No está claro por qué los nacidos en Santiago de Chile se sienten “santiaguinos”, mientras los de Santiago del Estero se creen “santiagueños” y los de Santiago de Cuba se dicen “santiagueros”. ¿Ordenamiento impuesto por la Real Academia de la Lengüa Española? ¿Pura casualidad? ¿O auto-organización terminólogica de los pueblos? Más obvio resulta comprender, en todo caso, por qué la gente de Valparaíso se identifica como “porteña”, al igual que quienes vivimos en la Ciudad de Buenos Aires.
El asunto es que desde hace una semana, en Chile, casi todos hablan del desafío que “las porteñas y los porteños” lanzaron al sistema político trasandino, al elegir como alcalde de la ciudad de los poetas y los mariscos a un tal Jorge Sharp, candidato del Pacto Urbano La Matriz, una plataforma de grupos de izquierda y asociaciones vecinalistas que alcanzó el 52 por ciento de los votos, duplicando la performance de los partidos mayoritarios que cogobiernan al país más neoliberal del continente desde que Pinochet les entregara, allá por 1990, el control de La Moneda.
El flamante alcalde de 31 años pertenece, además, al Movimiento Autonomista, una fuerza política surgida de la rebelión de los pingüinos. Su principal referente es Gabriel Boric, treinta pirulos, electo en 2014 diputado nacional por la región de Magallanes y la Antártica, o sea que viene bien de abajo. Lo que sigue es una entrevista electrónica al diputado Boric, al calor de una semana de agite y reseteo.
Pero antes, un comentario más: ha sido tal el revuelo causado por el triunfo de estos cabros radicalizados en la segunda ciudad del país, que hay quienes especulan con la posibilidad de que alguno de ellos pegue el zarpazo en las presidenciales del año que viene. “Tan grande es la crisis del sistema político y tan mísera la oferta de las estructuras tradicionales, que no sería raro un Boric presidente en 2017. No es impensable que llegue al balotaje”, se entusiasma un analista.
Sin embargo, la transición pactada siempre guarda una as en la manga: para llegar al cargo más alto del estado hay que tener 35 años. Según la primera Constitución chilena, sancionada en 1828, con treinta bien cumplidos bastaba, criterio que se mantuvo en las de 1833 y 1925; pero en 1980 la Reforma pinochetista elevó a cuarenta el requisito, y la última Constituyente del año 2005 promedió la exigencia etaria en 35. Las últimas noticias provenientes de allende la cordillera anuncian debates en el Parlamento sobre la posibilidad de introducir una enmienda constitucional para que las jóvenes promesas puedan participar.
Veamos entonces lo que uno de ellos tiene para decirnos.
La victoria de La Matriz en las elecciones municipales de Valparaíso sorprendió al sistema político chileno. ¿Cómo se explica este triunfo y qué proyección le adjudican?
Los porteños y las porteñas demostraron que ya no están disponibles para el chantaje del mal menor y que son capaces de organizar su descontento y transformarlo en una propuesta política para el puerto. Nosotros hicimos un proceso de primarias ciudadanas con muchos movimientos y vecinos independientes. Tenemos la satisfacción de haber demostrado que es posible levantar una alternativa profundamente democrática para autorepresentar los intereses de los y las porteñas. Con esto se termina la democracia en la medida de lo posible en el puerto y se abre paso a la posibilidad de transformar Chile.
La abstención alcanzó niveles récords en estas elecciones, incluso en Valparaíso, y solo votó el 33 por ciento del electorado. ¿La población ya no confía en que la política sea la forma de cambiar la sociedad?
La enorme desafección de la ciudadanía con la política no es accidente, ni es solo atribuible a los escándalos de corrupción del último tiempo. Los casos de corrupción no hicieron más que develar una relación estructural entre el empresariado y la política de la transición. La crisis tiene raíces más profundas, es producto de un aumento de la conflictividad social y una incipiente politización que ha logrado identificar el malestar con el modelo y sus administradores. El tejido social se ha ido articulando desde fines de los noventa, con un punto cúlmine en las movilizaciones estudiantiles, para exigir demandas que el poder no puede procesar sin tocar los intereses de quienes les han financiado durante todos estos años: el empresariado.
¿Imaginan al nuevo gobierno de Valparaíso como el primer paso hacia una transformación de fondo, como sugieren las hipótesis municipalistas, o es poco lo que puede hacerse a escala local?
