En el living de su departamento en Constitución, Cristina Fernández Kirchner (CFK) tiene una réplica del mural de Eva Perón del escultor Alejandro Marmo que mira con gesto desafiante hacia los barrios más ricos de la ciudad. Aunque a partir de este martes 17 de junio ya no puede salir a su balcón esquinero de San José y Humberto 1°, donde salía a saludar a la feligresía, una parábola política de su detención irrumpe en escena: si desde ese metro cuadrado imaginara una línea recta, reconocería que en el horizonte, a cinco kilómetros de distancia, están los tribunales federales de Comodoro Py.
Encerrada entonces en su domicilio al que ingresó la noche del martes 10, CFK desplegó en las últimas dos semanas las primeras líneas de un boceto de lo que parece ser su narrativa hacia el futuro: una campaña de contraataque al fallo del máximo tribunal erigiéndose como una “presa política” para ubicarse en el centro de la escena. No solo busca desafiar a Javier Milei, sino poner al peronismo –que hasta el momento de su detención estaba disperso y en retroceso frente al avance libertario– detrás suyo. Lo dejó explícito en su mensaje grabado que se transmitió en la Plaza de Mayo ante una multitud este miércoles 18 de junio: “En esta etapa hay que organizarse para planificar cuál es el verdadero problema que tienen nuestro país, que no es más ni menos que un modelo económico en el que se enriquecen unos pocos y está sostenido con un andamiaje judicial que al mismo tiempo me mete presa a mí. Este modelo que ahora encarna Milei, no es diferente a lo que otrora se cae… Y se cae no solo porque es injusto, sino porque es fundamentalmente insostenible en términos económicos. Y no es nuevo. Lo hemos visto con Martínez de Hoz en el 76 y con Cavallo en los 90”.
Pero el punto de partida de su discurso de ayer es la admisión de una derrota que se intenta revertir: "Los he escuchado cantar consignas, cantar la marcha, cantar el himno nacional con mucha pasión. Pero quiero contarles que lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez ‘vamos a volver’. No lo hacíamos desde hacía muchísimo tiempo, demasiado tal vez”.
Cristina habló desde su prisión domiciliaria y ahora le tocará al peronismo –si puede, si quiere y, sobre todo, si sabe– llevar su discurso a la acción. La estrategia de CFK, según se recoge de varias fuentes, contempla distintas fases y metas. En el cortísimo plazo, movilizar a la base del movimiento para que la consigna por su libertad gane la agenda pública. En el mediano, tener peso decisivo en la definición de las candidaturas del PJ para las elecciones bonaerenses y nacionales de los próximos meses. Y en el largo, apuntalar a la ampliación del peronismo para construir un frente opositor competitivo en 2027. Su objetivo al final del camino es doblemente ambicioso: que ese hipotético presidente embanderado en su causa le conceda un indulto y que, luego, avance con una reforma constitucional.
Pero si la estrategia parece tener un hilo conductor, en la táctica ya hay desafíos nítidos. Si hubo cien mil, medio millón o un millón de personas en la Plaza es un dato, pero no parece perturbar en lo inmediato al gobierno nacional. La Casa Rosada se sabe con crédito político a partir de la baja constante de la inflación, un caballito de campaña que –pese al endeudamiento creciente– hasta ahora le permitió surfear el fuerte clima de apatía electoral. La consigna de la “proscripción” unificó al panperonismo, pero tras bambalinas no está claro que la dispersión entre las tribus se neutralice hacia las elecciones, ya que Axel Kicillof mantiene su rol de retador interno. Y el descontento social que puede generar la motosierra libertaria no trascendió aún de los sectores puntualmente atacados: jubilados, discapacitados, médicos del Garrahan, universidades y feminidades son focos de manifestaciones que desbordan a la dirigencia. En su discurso de la noche en que se supo su condena, Cristina llamó a convocar a unas bases sociales a las que ni ella ni el peronismo saben todavía cómo volver a enamorar. En estos días, mientras la militancia se reunía para manifestar por su líder, no tan lejos de San José 1111, en el conurbano bonaerense, y en tantos otros, la vida seguía.
