Solamente una persona que conozca muy bien los recovecos que ofrece la raviolera del aparato estatal puede elegir, con un alto grado de efectividad, dónde esconder a quienes forman parte de su riñón. Esa persona es la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Y las piezas sutilmente encajadas en áreas opacas son dos de sus operadores de inteligencia de confianza.
Se trata de nombres que no resuenan, pero que suelen ser un denominador común cada vez que su terminal política se desplaza de gobierno en gobierno. Y si hay alguien que se ha desplazado de gobierno en gobierno esa es Bullrich.
Dirigentes políticos de larga trayectoria, cuadros especializados, jueces federales, dueños de PYMES del universo securitista no los registran ni mucho menos saben a qué se dedican o qué hacen en el gobierno de Javier Milei.
En cambio, viejos agentes de la ex SIDE y algunos que revistaron en la AFI, sí los identifican. Y, por cierto, lo hacen con conceptos poco elogiosos. Ahora, eso sí, coinciden en algo: “Están ahí porque responden a la Señora, y hacen lo que sea por ella”.
Los nombres en cuestión son los de Miguel Ángel Baizán y Carlos Tonelli Banfi, dos desconocidos para gran parte del público. Sus designaciones pasaron desapercibidas en la sucesión de nombramientos que se produjo fundamentalmente desde febrero de 2024 hasta junio de ese primer año de gestión libertaria. El primero, subsecretario en la SIDE de Carlos Menem, ex periodista, contertulio del ex integrante del Batallón 601 Julio Cirino, y acusado de manipular, desde el Ministerio de Seguridad conducido por Bullrich, un perito en la causa conocida como GNL. El segundo, director en la AFI de Mauricio Macri y señalado en la causa por espionaje ilegal.
Sus currículums pueden impresionar o, incluso, asustar. Sin embargo, ahí están.
cazador oculto
La Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) es la fuerza federal más joven. Fue creada en 2005, luego del caso de las valijas voladoras, que obligó a cerrar la Policía Aeronáutica Nacional y a trasladar esta tarea estratégica de Defensa a Seguridad.
Esto no quita, aunque se acostumbra a desmerecerla por falta de estructura y efectivos, que sea un botín muy preciado para los agentes de inteligencia y espías cuentapropistas.
El sitio que eligió Bullrich para sus operadores de inteligencia es la Dirección General de Seguridad Aeroportuaria Compleja, cuyo titular es Carlos Tonelli Banfi. Dentro de ella se encuentra la posición que ocupa Miguel Ángel Baizán, el primero de nuestros protagonistas, cuya nomenclatura, más allá de lo pomposo, torna escurridizo su campo de acción. Se trata de la Dirección de Control Antiterrorista y de Actividades que Atenten contra los Poderes Públicos y el Orden Constitucional.
El zigzag en la trayectoria de Baizán nos lleva a comienzos de la década del 90, cuando era periodista de El Cronista y venía de publicar, en coautoría con Silvia Mercado, el libro “Oscar Smith. El sindicalismo peronista ante sus límites”. Sin embargo, aunque públicamente nadie lo supiera, había sido nombrado, en 1989, subsecretario "D" de la SIDE. Fue por medio de este decreto de Menem.
Justamente, como nadie lo sabía, no llama la atención que en la sesión del 29 de diciembre de 1993 el entonces senador nacional radical Hipólito Solari Yrigoyen contase que Baizán había sido víctima de una serie de amenazas telefónicas, a raíz de su investigación periodística sobre las conexiones argentinas con una red de terrorismo internacional descubierta en la ciudad de Managua, Nicaragua, la historia de la transferencia de tecnología misilística argentina a Irak y su relación con el proyecto del misil Cóndor II.
En el diario de sesiones, dice lo siguiente:
-A través de distintas comunicaciones, una voz masculina se encargó de llevar adelante la agresión. Sin hablar directamente con Baizán anunció que en caso de que el periodista siguiera “escribiendo las cosas que escribe" pondrá en peligro su vida. En todos los llamados la voz anónima hizo hincapié en que el redactor "tendría que parar la mano", pero como suele ocurrir en estas ocasiones no hizo referencia al tema en cuestión.
