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un peronista profesional
En 1991 fue el primer intendente peronista electo en las urnas de la historia de Rafaela. Más de 25 años después se alista para arrancarle la gobernación santafesina al socialismo. Breve biografía política de Omar Perotti.
Fotografía: Mauricio Centurión
24 de Abril de 2019
crisis #37

 

En 1991 Omar Perotti (OP) vuelve a Rafaela dispuesto a liderar el peronismo y transformarse en el próximo intendente. Acumula un currículum tempranamente frondoso. Con 31 años es contador público, ya fue presidente del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Litoral, presidente de la comisión de jóvenes en la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas, consultor de empresas, y miembro de la Cámara de Comercio Exterior de Rafaela. Además ocupa el cargo de director provincial de Industrias en el hediondo gobierno encabezado por Víctor Félix Reviglio (1987/1991), ese regordete CEO de la “cooperativa peronista” –como se denominó al sistema de reparto de cargos y prebendas entre las corrientes del justicialismo santafesino desde el retorno de la democracia.

Vuelve a su ciudad natal porque tiene una certeza que parece abrumarlo: se está viviendo el irreversible pasaje hacia una nueva época. No es solo una mutación política y económica. También social y cultural. Y a esa nueva ola únicamente pueden dominarla ellos –tan jóvenes, tan nuevos, tan técnicos, tan profesionales, tan contadores–, y él aspira a que se concrete, muy pronto, bajo su exclusivo mando.

 

justicialismo renovador

A finales de los ochenta, el liderazgo en el peronismo de Rafaela se lo reparten dos médicos empresarios: Luis Parra y Luis María Barreiro. Pero una corriente progresista confluye en la Agrupación Evita, organización de base integrada por profesionales, exmontoneros, y una camada de jóvenes peronistas de izquierda.

OP se reconoce como justicialista aunque no integra el partido. Como director de Industrias se gana la confianza de Jorge Giorgetti, secretario de Comercio Exterior, quien se encandila con el joven contador y lo recomienda al entonces candidato a la gobernación, Carlos Reutemann.

Rafaela es gobernada desde 1983 por el Movimiento de Afirmación Vecinalista (MAV), al mando de Rodolfo Muriel, un viejo caudillo que ya ha sido intendente durante catorce años consecutivos (1959-1973). Pero el MAV no entiende las nuevas claves que impone el neoliberalismo. Su partida de defunción se concreta en 1990 cuando la justicia comprueba una malversación de fondos en la ejecución de obras cloacales. La ciudad es intervenida por el gobernador Reviglio hasta las próximas elecciones.

OP logra insertarse en el peronismo de la mano de los sectores juveniles de la Agrupación Evita y se posiciona como candidato a intendente. Sin embargo, militantes que vienen de la lucha revolucionaria en los setenta desconfían de ese profesional. Orgánicos del partido, lo consideran un intruso. Muchos de ellos desertan. Ricardo Lorenzetti, exmilitante de la Juventud Universitaria Peronista, que deambula entre los renovadores y el sector conservador de Luis Parra, rechaza la coronación como candidato del tecnócrata y se aleja. Desde entonces la relación entre ellos será distante, desconfiada, aunque pragmática cuando se transformen en las dos figuras más poderosas de Rafaela.

Los jóvenes de la Agrupación Evita se convencen de que solo ese tipo de figura técnica puede ganar el voto de las conservadoras clases medias. El establishment vernáculo, ya muy consolidado en su rama industrial, e incluso cierto sector de la iglesia católica, también reconocen que se necesita de un nuevo tipo de liderazgo. Y OP es la figura emergente.

“El timbreo lo hacíamos religiosamente. Teníamos información de cada barrio sobre cómo nos habían recibido. ¡Qué Durán Barba! Se hizo en la campaña del 91”, destaca un exfuncionario.

