nuevamente candidato a diputado provincial. Pero con una particularidad que encuentra su antecedente únicamente en 2019: ocupa el tercer lugar de la lista. Un lujo que solamente puede darse el político más poderoso de la historia de Misiones.
el mudo
Introvertido y sereno al hablar, Rovira no se caracterizó en su juventud por adherir al fervor militante de su generación. Aunque siempre con una tendencia hacia el peronismo, la época más caliente le pasó por al lado. En los setenta estuvo más concentrado en el estudio y en el deporte que en los vaivenes políticos del país. "Solía leer los panfletos que nos daban camino a la escuela secundaria los estudiantes del Faudi (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda) que controlaban la Facultad de Ciencias Sociales", comentó en una entrevista.
Sus pasos más trascendentes los dio en la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), donde se graduó de ingeniero químico. De "pensamiento cartesiano", como alguna vez se definió, a Rovira el mundo académico lo apasionó desde el comienzo, de allí que iniciara una incipiente carrera docente a sus tempranos 22 años. Fue en ese marco que se gestó el interés por los idiomas. Hace alarde de poder leer, hablar y escribir unos ocho, con especial interés en el francés.
Su ingreso a la política partidaria se daría de manera relativamente fortuita. "Llevátelo a Carlos", le pidió el padre de CER a Ramón Puerta, cuando el futuro fugaz presidente de la Argentina estaba a punto de asumir su banca como diputado nacional por el Partido Justicialista en 1987. Hasta entonces, el vínculo entre el actual líder renovador y quien sería su mentor político se reducía a algunos encuentros casuales. Sus familias eran amigas, al punto tal de que algunos testimonios indican que ambas llegaron juntas de Europa a la tierra colorada para asentarse en la localidad misionera de Apóstoles.
En efecto, Puerta ungió a CER como su secretario privado y ambos se trasladaron a Buenos Aires, donde se instalaron en un departamento sobre la calle Virrey Cevallos, a pocos metros del Congreso Nacional, un lugar que funcionaba también como oficina. La diferencia de cinco años de edad pesaba en el vínculo: no los unía un respeto de pares. Puerta, siempre que tenía oportunidad, hacía pesar esa asimetría. En las reuniones sociales que compartían solía presentarlo como "el hijo de Pichón".
Años más tarde, a partir de 1991, ya con Puerta en el rol de gobernador (1991 a 1995; 1995 a 1999) y CER siendo director de Vialidad provincial, la relación conservaría esa distancia relativa. CER no se caracterizó por ser un asiduo participante de las tertulias organizadas por su entonces amigo, que podían desarrollarse tanto en la propia residencia de la Gobernación como en su estancia privada, llamada Iporá, sobre la ruta nacional 105, a unos 30 kilómetros de Posadas. En el entorno puertista primaban los negocios, la rapidez mental, la locuacidad, atributos de los que él parecía carecer, hasta el punto de que sus compañeros de partido lo apodaron “el mudo”.
transversalidad
Desde el primer momento, CER construyó su perfil de liderazgo político en contraposición al de Puerta. Principalmente, a partir de su llegada a la intendencia de Posadas en 1995. Pero el proceso de ruptura entre ambos se aceleró en 1999, cuando CER se hizo cargo de las riendas de la provincia y Puerta aterrizó en el Senado de la Nación, donde sería presidente provisional en medio de las llamas del 2001.
Sin embargo, fue la aparición de Néstor Kirchner lo que produjo el quiebre. El pingüino aportó la sinergia que CER necesitaba. En apenas tres meses, a principios del año 2003, el por entonces gobernador supo tejer un lazo que le permitió comenzar a soñar con una construcción político-electoral propia. “Lanzate que si soy presidente, yo te doy todo el apoyo”, le dijo Kirchner apenas ocurridas las elecciones presidenciales del 27 de abril.
