En ocasiones, un video de smartphone puede ser mas expresivo que el estudio más sofisticado de un consultor político. Este muestra a un auto de gama media, con la suspensión medio vencida; transita despacio por la única calle de Cáhuil, caserío ubicado en la ribera norte de la laguna salada que le da su nombre. Es la tarde fresca del 23 de octubre de 2019 en Valle de Colchagua, Chile Central. Las brisas que llegan del mar cercano compiten con los instrumentos de bronce que tocan músicos jóvenes, marchando. Un niño saluda desde el interior del vehículo. En una tela desplegada sobre uno de los costados del vehículo se lee: “Bajen las armas. Suban las pensiones”.
Dos horas y media hacia el norte, por la misma costa que recibe al Océano Pacífico, se encuentra Parque Tricao, reserva ecológica de cien hectáreas. En febrero se inauguró allí el aviario más grande de Sudamérica. Ocupa un valle de dos hectáreas cubierto con redes, donde es posible avistar cerca de 900 aves de 50 especies exóticas traídas de todas partes del mundo. A 25 metros de altura un puente de 52 metros de largo cruza los aires y el visitante se ve rodeados de cantos y chillidos que nunca escuchó antes.
Tricao también posee una réplica de los jardines donde Claude Monet pintó sus famosos nenúfares que prefiguran la pintura abstracta. El deleite que ofrece el parque incita al visitante a sentirse agradecido con el multiempresario Luis Alberto Fernández, de 80 años, por haber decidido invertir 20 millones de dólares durante 12 años para crearlo, en lugar de levantar otro horrible centro vacacional de acceso exclusivo.
¿Cómo ha hecho su fortuna Fernández? De muchas formas, pero el gran golpe fue la venta de su participación en la Isapre Banmédica en 2018. Las Instituciones de Salud Previsional (Isapres) son entidades privadas que funcionan en base a un esquema de seguros. Fernández logró que UnitedHealth Group le pagara 800 millones de dólares.
***
@MiliEight es una morocha. Cortoveinteañera y labios de churrasco. Su mamá, cuenta, ya no le habla. 28 personas han dejado de seguir su Twitter. Vive en Santiago y desde ahí lanza esquirlas verbales por medio de esa red:
20 oct.
Los delincuentes están saqueando todo a su paso y lo están vendiendo... luz, agua, salud, educación, carreteras, cobre. Si, ya saben de que delincuentes hablo. #ChileSeCanso #ChileDespertó #RevolucionChilena
21 oct.
A mi tío le quemaron y saquearon el súpermercado que tenía en San Antonio... todavía me acuerdo cuando me instó a votar por Piñera por que el país estaría más seguro. #EstoPasaEnChile #PiñeraRenuncia #RenunciaPiñera #NOEstamosEnGuerra
22 oct.
Si los pacos y los milicos nos devuelven todo lo que se robaron, reponemos todas las estaciones quemadas en 5 días y hacemos 4 líneas de metro nuevas. #QueSeVayanLosMilicos
22 oct.
#PiñeraDictador das puros paracetamol QUE POR CIERTO ES LA ÚNICA WEA QUE DAN EN LOS CONSULTORIOS. #RenunciaPiñera #ChileEnHuelga #ChileEnLlamas #ChileEnCrisis
23 oct.
Me enferman el tipo de excusas “Igual es tu mamá, papá, tu herman@, tú no votaste, Piñera no va a renunciar”. Tóxico es tóxico, tenemos el derecho a cortar con los lazos que nos hacen mal. #QueRenuncienTodos #PiñeraRenunciaAhora #RenunciaChadwick #ChileEnCrisis
***
Los chilenos siempre han estado orgullosos del Metro santiaguino. Carros franceses con ruedas de goma. Amplitud, limpieza, eficiencia. Durante sus primeros 20 a 25 años de servicio nadie se sentaba en el piso de un carro. Nada de vendedores de nada. 7 líneas, 136 estaciones y 140 kilómetros. Un no-lugar. Un espacio ajeno a la Historia. Pero cuando poco menos de tres millones de personas transitan por un sistema diariamente, es muy improbable que se lo pueda extirpar para siempre del mundo de los símbolos y las emociones. Estudiantes secundarios y jóvenes anarquistas lo entendieron. No tenían que ser genios: el 2 de septiembre pasado los jóvenes rebeldes en Hong-Kong habían atacado las cajas y los torniquetes en el sistema de transporte subterráneo, MTR, luego de que la policía hiciera detenciones masivas en el sistema el 31 de agosto. No fue la única vez. Los medios chilenos llevaban tres meses mostrando y, en buena medida, elogiando, la resistencia contra las medidas dictatoriales en aquella ciudad.
