Alberto Benegas Lynch: "Antes, decir liberal y sarnoso era lo mismo" | Revista Crisis
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Alberto Benegas Lynch: "Antes, decir liberal y sarnoso era lo mismo"
Durante un reportaje de 1989 en el programa televisivo Tiempo Nuevo que conducía Bernardo Neustadt, el doctor Benegas Lynch acusó de estatista -o poco menos- a María Julia Alsogaray. El padre intelectual de varios de los referentes libertarios del siglo XXI era este economista ultraortodoxo, que fue entrevistado para un dossier especial de aquel número de Crisis sobre el liberalismo, en pleno traspaso del alfonsinismo al gobierno de Menem. Sobre el final, una pregunta directa incomoda al teórico.
29 de Abril de 2022

 

¿Cuáles son las diferencias teóricas entre conservadorismo y liberalismo?

-Históricamente el conservadorismo proviene de la revolución inglesa en 1688 y quería conservar los privilegios del régimen de Jacobo II, sustituido por Guillermo de Orange y María Estuardo, que establecieron un régimen liberal. Los conservadores representaban a los intereses creados de la época. Hoy, hablar de conservadorismo quiere decir más bien conservar, en muchos casos, los principios liberales, como el Partido Conservador de Gran Bretaña -un ala, por lo menos- y el ala liberal del Partido Republicano en los Estados Unidos, que se llama "conservador". Personalmente, la palabra no me atrae, porque en la Argentina hay muy pocas cosas que conservar al acentuarse una pendiente intervencionista, estatista, de corte socializante, desde hace por lo menos 45 o 50 años. Hayek, Nobel de Economía, escribió Los fundamentos de la libertad, un libro cuyo último capítulo se llama ''Por qué no soy conservador'', donde explica lo que básicamente estoy diciendo…

¿Usted coincide con los conservadores-liberales norteamericanos o ingleses?

-Hoy son más o menos la misma cosa. Yo objeto al conservadorismo que quiere mantener estructuras anquilosadas o privilegios. Un empresario en el mercado libre es aquel que para mejorar su patrimonio no tiene más remedio que mejorar la condición social de sus semejantes. En sistemas estatistas como el nuestro los empresarios tienden a convertirse en barones feudales. Les hacen un lobby a los gobernantes para conseguir subsidios, protección arancelaria y prebendas personales. Ir contra el "establishment" me parece entonces fundamental como objetivo liberal. Cuando un empresario pide un subsidio le está pidiendo al gobierno que le meta la mano en el bolsillo a otros. Y los que pagan el pato son los ciudadanos comunes que no tienen cámaras empresarias ni lobby. Es como si la sociedad fuera un círculo enorme en el que cada uno tiene metida la mano en el bolsillo del otro. Y esto, así, es invisible...

Entonces, ¿a quién tiene que proteger el Estado?

-La única diferencia entre gobernante y gobernado es que los gobernantes tienen los tanques. Y es muy delicado el saber qué va a hacer con ellos. Proteger los derechos de todos, evitar que haya trampas o tratarnos como hijos deficientes mentales, que no sabemos qué hacer con nuestros ingresos, ni con la educación de nuestros hijos. Es curioso que las consideradas conquistas sociales son, en realidad, estafas fenomenales al ciudadano. La jubilación, por ejemplo. Es un espectáculo denigrante en la Argentina ver gente con pelo blanco haciendo cola en esos mamarrachos llamados bancos oficiales. Una de las cosas fundamentales es abrir la competencia y que la gente pueda aportar allí donde cree que van a servir mejor a sus intereses.

¿Y quién controla a esas instituciones?

-En competencia abierta una institución le hace la auditoría a la otra, todas competirían en interés del futuro jubilado. Y si alguna hace trampas, el gobierno -al no estar metido en eso-­ hace justicia y, ante una denuncia, todo el aparato de la ley cae sobre el culpable. Pero si es el gobierno el que recibe sus aportes y usted se da cuenta de que le hace trampas, ¿a quién va a denunciar? Aquí el gobierno es comerciante, agricultor, banquero, Industrial, telefónico, petrolero...

Cuando usted habla de nuestros derechos, ¿a qué derechos se refiere?

-Al derecho de todos a decidir sobre el fruto de nuestro trabajo y nuestras vidas. Sin ministros que nos digan que el proyecto es tener agua pesada o siderurgia. Decidir nosotros cuál va a ser el proyecto, si vamos a vender caramelos, lámparas o vestidos...

Pero históricamente está demostrado que gobiernos conservadores o liberales han utilizado la fuerza para reprimir a la mayoría del pueblo…

-No, no, no. Yo diría esto: aquí no hay vestigios de liberalismo desde hace 50 años. Y si lo que tenemos en mente con esa pregunta es al Proceso de Reorganización Nacional, ese gobierno militar es un ejemplo adicional de estatismo, de prepotencia política y económica. Aquí, con charreteras o sin ellas, un partido u otro, siempre estamos esperando al prepotente de turno que va a decidir sobre la suerte de los demás. La definición más precisa de liberalismo es la de respeto irrestricto a nuestro prójimo. Para lo único que puedo usar la fuerza como gobernante es cuando alguien le pega a otro o hace trampas, pero no para decirle a usted qué tiene que hacer de su vida.

Volviendo al principio, ¿hay un ala conservadora en el liberalismo?