El Frente Renovador de la Concordia misionero –o Renovación a secas-, tuvo su primer round electoral en las elecciones a gobernador de aquel año. El triunfo de su novel fuerza política sobre el PJ de Puerta con un contundente 47,8% a 32,9%, fue presentado por Kirchner como la primera prueba exitosa del experimento de la “transversalidad”. Y todo un gesto hacia Eduardo Duhalde, de quien poco a poco había comenzado a despegarse.
CER, en tanto, había visto la oportunidad y no la desperdició: en una misma jugada logró no solo emanciparse del yugo de su padre político sino ser reelecto pero a través de un sello nuevo, sin la estructura orgánica del peronismo y en alianza con un grupo importante de radicales que, no sin cierta desconfianza, decidieron acercarse a quien hasta ese momento era visto como el delfín de Puerta.
El nacimiento de la Renovación se dio en un contexto de cambios profundos en los vientos políticos de la Argentina. El bipartidismo había volado por los aires en 2001 y Misiones no era la excepción. Los cimientos de la clase dirigente argentina quedó desnuda ante los ojos de la ciudadanía. Y Puerta era, sin ir más lejos, uno de sus rostros.
globo de ensayo
En sus casi siete años como gobernador, CER nunca vivió lo que durante esos meses de 2006. Ni la crisis del 2001, que llevó a la pobreza en la provincia hasta niveles inimaginables, le generó tantos dolores de cabeza como la intención de reformar el artículo 110 de la Constitución provincial para competir por un mandato más. “La oposición estuvo muy hábil y nos enganchó el discurso de entrada, lo de la reelección indefinida fue imposible de levantar”, deslizó una de las principales figuras renovadoras de aquellos años.
Era una batalla que parecía ganada de antemano: CER contaba con niveles altos de popularidad que lo posicionaban como uno de los más importantes gobernadores peronistas de la época. La relación con Néstor iba viento en popa. Paradójicamente, quizás ese haya sido el motivo por el cual sobrevino el “apriete”, como lo calificó uno de los testigos presenciales de ese encuentro que tuvo lugar en Iguazú:
—Carlos, vos sos el único que puede dar esta pelea.
—No quiero, Néstor, no estoy en condiciones.
—Vos sos el único. Se trata del proyecto.
A través de un movimiento audaz, Kirchner convirtió a Misiones en un globo de ensayo para las pretensiones re-reeleccionistas de Eduardo Fellner en Jujuy y de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires, al tiempo que tanteó el clima social para una posible candidatura suya a la reelección en el año 2007, algo que finalmente no ocurrió. Para ese entonces, tanto Catamarca, como Formosa, Santa Cruz, La Rioja y San Luis tenían constituciones que habilitaban la reelección indefinida. Hoy, de esas cinco solo quedan tres.
La lista opositora a la re-reelección de CER la encabezó ni más ni menos que un cura de la diócesis de Iguazú, el obispo emérito Joaquín Piña Batllevel. No faltaban en Misiones quienes veían en su persona la representación de otra: la del cardenal Jorge Mario Bergoglio. El futuro papa Francisco le ofreció su apoyo a Piña, en una disputa solapada con Kirchner que se extendió durante años. Había algo que, sin embargo, el obispo tenía claro: no tenía ambiciones políticas.
Fue alrededor de su figura que se conformó el Frente Unidos por la Dignidad (FUD), un sello que aglutinó a toda la oposición a la Renovación y a algunas figuras del oficialismo que se alejaron del espacio oficialista a partir de ver en CER a un Puerta en potencia. En la interna, se le reprochó haber planteado una reforma constitucional a partir de la discusión de un solo punto. Un error que CER nunca se perdonó. “Eso permitió que toda la oposición confluyera fácilmente”, señala un colaborador.