Es importante recordar que acá se expresan años de construcción social y política. Jorge ha estado a la cabeza del Movimiento en Valparaíso por muchos años, trabajando en el mundo estudiantil, con sindicatos y sectores excluidos de la política tradicional. Ahora viene el enorme desafío de recuperar Valparaíso para los porteños y porteñas. La ciudad lleva muchos años de abandono, mercantilización y de asuntos bien irregulares. Además de estar a la altura de un municipio con alta capacidad administrativa, eficiente, transparente y probo, debemos aprovechar los gobiernos locales como instrumentos que permitan la participación en la base de la sociedad. Este municipio va a tener la vocación de que las comunidades construyan una política que supere aquella que ha estado al servicio de la elite y el dinero.
El alcalde electo, Jorge Sharp, forma parte de tu misma organización, la cuál durante los últimos meses ha iniciado un replanteo. ¿Nos podrías comentar hacia dónde se orientan?
Los resultados en Valparaíso muestran que Chile está listo para construir una nueva alternativa política. Yo creo que esto es un adelanto de lo que viene en la política en Chile. Como Movimiento Autonomista estamos muy orgullosos de haber encabezado esta apuesta, pero entendemos que este es un triunfo que solo fue posible porque trabajamos unidos con otros sectores reunidos y expresados en las primarias ciudadanas. Y ese trabajo hay que profundizarlo y proyectarlo a otros territorios. La candidatura de Jorge se armó desde una plataforma ciudadana que hizo propuesta bien concretas para Valparaíso, que pueden revisar en detalle en su programa municipal: http://jorgesharp. cl/programa/
En el camino hacia esta alternativa nacional, ¿imaginan una plataforma amplia de acuerdos que incluya a sectores de la Nueva Mayoría, o privilegiarán el vínculo con las fuerzas de izquierda?
Entendemos que tenemos que ser capaces de articularnos con fuerzas más allá de la izquierda: sectores medioambientalistas, agrupaciones ciudadanas, etc. Lo que también tenemos muy claro es que nuestra emergencia como fuerza política solo es posible por fuera de la Nueva Mayoría.
¿Qué margen ven para un eventual gobierno transformador en el marco de la democracia neoliberal existente?
Esta elección deja claro que es posible que emerja una fuerza nueva que empuje los cambios, con autonomía de los grupos empresariales que han transformado a Chile en un mall donde todo se compra y se vende. Queremos convocar a todos los sectores que creen que debemos mirar más allá del mercado para definir el modo en que vamos a convivir, el mercado no sabe de protección, no sabe de cuidados, no sabe de derechos, no sabe de justicia, no sabe de igualdad. Necesitamos un nuevo modelo de sociedad y en Valparaíso vamos a mostrar que es posible hacer las cosas de otra forma.
Hay procesos recientes en los que la voluntad de modificar los pilares estructurales del neoliberalismo no alcanzó. ¿Cómo valoran las experiencias de Syriza y Podemos?
Las miramos con mucho interés y, de hecho, hemos conversado con Pablo Iglesias en España y hemos apoyado su proceso a la distancia. Creo que hay mucho que aprender de procesos como el español, el boliviano, el uruguayo o el ecuatoriano, pero que en Chile tenemos que ser capaces de formar nuestro propio camino. Mariategui, un intelectual peruano decía “ni calco ni copia, sino creación heroica”.
En el año 2019 hay elecciones presidenciales y las opciones de los partidos mayoritarios no entusiasman. ¿Es posible y desable intentar llegar a la presidencia en el corto plazo, desde una fuerza política en gestación?
Estamos dando precisamente ese debate en el marco de nuestra constitución política como movimiento. Sabemos que estos son procesos largos y que solo es posible ofrecer una alternativa real con inserción territorial y completa autonomía del empresariado.
Desde Argentina y Brasil se percibe una alteración del ciclo político. Vuestra experiencia, ¿es una expresión más de esa oleada de gobiernos progresistas que, al decir de Álvaro García Linera, podría volver a expandirse, o es concebida como una nueva generación con su propia imagen de la política y el cambio social?
Nosotros tenemos una vocación profundamente lationamericanista y entendemos que las luchas que hemos estado dando en Chile son muy similares a las que han estado dando otras organizaciones en el resto del continente. Creemos que es posible volver a conquistar el sentido común de la gente, a esas personas que les duele la sociedad actual como nosotros y que creen que de ese dolor puede nacer un nuevo escenario. Los acogotados por las deudas, las jubiladas, los estudiantes, las mujeres que sufren el machismo brutal de nuestra sociedad, los desencantados de la alegría concertacionista que nunca llegó, las que sueñan con un país en que seamos realmente libres e iguales, los que no están dispuestos a seguir basando nuestro desarrollo en la destrucción de nuestra naturaleza, los que entendieron que la sociedad no es simplemente una colección de individuos y que tenemos el deber de cuidarnos entre tod@s.