yoga, confesiones y rosca
CFK llevó una rutina un tanto ascética dentro de su casa: yoga y momentos de confesión personal con el padre Juan Carlos Molina. “Tiene una gran ascendencia sobre ella”, comentó una fuente que dialoga con el sacerdote, al punto que armó una misa ecuménica frente a su casa y la visitó con un grupo de curas en opción por los pobres. En la diaria, cuenta con la obvia compañía de su familia más cercana: sus hijos Máximo y Florencia, su cuñada y senadora nacional Alicia Kirchner, sus nietos. El estudio socioambiental que recibió el Tribunal Oral Federal 2 reveló detalles de su cotidianidad: que solventa sus gastos mediante ahorros desde que el gobierno le quitó la jubilación de privilegio, que “goza de buen estado general de salud”, tiene cobertura médica privada y toma medicación para uno de sus oídos, así como levotiroxina desde que en 2011 le extirparon la glándula tiroides.
Pero lo que mayor tiempo le ocupó en las últimas dos semanas fue tejer una red de contactos nacionales y extranjeros que explican su intención de generar un coro de voces que apoyen su posicionamiento. Cara a cara, llamadas de corta y larga distancia, y aplicaciones de conversación instantánea como WhatsApp y Telegram, todos los medios le sirvieron –y le servirán– para construir su músculo de resistencia. Ahora sabe que puede conducir una movilización multitudinaria desde un grabador, como en los tiempos en los que Juan Perón enviaba instrucciones desde Puerta de Hierro a Buenos Aires a través de un cassette.
CFK armó una guardia pretoriana que la protege puertas adentro y designó alfiles y responsables para la ofensiva. El primer anillo de cercanía lo encabeza su hijo, rodeado de lugartenientes de La Cámpora como Mayra Mendoza (intendenta de Quilmes) y Wado de Pedro (senador y exjefe de Gabinete). También se recorta Juan Martín Mena, el ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, con menor perfil público pero a quien le confía su defensa judicial y los vínculos con el submundo de los tribunales. Seguramente serán ellos los habilitados para ingresar sin autorización judicial a su domicilio, aunque después ella misma elegirá a dedo sus visitas de acuerdo al momento político. “No tiene portero”, afirmó un funcionario de un municipio del conurbano que habló dos veces personalmente con la expresidenta en estos días.
Otra fuente mencionó los nombres de Juan Cabandié –en el ostracismo desde que terminó el gobierno de Alberto Fernández– y de José Ottavis –quien llegó a dirigir la Juventud Peronista de PBA y ahora vive en el interior de Corrientes, donde armó la candidatura provincial del actual intendente de Paso de los Libres, Martín “Tincho” Ascúa, a quien CFK bendijo con su último viaje del 7 de junio.
Puertas afuera de su casa, CFK habilitó voceros que coparon los medios para dar su propia “batalla cultural”. El puntapié lo dio el propio Máximo, que debutó en la televisión con la venia de su madre. Apareció en la pantalla de C5N una semana después de que CFK confirmara que quería ser candidata por la Tercera Sección Electoral, una primicia que sirvió también para devolver un favor político: Cristóbal López había tomado el control del multimedios tras correr a Fabián De Sousa, apuntado por el cristinismo porque entendía que sus peones, Julián Leunda e Ignacio Vivas, operaban “en contra”.
Para el “nuevo” armado peronista, CFK también designó responsables. Al senador José Mayans le encomendó la tarea operativa de mantener abiertas las puertas del PJ en la calle Matheu, tanto para propios como ajenos. Y a Sergio Massa, junto con Máximo, la tarea política de ampliar los cuadros dirigenciales. El encargado de coordinar las acciones callejeras fue Leo Grosso, del Movimiento Evita.
