es exactamente lo que compré | Revista Crisis
shein on you / mercado libre chino / consumo externo
es exactamente lo que compré
Las compras online en la plataforma Shein, de origen chino, son una estrategia de supervivencia de los consumidores en plena agonía del poder adquisitivo, mientras se licúa la épica de lo nacional entre los bajos ingresos y los precios delirantes en nuestro país. La revolución digital roja, abrazada por miles de personas, viene a ponerle el último clavo al cajón de la industria local. Seis usuarios explican por qué está difícil hacerle caso a la buena conciencia, cuando el bolsillo manda.
03 de Octubre de 2025
crisis #69

 

Mi hijo tiene 12, mide 1.77 ya y crece a pasos agigantados, hay que estar renovándole el placard todo el tiempo. Antes se vestía con ropa deportiva y no le importaba tanto, yo elegía su guardarropa. Pero ahora empezó a tener su propia agenda: quiere cosas baggy [ropa muy holgada], sueltas, cancheras, es un estilo muy en boga que Shein ofrece a granel. Yo me enteré porque mi hermana se compró un conjunto deportivo que le llegó en buenísimo estado y mi entrenador también empezó a comprar en Shein. Me daba cierto prurito, pero tampoco es que Nike, Adidas y esas tienen talleres con todas las de la ley. Y en [Avenida] Avellaneda pasa exactamente lo mismo. Yo no tengo acceso a comprarme ropa independiente de acá, talleres locales, que garanticen que el trabajo no sea esclavo. En su momento lo tuve pero con mi salario estatal congelado es imposible. Con lo que compraba media prenda en una marca que le gusta a él de Argentina compré todo esto. Me daba cosa la calidad porque es todo un bardo lo de la devolución, el tema de los talles también, porque están pensados para otro tipo de cuerpos. Ahí entendí que había que chequear las calificaciones de los usuarios de Argentina antes de elegir una prenda y un día me animé e hice la compra: dos boludeces para mí y pantalones para mi hijo. Seis cosas, 100 mil pesos. En general suelo mirar muchas cosas, llenar carritos y no comprarlas. Me agarra culpa de gastar dinero en objetos. Pero con la demanda de mi hijo había un resorte de excusa que me permitía comprar algunas boludeces, ropa para él y dos remeritas para mí. Cuando compré me dio culpa estar gastando plata en ropa en este momento donde tengo el sueldo congelado, no me copa. Me compré una remera que… a ver, no la necesito, pero es una remerita de laburo, me viene bien, ando medio linyera, me está dando una crisis de edad, tengo casi 40. Quiero dejar de parecer una ciruja de fentanilo, puede ser muy canchero para alguien de 30, pero para mí a esta altura no tanto. Una compañera de laburo, como currito aparte para compensar el congelamiento del salario, empezó a traer ropa de Chile. Es personal shopper. Te muestra un catálogo, te dice a qué marcas va a ir y vos le encargás. Cuando empecé a ver la brecha de precios me di cuenta de que todo bien, pero esta es mi realidad, no puede quedar a cuenta mía estar defendiendo la industria nacional. No puede quedar a cuenta mía ser la única boluda que recicla. Puedo tener esas prácticas por compromiso o para calmar algo de mi culpa, que nos pasa a todos, pero la realidad es que el sueldo y el tiempo no me dan. Me encantaría, me encantaría. Sigo dando las batallas que creo que tengo que dar, pero no puedo darlas todas. Las voy eligiendo.
 

Florencia, 38 años, psicoanalista y trabajadora estatal.

 

