Desde la aparición del PRO y luego Cambiemos, Santa Fe es una provincia de tercios. Hasta ese momento, el Frente Progresista y el peronismo no tenían otro rival, y todo el radicalismo estaba del lado de los progresistas.
Al arrancar la campaña actual se presumía un escenario de paridad entre los tres tanques electorales. Pero diversas encuestas y las mediciones de los propios partidos hablan de una ventaja del socialismo y el PJ por sobre el macrismo. Hay tercios, pero dos miran desde arriba.
La tromba que fue Cambiemos en las elecciones de 2017 es parte del pasado y, así como dos años atrás, la potencia de la marca benefició a cualquier candidato multicolor, hoy lo perjudica y le pone un techo bajo.
Santa Fe vota desde el año 2011 mediante el sistema de Boleta Única papel. Cada votante recibe cinco papeletas correspondientes a cada una de las categorías en pugna: gobernador, diputados provinciales, senadores departamentales intendente y concejales. Ingresa a un box, marca con una tilde en el casillero designado a cada precandidato, dobla los papeles y los introduce en la urna.
Están en condiciones de votar casi 2,5 millones de santafesinos y Rosario es el departamento con mayor población habilitada para sufragar, casi 930 mil personas. La jornada comenzará a las 8 y finalizará a las 8. Autoridades provinciales adelantaron que una tendencia fiable se conocerá cerca de la medianoche.
mucho en juego para el socialismo
Salvo en su primera vez, el socialismo nunca tiró manteca al techo. Nunca le sobró nada. Hermes Binner lideró un huracán en 2007 para arrebatarle la provincia al peronismo, justo en la primera elección posterior a la derogación de la maldita Ley de Lemas. Antonio Bonfatti, que era el ministro de gobierno del padre del Partido Socialista santafesino, le sacó apenas tres puntos al cómico Miguel Del Sel en 2011; mientras Miguel Lifschitz, cuatro años después, superó por menos de 1500 votos al integrante del trío Midachi y por dos puntos al peronista Omar Perotti. Viene sufriendo el Frente Progresista, gana raspando, pero gana.
Al progresismo santafesino se le cayó una mueca de sonrisa cuando vio triunfos de partidos provinciales en Río Negro y Neuquén. Los dirigentes frentistas acentuaron el mensaje de la necesidad de una tercera vía, para jugar por encima de la grieta que proponen el macrismo y el kirchnerismo. “Cuidemos Rosario, cuidemos Santa Fe”, es el leitmotiv.
De los socialistas, Lifschitz fue el que celebró más que nadie dichos triunfos: cuando supo que su tan ansiada reforma constitucional con reelección se caía, el ex intendente de Rosario empezó a jugar un plano más arriba. Descubrió a la “síntesis” Lavagna y empezó el largo recorrido de la alternativa. Se reúne con radicales, peronistas, independientes, empresarios, todo sea por darle engorde a la candidatura presidencial del ex ministro de Economía. Pero necesita ganar Santa Fe, no hay Plan Lavagna sin un triunfo en la Bota.
Lifschitz encabeza lista en la categoría diputados provinciales, pero se inmiscuirá también en las contiendas a gobernador e intendente de Rosario. Al gobernador se le reconoce la gestión que lidera a fuerza de obra pública, producción y una baja, aunque menor, en los índices de violencia. Sin embargo, el narcotráfico y la inseguridad son el estigma del socialismo, y particularmente de Bonfatti, que vio cómo durante su mandato recrudeció la violencia en las calles de Rosario, no solo en los barrios periféricos, también en el centro.
A regañadientes quizás, Bonfatti sabe que necesita a Lifschitz de su lado. Antonio tiene un tinte más ideológico, casi intransigente en algunas cuestiones de la política. Miguel es de corte pragmático y es un catch-all. Construyen de modo diferente, se rodean de colaboradores diferentes, plantean alianzas diferentes. Saben que necesitan convivir, pero no comulgan en todo. “Matices”, aclaran ambos.
El Frente Progresista se somete a la elección del domingo con menos radicales que cuatro años atrás. A partir de 2016 Cambiemos desembarcó con fuerza en Santa Fe y José Corral y los suyos fueron los primeros en cambiar de barco. A principios de 2019 se le sumó otro sector interno de la UCR liderado por el presidente provincial del partido, el diputado Julián Galdeano. Quedó dentro del progresismo solo una línea, el Nuevo Espacio Organizado (NEO), un grupo con territorio, alfonsinistas y un buen número de funcionarios.