 

una campaña pro

La campaña se basa en encuestas de opinión y timbreos. El principal relevamiento incluye cuatro mil entrevistas sobre los problemas barriales. “Usted también hace el Programa de Gobierno”, es la carta de presentación en las minuciosas visitas domiciliarias.

OP retoma la tradición vecinalista pero en otra clave. El vecino neoliberalizado requiere de cercanía aunque también de nuevos lenguajes. “El timbreo nosotros lo hacíamos religiosamente y se hace hasta el día de hoy. Teníamos información de cada barrio sobre cómo nos habían recibido. ¡Qué Durán Barba! Se hizo en la campaña del 91”, destaca un exfuncionario.

El candidato se aleja de la liturgia peronista. Resalta los poderosos apoyos comerciales e industriales con los que cuenta y publica en los medios consignas de unidad: “Apelemos a los que nos une y no a lo que nos separa”.

Al cierre de los plazos, su sublema se une a la lista que lleva a Reutemann como candidato a la gobernación. Gana fácil. Esa noche se convierte en el primer intendente peronista electo de la historia de Rafaela. Hubo otros pero designados por el gobernador de turno cuando ese cargo no se dirimía en las urnas. “Este triunfo es consecuencia de una nueva forma de entender la política”, declara. Y acierta. El peronismo bajo su mando gobernará la ciudad los próximos veintiocho años. Son siete intendencias consecutivas. En el medio pasan cinco administraciones nacionales de diferente signo.

 

small is beautiful

La primera intendencia (1991/1995) resulta emblemática. Nadie, ni siquiera hoy, deja de elogiarla. Tampoco sus adversarios políticos más encrespados. Impulsa una fuerte modernización del Estado, aunque sin los trágicos costos sociales que provocan las reformas neoliberales en el resto del país. No hay privatizaciones, ni despidos estatales, ni decadencia industrial, ni desocupación masiva, al menos hasta la crisis de 2001.

La relación con el presidente Menem es fluida. Necesita fondos y los obtiene. Desde entonces se lo acusa de eterno oficialista. Pero si el menemismo privatiza todo, Rafaela construye un Estado elefantiásico. Nada se terceriza. Un horror para los preceptos neoliberales en boga. “La municipalidad asume todos los servicios. Llega a tener a finales de los noventa certificaciones ISO 9000 en la planta de producción de hormigón para calles. Hace el pavimento y el hormigón”, resalta un exfuncionario.

Hay dos formas de entender lo local: el municipio como una pequeña trinchera que resiste a partir de políticas alternativas las imposiciones de la globalización; o como un agente compacto, flexible, capaz de adaptarse a sus zigzagueantes dinámicas. OP combina las dos alternativas. Tiene una nítida perspectiva industrial, con promoción del empleo genuino y realización permanente de obras públicas. Pero también se abre al nuevo escenario global. En 1994, por ejemplo, crea el Área de Internacionalización para rastrear las oportunidades que cada región del mundo puede otorgarle a Rafaela.

Los primeros años revierte la grave situación institucional heredada y suma mayor transparencia y controles públicos que recomponen la confianza social. “Términos como “calidad total”, “reingeniería institucional”, “planeamiento estratégico”, “performance”, la idea de vecino como “cliente”, como “usuario”, se vieron identificados en un nuevo conjunto de modificaciones hacia el interior y el exterior de la municipalidad rafaelina”, escribe la investigadora Cecilia Tonon. El Estado es concebido como una empresa prestadora de servicios que debe satisfacer con la máxima eficacia las nuevas demandas de los ciudadanos globalizados.

Pero la gran innovación es la creación de la Secretaría de Programación Económica. El municipio asume roles inéditos. Ya no se limita a garantizar barrido, alumbrado y limpieza. Ahora se mete en la planificación del desarrollo económico. Proliferan acuerdos público-privados para acompañar a la pujante y muy diversificada industria de la zona. Los fuertes son la actividad agrícola ganadera, con la producción láctea como epicentro, pero también la elaboración de maquinaria para las industrias lácteas y frigoríficas, y un conglomerado de firmas metalmecánicas como las poderosas fábricas de válvulas.