La posibilidad estaba en el aire. El gobierno la empujó al alzar la tarifa de $800 (US$ 1,13) a $830 (US$ 1,17). El 18 de octubre los estudiantes del Instituto Nacional (equivalente al Nacional Buenos Aires) llamaron a una evasión masiva. El presidente Sebastián Piñera respondió anunciando que invocaría la “Ley Antiterrorista”: hasta diez años de prisión para “todos aquellos que resulten responsables de causar daños en los bienes del Metro de Santiago y al mismo tiempo impedir que este pueda desarrollar normalmente su funcionamiento”. El 20 de octubre Santiago amaneció con 78 estaciones quemadas o parcialmente destruidas.
Un dato es revelador. Cuando se mira el mapa de las estaciones quemadas o atacadas, prácticamente la totalidad se encuentra en barrios pobres o de clase media baja. La que se ubican en los sectores de clase media tradicional, clase media alta y clase alta no presentan daños, con la solitaria excepción de Pedro de Valdivia, en Providencia. La única línea ubicada en barrios no opulentos que salió casi indemne es la que corre por antiguos barrios obreros.
Cerca de las 11 de la noche del 18 de octubre el edificio corporativo de la firma italiana de generación y distribución eléctrica Enel, en Santiago, estaba en llamas. En realidad, lo que se quemaba era su escalera de emergencia y dos de sus pisos superiores. Se hablaba de una explosión que, pocos antes de las 10, había dado inicio al fuego. Con el 40 por ciento del total de las ventas en el área de las distribuidoras y dos millones de clientes, la compañía es un gigante energético. Un dato llama la atención. Esa noche ninguna otra sede corporativa fue atacada. Pero, la verdad sea dicha, Enel y todo el sector de la distribución han hecho esfuerzos para ser odiados.
Una de las últimas medidas aprobadas en el gobierno de centroizquierda de Michele Bachelet fue una ley, enero de 2018, que estableció el cambio obligatorio de los medidores eléctricos en todos los hogares del país. Nadie objetó nada en el Congreso. ¿Costo? Mil millones de dólares. ¿Forma de pago? Suba del costo de la electricidad bajo la figura de “servicios asociados”. Todo el proceso “habría pasado piola”, como se dice en la jerga popular, si no fuera porque el medio de comunicación CIPER lo revelase el 1 de marzo de 2019. Las empresas eléctricas negaron que el cargo fuera a costa de los clientes y acusaron al medio de difamarlas. Pero Piñera mismo lo reconoció: “Los usuarios pagan todo”, dijo. Sobre llovido, mojado, en Chile la Ley de Servicios Eléctricos (establecida durante la dictadura) asegura a las distribuidoras un 10% de rentabilidad antes de impuestos. Enel ganó alrededor de US$ 567 millones en utilidades (2017), en tanto que todo el sector de distribución se embolsó unos US$ 975 millones.
***
El sociólogo experto en consumos e industrias culturales, Carlos Catalán, ha recorrido un largo camino desde que regresó de su exilio en Italia. Ha visto al país cambiar mucho y no cambiar nada. Pero hay una cosa indiscutible: Chile sigue siendo el país de “Don”. Don Jorge, Don Manuel, Don Eduardo… Hay gente “de calidad”, y están los otros, los “flaites”, “rotos”, “rascas”, “medio pelo”.
“Aquí no pasa lo que ocurre en Argentina donde el mozo es igual a ti”, dice Catalán. Hay un set de reglas para los que viven de Plaza Italia para arriba y otro para los que viven de Plaza Italia para abajo. Por el inmenso rosario de criminalidad de guante blanco que ha asolado al país nadie está preso.
“La colusión de las farmacias, ¡se castigó con clases de ética!”. Redes de farmacias que se pusieron de acuerdo para fijar precios y repartirse el mercado, le subieron el precio de manera simultánea a 222 medicamentos, la mayoría usados en enfermedades crónicas, y ahora controlan el 90% de la venta de fármacos.
***
En 2009 el ahora presidente Piñera tenía acciones en una de las cadenas (Farmacias Ahumadas), pero declaró no tener idea de lo que ocurría en ella. Puede ser. Sin embargo, el gerente general en ese entonces, Sergio Purcell, un ex alumno suyo en la Universidad Católica, hizo luego un larga carrera en puestos ejecutivos en Bancard, Puma Chile, Adelco, Lan Chile y Lan Perú, todas empresas del grupo económico del ahora presidente. A la larga las empresas pagaron multas y sufrieron castigos administrativos, pero los autores de los delitos salieron libres de polvo y paja. El fenómeno se repitió con el papel higiénico y los productores de pollo.