“Hay voluntad de Cristina de ampliar”, señaló un dirigente que estuvo en varias de esas reuniones. CFK habilitó el plácet para nombres otrora expulsados del kirchnerismo, aunque de dudosa capacidad de aparato, votos y movilización: del verborrágico Guillermo Moreno –que sorprendió en la cena con empanadas en la noche del fallo de la Corte– al exdiputado Alejandro “Topo” Rodríguez, quien supo estar parado en la avenida del medio de Florencio Randazzo y Juan Schiaretti y hoy trabaja con la diputada por Córdoba Natalia de la Sota. También estuvo activo en el PJ Juan Manuel Olmos, dueño del sello a escala porteña y puente con el radicalismo de Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti. Fue quien negoció la segunda en la lista que encabezó Leandro Santoro en esa fallida elección: la vicedecana de la Facultad de Medicina, Claudia Negri. “Sergio y Máximo son dos nestoristas. Abrazan, abrazan, abrazan. Están tratando de recomponer todo lo que Cristina dinamitó en estos años”, perfiló un operador político de aceitados vínculos en el peronismo.
Sigue siendo esquiva para esta fase cristinista del peronismo el aparato de la CGT. La central canceló a último momento una cumbre que se había agendado para el martes mismo en que quedó efectivamente detenida en su casa. La cintura política de Massa, Máximo y Mayans no fue suficiente para que los gremialistas aceptaran el convite que se había confirmado varios días antes. La conducción sindical está dividida entre peronistas-cristinistas y alineados con Milei. Solo la foto de Pablo Moyano en el living de CFK tuvo un impacto.
martes negro
CFK estaba convencida casi en soledad de que la Corte iba a confirmar la condena en su contra. Se lo había dicho a su círculo íntimo y hasta lo expresó en la previa de la noche de su martes negro, cuando protagonizó dos actos en el PJ en menos de 48 horas. “Ella siempre estuvo firme, a mí me sorprendió porque yo tenía ganas de llorar pero si lo hacía ahí enfrente me iba a cagar a pedos”, confió un dirigente que la tuvo cara a cara en esos momentos.
Sus movimientos, sin embargo, fueron intermitentes: la describieron todo el tiempo “entrando y saliendo para dar instrucciones y órdenes”, hasta que al filo de las 17 le llegó la noticia del fallo y pidió que la dejaran sola para pensar cuál iba a ser su discurso de reacción.
CFK tenía un hilo rojo con la Corte a través de Gerónimo Ustarroz, hermano de Wado, ex representante del Ejecutivo del Frente de Todos en el Consejo de la Magistratura y apoderado de la lista de Máximo en el PJ bonaerense. El operador se reunió en la previa al fallo con uno de los cortesanos pero pensaba que no iba a confirmarse la condena: tenía una silenciosa confianza en Horacio Rosatti, con quien CFK había compartido la Convención Constituyente. Según fuentes judiciales, los motivos del fallo se cambiaron varias veces en el mismo día, aunque ya estaba sellada la sentencia en contra.
Caída ya su suerte judicial, CFK tomó el micrófono aquella noche de martes acompañada de su hijo Máximo, a quien luego se le sumó la senadora Alicia Kirchner. Hay una versión de ese momento, aportada por dos fuentes, que indica que ella pidió mostrarse con Massa y Kicillof para construir una foto de la unidad. Un ladero suyo lo niega de plano: “Nadie llamó a Axel”. En los hechos el gobernador ya había abandonado el lugar para instalarse en la sede del Bapro y estar atento a lo que pudiese hacer la policía de Patricia Bullrich ante una serie de cortes que se improvisaron en los accesos a Capital Federal.
El kirchnerismo critica a Kicillof por haber tenido una respuesta “errática” en esos momentos de nerviosismo. Que el martes de la condena estuvo poco tiempo en Matheu es un hecho, pero cómo se movió ahí dentro esos pocos minutos podrían revelar algo más. Un dirigente de peso que lo vio recuerda que el gobernador primero entró a la sala del primer piso pensando que allí estaba Cristina pero se encontró con una cumbre de la mesa nacional del PJ que debatía qué hacer ante la inminente noticia. “Vení, sentate”, lo invitó Mayra Mendoza, a lo que el mandatario provincial se limitó a responder que solo quería ver a la ex presidenta. Subió entonces al tercer piso, no estuvo más de una hora, y se fue.