no fue a ciegas
 

Estuve en España en junio visitando amigos y allá es moneda corriente, recontra consumen Shein y, bueno, básicamente probé porque allá se compra y se abrió la posibilidad acá. Me llamaron la atención la ropa y los accesorios, cases de celular, boludeces. Me habían recomendado ropa deportiva, así que compré, y también bijouterie, pulseras, dijes estilo Pandora, esa onda, de plata. Re lindo todo, re lindo mal; y la ropa deportiva increíble la calidad, te juro, mejor que, no sé, Adidas. No, no, sorprendidísima para bien. Por ahora compré una vez, hicimos una compra medio de prueba y salió muy bien, así que seguramente vuelva a comprar. La variedad de cosas que podés comprar, o sea, es un abanico inmenso, y los precios. Lo hablé con compañeras de laburo, tipo, todas comprando: “¿Te llegó? ¿Cuándo? Esto compré yo, ¿qué compraste vos?, me resultó de buena calidad, mirá, la ropa deportiva que compré de esta marca, es un mil”. Y la otra, tipo: “Che, mirá esta otra ropa tipo Zara, fijate acá”. Y todas tuvieron buenas experiencias también. Entonces es medio contagioso. Pienso que me falta algo y me digo: “bueno, me voy a fijar primero en Shein a ver qué hay, cuánto sale”, y después veo si lo compro acá o no. Porque me llegó a mi casa en quince días, es un golazo. Vivo en pareja, él no compró, él ni supo, se enteró cuando llegó el pedido. Ahora siento que puedo consumir más. Artículos de decoración, que es la próxima prueba que voy a hacer, ya tengo un changuito armado: cosas de deco para la casa, manteles, ¿viste esos que son como a prueba de agua? Floreros, adornos, porque ya compré cubiertos y me llegaron, divinos, de acero inoxidable, esos que están de moda, finitos de color negro, divinos. Nada, en el changuito nuevo tengo todo eso, pero no lo compré todavía. Es medio adictivo, sinceramente, si no te controlás un poco. Lo que me prende más que nada es que en un mismo lugar accedés a todo, todo: ropa, deco. Eso más que nada. Tenés todo en un solo envío. Abro la aplicación en momentos puntuales, capaz si veo alguna publicidad en Instagram, porque ahora me aparecen videos de gente que hace unboxing [abrir un producto en vivo por redes]. Pero no es que entro como a Instagram. Te digo, yo hice un análisis de mercado, quería ropa deportiva, entonces me puse a buscar en TikTok “ropa deportiva Shein”. Si voy a comprar por Internet, siempre hago una investigación. O sea, literal puse “Shein ropa deportiva” y te aparecen videos de personas haciendo unboxing, mil millones de videos de gente de todo el mundo, primero de Latinoamérica; al principio puede que no te aparezca de Argentina, pero te vas metiendo y te va trayendo más de Argentina y te muestra qué marcas te recomienda para cada cosa. Fui sacando las marcas recomendadas y con esa data me fui a buscar a Shein. Me fijé en los comentarios de la prenda, cuántas ventas tuvo, las fotos del producto. No fue a ciegas la compra. La aplicación está muy bien hecha, funciona bien, podés hacerle un seguimiento. Tiene mucha variedad, hay muchísima, tenés para todos los gustos. En general no soy una persona que compra mucho online, prefiero ir a un local, verlo y comprarlo. Pero me funcionó. Voy a volver a comprar.
 

Florencia, 34 años, empleada bancaria.

 

 

cien platitos para el cumple
 

Necesitábamos trabas para cajones y para el horno porque dije “bueno, basta, hasta acá llegué”. Todas las trabas que habíamos comprado acá se habían roto. Hace unos años, cuando estábamos por tener a los niños, teníamos a mi cuñada que vivía en Israel y Shein llegaba sin problema. En ese momento no llegaba hasta acá. Y nos dijo, como ella venía para el nacimiento, que nos podía traer cosas. Entramos a investigar y fue como “ufff, esto es muy barato”. Entonces cuando llegó a Argentina yo ya lo conocía y empecé a escuchar de gente que empezó a comprar. Pero esperé a tener una necesidad real y fue que necesitaba las trabas de seguridad para los chicos. No quería comprar en Shein, pero la traba del horno estaba a 25 mil en Mercado Libre y en Shein a 2 mil. Si me dan los números lo voy a hacer, era la misma traba. Y ya que estaba le agregué un par de cosas más: justo había comprado una airfryer [freidora de aire], entonces le agregué bases de silicona, un rociador de aceite y calzas para la madre de mis hijos. Y después hice varias compras de accesorios para bebés. Babitas, cosas para el cochecito, neceser, ventiladores USB, bolsitos para portapañales, portamamaderas, portachupetes. Te da bronca porque la diferencia pasó de costar el doble a cinco veces más y es literalmente la misma cosa. No son “plásticos Rodríguez” de José C. Paz, es la misma, origen chino, pero por MercadoLibre. Yo estaba esperando que me cagaran, es tan barato que decís “bue, a ver cuánto dura esto”. Estaba más en esa que en la euforia, “abramos esto a ver si me cagaron, a ver si lo ponés en el cajón y un bebé de un año lo mira y se parte”. Y la verdad es que no [Ríe]. Antes te tenías que comer un mes de espera, la aduana, y ahora me llega a mi casa. El mismo día en el que compré las trabas compré rollos de cocina, papel higiénico, encargué en una papelería [acá en Argentina] y todo llegó el mismo día a mi casa. La papelera está en Maschwitz, Shein está en China. Y ahora comparo cuánto me saldría algo en Shein versus acá. Estamos planeando el cumpleaños de los chicos, vas a Once y mirás el precio de los cien platos descartables y abrís Shein. Pero ¿vas a gastar un envío de los cinco que tenés [gratis] por año en cien vasos de plástico? Vas midiendo los envíos, te ponés a pensar “junto mucho y compro”. Yo creo que los platitos los vamos a comprar, pero tenemos que hacer un buen colchón de cosas, platitos solos no vale la pena. La ropa está en el radar, pero yo lo pienso cuando son bienes que se hacen en el país. Me hincha los huevos saber que en un punto lo que están haciendo es “ir en contra del trabajo argentino”, pero también… a ver, a mí me da un toque de bronca, pero no lo estoy haciendo yo. Adidas cerró las fábricas en el país antes de que yo decidiera si me compro zapas acá o no. Ellos ya la vieron. Y no es que acá hacen trabas para el horno en una fábrica, solo hay un vivo que hace lo mismo que yo y me lo vende cinco veces más caro. La diferencia de precio es tan abismal, es tan grande, creo que vamos a tener que aprender a convivir con esto. No sé cómo se le gana, pero la solución no puede ser que sea que tengamos que pagar cincuenta veces más por todo, porque los únicos que ganan son los vivos de siempre, los que más pueden, tiene que haber algo en el medio. 

