En la noche del domingo 16 de junio el peronismo santafesino revoleaba remeras para festejar el retorno a la gobernación después de casi doce años penando en la periferia del poder. La unidad sin fisuras había sido la fórmula para empujar con éxito la candidatura de Omar Perotti, el mejor equilibrista al interior de un partido que sabe de turbulencias y fracturas. Siete días más tarde la imagen fue otra: primaron los pases de facturas y recelos, como consecuencia del polémico cierre de la lista de diputados nacionales.
El primero que rompió el secretismo que reinaba en torno a la elección de nombres fue el flamante senador electo Marcelo Lewandoski, periodista deportivo que en los últimos comicios pasó a retiro político a la actual intendente de Rosario Mónica Fein: “Si el peronismo quiere ganar, debe llevar a María Eugenia Bielsa como diputada”. Fue la punta de lanza para que otros dirigentes del bielsismo proclamaran que la ex vicegobernadora debía estar al tope de la boleta en Santa Fe que llevará a les Fernández como fórmula. Lo entendían como un reconocimiento por haber ocupado un rol público clave a fin de garantizar que sus 230.000 mil votos obtenidos en las PASO quedaran en el peronismo.
El miércoles 19 hubo una comunicación entre la arquitecta y un referente nacional, pero sin un ofrecimiento concreto. Dos días más tarde, pasadas las 21, Marcos Cleri, referente de La Cámpora a nivel provincial, llamó por teléfono a Bielsa para informarle que desde el más alto nivel habían indicado que se juntaran ellos dos para decidir el primero y segundo lugar de la lista. La venia provenía del Instituto Patria. Quedaron en tomar un café el sábado a las 8.30 de la mañana. Esa noche, sin embargo, la decisión de la exvicegobernadora fue contundente. Al otro día temprano llamó por teléfono a Cleri y se lo comunicó: “Mirá, Marcos, lo mío tiene sentido si voy primera, si voy segunda el efecto es que estoy debajo de La Cámpora, con la que no tengo problemas, pero si yo puedo aportar algo es ampliando el espacio, no achicándolo. Mejor no tomemos un café porque no es una buena situación ni para vos ni para mí; no me gusta estar en ese lugar de decir que yo tengo tantos votos, que vos te bajaste de candidato a gobernador, por lo tanto también aportaste al triunfo del peronismo. No es mi idea esa manera de la negociación”. Del otro lado de la línea Cleri respondió que iba a consultarlo y volvía a llamarla. Nunca lo hizo.
A la noche del sábado, al filo del deadline, se anunció que Marcos Cleri ocuparía el primer lugar de la lista, seguido de Alejandra Obeid, que había quedado fuera de la cámara de diputados provincial por su magra elección (¿logró ahora el apoyo de Perotti?), Germán Martínez que responde a Agustín Rossi, Vanesa Massetani del Frente Renovador, y el secretario general de ATE Santa Fe, también cercano al Chivo, Jorge Hoffmann.
Otro que padeció el destierro de los primeros lugares fue el Movimiento Evita, quien aceptó a regañadientes que ubicaran en el séptimo puesto a Ignacio Rico. También fue relegado Roberto Sukerman, actual concejal que casi logra la proeza de eyectar del municipio de Rosario al Frente Progresista Cívico y Social. Su referente político Agustín Rossi asegura que le ofreció el cargo sin suerte, pero al interior del partido dan cuenta de turbulencias en ese sector después de que el Chivo privilegiara meter dos dirigentes en el top five por encima de un candidato a intendente que hace ocho días supo conseguir 175 mil votos.
“En una elección como esta, donde la lista va pegada a la boleta nacional, la cabeza no es que te sume o te reste, pero sí te prestigia o te achica. Evidentemente la figura de María Eugenia te hubiera prestigiado, te abre, y lo de Cleri generó mucha irritación en la militancia porque no tiene el reconocimiento y un respeto general al interior del partido”, analizaba ayer lunes un dirigente del peronismo.
Santa Fe no escapó a la decisión nacional del kirchnerismo, el verdadero dueño de los votos. La moneda de cambio por haber incluido candidatos no siempre afines a cargos ejecutivos fue garantizar un masivo bloque propio en Diputados. “Acá y en muchos lugares se privilegió a La Cámpora porque básicamente las listas no las armó este espíritu de unidad del Frente de Todos, es decir, esta perspectiva que se abrió con la decisión de Cristina de que sea Alberto el candidato. Ahora se cumplieron algunos acuerdos, como con Massa, pero la lectura del cristinismo es que a partir del 10 de diciembre quien va a tener la birome será Alberto. Y entonces busca hacerse fuerte en lo legislativo para tener peso propio y seguir generando referencias en figuras de ellos para lo que viene de acá a cuatro u ocho años”, pronostica un legislador del PJ.
La laboriosa unidad labrada por el peronismo santafesino crujió pero no explotó. La próxima vibración será cuando Omar Perotti conforme el gabinete provincial. Mientras tanto se aproxima una decisiva campaña nacional que tiene como mayor desafío mantener con fórceps cada partecita engarzada como si nada hubiera ocurrido.