El municipio apoya a las pequeñas y medianas industrias, promueve la asociatividad, la innovación tecnológica, la capacitación focalizada, la sistematización de la información empresaria. Y participa activamente en la búsqueda de préstamos y nuevos mercados externos.

Cuenta con una ventaja histórica: la burguesía local es un rara avis. Desde su nacimiento asume riesgos, reinvierte en obras de infraestructura, funda entidades asociativas, cámaras empresarias, centros de innovación tecnológica, financia institutos de capacitación, y se involucra en las instituciones sociales. Toda una afrenta para la parasitaria patria contratista nacional.

El municipio asume roles inéditos. Ya no se limita a garantizar barrido, alumbrado y limpieza. Ahora se mete en la planificación del desarrollo económico. Proliferan acuerdos público-privados.

 

banco de prueba

No hay segundo mandato. En 1995 se transforma en candidato a vicegobernador de Héctor “Tigre” Cavallero, el popular intendente de Rosario, líder del Partido del Progreso Social, escisión del Partido Socialista que participa con un sublema en el PJ después de un acuerdo con el menemismo. La otra lista la encabeza Jorge Obeid, el candidato del gobernador Reutemann. En Rafaela, OP elige como su sucesor a Ricardo Peirone, exsecretario de Hacienda de su gestión.

El resultado de los comicios provinciales es escandaloso. En el búnker de Cavallero-Perotti festeja Alberto Kohan, quien le comunica exaltado a Menem la segura victoria frente a Reutemann. Pero cerca de la medianoche se detiene la carga de datos. La jornada electoral se oscurece. Empiezan las denuncias cruzadas.

OP está en la departamental de Rafaela. Confirma el abrumador triunfo de Peirone y se aleja para entablar una extensa comunicación telefónica con Rosario. Cuando vuelve tiene el rostro sombrío. El resultado se sabe recién cuarenta y cinco días más tarde. Obeid es el nuevo gobernador electo. Cavallero denuncia una estafa electoral y el reutemismo le responde dejando circular el rumor de miles de votos virtuales que habría volcado a su favor el Ministerio del Interior de Corach.

OP tiene 37 años cuando recibe una propuesta. Obeid, su reciente contrincante, lo quiere de ministro de la Producción. Acepta. Dirigentes cercanos al Tigre Cavallero lo maldicen. Al año siguiente, el gobernador le anuncia un nuevo cargo en paralelo: la presidencia del Banco de Santa Fe.

Ya en funciones se olvida de lo hecho en Rafaela y se suma a la ola privatizadora. El Banco de Santa Fe fue barbarizado por la dictadura militar y en democracia por la cooperativa peronista. El gobierno de Reviglio toma créditos millonarios que no devuelve. Se aprueban préstamos a personas y entidades cercanas al poder pero sin solvencia. Perotti protagoniza el golpe de gracia, una vez que la banca estatal es un agujero negro que deglute deudas incobrables. La ruinosa venta se concreta en 1998 a los hermanos Carlos y Jorge Rohm, dueños del Banco General de Negocios.

Pero OP no descuida Rafaela. Su presencia es rigurosa. Por momentos asfixiante. Cada lunes llega al municipio y saca su agenda para fijar acciones de gobierno. Incluso da órdenes al secretario de Obras Públicas. La relación con el intendente Peirone se tensa. Las cuentas públicas están saneadas y los acuerdos públicos-privados consolidados. Pero su sucesor abre el municipio a una mayor participación comunitaria. Por invitación del municipio de Barcelona, en 1996 inaugura el Plan Estratégico de Rafaela (PER), un ensayo, participativo, muy propio de los noventa, para adaptar las ciudades a los imperativos de la globalización.