Para imponerse, el Frente requiere una gran elección en Rosario, donde el socialismo gobierna desde hace treinta años. Tampoco le sobra nada al PS en su bastión, pero la diferencia que saca sobre sus rivales en la Cuna de la Bandera sigue resultando clave en la torta electoral de la provincia.
una interna para alquilar balcones
A diferencia de las PASO anteriores, la de este domingo tiene un condimento mayúsculo: la interna que conformó el justicialismo, en la cual Perotti se enfrenta a la arquitecta María Eugenia Bielsa. Distintas personalidades y construcciones al servicio de una causa: la vuelta del PJ a la Casa Gris y un mensaje contundente en el escenario nacional.
El peronismo no tiene que hacerse cargo de los problemas del socialismo para combatir la inseguridad y la violencia ni de las dificultades de Cambiemos por domar la economía. En silencio, sin hacer mucho ruido, les pega a los dos donde más les duele.
Perotti es el favorito en las encuestas. Fue intendente de Rafaela, legislador nacional, es un peronista profesional. Luego de haber salido tercero en 2015, dos meses más tarde ganó las legislativas nacionales y prácticamente se recluyó en Buenos Aires. No se involucró en las legislativas de 2017 y reapareció impoluto en 2018 anunciando candidatura a gobernador.
Sólido, sin titubeos, Perotti alcanzó una construcción amplia y diversa. Sumó a intendentes, legisladores y sindicatos detrás de su candidatura. También contuvo al Frente Renovador. El presidente del PJ provincial, Ricardo Olivera, es precandidato a diputado en su lista. Como corolario cerró con Unidad Ciudadana, luego de mantener más de una reunión con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El kirchnerismo hizo negocio: amagó con jugar una interna de tres hasta que apareció Cristina y ordenó, primero, bajar la candidatura del camporista Marcos Cleri y, segundo, abrazar al rafaelino. Se guardaron en el archivo el voto del senador a favor de los fondos buitres, su abstención en el debate por la despenalización de aborto y el haber dado quórum en la sesión que avaló el allanamiento en la casa de la ex presidenta. Debajo de Perotti, Unidad Ciudadana se quedó con cuatro de los diez primeros puestos de la lista de diputados provinciales, el candidato de unidad a la intendencia de Rosario (Roberto Sukerman) y la concejala uno de esa misma ciudad (Marina Magnani). Se presume que también encabezará en las legislativas nacionales.
A todo eso se enfrenta Bielsa. Disruptiva, terminó su campaña denunciando un acuerdo entre Lifschitz y Perotti. Fiel a su estilo, no negocia poner lo ideológico por delante. De fuertes convicciones, se diferencia de sus oponentes al ser genuina y franca sin temor a represalias. Bielsa auténtica. La ex vicegobernadora apuesta a superar con contundencia a Perotti en Rosario y esperar que la derrota en el resto de la provincia no sea dura. De ese modo, confía, se alzará con la interna.
Pero a Bielsa no le salió todo lo que ansiaba. Propuso una construcción frentista con el peronismo como núcleo, junto a partidos de centro izquierda o izquierda. Tentó al ex socialista Rubén Giustiniani, al Frente Social y Popular, y a los rosarinos de Ciudad Futura. Todos los pensaron, pero finalmente ninguno se involucró en el esquema. No le quedó otra a la arquitecta que recluirse sobre un armado de corte peronista. Como el senador, también tuvo su reunión con Cristina, pero la ex presidenta, luego de escuchar a ambos, eligió a su rival.
la mochila del presidente
Desde atrás arranca Cambiemos, que cerró una candidatura a la medida del radical José Corral. El intendente zafó de una internas versus el PRO y recibió el abrazo de todas las figuritas difíciles de la coalición nacional. No faltó nadie.
Corral gobernó por dos mandatos la intendencia de la ciudad capital, pero asumió desde el progresismo y la entregará siendo macrista. Arrancó la campaña con un nivel de desconocimiento mayor en comparación a sus rivales y le toca bailar con la más fea: el presidente Mauricio Macri sufre una caída de imagen estrepitosa, pero el desbarranco es aún mayor en la provincia, y particularmente en Rosario.
Jugado por jugado, Corral tomó a la inseguridad y el narcotráfico como ejes de campaña. Para ello contó cada vez que pudo y quiso con la ayuda inestimable de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, que visitó la provincia más de una vez, procurando contener el voto duro del macrista santafesino, el que está convencido de que el presidente está haciendo un buen trabajo. Hacia dónde puede crecer, realmente es un misterio. Hasta tanto no mejore la economía, a Corral le costará plantarse como un igual ante el socialismo y el peronismo.
después del 28A
¿Cómo se comportarán los votos del perdedor o la perdedora del peronismo en la interna? Esa es la gran pregunta a responder luego del domingo. Los peronistas confían que el aire de unidad permitirá contener una gran mayoría. El socialismo, en cambio, asegura que al menos la mitad se quedarán en el camino. La gran encuesta del domingo quizás aclare un poco el panorama. Por unas horas Santa Fe será observada en todo el país. Hay mucho en juego.