teoría de shock
El shock de la noticia de la condena paralizó al círculo íntimo de CFK. A Máximo lo vieron “cabizbajo” entre el lunes y el martes. Recién el miércoles rompió el hielo con la entrevista en C5N. “Yo lo vi realmente golpeado, pero en definitiva es el socio de su madre y tiene el cuero duro. Después cuando arrancó, arrancó”, lo pintó una voz con la que el jefe del PJ bonaerense tiene trato directo. Máximo quedó en definitiva como “garante” de que su madre cumplirá el arresto domiciliario.
Hubo quienes notaron que el impacto inicial del “hijo de” provocó la tibia reacción en La Cámpora, ya que su masa de jóvenes militantes no se movió mucho más allá de la primera vigilia frente al departamento de CFK, la movilización a la Plaza y publicaciones en redes sociales. “La Cámpora estuvo en shock, intentaron con la reacción estudiantil pero fue muy limitado y los piquetes en las rutas no los hicieron ellos, sino nosotros, el Smata o los troskos”, señaló un dirigente territorial con acciones importantes en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), que aglutina al Movimiento Evita, el MTE, la CCC, entre otros. Y agregó: “Hubo mucha incomunicación a partir del fallo. No sé si fue decisión de Cristina, pero recién se reunieron en el PJ dos días después y encadenaron las reuniones. No es que tenían todo planificado de antemano”.
Hay relatos de intendentes del conurbano que confiesan que nadie de la cúpula del PJ les daba indicaciones. “No me contestaban”, planteó uno. Cuando preguntaban qué hacer, la única directiva era una: “Hay que ir a la casa de Cristina”.
reloj de arena
Una de las visitas que CFK recibió en su domicilio –antes del fallo– fueron los brasileños Otavio Augusto Antunes da Silva y Halley Arrais do Nascimento Santana, de la consultora Urissane, que ya trabajaban en lo que iba a ser su campaña electoral. Son, curiosamente, los mismos que le aconsejaron a Massa como candidato a presidente, luego de haber armado el “Lula libre” y hacer que el líder del PT vuelva al poder. “Armen la campaña en la provincia”, les encomendó CFK.
Esta instrucción revelaría su clara intención de tener preponderancia en la elección del 7 de septiembre. Kicillof tiene a tiro de firma un decreto para dar marcha atrás con el desdoblamiento de las nacionales del 26 de octubre y hay funcionarios en su gobierno que entienden que si lo hace ahora sería el momento de menor costo político, pero no dejaría de leerse como una marcha atrás en su desafío autonomista. Carlos Bianco, su mano derecha, no rechazó de plano la idea. El salto de fecha le daría más aire al peronismo para negociar sin tantos fórceps una unidad obligada para enfrentar la voracidad de la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO. El reloj de arena está dado vuelta: el cierre de las listas bonaerenses es el 19 de julio.
“No está claro qué puede disparar todo esto. De mínima se ve un entusiasmo o movilización que no existía y le da una centralidad a Cristina que es distinta a la de ser candidata. Pero habrá qué ver cuando baje la espuma cómo impacta. Tampoco es que derrocaron a Perón. Se tocó una fibra y hay que ver si es bien encauzada”, entendió un funcionario bonaerense. En el armado de Kicillof aseguran que su recorte independentista sirve para sumar: “El único que puede conseguir una mayoría es Axel”. El Movimiento Derecho al Futuro del gobernador tiene detrás a 45 intendentes que marcharon ahora por la ex presidente pero sienten que ya cumplieron.
