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Perfil del nuevo jefe de la DEA en Argentina
El inminente arribo de un nuevo agregado de la agencia norteamericana provoca todo tipo de especulaciones en las fuerzas policiales y en el círculo rojo que se mueve al compás de la Embajada. El eterno retorno de Aníbal Fernández al Ministerio de Seguridad abre una etapa más friendly con la DEA y una importante novedad está pasando un poco desapercibida: la creación de una dependencia antinarcóticos bajo la égida de los gringos, en la convulsionada provincia de Santa Fe.
Ilustraciones: Ezequiel García
14 de Marzo de 2022

 

Aunque no se le suele prestar atención, cada vez que cambia quien manda en la Casa Blanca y se produce la designación de embajadores afines, también desembarcan en las oficinas de más de 70 países los nuevos jefes de la Drug Enforcement Administration (DEA).

Desde febrero, Marc Stanley, flamante embajador de Estados Unidos en Argentina, sabe que el nuevo agregado de la DEA en el país será el agente John Wallace. Con pasado en México, Wallace llega a tierra gaucha en simultáneo con algunos movimientos que se están dando en el tablero local. Formado en la policía del Departamento de San Luis (Missouri), se sumó a la DEA en 2004. No tardó en ser enviado a Bogotá primero y a México después, aunque en el medio prestó servicios en Kansas y Minneapolis. En el interín, pasó de ser agente especial a Director Regional Adjunto. Después de casi dos décadas en los destinos más calientes de la región, los argentinos que suelen codearse con la DEA sostienen, socarronamente, que lo premiaron. “Seguramente viene a disfrutar de la buena vida, a hacer turismo por el sur y a vivir cómodamente en una casa en Martínez”.

Sin embargo, el hermetismo que mantiene la Embajada no permite avizorar si Wallace emulará la muñeca política que distinguió a Michael Tooley, primer jefe de Estación de la DEA en Buenos Aires con Trump en la presidencia, o más bien exhibirá la rudeza de Rodolfo Cesario, quien se marchó del país a fines de 2021. Tanto Tooley como Cesario fueron marcados por el caso del financista Ibar Esteban Pérez Corradi, involucrado en el Triple Crimen de General Rodríguez. Mientras Tooley lo hizo con mayor cuidado y manteniendo sucesivas reuniones con el abogado de Pérez Corradi, Carlos Broitman, Cesario lo habría convertido en informante, previa reunión en la Triple Frontera cuando Pérez Corradi aun estaba prófugo.

Wallace desembarcó en el país justo cuando se difundía la nueva edición del International Narcotics Control Strategy Reports, confeccionado en base a la información que aportan las diferentes agencias estadounidenses en todo el mundo. Los dirigentes políticos argentinos suelen prestarle atención ya que las críticas que se vierten en esos informes suelen ser reproducidas por los medios. En el reporte aparecido el 1 de marzo último, se informa que policías de Argentina participan en el plan de Cooperación de Seguridad Regional que se desarrolla en Colombia desde 2013 bajo la dirección de la DEA. Es parte de la histórica estrategia de homogeinizar las fuerzas de seguridad que propugna la agencia norteamericana.

Por otro lado, en el volumen sobre lavado de dinero relacionado con terrorismo y narcotráfico, se cuestiona que Argentina no haya avanzado en la lucha contra la financiación del terrorismo en la Triple Frontera, donde según el paper opera Hezbollah. También subrayan que el país carece de controles adecuados para prevenir el transporte transfronterizo de contrabando y efectivo a granel. Los únicos elogios que se leen en el capítulo dedicado a Argentina recaen sobre la Unidad de Información Financiera (UIF), agencia mimada por la DEA en desmedro de la AFIP.

Los jefes de la DEA que llegan lejos carecen de formación diplomática, ya que lo suyo es el arte policial y de inteligencia. Es ahí cuando aparece el ex policía bonaerense Guillermo González, el argentino que desde hace dos décadas reina en el segundo piso de la Embajada. La llegada de Wallace es un gran reto para González, que deberá sentarlo con jueces del Fuero Penal Económico, con el magistrado de Campana Adrián González Charvay, con la Procunar, y lo invitará a las mesas en las que se sientan los jefes de las policías Federal y provinciales, como Marcelo Giuffra, superintendente de Drogas Peligrosas de la Federal y discípulo de Néstor Roncaglia, ex jefe de la fuerza en tiempos de Patricia Bullrich y habitué de los cursos de la DEA desde 1993. En fin, González será el responsable de poner al agente en órbita sobre los temas que en este momento están desplegados a lo largo y ancho de la mesa nacional sobre narcotráfico.

