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El Gobierno cierra el año convertido en un animal bifronte. Una cara, la más radical e innovadora, protagonizada por Javier Milei (JM) con su inagotable propensión a destruir todo lo que se le cruza y visualiza como amenazante. En una nota anterior, publicada en el número 62, eran sus mismos seguidores quienes alertaban sobre esa pulsión demoledora que los afectaba a ellos mismos. Este vector hegemónico, anómalo para los códigos de la acumulación política tradicional, siempre desdeñó la constitución de un aparato, de una fuerza propia a la que deba cuidarse.
La otra cara del oficialismo, liderada por Karina Milei (KM), se puso al hombro la creación de un partido para pasar por la guillotina a los sellos que oficiaron de testaferros electorales y se convirtieron prontamente en una fuente inagotable de fugas y extorsiones. Aunque también hubo una motivación menos explícita: los costos que estaba provocando la falta de un ordenamiento más general de la tropa interna, es decir, de las bases juveniles, de los nuevos adherentes, de los funcionarios, lo mismo que la necesidad de trazar una narrativa única. Durante el primer semestre, las agrupaciones o los seguidores sueltos preguntaban, sin obtener respuestas, quién conducía en el llano, con qué referentes debían hablar para sumar sus voluntades. Había demasiados interrogantes por la conducción. En junio entrevistamos a Juan Boutet (23 años), referente de la juventud de La Libertad Avanza (LLA), quien nos compartía esto mismo: “Hoy el movimiento necesita de la estructura para ser un partido, para encolumnarse detrás de una bajada clara que hace mucho tiempo la gente pedía. La gente se metía a militar con nosotros y no sabía… Era mucha interpretación la que debía hacer”.
El año se termina y la constitución del partido avanza sin mayores dificultades para una fuerza que maneja los fierros del Estado. Pero el armado de un partido con capacidad real de ordenamiento de esa masa dispersa de seguidores, mayormente sin tradición militante y con una impronta digital y financiera, es otro tema. La apuesta es mayúscula: imponer reglas y fronteras que contengan y acumulen al mismo tiempo que JM no cesa de romper todo lo que tiene cerca sin mayores contemplaciones.
pibes disciplinados
Lucas Oyarzo tiene 23 años. Vive en Santa Cruz. Es hijo de chilenos, de clase trabajadora, “de lo más pobre que había”. Su interés por “las ideas de la libertad” sigue los patrones de la novela militante de la ultraderecha. En 2018 se topa con los libros de Agustín Laje y Nicolás Márquez y flashea. A través de ellos llega a JM y es “un amor a primera vista”. En su currículum cuenta con haber participado en 2021 del mítico primer acto del entonces candidato a diputado en el Parque Lezama. Oyarzo rememora le épica del proselitismo durante 2023 en Río Gallegos, la tierra política de Néstor y de Cristina: “La sede del espacio tenía que estar abierta hasta las 4 de la mañana porque había mucha gente que iba a la madrugada a buscar boletas de JM. No querían que los vieran que estaban buscando boletas porque [durante el día] había muchas camionetas estacionadas afuera, había mucho espionaje”. Este año, como un termómetro exacto del cambio de época, la LLA logró hacerse del local histórico que utilizó durante tres décadas el Frente para la Victoria. A nivel territorial, Oyarzo creó Pibes Libertarios, una fuerza que disputa la calle:
Los chicos iban y pegaban carteles en todos los postes contra Massa, carteles muy simples para que la gente pueda entender. Salían a la madrugada porque si salían de día los puteaban o los identificaban.
En el primer semestre detectamos una tensión entre el interés de agrupaciones como la de ustedes por los armados territoriales y la predilección gubernamental por la disputa digital. ¿Cómo se vive eso allá en Santa Cruz?
—Nosotros ganamos, como se dice, la batalla digital y arrancamos también por redes sociales. Somos muy fuertes en redes actualmente. Pero en lo que empezamos a abocarnos en un principio fue al territorio debido a que lo estaba ganando otro espacio político. Había que llegar a esas personas, había que convocarlas, para que vieran que había gente apoyando las ideas de la libertad. Acá fue más territorial que digital. Dimos charlas en los secundarios, también. Fue nuestro gran fuerte porque ellos fueron los que votaron acá. Del 58% que sacó Milei, el 60% fue de 30 años para abajo.
