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la fuga del siglo
Ahorrar en pesos argentinos significa apostar a la cándida posibilidad de que la moneda nacional no se devalúe; mientras que atesorar dólares implica lidiar con un límite mensual establecido por el Estado y, desde diciembre, con un impuesto del 30% respecto del valor oficial. Por eso cada vez hay más “activos digitales” en Internet para adquirir divisas sin someterse al control de los bancos. La más eficaz de estas “criptomonedas” se llama DAI y su existencia enciende tantas expectativas como preguntas. Breve manual para comprender el dinero virtual.
Ilustraciones: Panchopepe
18 de Febrero de 2020

 

¿Pueden los activos digitales, también llamados “criptomonedas” o “criptoactivos”, ser una vía para ahorrar en dólares sin el riesgo de tener los billetes debajo del colchón ni limitarse a los montos de compra mensual que impone el Estado? La pregunta circula entre quienes se dedican a maximizar su dinero gracias a internet, conscientes de que ahorrar en pesos argentinos implica someterse a variaciones de valor casi siempre negativas respecto al dólar. Sin ir más lejos, en el año 2019 la moneda argentina perdió 47% de su valor frente al dólar y, a partir del “dólar turista” creado en 2020, se devaluó un 30% adicional. Ahora bien, hay quienes consideran que su verdadera ciudadanía es internet y su única moneda son los activos digitales. Para ellos las opciones resultan más variadas. Lo que sigue es una introducción a las herramientes financieras 2.0.

¿pueden los activos digitales, también llamados “criptomonedas” o “criptoactivos”, ser una vía para ahorrar en dólares sin el riesgo de tener los billetes debajo del colchón ni limitarse a los montos de compra mensual que impone el estado?

 

la danza de las finanzas descentralizadas

Desde hace unos años, blockchain, la tecnología que permite la creación de activos digitales, inauguró nuevas posibilidades para quienes buscan ahorrar en una moneda extranjera más predecible que el peso, aunque esté hecha de bytes. Pero para saber cuáles son sus ventajas, antes es importante entender qué es blockchain.

La cualidad principal de blockchain es que permite darle “entidad” a un dato, casi de la misma manera que un objeto físico tiene “entidad” porque es “único” y no puede ser “duplicado”. Esto no es algo que siempre demos por sentado con cualquier otro tipo de archivo digital. Un ejemplo concreto: cuando se realiza la copia de un archivo (una imagen, un documento de Word, una planilla de Excel), no se puede saber cuál es realmente el original y cuál es la copia. Pero al darle una “entidad”, una distinción ante el resto, blockchain permite que ese archivo sí pueda ser “trackeado” (es decir, identificado y controlado) a lo largo del tiempo.

Al aplicarse a una “criptomoneda”, esta característica habilita otras dos cualidades. Por un lado, podemos saber qué propiedades tiene un activo digital –en qué estatus está y cuál es su valor–, y al mismo tiempo ese activo es programable. Es por esto último que se lo llama “dinero 2.0”, ya que abre distintas ventajas sobre el sistema monetario analógico. Hoy en día, por ejemplo, el sistema bancario no puede “programar” monedas como el dólar o el peso, sino que programa la abstracción de una moneda, como quien anota en un papel sus ahorros. Lo cuál puede llevar a fraudes o errores entre los sistemas bancarios y el control que se puede ejercer sobre ellos.

Pero con los activos digitales, en cambio, el hecho de que sean programables habilita el desarrollo de aplicaciones sin intermediarios, creando un nuevo campo de la economía llamado “DeFi” o “Finanzas Descentralizadas”, un subgrupo dentro de las denominadas FinTech. Las “DeFi” no requieren un ente central que controle y sirva como intermediario entre las partes, solo hace falta un contrato inteligente (un software que corre en la blockchain) para vincular a dos o más particulares y que estos intercambien sus activos digitales. Este es el tipo de sistema que funciona en plataformas como Amazon, MercadoLibre y AirBnB.