Las instituciones de la ciudad participan en talleres de discusión pública durante meses. Pero la conclusión principal es una réplica del ideario de gestión iniciado en 1991: “potenciar a Rafaela como centro productivo regional, con proyección internacional, desarrollándola como núcleo de capacitación y tecnología, que proyecte su identidad cultural con base solidaria y garantice el equilibrio urbano, calidad ambiental y de vida para todos”.

Se constituyen comisiones descentralizadas (salud, educación, cultura, turismo, empleo y producción, discapacitados, vecinales) y se les asigna un presupuesto mensual que se desprende de la recaudación impositiva. Cada una funciona a partir de una cogestión entre el Estado e instituciones especializadas en cada materia. Las obras públicas se multiplican: se construye una nueva terminal de ómnibus, centros de salud en los barrios para la atención primaria, se amplía el hospital municipal, el aeródromo estatal, se revitaliza el sistema público de transporte, trazan las primeras ciclovías, reconstruyen parques, urbanizan villas de la periferia norte y sur que hace años reciben a migrantes del norte provincial, y se levanta una planta de relleno sanitario.

 

el hundimiento de la isla

En 1999 Ricardo Peirone es reelecto intendente. Y OP gana un lugar en el senado provincial. Pero la impiadosa crisis financiera sacude los cimientos de un proyecto político que ya cumple una década.

Esa intendencia es un calvario. El modelo de desarrollo local encuentra un límite. Las poderosas industrias despiden personal todas las semanas. Son miles de trabajadores en las calles. La tasa de desocupación en 2002 se dispara hasta el 20%.

En medio de la debacle OP sorprende a todos. Renuncia a la senaduría y parte a Washington para asumir el cargo de consultor internacional en el BID, con quien supo articular acciones para financiamiento de proyectos públicos-privados. Lo principales funcionarios del municipio se enteran cuando abren los diarios. “Él se preservó. Tenía la teoría de que la crisis mataba todo, fumigaba a los dirigentes políticos”, analiza un miembro de aquel gabinete que todavía mastica bronca.

La intendencia recurre a un keynesiasmo básico para contener los trágicos efectos del desempleo. Se gestionan planes Jefes y Jefas de Hogar con el presidente Eduardo Duhalde para desarrollar obras públicas como la recuperación del adoquinado. El padrón de inscriptos incluye a 8000 personas sin empleo.

Cuando la crisis amaina, Peirone pretende una tercera gestión. Pero OP no lo permite. Es inflexible. Ya tiene decidido su retorno a la intendencia y no quiere internas. El triunfo en 2003 es holgado. La decadencia social de los años previos no lastima el apoyo electoral.

Al asumir, OP le quita protagonismo al PER. Considera que esa apertura democrática ralentiza las decisiones del Ejecutivo y abre flancos para las intromisiones de la oposición. También desplaza sin miramientos a los funcionarios que responden a Peirone para gestar un vasto aparato político propio.

 

ciudad modelo

Los indicadores económicos y productivos muestran una sostenida recuperación. La alianza con el naciente kirchnerismo es sinónimo de nutritivos recursos fiscales que se cristalizan en planes de empleo. El municipio impulsa programas propios de capacitación y de promoción del emprendedorismo empresario.

El gobierno nacional se fascina con esa ciudad del oeste santafesino que combina la rentable producción agropecuaria y una industria que brinda valor agregado y aumenta los volúmenes de exportación. En 2003 las empresas locales venden por 109 millones de dólares pero en 2008 rozan los 300 millones. Ese año el desempleo cae al 5,5%. Ciertas empresas lácteas y metalmecánicas directamente se desprenden del mercado interno. Se abren oficinas de la aduana en Rafaela, se emiten certificados de origen y se instala un centro logístico regional. Los acuerdos públicos-privados nuevamente impulsan el desarrollo.

Semanas antes de las elecciones de 2007, Cristina Fernández visita la ciudad. "Rafaela es un ejemplo de la Argentina que reclamamos, necesitamos y estamos construyendo, por su calidad de trabajo y la competitividad de su gente. Esto es lo que los argentinos estamos necesitando, demandando y construyendo. Muchas gracias por el ejemplo", resalta la próxima primera mandataria.