¿Y qué significa la construcción del partido?
Lo que nos facilita es que somos gobierno y tenemos las herramientas. En cualquier consulta que tengamos que hacer a Buenos Aires, vamos a tener una respuesta siempre. Antes no era tan fácil llegar a ese acceso a la información. Por ejemplo, capaz que tenemos primicias antes de que salgan en los diarios. Eso es lo que vale.
¿A quién recurrís ahora si tenés una primicia?
—Nosotros acá tenemos un diario que se hizo muy fuerte este año, estamos compitiendo con los grandes medios. Se llama El Diario. Todas las primicias las publicamos ahí, incluso las nacionales.
El Diario es una réplica de La Derecha Diario, la mayor apuesta periodística de la ultraderecha a nivel nacional, una usina inagotable de fake news con títulos catástrofe.
Hernán Stuchi (30 años), también integrante de Pibes Libertarios pero en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), a quien entrevistamos en tres momentos del año (marzo-junio-octubre), está radiante con la nueva etapa interna del oficialismo:
—En el primer cuatrimestre el partido estaba muy verde no solo en la ciudad sino a nivel nacional. Todo era incertidumbre. Las agrupaciones todavía estaban como dispersas y un poco con esta sensación de, entre comillas, destrato, por así decirlo, o de falta de contención por parte del Gobierno.
¿Qué balance hacés de lo que ganan y pierden con el partido?
—Ganamos legitimidad política y perdimos libertad de acción, naturalmente. Al plegarnos a un esquema vertical se pierde un poco de libertad de acción. Pero está bien, porque esto es así, esto es vertical.
¿Qué cosas concretamente antes podías hacer y ahora no?
—Por ahí, ante la iniciativa de hacer alguna actividad en la calle, o una formación, o un asalto a una plaza con carteles, o esas cosas que por ahí antes hacíamos porque pintaba, o porque los chicos tenían necesidad de salir a hacer algo, ahora tenemos que reportarlo, preguntar. Con la mayoría de las acciones de prensa o de comunicación de cosas en redes, por ejemplo, ahora hay que alinearse. Alinearse en las redes sociales es muy importante, es alinearse al esquema de comunicación oficial. Ya no es que posteás lo que creés, lo que decidís. No, no, no, o sea, en teoría sí, pero ahora hay un sentido y hay una bajada de línea de decir “che, nos sirve esto, sirve que comuniquen esto”. Hay como un índice temático que ya va hasta la diaria de las cosas que están en la agenda.
En marzo nos habías dicho que ustedes iban a Twitter, veían lo que estaban publicando el Gordo Dan o Agustín Romo y entendían por dónde iba la cosa. ¿Cómo es ahora?
—Hay personas que trabajan en el equipo de comunicación del Gobierno que están en contacto con nosotros, con las agrupaciones, con el partido, están en la orgánica. Entonces están aceitados los mecanismos internos, que es como deben funcionar las cosas. Si bien yo creo que personajes como el Gordo Dan tienen sus propias agendas, que están un 90% alineadas a la comunicación del Gobierno, hay cosas que él comunica y hay cosas que comunican las organizaciones políticas. Está como separado, por así decirlo, está organizado de alguna manera. Al Gobierno le sirve que las organizaciones políticas o el partido digan determinadas cuestiones y que los twitteros por ahí o los comunicadores independientes puedan ir un poco más a fondo. Pero ahora lo nuevo es que quienes tienen el liderazgo de la militancia territorial son los líderes de la comunicación digital. O sea, han tomado la batuta para ordenar a la militancia territorial.
Este anuncio que nos anticipó a inicios de octubre fue realmente sorpresivo. Nos resultó desconcertante que la patota twittera, baqueana de las redes, pretendiera organizar una calle o territorios que desconocen porque nunca los patearon.
Suena muy raro lo que decís porque se los ve cómodos con el agite digital.