Quizás nunca en su historia reciente el nombre de Misiones haya figurado tanto en los medios nacionales como en 2006. A través de sus editorialistas, pintaban una provincia signada por la corrupción y el nepotismo. Se instaló la figura de CER como la del “señor feudal” perfecto y las fotos de iglesias quemándose replicaban postales que parecían sacadas de los libros de historia. En ese contexto, todo pareció haberse convertido en una cruzada religiosa. El bien contra el mal. Sin ir más lejos, la remera que Piña utilizaba en sus actos llevaba plasmada una de las imágenes emblemáticas del catolicismo: San Miguel, quizás el arcángel más cercano a Dios, según los relatos bíblicos, atravesando al demonio con su espada.
Todas esas tensiones se condensaron en la visita de Kirchner a Misiones, apenas un mes antes de la consulta popular que tendría lugar el 29 de octubre de 2006. Es que su llegada excedió la foto y la entrega de fondos para obra pública: nadie tenía dudas de que se trataba de un apoyo explícito a las intenciones reformistas tanto suyas como de CER.
El resultado del referéndum fue contundente: el “No” triunfó con el 56,5% de los votos, desterrando cualquier intento reeleccionista. El 24 de mayo de 2007, durante una entrevista radial con la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, Kirchner se mostraría arrepentido de toda la peripecia. “Yo cometí un error, me lo autocritiqué fuertemente. Me excedí en lo que debía decir y entré a opinar sobre un tema que debían opinar los misioneros y no yo. Obviamente el resultado fue absolutamente claro y uno tiene que aprender las lecciones de la historia porque si no tampoco sirve”. Apenas unas semanas antes de esas palabras, el 2 de mayo, había recibido al obispo Piña en la Casa Rosada. Un gesto que congeló para siempre su relación con CER.
ave fénix
Con la re-re obturada, CER debió lidiar con una dura interna por su sucesión en la gobernación en 2007. Varios candidatos aspiraban al cargo y el propio oficialismo acabó dividido. Hacía tiempo que su vicegobernador Pablo Tschirsch reclamaba ser quien tomara la posta. Sin embargo, el elegido por CER fue uno de los socios fundadores de la Renovación, el joven radical Maurice Closs. En unas elecciones que tuvieron como principal candidato opositor a un Ramón Puerta con sed de revancha - arañó el 15% de los votos–, el ganador fue Closs, actual senador nacional, quien se impuso a Tschirsch (Frente para la Victoria) por una diferencia de 10 puntos.
Paradójicamente, CER consolidó su poder con la derrota en el referéndum. “Visto con el diario del lunes, fue una victoria”, analizó uno de sus colaboradores más cercanos. Es que el traspié del 2006 lo obligó a recalibrar el engranaje: se presentó por primera vez como diputado provincial y como presidente de la Cámara de Representantes logró hacer del Poder Legislativo provincial el centro de la política misionera. “Su autoridad en la Cámara impone respeto. Hace 15 años que las sesiones comienzan a las 18 en punto y todo funciona perfecto. Hasta la oposición tiene Comisiones, algo que antes era impensado”, lo elogian. Ya sin la sombra del puertismo, que hasta 2005 se había dedicado a jaquearle la gobernabilidad desde su mayoría legislativa, con sistemáticos pedidos de juicio político en su contra, ningún proyecto importante se trata sin el visto bueno de CER.
A la par, los ocho años de gestión de Closs (2007/2011; 2011/2015) al frente del gobierno misionero estuvieron marcados por el estrecho vínculo que el radical supo tejer con Cristina Kirchner. Un acercamiento que, a sus tempranos 36 años, el flamante gobernador supo aprovechar para posicionarse en el tablero. Sin llegar a hacerle sombra a CER, el hijo del histórico político y empresario Ramón “Moncho” Closs se erigió como una figura con vuelo propio. Un antagonista interno pero larvado, con una capacidad de daño que, según testimonios, nunca se animó a ejercer del todo. Ni siquiera cuando, en 2014, Closs corrió de su puesto a Daniel Hassan, quien hasta ese momento se desempeñaba como el histórico ministro de Hacienda de la Renovación. Las tensiones mermaron y la sangre nunca llegó al río.