Pese a la tensión, y más allá de que Kicillof ratificó la unidad, la pregunta automática es quién sería su reemplazo si se mantiene el desdoblamiento. Un nombre que aparece en las conversaciones es el de la actual vicegobernadora, Verónica Magario, que se mostró al lado del mandatario provincial en la marcha a la Plaza. Otros nombres salen de la mesa chica de CFK: desde Máximo a Mayra Mendoza o Wado de Pedro. Un dirigente territorial que conoce bien el conurbano pintó así el panorama: “Hay mejores condiciones para la unidad y Magario es una salida de consenso, pero la discusión no puede empezar por ella. Cristina se va a arrogar la potestad de poner a alguien, pero Máximo es difícil porque es un lastre y los intendentes no lo quieren, van a terminar cortando la lista abajo”. Los jefes comunales tienen peso en la negociación porque –si se mantiene el desdoblamiento– ese día también se renuevan sus concejos deliberantes y pondrán su aparato en acción para no poner en riesgo el pago chico.
Que CFK se haya instalado en el corazón de la ciudad de Buenos Aires es un gesto político hacia la interna. Podría haber pedido cumplir la domiciliaria en su casa de El Calafate o aceptar las propuestas de Martín Insaurralde o de Gustavo Menéndez –intendente de Merlo– para irse a una quinta en el conurbano, como cuando se autoexilió a Mercedes tras el atentado de 2022. “Ella dijo que no”, señaló una fuente. Incluso trascendió que hubo un plan de CFK para comprar todo el edificio de la esquina, delegando el encargo en Rodra Rodríguez, integrante de La Cámpora y tesorero del PJ. “¿Axel o los intendentes se van a animar a pelearle la lista a Cristina, una mujer viuda y condenada, dentro de su departamento?”, chicaneó un operador. En el kicillofismo retrucaron: “Las listas se van a armar en La Plata o en el PJ, no en San José”.
el riesgo de la farsa
En ese duelo aparece siempre como mediador Massa, que sabe vender caro su rol de conciliador. CFK quiere que sea el candidato para PBA en las elecciones nacionales, como factor de unidad del panperonismo, pero él duda. Alguien que lo conoce asegura que sería el único que podría negociar de igual a igual con CFK. Pero su talón de Aquiles sigue siendo el mismo: fue el derrotado ministro de Economía de un proceso con una inflación espiralada. En el círculo del tigrense transpiran con un intento vano de contranarrativa: “El peronismo tiene que tener la inteligencia para desenmascarar la farsa del gobierno porque la inflación a la baja es con destrucción del empleo registrado, aumento de importaciones y bajo consumo”.
Pero en el clima social la crisis solo parece generar apatía y desesperanza en solitario. El día de la condena, en un comedor de La Matanza que organiza la UTEP, se registró más indiferencia que frustración o enojo. “En el barrio yo no encontré a nadie que defienda su proscripción; a lo sumo hay silencio”, reflejó un dirigente.
Para abordar demandas sociales, CFK buscó ordenar a su tropa en el Congreso para que avance en las próximas semanas con las iniciativas que contemplan el aumento jubilatorio, la moratoria previsional, la emergencia por discapacidad y el financiamiento universitario. La capacidad de fuego de las bancadas de Unión por la Patria tanto en el Senado como en Diputados revelarán un primer atisbo de la estrategia. A su vez, los pasos que dé Cristina dentro de su casa para la unificación del PJ se reflejarán en el modo en que se cierren las listas electorales en las provincias: debe negociar con Ricardo Quintela (La Rioja), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Raúl Jalil (Catamarca) y Gildo Insfrán (Formosa).
CFK piensa que si en el 2025 el peronismo es competitivo tendría chances hacia el 2027. Pero las señales tempranas de sus acólitos ya condicionan a un hipotético postulante peronista de ampliación. “La primera condición es Cristina libre”, lanzó Wado de Pedro. Conseguido su indulto, el futuro que pergeña la expresidenta es una reforma constitucional que abarque desde un nuevo sistema electoral –para que se vote solo cada cuatro años– hasta una ampliación de la Corte Suprema –con elección popular de sus miembros, como acaba de hacer México.
Es una propuesta que trabaja hace tiempo con la asesoría de Raúl Zaffaroni. Son metas que suenan lejanas, para dentro de dos años eternos, cuando ya lleve un tercio de la condena cumplida. CFK parece esbozar una mirada hacia el futuro, pero por ahora deberá mirar las paredes y el balcón de su departamento.
Foto Dron: Martín "Rata" Vega