—Pasa que sigue teniendo preeminencia lo digital, por eso digo que es algo nuevo porque es como una fusión que se va a dar. Igual era algo que se veía venir un poco, yo siempre hablé de esta cosa de tratar de integrar lo digital con lo territorial o de difundir lo que se hace en la calle. Bueno, esta gente ahora son quienes dirigen esto, creo que siempre quisieron hacerlo y tienen todas las herramientas para hacerlo. Definitivamente todos los pibes involucrados en la militancia territorial miran para ahí.
La noticia finalmente se comprobó a mediados de noviembre, cuando las principales figuras que migraron desde la tuitósfera de extrema derecha al Gobierno para modular la conversación pública y atacar con saña a opositores presentaron su propia agrupación. Junto a diputados como Romo, funcionarios como el secretario de Culto Nahuel Sotelo e intelectuales orgánicos como Agustín Laje lanzaron Las Fuerzas del Cielo. El acto tuvo una estética oscurantista, integrista, aunque algo torpe y teatral. Fue en San Miguel, el feudo político de los ultracatólicos (y oficialistas) Joaquín y Pablo de la Torre, y el lugar de residencia de la familia Romo. El Gordo Dan, un experto en provocar, resumió el espíritu de la facción: “Principalmente les quiero contar que la agrupación Fuerzas del Cielo que se está formando hoy aquí entre nosotros es el brazo armado de LLA. Es la guardia pretoriana del presidente JM”. Sin embargo, todos los entrevistados para esta nota aclaran que el Gobierno bajó la orden de evitar choques callejeros, a la vez que ellos mismos reniegan del uso de la violencia que delegan, con entusiasmo, en la policía.
patitos en fila
La diputada mendocina Lourdes Arrieta saltó a la fama cuando decidió asistir al Congreso de la Nación con un patito kawaii en la cabeza. Minarquista, evangélica y de familia militar, cuenta que durante 2023 vendía con su mamá productos Mary Kay para solventar los gastos de la campaña libertaria. Aquel año, el esfuerzo tuvo su recompensa: desde LLA le propusieron ir como tercera en la lista de candidatos a diputados nacionales, representando al Partido Libertario (PL). Para Arrieta, su candidatura era meramente testimonial. Pero la ola ultraderechista barrió con todos los pronósticos. Meses más tarde, ya como diputada, protagonizaría un escándalo cuyas ramificaciones aún no están claras: junto con cinco compañeros de espacio visitó a represores encarcelados en Ezeiza. Días después apareció en el recinto con un libro bajo el brazo: había cambiado el patito por el Nunca Más. Lo que siguió fue una explosiva denuncia pública, con la filtración de los chats del grupo de WhatsApp incluida, que le valió la expulsión del bloque y el partido. Antes, dice, recibió el escarmiento de las milicias digitales. “Me llevaron al borde de incluso tomar psicofármacos, casi en la depresión. Yo estaba con ataques de pánico, mucha angustia”, dice hoy refugiada en un monobloque.
¿Cómo era ser parte del oficialismo antes de este episodio?
Lo de la visita fue la gota que rebalsó el vaso. El año pasado, en diciembre, le propongo a Lule Menem [mano derecha de KM], y él me apoya, armar LLA en la provincia de Mendoza, ya que me había quedado sin espacio político porque… bueno… tienen un problema de representatividad y son tan libertarios que hacen lo que se les da la gana y les cuesta seguir a un líder o apoyar a alguien. Me vieron tan joven, inexperta en política, y sigo siéndolo también, pero uno ya se va curtiendo, que dijeron: “A esta piba me la como en un sándwich. Esta piba no sabe nada, sabés cómo la manejo”. Traté de que sea gente de bien, gente que represente la antipolítica. Desde allí empieza justamente esta bajada de línea. Por ejemplo, en marzo me mandaban al secretario de Lule, Diego Bertadebian, “El armenio”, un hombre que opera entre las sombras y que habla con los diputados de poca monta o de menor relevancia para el Ejecutivo, entre ellos yo. Este secretario me llamaba para gritarme o tratarme de mentirosa. Era todo el tiempo: “¿Por qué subiste esta nota?”, “¿Por qué subiste este reel? ¡Cambiá el reel!”. “¿Por qué hablaste de tal cosa?”, “¿Por qué hablaste con tal medio?”, “¿Por qué hablaste en nombre de LLA?”.
¿Sirve para algo este ordenamiento que impone el partido?