En cambio, donde no hubo desencuentros fue en una instancia fundamental: los negocios. Las millonarias inversiones en obra pública fueron un hito de los años clossistas. En una continuidad con su predecesor, muchos de esos trabajos recayeron en una misma empresa: Spotorno S.A. Era la constructora propiedad de Nelson Spotorno, el padre de Rosanna, la esposa del mismísimo CER. Fue a través de su figura que se profundizó la canalización de obras para la firma de su suegro. Muchas de ellas mediante licitaciones muy cuestionadas, según consignan las crónicas de la época.
La relación entre poder político y poder económico en Misiones no hizo más que acrecentarse con la Renovación. Mientras Puerta supo amasar su fortuna gracias a la inversión en yerba y tabaco –dos de los principales productos de la provincia, junto al té–, CER apuntó a promover un abanico de rubros de lo más variopinto. La familia Closs fue una de las beneficiarias de esa diversificación. A las ya consolidadas estaciones de servicio de su empresa Petrovalle S.A., se le sumaron la hotelería y el turismo. Y no en cualquier sitio: en sociedad con otras empresas, es hasta el día de hoy que posee grandes partes en los paquetes accionarios y las concesiones de las firmas que, por ejemplo, explotan el Parque Nacional Iguazú.
Sin embargo, CER sabe mantener a raya cualquier tipo de escándalo. A pesar de que, en la división de responsabilidades, cada gobernador debe hacerse cargo de sus funcionarios, “el Ingeniero” cuida celosamente cada detalle para que cualquier eventual denuncia de corrupción termine diluida en las coberturas periodísticas locales. Con el correr de los años, CER logró edificar una sociedad con los principales diarios de la provincia, los mismos que tanto lo habían defenestrado en aquel fatídico 2006.
2023 se renueva
Envuelto en la bandera del misionerismo, CER decidió este año adelantar los comicios provinciales para despegarse lo máximo posible de la agenda nacional. Es algo que ya se volvió una costumbre en la tierra colorada. En la última década, las elecciones unificadas con las nacionales se dieron únicamente dos veces, en 2015 y en 2017. Con sus 948.500 electores, Misiones representa el 2,7% del padrón nacional.
CER llega a las elecciones parado sobre una certeza: su hegemonía es tan grande que lo peor que podría suceder es que la Renovación no acreciente su mayoría en la Legislatura provincial. Es que, el próximo domingo, además de elegirse gobernador, intendentes y concejales en los 78 municipios, se renovarán 20 de las 40 bancas que conforman la Cámara de Representantes.
El elegido por CER para volver a sentarse en el sillón de “la Rosadita” a partir de diciembre es el docente y exgobernador Hugo Passalacqua (2015 a 2019). Soldado leal a la causa, su presencia en lo más alto de la boleta renovadora representa el final de un modus operandi que CER parecía haber escrito en piedra: cederle las riendas a los inmediatos exvicegobernadores para así evitar, con la reelección cerrada, eventuales rebeliones de delegados díscolos. Recordemos que Passalacqua fue vice de Closs y el actual gobernador Oscar Herrera Ahuad fue vice de Passalacqua.
La temprana oficialización de la candidatura de Passalacqua, madrugó a las sucursales locales del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio. Ambos armados vivieron un verano signado por el internismo. Es que, mientras el diputado nacional por la UCR, Martín Arjol, logró unificar detrás de él a todas las tribus cambiemitas de la provincia, el referente local del Movimiento Evita, Martín Sereno, formalizó su ruptura con la camporista Cristina Britez. El peronismo se dividió entonces en dos opciones: Julia Perié y Aurelio Torres encabezan el Frente Amplio, la flamante creación del Movimiento Evita; y La Fuerza de Todos, alianza entre La Cámpora y el Partido Agrario y Social, llevará como candidatos a Isaac Lenguaza y Santiago Mansilla.