En 1995, otro decreto y otro nombramiento. Esta vez, Baizán fue designado asesor presidencial con jerarquía de secretario. Baizán era, lisa y llanamente, un todo terreno para el riojano. Eso fue palpable cuando, ya fuera del poder, Menem contó que, mientras el enviado de The New York Times, Larry Rohter, trabajaba en un artículo sobre él, le pidió a Baizán que lo caminase.
Ninguno de los dos bandos que confrontaron en la SIDE menemista, los conducidos por Jaime Stiuso y los liderados por Alejandro Brousson, lo reconocen como propio. Más bien, consultados para esta nota, fueron despectivos con Baizán. Incluso, llegaron a mencionar la propiedad de un haras que le vendería caballos a la Policía Federal. Como siempre en el mundo de los espías, sobran las versiones y faltan los papeles que demuestren tal afirmación.
Al final del menemato, Baizán ya formaba parte de la usina de pensamiento de ultraderecha conocida como Centro de Estudios Hemisféricos Alexis de Tocqueville. También la integraban el ex integrante del Batallón 601 de Inteligencia, Julio Cirino, Elena Martha Zarif (psicóloga que colaboró en la ESMA), Juan Pablo Arenaza (legislador porteño ex PRO ahora en LLA), el académico Mariano César Bartolomé y Guillermo Ramón Delamer (contraalmirante de la Armada, retirado).
Bazán se presentaba como un especialista en terrorismo. Y para quien quisiera comprobarlo le ofrecía su ensayo titulado “Terrorismo: la primera guerra de la tercera ola”. También publicó un libro sobre el tema en coautoría con Carlos Vladimiro Corach, ministro de Interior de Menem. Por esos años dio un curso sobre terrorismo en la subsede de Gendarmería Nacional. Fue diseñado en conjunto con el Comandante, Mayor Alberto Kobylarz.
Naturalmente, no tardó en coquetear con las fracciones más conservadoras del PRO a través de sus múltiples think thank. Uno de los que lo acogieron fue la ultracatólica Fundación Nuevas Generaciones, conducida por el salteño Julián Obiglio. Sin embargo, nuevamente el zigzag que lo caracteriza: por esos años, se convirtió en asesor de Daniel Scioli en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, motivo por el cual no sorprende que figure en la lista de aportantes a la campaña de 2015 del Frente para la Victoria, cuando el ex motonauta enfrentó a Mauricio Macri.
En el momento en que Bullrich fue ungida titular en la cartera de Seguridad, Baizán fue ubicado como su asesor para tareas varias. Su nombre aparece en el Registro de Audiencias del Poder Ejecutivo, como en una reunión de 2018 con Pablo Nocetti, jefe de Gabinete de Bullrich. Justo sobre un episodio acontecido ese mismo año hizo hincapié Roberto Baratta, ex subsecretario Coordinación y Gestión del Ministerio que conducía Julio de Vido durante el gobierno de Cristina Fernández. Fue en el marco de la causa en la que se investigan los presuntos sobreprecios en la importación de gas natural licuado. Baratta, también acusado en la causa de los cuadernos de la corrupción, denunció que el ingeniero David Cohen había manipulado una pericia con animosidad política. Una de las pruebas que presentó fue el entrecruzamiento de llamadas, entre las que, según su denuncia, aparecían las de Baizán desde el Ministerio de Seguridad. Cohen fue imputado y el juicio en contra suyo comenzó en diciembre de 2024.
los hermanos
Cuando Javier Milei se alzó con la primera magistratura, empezaron a correr algunos nombres. No faltaron quienes miraron a Carlos Tonelli Banfi con posibilidades de conducir la AFI, que poco después pasaría a llamarse Secretaría de Inteligencia. Incluso, en el corrillo de espías, algunos le adjudicaron que él mismo se jactaba de que podía ser el próximo Señor 5.
Pero el destino fue otro. Tal vez prefirieron correrlo de las grandes nominaciones, aunque eso no quita que tenga voz propia secundando a Bullrich. Espías que ofician de cuentapropistas de la actual Secretaría de Inteligencia marcaron que no solo Tonelli Banfi es un alfil en el tablero de Bullrich, sino que la ministra está ocupando cada vez más lugares en la estructura de espionaje estatal y lo está haciendo con quienes están acostumbrados a llevar a cabo tareas con agentes. No obstante, más allá de la titular de Seguridad, al interior de la secretaría de Inteligencia, bajo directivas de Karina Milei y el asesoramiento de Eduardo "Lule" Menem, quien está reclutando a espías que otrora reconocieron como jefe a Coty Nosiglia sería hoy José Luis Vila, un operador histórico del radicalismo nosiglista, quien hoy ocupa el cargo de secretario de Estrategia Nacional en la jefatura de Gabinete que lidera Guillermo Francos.