Pero ese vínculo idílico con el gobierno nacional pronto lo martiriza. En 2008, después de lograr la reelección como intendente, el gobierno aplica por decreto un nuevo sistema de retenciones móviles a las exportaciones agrarias. Las virulentas respuestas de las patronales del campo, desatan una batalla en las rutas santafesinas. OP se ve empujado a un escenario incómodo para un político más bien escurridizo de los conflictos públicos altisonantes: entre la fidelidad a un proyecto político que favorece a Rafaela y la furia de los productores de su región.

Néstor Kirchner arremete convocando al Consejo Nacional del Partido Justicialista. Él asiste y estampa su firma en el explosivo documento final que trata de “golpistas” y “agoreros” a los ruralistas. Días más tarde, productores agrarios, profesionales y comerciantes lo escrachan en la intendencia. "Perotti traidor, te olvidaste que tenías que volver", reza una bandera. "El único referente de Santa Fe que estuvo en la mesa chica y firmó el comunicado fue nuestro intendente. Los productores no somos golpistas", gritan por el megáfono.

OP intenta poner paños fríos para retomar un imposible equilibrio: “todos tienen en claro cuál es nuestra posición al respecto: tratar de acercar a las partes para el diálogo. Todos los dirigentes rurales de
Rafaela tienen mi teléfono. Todos saben que estoy a disposición para reunirse cuando lo consideren necesario”.

Al año siguiente, cuando Rafaela padece los efectos de la crisis financiera internacional, OP dispara: “Estoy totalmente en desacuerdo con el manejo que viene teniendo el gobierno nacional en este conflicto con el campo. Las actuales condiciones que vive el sector agropecuario, castigado con una sequía histórica y además con una pronunciada baja de los precios de su producción, exigen también una diferente posición por parte del gobierno”. Desde entonces la relación con Cristina Fernández se vuelve más distante y mutuamente utilitaria.

En 1996 el gobernador Obeid le anuncia un nuevo cargo: la presidencia del Banco de Santa Fe. Ya en funciones se olvida de lo hecho en Rafaela y se suma a la ola privatizadora.

 

el candidato

Al finalizar su tercera gestión (2007 - 2011), OP designa a Luis Castellanos como sucesor y retoma su gran anhelo: el gobierno de Santa Fe. Su fuerza gana cómoda la intendencia en Rafaela pero él pierde la interna peronista con Agustín Rossi. Cuatro años más tarde, cuando todo indica que María Eugenia Bielsa será la candidata a gobernadora del justicialismo, fuertes desacuerdos con Cristina Fernández abren las puertas para su segunda candidatura. Sale tercero pero la elección es promisoria. En poco tiempo casi obtiene un tercio del electorado (29,3%) en un contexto de electrizante polarización entre el socialista Miguel Lifchitz (30.64%) y el cómico del PRO, Miguel Del Sel (30.56). Ese 2015, Luis Castellanos logra la reelección en Rafaela.

En agosto, OP tendrá su gran revancha: obtiene el primer puesto en las elecciones a senadores nacionales desplazando a un segundo lugar al último líder del peronismo santafesino, Carlos Reutemann; y pasa a retiro a Hermes Binner, máximo referente del socialismo.

El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales hace estallar el tablero. OP apela a su olfato político y se separa rápido del kirchnerismo. Pero esta vez falla, se apura. Con el tiempo volverá sobre sus pasos.

