Los hechos son públicos y no parecen conectados entre sí, pero llaman la atención si se los mira con la perspectiva de una campaña electoral donde el oficialismo tiene muy poco para ofrecer al electorado.
El miércoles 7 de mayo, la bióloga del Conicet Marina Simian saltó a la fama en el programa ¿Quién quiere ser millonario?, conducido por Santiago del Moro en Telefe, donde denunció la precarización del organismo del que forma parte y anunció que iba a destinar los 500 mil pesos que obtuvo como premio para financiar sus investigaciones hasta fin de año. En las redes sociales circuló el video del programa, que los usuarios compartían como denuncia del estado actual de la ciencia, cuyo apoyo estatal había sido una consigna de campaña de Macri en 2015. Por unos días, la realidad de la crisis económica pareció haber atravesado el blindaje mediático del gobierno. Después se conoció que Simian es la esposa de Esteban Galuzzi, Subsecretario de Tránsito y Transporte del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Unos días más tarde la científica se reunió con el propio presidente de la Nación, en un encuentro ampliamente difundido durante el cual le realizó los reclamos correspondientes a su sector. Finalmente, su firma apareció en la solicitada de artistas e intelectuales que apoyan la reelección de Mauricio Macri.
“El gobierno de Mauricio Macri respetó la división de poderes y se abstuvo de utilizar las herramientas del Estado para fines partidarios. Un ejemplo de ello fue la gestión de los medios públicos, antes usina de propaganda oficial, ahora al servicio de todos los argentinos”, afirmaba la solicitada, al mismo tiempo que la agencia Telam difundía en su cuenta de Twitter las actividades de Defensores del Cambio, el equipo de voluntarios que respaldan la reelección de Mauricio Macri. Además de Simian, entre los firmantes se encontraban Juan José Sebreli, Marcos Novaro, Federico Andahazi, Luis Brandoni, Oscar Martínez y Juan Acosta, entre otros. Las burlas en las redes sociales no se hicieron esperar. Días más tarde, Mauricio Macri intervino en la discusión: “Nadie, de ningún signo y por ninguna causa, debe ser acosado por sus ideas. Mientras lo haga respetando las leyes de la democracia, que cada uno piense, diga y actúe como quiera”, sostenía el presidente, entre otras afirmaciones de tenor similar.
El pensador oficial Alejandro Rozitchner se sumó al repudio desde el programa de Luis Majul. “El acoso a lo distinto no es un fenómeno local”, dijo. "Antes era peor, antes se secuestraba, se torturaba; hoy esa misma fuerza, que es la fuerza que se encarnó en el proceso, es la que te insulta si firmás una solicitada que no les gusta". Y agregó una nueva y sugerente variable: “Mucha gente no dice que apoya al gobierno, que apoya a Mauricio, porque los pueden insultar o decir cosas, o los pueden acosar”. Expresiones similares tuvo Luis Brandoni, al ser entrevistado por Iván Schargrodsky en el programa El fin de la metáfora: “Tenemos derecho a manifestar nuestro apoyo. En Carta Abierta se decía que todo era perfecto, nosotros marcamos críticas y expectativas que no se cumplieron. Firmo esto y no tengo que rendir cuentas a nadie".
Otra de las firmantes de la solicitada, Sandra Pitta, manifestó su temor de ser despedida del Conicet en el eventual caso de un triunfo de los Fernández en las elecciones nacionales. El tuit se viralizó y fue intensamente comentado en las redes sociales. Durante un acto en la facultad de Ciencias Exactas, en el que recibió una carta de apoyo firmada por más de ocho mil científicos, el candidato presidencial dijo: “A ningún investigador le voy a preguntar nunca cómo piensa ni a quién vota. Así que, Sandra Pitta, no tengas miedo, te prometo que te voy a cuidar como a todos ellos, porque vos valés igual que todos ellos”. La frase motivó una airada respuesta, comparaciones con el nazismo y amenazas de acciones judiciales por parte de la investigadora hacia Alberto Fernández.
Más extraña fue la deriva de Juan Acosta, otro de los firmantes de la solicitada, que se hiciera famoso por encarnar al personaje “Naboleti” en el programa de Antonio Gasalla durante los años ochenta. En los últimos meses, el actor se transformó en uno de los habituales defensores del gobierno, tanto desde su cuenta de Twitter como en los programas de televisión a los que es invitado con frecuencia. Unos días después de la publicación de la solicitada, Acosta mantuvo una comunicación telefónica al aire en un programa de radio. De acuerdo con sus manifestaciones posteriores, el actor iba manejando por la ruta 2 con las luces del auto apagadas, la VTV vencida y hablando por el celular. Mientras se desarrollaba la entrevista, fue detenido por un par de policías. En ningún momento cortó la comunicación, de manera que el diálogo con los agentes salió en vivo. Cuando retomó el contacto con los conductores del programa, el actor afirmó: “Les di dos gambas para el café, lo que pasa es que venía tan concentrado con ustedes que no me di cuenta. Voy a escribir un libro que se va a llamar ‘no me peguen, soy macrista’”.