Por último (y antes que la explicación se torne infumable), los activos digitales pueden dividirse en dos categorías: los NFT (Tokens No Fungibles), donde cada activo digital representa algo único e indivisible que puede representar desde una obra de arte hasta una pieza de colección digital (un automóvil o lo que sea queramos identificar como único), y los FT (Tokens Fungibles). Entre los FT hay Tokens que pueden ser divididos y agregados al igual que Bitcoin y Ethereum, como $BAT, que sirve para realizar micropagos a las páginas que uno visita desde el buscador Brave al mismo tiempo que este bloquea los anuncios. Otro ejemplo es $FIL, de Filecoin, que se utiliza para pagar almacenaje digital como si fuera una especie de “nube virtual” fuera de las manos de las grandes corporaciones de Silicon Valley. Volvamos ahora a nuestro tema.

esta moneda virtual puede registrarse como un activo y tributar como cualquier otro bien. pero también puede ser utilizada por fuera de la ley, de acuerdo al modo en que esta moneda se adquiera y el nivel de la aptitud técnica del usuario

 

virtuales, nacionales y populares

En un momento se pensó que Bitcoin o Ethereum podrían ser las “nuevas monedas del futuro” y algunos comercios incluso comenzaron a recibirlas. Pero debido al costo de las transacciones y su volatilidad (Bitcoin actualmente tiene una cotización de alrededor de 10.000 dólares aunque llegó a valuarse en los 20.000 dólares), su adopción masiva nunca llegó a ser una realidad. Esto, sin embargo, no quiere decir que no sea útil. Bitcoin quedó posicionada como una moneda para resguardar valor, casi como si fuera el oro de internet, mientras que Ethereum permite interactuar con la blockchain y ejecutar transacciones y contratos. En otras palabras, el combustible para que funcione la blockchain tiene valor, aunque por ahora no sirva para ir a pagar al kiosko de la esquina. Por otro lado, es para compensar estos problemas de alto costo en las transacciones y en la volatilidad que surgieron, también, las stablecoins (o “monedas-estables”), que buscan una correlación con monedas emitidas por gobiernos, generalmente el dólar.

Con este panorama técnico en cuenta, si alguien en Argentina quisiera ahorrar en dólares a través de la adquisición de activos digitales en internet, la mejor opción sería una stablecoin como DAI. DAI fue creada por MakerDao en diciembre de 2017 y su nombre proviene del símbolo chino 貸, que significa “proveer capital” o “proveer liquidez”. Lo que la diferencia del resto es que logra su estabilidad mediante varios mecanismos financieros. Básicamente, funciona como si fuese el banco central de un país virtual, aunque en lugar de vender y comprar divisas para mantener el valor de su moneda local estable, depende de mecanismos programados en un conjunto de contratos inteligentes. Esto último es importante, porque significa que DAI ha sido programado en la blockchain y no puede ser corrompido (siempre que el código se haya desarrollado y auditado correctamente).

A diferencia de las aplicaciones donde se puede tener “dinero virtual” como MercadoPago, Brubank, Uala y Nubank, las cuales hoy en día todavía requieren el depósito de los fondos en bancos y son controladas por una empresa, DAI está regida por una DAO (Organización Descentralizada), donde los poseedores de Maker –que es la moneda que sirve para absorber la volatilidad de DAI– pueden tomar decisiones de manera directa mediante votación.

 Hay varias páginas para conseguir DAI en Argentina. Los lugares donde se pueden adquirir “criptomonedas” son llamados exchanges, y entre los más conocidos en nuestro país se encuentran Buen Bit o Ripio App. También está Local Cryptos, que funciona para conectar vendedores y compradores particulares, aunque cada uno de ellos tiene que minimizar el riesgo de estafas verificando la confiabilidad del vendedor o realizando el intercambio en persona. Estas son plataformas donde, al igual que un banco, se guardan las “criptomonedas” a nombre del cliente y se dispone de ellas cuando el cliente quiere. Para tener total control sobre las propias “criptomonedas” se puede usar también una cuenta propia en “billeteras digitales” como ArgentHQ, Metamask o  WiniWallet. Y si uno busca todavía más seguridad y control, se puede usar una “billetera física” como Ledger o Trezor (similar a un pendrive), lo cual es recomendable para atesorar grandes montos, ya que esto requiere un mayor conocimiento técnico y monetario por parte del usuario..