Passalacqua es la cara del giro decididamente pragmático que operó en la Renovación a partir de 2015, tras el final del gobierno de Closs y el fracaso de CER cuando se jugó por Daniel Scioli en la disputa presidencial. Desde entonces, “gobernabilidad con gobernabilidad se paga” es la frase que –repetida como un mantra por lo funcionarios– mejor sintetiza la relación con los inquilinos de turno de Balcarce 50. Un juego eficaz. A pesar de que no fueron pocas las veces en que los diputados y senadores renovadores debieron ensuciarse las manos al acompañar medidas que acabaron por perjudicar, directa o indirectamente, los intereses de los misioneros, como la reforma previsional de Mauricio Macri en 2017.
Las elecciones nacionales volverán a transformarse en un reto para CER. Si se ratifica la decisión de no acompañar a ningún candidato a presidente en la boleta, como ya ocurrió en 2019, la Renovación corre serio riesgo de quedarse sin representantes propios en el Senado. Sin embargo, CER es consciente de que perder asientos en el Congreso es el costo que debe pagar por la “independencia política” conquistada a partir de 2015. Su gran orgullo es haber logrado desenganchar a la política provincial de la grieta. Algo que le permitió primero a Passalacqua y después a Herrera Ahuad, enfocarse enteramente en la gestión provincial y escapar de las muchas veces estériles discusiones nacionales.
provincia start up
Erigido sobre una construcción política envidiada hasta por sus enemigos más acérrimos, CER es consciente de que los resortes del proyecto que conduce dejaron de ser los que eran en aquel temprano 2003. El tiempo pasa para todos. Y pese a manejar a gusto y piacere las riendas de Misiones, no puede más que ver en el porvenir un desafío.
Cada vez más alejado de la liturgia y los símbolos de la política tradicional, CER le agregó a su liderazgo posideológico un condimento que lo vuelve particularmente llamativo en el amplio espectro de los caudillos provinciales de la Argentina: el impulso casi religioso de políticas vinculadas a la tecnología y a la denominada “economía del conocimiento”.
Con la figura del joven diputado provincial Lucas Romero Spinelli a la cabeza, quien acompaña en la fórmula a Passalacqua, ve en el estímulo de esas temáticas una plataforma desde la cual interpelar a la juventud. La propaganda oficial gira en torno a los supuestos logros alcanzados en esa materia. “Bienvenidos a la primera provincia start up de la Argentina”, reza la nueva leyenda plasmada en el arco que separa Misiones de Corrientes en la ruta nacional 12. La frase, que suplantó al tradicional “Bienvenidos a la tierra colorada”, generó revuelo en la opinión pública provincial. La respuesta oficial no tardó en llegar. Desde la Renovación aseguraron que alrededor de 300 mil jóvenes accedieron en los últimos años a alguno de los esquemas de capacitación gratuita en las nuevas tecnologías que impulsa el gobierno misionero, como la Escuela de Robótica o el Polo TIC.
Es que no son pocas las voces que se encargan de remarcarle a CER el contraste entre su discurso “de vanguardia” y las carencias que persisten en una provincia cuya capital, según los últimos datos difundidos por el INDEC, es la ciudad del NEA que mayor cantidad de nuevos pobres generó en el segundo semestre del 2022, con 31.085 personas que quedaron por debajo de la línea de pobreza.
El mes pasado, en su extensa exposición en el Silicon Misiones, el presidente de la Legislatura pareció recoger el guante de esa polémica. “El verdadero poder está en quién accede al conocimiento”, señaló. Y dando rienda suelta a su costado más erudito, entre citas del economista Richard Thaler y del asesor de Barack Obama, George Lakoff, relató una experiencia que vivió en uno de sus más recientes “retiros estivales”. CER contó que visitó la India. Y que, al caminar por sus ciudades abarrotadas de gente, una de las cosas que más le llamó la atención fue la cantidad de niños, “millones”, que caminaban por las calles “librados a su suerte”. Todos ellos, sin embargo, expresaban un “deseo”: “No pedían ni siquiera comida. Decían: quiero saber, quiero estudiar". Una imagen que, para él, vale más que mil palabras.