Veamos.

 

la DEA santafesina

La llegada de Aníbal Fernández al Ministerio de Seguridad de la Nación es una buena noticia para la DEA. Fernández fue uno de los vasos comunicantes que tuvo la agencia antinarcóticos estadounidense durante la presidencia de Néstor Kirchner, cuando se desempeñaba como Ministro del Interior. Por ese entonces se daba una situación paradójica: mientras el quilmeño visitaba seguido la Embajada mostrándose receptivo ante los pedidos de creación de una task force en el NOA y el NEA, en simultáneo desde la PSA Marcelo Saín buscaba que la injerencia norteamericana no prosperase. Esto provocó que Aníbal Fernández, haciéndose eco del enojo del entonces jefe de la DEA, Tony Greco, dijera que Saín era un “elefante con metanfetaminas en un bazar”, según la comunicación del 13 de abril de 2007, emitida por el embajador Anthony Wayne para remarcar que trabajar con el creador de la PSA era realmente “muy difícil”.

No obstante, Saín acaba de ser convocado por el actual ministro de Seguridad como consultor externo, lugar desde el que está trabajando en una estrategia de control de narcotráfico que se presentará a fines de marzo en el Consejo de Seguridad Interior. Saín venía de ser eyectado del gobierno de Santa Fe, donde, entre otros yerros, le filtraron audios de WhatsApp en los que se refería con epítetos insultantes a los habitantes de esa provincia. Tal vez, la llegada de Wallace aporte otra explicación a su salida del equipo del gobernador Omar Perotti.

Según dos fuentes calificadas, Wallace no llega solo: “No viene Wallace únicamente, sino que llega desde México acompañado por un equipo y van a abrir una base en Rosario”. Se trata del preludio de lo que Perotti llamó la “DEA santafesina”, en referencia a un equipo de elite que se formará en Estados Unidos e intervendrá en la crítica situación de violencia que se vive en Rosario. Con Saín como ministro, la DEA solo se había atado a colaborar con información. O sea, respetó lo que dice la ley sobre la relación entre ambos países, la cual debe restringirse a la formación y el hecho de compartir información. No más. El propio Perotti lo comunicó en febrero, con un tuit muy lavado.

Oficialmente, quien aportó más precisiones sobre la nueva sucursal de la DEA en Rosario fue el sucesor de Saín en Seguridad, Jorge Lagna: “Recibimos la visita de una delegación de la Embajada de los Estados Unidos con expertos en seguridad y narcotráfico, que van a colaborar con convenios de capacitación de esa fuerza, que estará a disposición del Ministerio Público de la Acusación, de la Justicia provincial y de la Justicia Federal”.

El jefe de ese equipo será Maximiliano Bertolotti. Llamativamente, quien le abrió la puerta de la Embajada a Bertolotti fue el propio Saín. Al principio, para que trabajase con el FBI y luego para que lo hiciera en colaboración con la DEA en un operativo desarrollado en San Justo en febrero de 2020. En esa oportunidad, la DEA alertó al Ministerio de Seguridad santafesino sobre un desembarco aéreo de drogas en la zona de Naré. La avioneta provenía de Paraguay. El operativo cerrojo fue llevado a cabo por la Agencia de Investigación Criminal bajo la conducción del mencionado Bertolotti y Cristian Lemos. Poco después, Bertolotti fue designado por Saín a cargo del Programa de Fortalecimiento de Fuerzas Especiales. Era la semilla de lo que germinó dos años después.

Ahora bien, el capítulo santafesino no aporta nada nuevo a la historia de cooptación de las fuerzas de seguridad por parte de la DEA. La agencia antinarcóticos sabe esperar la oportunidad que suelen abrir las crisis para ingresar en territorios vedados por gobernantes remisos a la injerencia estadounidense. Más aún cuando la beligerancia baja desde la administración nacional. La presencia de Cristina Fernández en el binomio presidencial recuerda lo que fue la ruptura de 2012, que llevó a la DEA a suspender el programa Frontera Norte en Salta y redujo al mínimo histórico la cantidad de agentes en el país. El encargado de restañar las heridas fue Sergio Berni, quien en esa oportunidad apuntó contra Guillermo González y la sobre-ideologización de algunos  funcionarios.