el debate monetario entre las reglas de la soberanía nacional analógica y las conveniencias de la soberanía individual digital plantea preguntas que van más allá de las aptitudes técnicas de los ahorristas dolarizados del siglo XXI

 

verdes en zona gris

Aunque las herramientas digitales para ahorrar desde Argentina con este tipo de activos digitales existen, aún hay grises en la regulación local, sobre todo para los servicios financieros. De a poco, sin embargo, las regulaciones intentan encuadrar estas iniciativas. La señal más contundente de regulación se emitió el 31 de octubre de 2019, cuando el BCRA extendió el "cepo cambiario” a la adquisición de activos digitales con tarjeta de crédito. Esto implica que comprar en exchanges internacionales, lo cual sí o sí se debe hacer con una tarjeta, está gravado por el “impuesto solidario” del 30% sobre las compras hechas con tarjetas en el exterior. Pero lo que sí puede hacerse, en cambio, son compras sin restricciones en los exchanges locales mediante transferencias bancarias. En conclusión, quienes estén dispuestos a ahorrar en dólares a través de un activo digital como DAI en Argentina, pueden hacerlo de estas tres formas:

1) Comprando en el país, por lo cual el exchange cobra un plus, que es menor al 30% en muchos casos.

2) Comprando a un particular p2p (“persona a persona”) a precio de dólar blue.

3) Comprando con tarjeta en Argentina o en el exterior, pagando un 30% más.

A pesar de todos los mitos y las fantasías que giran alrededor de los activos digitales, la irregularidad y la evasión no son inherentes a DAI. De hecho, esta moneda virtual puede registrarse como un activo y tributar como cualquier otro bien. Pero también puede ser utilizada por fuera de la ley, de acuerdo al modo en que esta moneda se adquiera y el nivel de la aptitud técnica del usuario. Por el lado del origen, es importante tener en cuenta la manera en que un DAI es adquirido, ya que para evitar las operaciones con tarjeta o las transferencias bancarias, ya existen los grupos de Facebook y Telegram donde los compradores y los vendedores, como si se tratara de la típica “cueva” analógica, se contactan y organizan para realizar operaciones entre pares.

Otro camino para obtener DAI, si uno ya posee “criptomonedas” como Bitcoin, Ethereum y una infinidad más de activos digitales, es utilizar plataformas descentralizadas como UniSwap y RadarRelay, o exchanges internacionales como Coinbase y Binance, entre muchas otras opciones. Por el lado técnico, en cambio, hay varias formas de perder el rastro, principalmente mediante la utilización de los mixers (los mezcladores) de “criptomonedas”. Sin estas herramientas, todo queda registrado desde el momento en que se realiza una compra (si se realiza por internet) hasta el momento que ese Token es utilizado para adquirir un bien o un servicio, y es muy fácil detectar quién es el usuario que realizó la compra.

Por supuesto, el debate monetario entre las reglas de la soberanía nacional analógica y las conveniencias de la soberanía individual digital plantea varias preguntas que van más allá de las aptitudes técnicas de los ahorristas dolarizados del siglo XXI. Por ejemplo, ¿puede convivir un sistema de emisión estatal en paralelo a uno de emisión descentralizada? Y en la medida en que crezca la adopción de estos activos digitales, ¿de qué forma se legislará su tenencia y cómo tributarán? Sin un ente específico sobre el cual ejercer su jurisprudencia, ya que se trata de organizaciones descentralizadas, ¿qué medidas tomarán entonces los gobiernos para intentar controlar estos activos? En Argentina, mientras tanto, se estima que ya hay unos 400.000 usuarios operando con “criptomonedas” como Bitcoin.

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