El hecho fue ampliamente comentado en los medios y en las redes sociales. Del otro lado de la grieta, los usuarios se preguntaban qué hubiera pasado si en lugar de Juan Acosta, el involucrado hubiera sido Dady Brieva, reconocido por su simpatía con el kirchnerismo. Hasta la ministra de seguridad Patricia Bullrich se manifestó públicamente al respecto. Apenas unos días más tarde, Acosta fue entrevistado en el programa de Majul, donde realizó afirmaciones tales como: “Firmé solicitadas de las madres por los desaparecidos, ahora firmé una solicitada en apoyo a un gobierno democrático que creo que está haciendo las cosas bien y eso es lo más bello y lindo y relajado del mundo. Yo me considero un intelectual, por más que tenga errores de ortografía en Twitter y muchos periodistas se ocupen de esto”.
Investigadores del Conicet que eligen votar al gobierno a pesar de su empobrecimiento material; un actor que critica al kirchnerismo por la corrupción y no duda en coimear agentes de tránsito, para luego reivindicar con orgullo su voto por Macri y afirmar que se considera un intelectual; intelectuales de carrera que se sienten perseguidos o criticados por ser macristas. ¿No es acaso Naboleti el perfecto ejemplo del votante rabioso, pasional, que ya no puede razonar su voto, pero ni siquiera es capaz de aplicar en su propia vida los estándares de transparencia que le pide a la política? “Puteame pero votame” es, según el diario Clarín, la consigna del oficialismo en los últimos días de la campaña para las PASO. Ante la falta de argumentos para votar una eventual reelección de Macri, la campaña apela, en estos últimos días previos a las PASO, a la más pura emocionalidad de los votantes.
Dos hechos ocurridos durante el último fin de semana parecen dejarlo en evidencia. El sábado, en el programa de Mirtha Legrand, la científica Sandra Pitta afirmó: “A mí me han preguntado muchas veces por qué voy a votar a Cambiemos, porque el sector ciencia y técnica está muy abandonado. Y yo debería votar a los Fernández si fuera por el sector de ciencia y técnica". El domingo, el propio presidente Macri salió a declarar en sus redes sociales (así, en mayúsculas): “A NADA LE TIENEN MÁS MIEDO QUE A PERSONAS COMO VOS DICIENDO QUE ME VAN A VOTAR. Decir públicamente a quién vas a votar tiene un efecto inmediato sobre los demás”. Y continuó: “No se necesitan argumentos, no es necesario dar explicaciones. Es tu autoridad, tu confianza, tu credibilidad, la que tus relaciones valoran para acompañarte en tu decisión”.
Pero, ¿no es una exageración, un delirio paranoide, la idea de que toda esta secuencia es una puesta en escena para poner el foco de la discusión pública bien lejos de la crisis económica y seducir, al mismo tiempo, a los indecisos de distintos segmentos del electorado? ¿Es casual esta degradación de la racionalidad, a la que se antepone la intención de voto como un capricho desafiante? Y si no lo es, ¿de dónde sale?
“La tarea de la Argentina actual es la revolución de los sensatos, la sedición de los moderados, el movimiento de las personas que quieren simplemente que las cosas sean lo que son, y que no gustan de suponer detrás de todo orden la trampa de un poder de dominio indebido. No alucinemos más con las garras de un ‘poder económico’ que parece más un personaje de película de superhéroes que un factor real de la compleja realidad de las naciones. (…) La revolución de la sensatez puede no ser tan glamorosa como la de los paranoicos (que así debe denominarse, con esa clasificación clínica, a quienes creen en la constante acechanza de un mal superpoderoso), pero paradójicamente es la que permite que el amor real surja y ocupe su lugar”.
La cita -una invitación a abandonar el pensamiento crítico, que el autor identifica con la paranoia- pertenece a La evolución de la Argentina, de Alejandro Rozitchner. Basta googlear un poco para encontrar la conexión entre Rozitchner y Juan Acosta: ambos formaron parte, en los años noventa, de un trío de rock llamado “Los navegantes por dentro”. El tercer integrante de la banda, Marcelo Montolivo, se encuentra prófugo de la justicia, luego de haber sido condenado por el abuso sexual de la hija de su pareja. Acosta figura, además, en los agradecimientos del libro de Rozitchner que la editorial Mardulce publicó en 2016. En sus páginas, el asesor de Mauricio Macri despliega una argumentación que se declara deudora de los filósofos Nietzsche y Henri Bergson, pero su lectura recuerda a las palabras que, según el historiador Jenofonte, Sócrates le dedicara al sofista Critias: “Si alguien fuera un pastor e hiciera su rebaño menor y más pobre, él no diría que es un mal pastor. Si alguien fuera un dirigente de una ciudad e hiciera a sus ciudadanos más pobres, él no estaría avergonzado ni pensaría que es un mal dirigente”.