Como mancha venenosa, su pasado reciente perseguía a Tonelli Banfi a la hora de evaluarlo como potencial integrante de la ex SIDE. Para quienes siguen con voracidad las novedades que de lunes a viernes trae el Boletín Oficial, su nombramiento en la PSA no pasó desapercibido. Aquellos que lo conocieron en su paso por la AFI conducida por Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, lo recuerdan como a alguien “que no estaba preparado para el puesto que le asignaron, pero no cabe dudas que era un as para los negocios. Si Patricia lo puso ahí es porque le responde sin chistar. No está ahí por mérito, sino porque le sirve a otra persona”.
La mejor explicación posible de tanta inquina contra Tonelli Banfi y Baizán, la brindó para esta nota un espía ya retirado: “No hay peor cosa para un nacido y crecido en la Casa que aparezca un tipo solo para hacer negocios. Los que están debajo los odian”.
En el cuadernito de anotaciones aparecía el rol que Tonelli Banfi cumplió cuando estaba a cargo de la Dirección de Eventos Especiales de la Dirección Operacional de Inteligencia sobre Terrorismo de la AFI en la causa iniciada por espionaje ilegal. En las bases de datos oficiales, Tonelli Banfi, ex cuñado de Gabriela Michetti, está inscrito como participante en las reuniones clave para la organización del G-20. En una de ellas, como mínimo, coincide con Baizán, que es presentado como asesor a secas.
Según el pedido de elevación a juicio oral para la primera plana de la AFI durante el gobierno de Macri realizado por el fiscal Franco Picardi, parte de las operaciones de inteligencia contra Cristina Fernández se hicieron a partir de la autorización que realizó el Juzgado Federal N°2 de Lomas de Zamora a pedido de la agencia de inteligencia para la prórroga que permitía extender tareas que venía desarrollando relacionadas con eventos y presunciones concretas de posibles actos de terrorismo en el marco de la preparación de la cumbre del G-20 en Argentina.
Por otro lado, Tonelli Banfi ya había sido señalado junto con su hermano Juan Martín, por entonces pareja de la ex vicepresidenta entre 2015 y 2019, por beneficiarse de múltiples contrataciones directas de la Ciudad de Buenos Aires mientras Michetti formaba parte de esa gestión. Un dato de color. A poco de que su hermano asumiera en su nuevo destino en la PSA, Juan Martín sostuvo reuniones con la titular de la ANMAT representando a la Cámara Argentina de Productores de Especialidades Medicinales de Venta Libre. Antes, lo había hecho en nombre de otras firmas.
A diferencia de Baizán, Tonelli Banfi se muestra públicamente, como cuando participó en la presentación de los operadores tácticos que se sumaron al Grupo Especial de Asalto Táctico de la PSA.
Más allá de Tonelli Banfi y Baizán, agentes de inteligencia en actividad y cuentapropistas del mundo de la intriga coinciden en que el Gobierno está reclutando espías con oficio y experiencia comprobada en caminar la calle. Cuando llegan a este punto, las fuentes tienen diferencias. Para algunos, la avanzada habría sido motorizada por Bullrich y para otros por Karina Milei bajo el asesoramiento de Eduardo “Lule” Menem.
Las fuentes más técnicas de la PSA señalan que el área en el que formalmente están nombrados Baizán y Tonelli Banfi carece de un volumen considerable de fondos e, incluso, de recursos operativos que valgan la pena. Sin embargo, abren una línea a tener en cuenta: la Dirección que conduce el primero interviene en las investigaciones vinculadas a delitos de este tipo que investiga la PSA en causas judiciales. En otras palabras, eso le da legitimidad para visitar jueces y fiscales federales sin levantar sospechas. Pero, en medio de todo esto, hay una pregunta que se cae de maduro y sigue sin contestarse: ¿Qué hacen un ex subdirector de la SIDE de Menem y un ex director de la AFI de Macri, ambos acusados de espionaje interno, perdidos en el sinfín de oficinas de la Policía de Seguridad Aeroportuaria?