—Yo creo que a ellos les sirve el verticalismo para su espacio. Para los jóvenes de tercera o cuarta línea fanatizados con la imagen de JM, a los que les venden que LLA va a ser la única manera de sacar a todos los kukas y a la casta, es seguir vendiéndoles ilusiones.
Ahora todo indica que la militancia digital más radicalizada va a incidir también en la militancia territorial.
—Mi hermano acuñó [la frase] “la policía del pensamiento”. Y uno se pone a pensar y es cierto, te critican por lo que decís, por lo que hacés, si fuiste a ayudar o a dar donaciones, te critican si presentaste un proyecto de ley. Pero yo creo que queda en la crítica. Si salen a militar es muy poco y [lo hacen] en la Legislatura porteña para que les entreguen “un diploma de liberalismo”. Entonces están todos los chicos con sus saquitos, bien bonitos, arregladitos para la fotito. Pero a los pibes no les enseñan a ir a un barrio, porque ahí realmente es donde se vive. Esto es netamente estilo menemista. Por otro lado, vos tenés una Cámpora y quizás algún sector del radicalismo que tienen esa empatía de ir a los barrios, de limpiarle los mocos a un niño, de estar con ellos, de escucharlos. Entonces yo creo que tendrían que dejar de lado el teléfono y ahora que tienen el aparato del Estado ayudar al prójimo. Y a estos tecnócratas [digitales] darles las herramientas no para atacar en redes sociales sino para ir a conocer las necesidades de los demás y estar con ellos. El [llamado] militante de territorio [desde la concepción libertaria] está afiliando, o en la Legislatura porteña, o paseando en distintos ministerios, o en el mismo Congreso, o se juntan porque va Karina a un evento y nada más. Pero no hay una empatía. Lo triste es que se está gestando un sentimiento de odio y ellos mismos lo están difundiendo, pero este odio está centralizado en este verticalismo que se desparrama hacia cuartas y quintas líneas.
Arrieta abre una pregunta básica: ¿qué se entiende en el mundo ultralibertario por militancia territorial? Juan Boutet, referente juvenil, en junio nos dio una respuesta sincera sobre este punto, que incluyó una crítica incómoda para los aparatos políticos opositores:
—Hay una característica de nuestra militancia, momentos puntuales en los que está, y hay momentos en los que es mucho más digital. Es por una cuestión para mí generacional. Ningún pibe va voluntariamente a manifestarse. La manifestación hoy va por otro lado y, sí, va por las redes. ¿Qué tiene de relevante ponerse a gritar en el Obelisco con veinte pibes lo que sea que se quiera manifestar si hacés una buena gestión de redes y podés tener un palo [millón] de vistas con un TikTok? En ese sentido tenemos momentos en los que la militancia está muy activa y es generalmente cuando están Javier o Karina. [Pero] Fijate que las estructuras grandes de militancia responden a una estructura ideológica distinta que por ahí te incentiva mucho más a ir por una cuestión histórica y en general también hay incentivos económicos, por eso se ha hecho tan costosa la estructura porque cada vez menos gente quiere ir voluntariamente.
Su aguda afirmación pasa por alto que el mito de origen del activismo de la ultraderecha fueron las manifestaciones callejeras contra la cuarentena.
¿Qué entienden ustedes entonces por militancia territorial?
—El año pasado hicimos precampaña, diecinueve caminatas por todas las comunas de CABA y en más de un barrio por comuna. O sea, son quince comunas, hicimos cuatro barrios por comuna. Era una cuestión de llevar flyers, volantes, en una caminata, que es algo que no perturba demasiado al vecino y muchas veces terminaban en una plaza con un picnic o una mesa de afiliación. Esa fue, para mí, la gran militancia territorial del año pasado. Este año, como fue no electoral y fue una campaña muy larga, la gente la pasó tan mal, se la usó muchísimo, la asustaron muchísimo y probablemente haya sido la campaña más jodida de vivir para una persona que no está politizada. Yo me ponía en el lugar de la gente que no tenía interés real sobre que ganara algún candidato y pensaba en mí hace seis años, y yo la verdad me hubiese vuelto loco, hubiese desconectado la tele, me hubiese cambiado todos los algoritmos en las redes, lo que sea antes que estar viendo [política] todo el tiempo.