Si algo supo desarrollar y sofisticar la DEA desde fines de la década del ochenta fue la relación paralela con los gobiernos provinciales y sus respectivas fuerzas de seguridad. La falta de comprensión de esta partida simultánea conduce a un error bastante común: suponer que el poder de la DEA se apoya en el número de agentes y no en la trama de relaciones diversas que alimenta y sostiene desde hace cuatro décadas en el mapa nacional e internacional. Una red de lealtades políticas, judiciales y policiales que le permite hacer caso omiso de los gobiernos de turno.

 

el juego de la blancura

Como contamos en crisis hace un año, a poco de llegar Sabina Frederic al Ministerio de Seguridad recibió un pedido de reunión de la DEA. Mientras la antropóloga mantuvo el vínculo con Aaron Lafortune, agregado de Seguridad Regional de Estados Unidos, las reuniones con la agencia norteamericana quedaron a cargo de su jefa de Gabinete, Cecilia Rodríguez. Fue ella quien escuchó los reclamos sobre los Grupos Operativos Conjuntos de Investigaciones contra el Narcotráfico (GOCIN) creados por Patricia Bullrich.

Los GOCIN son unidades interfuerzas, cuya composición dura dos años y debe renovarse. Cuando Bullrich dejó Seguridad, se habían creado dos (uno en el NOA y otro en el NEA) y estaban en ciernes los del AMBA y la Ciudad de Buenos Aires. El equipo de Frederic encontró que el financiamiento provenía de la DEA, que había logrado imponer la utilización de polígrafos en la selección de personal. Además, con Martín Verrier (Subsecretario de Lucha contra el Narcotráfico) como mentor, Bullrich les había concedido un momento a solas, sin funcionarios argentinos, a la hora de entrevistar a los aspirantes. Con Frederic como ministra, los polígrafos fueron canibalizados y las reuniones discrecionales entre la DEA y los agentes argentinos borradas de plano.

Quienes ven más allá de la letra de la ley y hasta valoran la creación de estas unidades, señalan que en realidad los GOCIN servían para blanquear las cajas que históricamente la DEA puso a merced de las fuerzas de seguridad federales y provinciales sin que conste en ningún lugar: “Los GOCIN sirvieron más a las provincias que a la Nación, porque eran una caja permanente. Tenían más recursos que, por ejemplo, cualquier unidad de Gendarmería Nacional. Tenían más autos, más plata, dólares en la caja chica para pagar informantes, viáticos, combustibles. Eso, para la DEA, son dos mangos”.

Sin embargo, sobre el final de la gestión de Frederic la cosa se enturbió, porque la ministra cambió el objeto de los GOCIN: de narcotráfico, lo amplió a delitos complejos. Eso hizo que la DEA reclamase en duros términos, dado que, cuando se lo notificaron, ya habían elevado la solicitud de pedido de presupuesto al Congreso de Estados Unidos para unidades abocadas a la lucha contra las drogas. A partir de ese momento el vínculo se enfrió. Los más críticos dentro del propio equipo de Frederic apuntan contra Valentina Novick, a quien acusan de poner la ideología sobre la pragmática a la hora de entender las relaciones con las agencias norteamericanas. No lo dicen, pero quienes la cuestionan entienden que el vínculo de la DEA con las provincias se mantiene de todas maneras, esté Nación presente o ausente. Novick fue una de las primeras desplazadas por Aníbal Fernández cuando llegó a Seguridad. Y los GOCIN pasaron a la órbita de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, comandada por Damián Neustadt.

La llegada de Wallace al país se da en medio de un debate sobre los déficits de las políticas de inteligencia criminal en Argentina y la falta de recursos para desarrollarla. Muchos especialistas miran con interés el trabajo de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (SENAD), clave en las operaciones ante el avance ese país del cartel brasileño Primer Comando de la Capital. Impulsada por la CIA, pasó a estar comandada por la DEA y tiene un escalafón de agentes secretos, lo que le otorga una mirada más cercana a la inteligencia. En el caso de caminar hacia esa dirección, habrán tensiones y reconfiguraciones en las fuerzas de seguridad. Pero quizás sea una manera de abrir la puerta para que se discuta sin hipocresía el tipo de vínculo a mantener con las agencias extranjeras. Caso contrario, seguirán conduciendo desde las sombras.

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