El presidente de Enel, Herman Chadwick Valdés, es hermano del ministro del Interior de Sebastián Piñera, Andrés Chadwick Valdés. Herman fue alcalde nombrado “a dedo” por Augusto Pinochet para la comuna de Providencia (en Santiago) y también ocupó la presidencia de la Asociación de Concesionarios de Obras de Infraestructura Pública, entre otros cargos. Además, es primo del presidente Piñera; y por medio de su hermana, la encantadora María Teresa Chadwick, cuñado de José-Antonio Vieragallo, intelectual, opositor, ex ministro, ex diputado, ex senador y ex embajador de Chile en Argentina. Este último, con María Teresa, tienen tres hijas: las tres artistas, dos de ellas de alto perfil público; primas a su vez de Patricio Fernández Chadwick, novelista, periodista y director del semanario crítico The Clinic. Solo un botón de muestra de la endogamia naturalizada de las elites en Chile.
Volviendo al incendio de Enel, no sería raro que alguien hubiera decidido rostizar simbólicamente dos pájaros con un mismo incendio.
***
El 21 de octubre, el académico Rodrigo Araya participa en una marcha que avanza por la calle Libertad en la ciudad de Viña del Mar. En un momento advierte una conversación acalorada. Se acerca y ve cómo unos quieren saquear una farmacia y otros apuestan a disuadirlos.
“Luego de convencerlos de que no lo hicieran -recuerda-, un chico de unos veinte años me mira y me pregunta: "¿Por qué defiendes a los ricos?".
Lo que le nace responder a Araya es: “no estoy haciendo eso... Estoy tratando de crear mayoría”.
Hablando de elite, es bueno recordar que el presidente Piñera no sólo es un empresario que hizo carrera como político y logró presentarse como alguien que podía entender a la gente común. Es el quinto hombre más rico de Chile y su fortuna está estimada por Forbes en 2.800 millones de dólares. Cuando Cecilia, su mujer, partió con él hacia Chicago para que Piñera estudiase economía en la universidad que se hizo famosa por su escuela neoliberal, no debió soñar con que llegarían a ser tan ricos. Después de todo, el padre del actual presidente, que fue embajador en Washington entre 1964 y 1970, durante el mandatato de Eduardo Frei Montalba, era un hombre al que nadie podría haber calificado de millonario.
La riqueza suele ser una gran prueba para la inteligencia y el corazón de las personas. Basta con leer los libros de Historia para comprobar que la mayoría no la pasa. Es el caso de Cecilia Morel. El 22 se conoció un audio de WhatsApp en que le confesaba a su amiga los miedos que la atormentaban ante la situación política. Tras describir lo que parece haber sido una alucinación del gobierno (un plan según el cual los manifestantes habían intentado tomar el aeropuerto y quemar un hospital), confesaba con angustia: “(…) O sea, estamos absolutamente sobrepasados. Es como una invasión extranjera, alienígena. No sé cómo se dice, y no tenemos las herramientas para combatirla”.
“En el anecdotario de las ciencias políticas, lo de Cecilia Morel va a ocupar un lugar importante”, dice Yerko Ljubetic, abogado y consejero de Instituto de los Derechos Humanos (INDH). “Fue como eso de ‘Si no tienen pan que coman pasteles’ de María Antonieta”. La verdad es que aquella reina jamás afirmó tal cosa pero se lo adjudicaron por su vida dispendiosa, la que le valió el mote de Madame Déficit.
Ljubetic en su juventud fue el primer presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) durante la dictadura. “El INDH mira todo lo que sale (en las redes) y se lo manda a la unidad jurídica que investiga”. ¿Qué es lo que sale? El resultado de la decisión tomada el 19 de octubre por Piñera, quien decretó el Estado de Emergencia y ordenó a las Fuerzas Armadas operar en las calles para restablecer el orden público. Dijo que estaba en guerra.
Algunos se lo creyeron. “Antenoche (22) no nos querían dejar entrar a la Posta Central (hospital público del centro de Santiago). Dentro había un tipo muerto a patadas por los carabineros. El director actual de la Posta fue director del Hospital de Carabineros. Era para que ni viéramos eso. Tuvimos que ir con un juez”, cuenta Ljubetic. Para él la represión, por ahora, “no es los setenta, pero es muy brutal”.
No mortal aunque más ominosa fue la detención, también el 22, de la militante comunista Valentina Miranda. “Detectamos varias situaciones de seguimiento a esta dirigente”, indica el defensor de los derechos humanos. Esa noche carabineros la buscaron en un edificio y se la llevaron con su pareja y la madre de éste. “Una cosa es la represión al voleo. Otra es seleccionar. Este es un punto que estamos mirando con especial cuidado. No digo que se vaya a producir, pero hay que seguirlo con atención”, dice Ljubetic.
No pocos consideran a Piñera un aprendiz de dictador. No lo es. Y parece difícil que se arriesgue a serlo. En la mente de cada uno de nosotros, sin embargo, como decía el psicoanalista estadounidense Cristopher Bollas, siempre hay un partido fascista esperando su oportunidad para dar el golpe. Ese momento en que todo se vuelve dual, blanco o negro, y los otros se dividen entre buenos y malos.