En el senado se acerca al naciente peronismo federal encabezado por Miguel Pichetto. Y apoya las medidas más regresivas que promueve el macrismo. En2016 vota la ley de pago a los holdouts y el Blanqueo de Capitales que favorece a quienes mantienen sus fondos ocultos en guaridas fiscales. En 2017 aprueba la Ley de Reforma Fiscal en contraposición al bloque kirchnerista. Pero su punto de quiebre más resonante tiene lugar el 14 de agosto de 2018 cuando se sienta en su banca junto a seis senadores del Peronismo Federal para habilitar el quórum que permite tratar los pedidos de allanamientos de los domicilios de Cristina Fernández solicitados por el juez Claudio Bonadío. “El 80% de las leyes de Macri, él las voto a mano alzada”, le reprocha un exdirigente nacional del kirchnerismo.

El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales hace estallar el tablero. OP apela a su olfato político y se separa rápido del kirchnerismo. Pero esta vez falla, se apura. Con el tiempo volverá sobre sus pasos.

 

rafaela de provida

En 2018 el senado trata la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y él sabe que no hay lugar para terceras posiciones. Pero igual lo hace. En los días previos se aleja de la prensa y cuando declara se muestra ambiguo y retacea información. Se lo nota errático, incómodo, como si quisiera estar lejos.

Durante la jornada de votación, confirma que presentará un proyecto alternativo que apenas suma una nueva causa formal a las ya existentes para la interrupción de un embarazo cuando el feto es incompatible con la vida extrauterina. Los repudios del movimiento de mujeres cuando se abstiene de votar el proyecto que viene de Diputados son unánimes.

Dos episodios parecen explicar su polémica abstención. Quince días antes de la compulsa en el Senado, la diócesis local sale al cruce de una obra presentada en el prestigioso Festival de Teatro de Rafaela en la que se pone en escena una figura gigante del Papa Francisco, otra más pequeña de la virgen María, e irrumpen dos personas desnudas que lo abrazan con sus pañuelos verdes en el cuello. “Faltarle el respeto a los símbolos de la religiosidad es un tema que no va”, declara el intendente Castellanos de pública posición antiaborto. Y en diciembre, el Concejo Deliberante aprueba el proyecto presentado por la agrupación Rafaelinos por la Vida para la creación de un “programa de atención a las mujeres embarazadas en vulnerabilidad y el niño por nacer”. Un artilugio para impedir el acceso al aborto en los casos contemplados por la ley. La ordenanza es votada a favor por concejales de Cambiemos y el Frente Progresista Cívico y Social. El peronismo la rechaza, pero el intendente Castellanos la promueve sin más.

La violenta devaluación de la moneda en 2018 y la catastrófica recesión que provocan las políticas nacionales, ponen en duda la reelección de Mauricio Macri. OP se aleja de la periferia del oficialismo y por primera vez construye un discurso firmemente opositor. También deja en el camino al peronismo federal, esa guarida chata en la que se refugia después del desplante al kirchnerismo.

En 2019 presenta por tercera vez consecutiva su precandidatura a la gobernación. La contrincante en el PJ será María Eugenia Bielsa, que vuelve a competir en elecciones tras ocho años. Una interna muy competitiva que ilusiona al justicialismo. Al filo del cierre de las listas resucitan los acuerdos entre Perotti y Cristina Fernández; para ambas partes ya es imposible ocultar el desembozado oportunismo. Pero él avanza todavía más y agrupa tras su figura a todo el aparato peronista.

Los ejes de la campaña retoman los pilares de sus intendencias: fomento del sector industrial, en especial de pequeñas y medianas empresas que promuevan el empleo, con innovación tecnológica y generación de valor agregado. Y ahora suma su preocupación por flagelos que ya no solo agitan a Rosario y Santa Fe sino también a la propia Rafaela: el avance de la violencia y el delito.

OP cumple 60 años. Casi tres décadas lo separan de aquel joven profesional que irrumpió con un lenguaje y métodos de gestión inéditos en la política santafesina. Sus detractores lo acusan de “saltimbanqui político” y anticipan su sometimiento a Cambiemos en caso de que Macri logre la reelección. Pero él responde que “Santa Fe es un gigante dormido” y confía en su modelo de desarrollo ya probado en la pequeña Rafaela para despertarlo.

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