Boutet reconoce bien que su principal base es el ciudadano rabiosamente agobiado y deprimido al que JM logró atraer como nadie con sus discursos, teorías y la empatía que provocaba su propia furia escenificada.
Lucio Mansilla, exintegrante del PL en CABA y actual miembro de Libertarios del Sur, fue quien en marzo pasado nos alertó que la pulsión destructiva del presidente solía llevarse puesta a su propia militancia. Hoy se muestra escéptico del nuevo partido:
—Yo he preguntado a las amistades y demás conocidos que tenía cómo era participar en LLA o qué posibilidades había de participar de una construcción política interna y me dijeron que no había nada. Así, directamente, no hay nada. Se obedece lo que se pide y punto. No hay capacitaciones, no hay formación de cuadros, no hay vida interna política. O sea, es un sello 100% y además te lo avisan de entrada, no es como otros que quizás te vendían que era democrático, con participación, etc., y a la hora de formarse el partido se quedaban y robaban directamente el partido [se refiere al PL]. Ahí se lo quedaban y traicionaban a todos. No, acá al menos no te traicionan, te cuentan cómo es todo de entrada. ¿Cómo convive la voluntad destructiva del presidente con esta construcción partidaria? Perfectamente porque no hay una construcción partidaria. Es cumplir con las cuestiones legales para tener un sello y nada más. Es una cáscara vacía.
la importancia de ser termo
Jonathan Naselli vive en Córdoba y tiene muy presente el momento en que dejó de ser un “pibe de barrio” que “tenía laburitos”. Fue en 2016 cuando le cambió la vida un podcast donde JM explicaba la superioridad de la teoría económica austríaca. Tres meses después se anotó en la carrera de Economía en la Universidad Nacional de Córdoba y comenzó a asistir a charlas de ese economista despeinado que lo había fascinado. Allí conoció al séquito que maneja hoy la maníaca patota digital del Gobierno. En 2018, estudiantes de varias facultades hicieron largas tomas contra el ajuste de Cambiemos. Naselli logró cierta fama por discutir con profesores que las apoyaban. Poco después, junto a unos compañeros, fundó la Agrupación Liberal Alberdi (ALA). En las elecciones solían alcanzar entre un 5% y un 7%. Cuando en 2023 Agustín Spacessi, dirigente del PL local, fue elegido legislador provincial por la LLA, Naselli se incorporó como su asesor. En las elecciones estudiantiles de este año, la ALA pudo consolidarse como tercera fuerza en Económicas con un 8,8%. El módico crecimiento no pasó desapercibido para los milicianos digitales que habían tenido que huir despavoridos de la Universidad Nacional de La Plata luego de ser enfrentados por estudiantes y no docentes cuando intentaron concretar una charla días después del veto presidencial a la mejora presupuestaria para el sector. Pronto, Naselli abandonó el paraguas del PL, que hoy casi no tiene comunicación con el Gobierno nacional, sumó a ALA al armado de LLA, renunció a su puesto en la Legislatura provincial y se incorporó a la naciente Las Fuerzas del Cielo. Ante la consulta por el escándalo que provocó haberse presentado como “el brazo armado de JM”, le baja el precio: “Fue adecuado por ser simbólico, también decimos ser la guardia pretoriana y no nos vestimos con capa, lanza y escudo. La Cámpora canta que son los soldados de Perón y nadie se escandaliza”.
¿Qué beneficios concretos encontrás y qué se perdió cuando eras más silvestre?
—Si querés, en abstracto, pierdo la posibilidad de tener discursos más amplios o abarcativos, pero al siempre seguir la línea, en términos tangibles no se perdió nada. Es más, nos catapulta a poder multiplicar los esfuerzos porque se va a sumar mucha militancia.
¿Por qué se sumarían ahora, en este contexto de luchas universitarias?
—Porque, al tener el sello de oficial, estamos validados: “100% ave Miller”. No es fácil de conseguir ese respaldo, hay un enjambre de pseudoespacios que se adjudican ser oficiales. Hoy lo que veo es que o sos de LLA o sos oposición. No hay lugar para espacios satélites o primos.