Carlos Catalán estima que el Presidente está sometido a una gran tensión psíquica. “Conociendo su psicología esto es lo peor que le podía pasar a alguien como él. Su objetivo es pasar a la Historia, pero no como un villano”. Y en eso se está convirtiendo, por la opción que tomó aconsejado por los halcones de su gobierno: “Estamos en un camino largo. De agotamiento. Su apuesta es que la demanda de orden va a primar sobre el resto de las demandas”. El sociólogo estima que, al Presidente, “no le preocupa la izquierda, le preocupa ser sobrepasado por (José Antonio) Kast, el líder emergente de la ultraderecha neopinochetista”.
El gobierno cayó en el mar de la arena movediza de millones de personas que tienen dos cosas en común: el sentirse abusadas (y expresar su voluntad del cese de sus sufrimientos) y el odio a Piñera. “Se trata de una movilización apartidaria. Muy anti Piñera. No es muy consistente. Está disponible para cualquiera que no sea Piñera”, dice Catalán.
***
El centro de la insatisfacción proviene de un equívoco que muchos chilenos perciben: “Una clase política que habla de un país muy estable, muy próspero, de que todo está bien; y el día a día de la gente en que sienten que sus vidas están completamente fuera de control”.
En marzo pasado se reveló que Chile era el país más feliz de América Latina. En un restaurante temático dedicado al poeta Pablo Neruda, Barrio Bellavista de Santiago, un ayudante de cocina giró su rostro incrédulo: “Las huéas que inventan”.
La contradicción se manifiesta de esta manera: la posición general de Chile en el 2019 World Happiness Report es 48, pero en la categoría “Percepción de libertad personal para elegir el curso de su vida” es 98. Puedo amar y ser amado, querer a mis hijos, disfrutar del fútbol, tener un techo sobre mi cabeza y, aún así, tener mi vida fuera de control. La ironía es que el sistema les dice que viven en un semi paraíso, pero llegada la hora de la enfermedad, el pago de la educación, la jubilación y el consumo no básico la única salida es endeudarse.
En Chile quizás no haya funcionarios corruptos que decidan la vida y el destino de las personas, pero hay algo igual o más temible: ejecutivos que deciden la vida y el destino de las personas sobre la base de un algoritmo o porcentaje de rentabilidad asegurado. El dinero se ha convertido en la medida de todas las cosas, de una manera muy colonial: el dinero se usa para generar relaciones que, luego, generarán dinero. El capital se convierte en capital simbólico que luego deviene otra vez dinero y más capital simbólico. Es una rueda de karma que hace felices a los que logran ponerla a rodar.
A veces, claro, la rueda realmente vuela y ocurren cosas como ésta: una estudiante universitaria le pide a su padre millonario que le alquile un buen departamento en un barrio. La joven lo necesita para hacer creer a sus compañeras el día que celebrará su cumpleaños que vive allí y no en el palacio moderno, obscenamente rico, en que verdaderamente reside. Los lujos de su familia son tantos que la harían sentirse avergonzada frente a sus nuevas compañeras de curso.
El viernes la pulseada siguió y los movilizados vuelven a doblarle la mano al gobierno. Una manifestación que convoca a 1,2 millones de personas repleta Plaza Italia y todas las avenidas aledañas. “Una manifestación plagada de cantos, expresiones y movimiento de uno y de todos. Creativos carteles por doquier, lúcidos y claros en sus demandas. Felicidad, pero también exigencia de libertad, dignidad y respeto. Efervescencia, exigencia ¡pueblo temarario!”, dice la escritora Bernardita Bravo Pellizolla. Gatopardismo, desesperación o cinismo, el presidente Piñera tuitea:
La multitudinaria,alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza.Todos hemos escuchado el mensaje. Todos hemos cambiado.Con unidad y ayuda de Dios, recorreremos el camino a ese Chile mejor para todos.
Desde su almena tuitera, @MiliEight le responde automáticamente: “Oye WN... la marcha es en contra tuya. #PiñeraRenuncia #LaMarchaMasGrandeDeChile”. “WN” es la abreviatura de “weón”, que viene de “huevón”, que sigifica imbécil o algo parecido. Otros son más amargos y sarcásticos: “se robaron todo y ahora se quieren robar la marcha”.
Luego de herir a 997 personas (413 por armas de fuego, más de 100 de gravedad) y de haber matado a 23 ciudadanos, el gobierno finalmente anunció el fin del toque de queda y el presidente le pidió la renuncia a todo su gabinete. Pero en las redes se convoca a otra marcha gigante para el lunes. Como en la vieja parábola zen del maestro y el samurái, Piñera todavía parece no entrever hasta qué punto él mismo abrió con entusiasmo las puertas del infierno.