Era sabido que CFK no utilizaría la presentación de su éxito literario para lanzar la candidatura a la Presidencia. Pero la sensación luego de escuchar su discurso de 34 minutos es que las cartas están echadas. Es como si todas las piezas se fueran alineando, mientras la protagonista encuentra el tono justo, afina el discurso más conveniente y, con muy poco, logra surfear la ola que crece a su alrededor.
“¿Te invitó Random House o el Instituto Patria?”, preguntaban antes de enchufarte la pulserita, en una de las varias barreras que había que atravesar para llegar a la sala Borges. El evento coproducido entre la multinacional europea y la asociación civil “para la inclusión americana” coronó una operación política-editorial que no estaba en los cálculos de nadie. Ni el asesinato ocurrido a primera hora en las afueras del Congreso Nacional, ni la fuerte lluvia caída en las horas previas al acto consiguieron sustraer la atención. Se habló de un rating de 36 puntos y en los alrededores del predio ferial se dieron cita decenas de miles de seguidores. A los pocos minutos de concluida la presentación, el diario español El País publicó en su portada un entusiasta artículo titulado “Cristina vuelve a la pelea”.
La composición del público en el interior de la sala no fue todo lo homogénea que mostraron los principales medios. Las palabras iniciales a cargo de la presidenta de la Feria del Libro le dieron un marco institucional que sobrepasó el mitin partidario. Había representantes de las varias camadas de adherentes que han nutrido al kirchnerismo en sus casi veinte años de existencia nacional, desde funcionarios de la primera hora hasta jóvenes que adscribieron a la expresidenta en su mas reciente etapa como opositora, pasando por los leales de La Cámpora, así como antiguos rivales que hoy vuelven al redil, junto a curiosos de diversas procedencias que acudieron atraídos por la magnitud del evento. El sector más bullanguero resultó ser un grupo de pequeños y medianos empresarios que cantaban “acá tenés las pymes para la liberación”. Entre las presencias más inesperadas: un empresario de medios menemista, y el más conocido rapero de la Argentina, un pibito de 21 años que al ingresar fue ovacionado como pocos por la multitud que quedó afuera frente a una pantalla gigante, bajo la lluvia y el frío.
de la unidad al pacto social
Dado que su estrategia política es el silencio, o al menos las escasísimas apariciones mediáticas, cuando CFK toma la palabra las expectativas sobre lo que dirá se agigantan. La última vez había sido en la conferencia organizada por CLACSO hace seis meses. En ese entonces el concepto ordenador fue la “unidad”, que anoche ni siquiera fue mencionado. Ya sea porque la considera una etapa cumplida, o bien porque la crisis económica no hace más que agudizarse, el eje del discurso en la Rural fue el llamado a un “nuevo contrato social entre todos los argentinos”.
El tono reflexivo, la apelación a la complejidad de los problemas contemporáneos, la idea de que las sociedades y sus dirigentes se parecen -y que por lo tanto si los de arriba son defectuosos es porque abajo tampoco funciona-, incluso el muestrario de una esfera íntima menos épica salpicada de ribetes banales, son indicios de una Cristina que ya no habla tanto en nombre de sus aspiraciones ideológicas sino más bien a partir de la experiencia acumulada, con un ojo en el bronce y otro en el fragor diario de la batalla política.
En ese sentido puede leerse la renovada remisión a esa clave de bóveda del imaginario kirchnerista que es el retorno de Perón al gobierno en 1973, y cuyo naufragio significó la clausura del proyecto de modernización desarrollista en la Argentina. Pero en pleno 2019, a diferencia de aquel momento fundacional que representó 2003, el hilo histórico a retomar no parece ser Cámpora sino José Ber Gelbard, el artífice del pacto social. Menos espuma política y más atención a los problemas estructurales que impiden la consolidación del famoso país normal. Y el lamento por un empresariado que boicoteó el pacto social, al desanudar su interés particular del progreso colectivo. Según este tamiz, si Alberto Fernández fue la figura mencionada anoche por la expresidenta como uno de los artífices en el presente, el otro nombre que tendrá un lugar central en un eventual próximo gobierno es Axel Kicillof, de gira por los Estados Unidos.
CFK sabe que el sistema político se dirige raudo hacia una nueva crisis de proporciones y se prepara para ofrecerse como un dique de contención. Por ahora las aguas parecen fluir hacia su molino, pero la carrera recién comienza y será un desafío monumental. Anoche una energía arrolladora se propalaba desde afuera del vip, mientras adentro repicaban los aplausos de ocasión. Quizás en esa fuerza social castigada y que no se resigna, que sigue a la interperie y se juega a creer o reventar, esté la clave de activación de ese “algo diferente” que estaría por venir. Es una clave que no ha sido leída aún con suficiente atención.
Fotos: Juan Manuel Ferrari Urrutia