-Puede haber gente que se dice liberal y en realidad son conservadores. El liberal es un espíritu revolucionario, el conservador quiere mantener el statu-quo. En la Argentina hay muchísimas cosas que cambiar. La educación, por ejemplo, es uno de los espectáculos más autoritarios, el ministro decide los programas y la bibliografía como, si en lugar de ser seres únicos, irrepetibles y que hace una diferencia para el universo que hayamos nacido, fuésemos una masa amorfa de carne. No se contempla la competencia en el plan educativo, con un sistema de puntas abiertas, distintos sistemas de promoción y alternativas en la relación educador-educando. Borges decía que la diferencia entre un país civilizado y otro que no lo es, es que en el primero a la gente no le importa mucho quien es el ministro porque todos están embretados por la ley. Aquí importa mucho saber quién es porque nos va la vida en eso, porque tiene tal poder que hay que saber cómo funciona su hígado, cuales son los valores de su madre, su novia o su amante, porque todo eso va a influir en el gobierno. Ahí está, repatingado en mullidos sillones, lleno de boisserie, cortinas, el señor ministro. Cuando va un empresario a verlo, debería echarlo y así las multinacionales o las nacionales no perderían el tiempo yendo a pedir subsidios.

¿Quiénes son los liberales en la Argentina?

-Hacer referencias personales es antipático. Yo soy liberal y creo que se ha avanzado muchísimo en la compresión de la idea, en el ámbito académico con chicos de entre 19 y 25 años se ha cambiado notablemente. Cuando yo estudiaba en la Facultad, decirse liberal y sarnoso era lo mismo. Ahora usted puede hablar de privatización sin que lo fusilen por traidor a la patria. Y hay gente que se ha dado cuenta de que los ferrocarriles pierden 2 millones y medio de dólares cada 24 horas y que eso se está pagando con el salario de los obreros.

¿Cuál es la palabra? ¿Privatización o desnacionalización?

-Yo diría desestatización. Y la pregunta está bien. Por ejemplo, ahora se piensa dividir al país en tres zonas y darle a tres barones feudales tres monopolios telefónicos. Eso no tiene nada de liberal. Liberalismo quiere decir que cualquiera, de cualquier parte del mundo, puede competir si es que presta mejor el servicio. No se trata de pasar a monopolios privados, sino de tener mercados abiertos. Y volviendo a una pregunta que usted me hizo, el Estado debe proteger los derechos de todos los ciudadanos.

Pero eso indicarla que todos son iguales...

-No. Todos somos distintos, no hay más que miramos para darse cuenta. El asunto es que tenemos iguales derechos, que es distinto. Alberdi repetía que el gobierno debe hacer justicia y no jugar al comerciante, al agricultor, al industrial o al banquero.

¿Qué es la libertad para el liberalismo?

-Es la ausencia de coacción ilegítima de otros hombres. La fuerza se debe usar para prever únicamente actividades ilegítimas.

¿Qué opinión le merece un pueblo que se levanta contra la voluntad de otro?

-Hay que ver cuál es la premisa. Alberdi decía que dejamos de ser colonia de España y fuimos colonia de nuestros gobiernos. Cuando 70 centavos de cada austral va a las arcas del gobierno, esto no es explotación de afuera. Somos siervos de la gleba, somos esclavos...

Pero un país, ¿tiene derecho a sojuzgar a otro?

-No.

¿Y si ese pueblo se levanta contra esa dominación, qué le parece?

-Un pueblo admirable. Pero, repito, hay que ver cuál es la premisa, dónde está el sojuzgamiento y dónde la estupidez, Es típico de la Argentina vivir buscando chivos expiatorios. Pero somos nosotros los responsables. Es decir, los gobiernos que han manejado las cosas así. Hay que detenerse con los slogans y las frases hechas y hacer un paréntesis para ver qué nos ha pasado. ¿Son conquistas sociales la jubilación estatal, la inflación, los nuevos ministerios, secretarías? ¿O tenemos que pagarlos nosotros?

¿Pero ¿un gobierno liberal no ejercería el Poder también?

-Ese es el punto más importante y neurálgico de la filosofía liberal. Es limitar esa cuota de poder. Aunque haya liberales en el gobierno, es esencial que haya oposición, porque las alfombras rojas los marean a todos. Es necesario recortar y acotar el poder político.

¿Hay algún país que lo haya logrado?

-Bueno, digamos... relativamente están definidos Inglaterra o la Argentina cuando fueron modelos de países civilizados, en la medida en que lo hicieron. La Carta Magna de 1215 en adelante habla de frenos al poder político. Por ejemplo, ¿la mayoría puede decidir mandar a un campo de concentración a los hijos de la minoría? No, sería una barbaridad. Y para eso es una constitución. Los liberales son los más desconfiados del poder que puedan existir sobre el planeta. Porque "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente".

¿Qué hacen los liberales frente al poder ejercido por la fuerza de las armas?

-Sea por las armas o por el sufragio... Hitler fue al poder con el 40% de los votos y nadie en su sano juicio puede decir que hizo un gobierno democrático. Porque, ¿qué es la democracia? ¿Salir y entrar del cuarto oscuro solamente? ¿Que los gobernantes hagan su campaña electoral y cuando salimos del cuarto oscuro somos unos cretinos absolutos que no podemos siquiera decidir a qué obra social vamos a aportar? Tenemos que preocuparnos del poder ilimitado del Parlamento, porque cuando los tiranos son muchos son peores. Las Fuerzas Armadas y de Seguridad están para proteger los derechos. Si empiezan a los bastonazos porque les dio la gana, eso es un atropello.

¿Y qué hacen los liberales frente a eso?

-¿Qué hacen los liberales? Gritamos, escribimos, es lo que personalmente he hecho. Tratamos de oponernos a todo lo que sean extralimitaciones del poder.

¿Usted podría escribir sobre el fenómeno Bussi en Tucumán?

-Bueno, no... no..., no lo conozco. Yo diría que Bussi es un Perón en potencia. Me parece un peligro fenomenal. Es lo único que le puedo decir de Bussi.

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