Mauro, 37 años, productor de podcasts.

 

soy un publicista de la aplicación
 

Me enteré por redes, yo seguía cuentas de pelotudeces que empezaron a subir cosas de Shein. Me bajé la aplicación y empecé a ver qué había. Pop ups. Banners de descuentos por todos lados. Ofertas que duran una hora. Entré en la de “che, esto es baratísimo”. Me hice un usuario. Llené un carrito de pelotudeces pero no compré nada esa vez. Y a los dos días entré para chusmear qué había más en detalle. Busqué “afiches con estética soviética” y había doscientos millones. Cargué eso. Un buzo para hacer mierda, un paquete de jogging para mi hija. Llegué a 150 lucas, pensé que me iban a sumar el envío, más esto, lo otro, y me imaginé que iba a desistir en ese momento, cuando me cargaran impuestos y transporte. A veces me pasa eso porque me sale más caro transportarlo que la compra. Pero era el precio final y me cargó eso al toque en la tarjeta, sin ningún impuesto. Pensé: esto va a tardar quince meses en llegar. Si me sale mal, mala suerte. Y de repente me cayó un mail con un código para trackear el pedido. No entendí nada: salió de un aeropuerto, entró en otro, venía de la loma del orto. Quince días después llegó a mi casa, cayó un chabón con un paquete con todo adentro. Pensamos que eran dos jogging por 16 lucas pero eran ocho. Pagué 16 lucas los ocho. No tiene ningún tipo de sentido. Mi hija los usa una banda, en la mayoría de las fotos que tengo tiene puestos los joggings de Shein. A las tres semanas mi compañera me dijo que hiciéramos otro y pidiéramos más pelotudeces. Una carcasa de celular, unos pins de los Simpson, otra carcasa, una mochila. Eso es lo que más orgullo me da de lo que pedí. Tiene algo de eufórico porque la aplicación está hecha para que compres: compre, compre, oferta, oferta. Entrás en una, tenés que aprovechar. Que llegue no me causó euforia. Probablemente todo lo que compré se debe poder conseguir acá no mucho más caro, pero la facilidad de pedirlo unos pesos más barato y que te llegue… Antes tenías que hacer una declaración jurada, ahora ninguna. Nada. Es mucho más fácil. Y yo no voy a ir a buscar un pin de los Simpson acá, ni en pedo, si voy por la calle y me lo cruzo no lo compro. Una carcasa de celular tampoco, no soy de cambiar la carcasa. Es un peligro el tiempo muerto del celular con aplicaciones así. Es todo más barato y más fácil y terminás en una de comprar algo. Un buzo necesitaba y me resultó más fácil pedirlo ahí y me salió 20 mil pesos. No tengo ganas de comerme el quilombo de [Avenida] Avellaneda. Hay ropa barata pero no quiero ir a comprar un buzo ahí, me da rechazo la cantidad de gente. Y hay muchos esperando que algún conocido les diga que funciona porque siempre tenemos la sospecha de que nos están cagando. Lo conté en un asado y fue un tema de conversación, terminé siendo publicista de la aplicación. Pero yo ya me saqué las ganas, ya sé cómo funciona. Es atrapante el escroleo, estar viendo cosas que te ofrecen y las publicidades que te caen por todos lados. Es adictiva la idea de la oferta única en el momento. A ver qué hay en oferta ahora. Entrás y ves. Pero la mayoría de las cosas no son necesidades, es la manija de comprar porque está barato. Hay algo también de que siempre fue difícil pedir afuera, las trabas, la aduana, y ahora se destrabó todo y es fácil. Y bueno, eso juega un poco, a ver qué onda, si es tan fácil. Y se puede terminar.

Alejandro, 40 años, editor de sonido.

 

 

notificaciones chinas 9 am
 

Cuando empezaron los TikToks a mí lo que primero me llegó fue que había talles variados. Yo me quiero vestir como se viste todo el mundo y no como una vieja, porque en Argentina ser gorda es tener que vestirse como vieja. En un momento éramos todos progres y teníamos talles y eso se frenó. Hice un proceso re exhaustivo, primero me vi un millón y medio de TikToks, me anoté marcas que sabía que tenían talles. En Shein en los comentarios ponen imágenes reales del producto. Fui y me compré un centímetro, me medí bien, y miré el talle de cuerpo y de producto, todo lo dice ahí. Entonces yo fui eligiendo entre las recomendaciones, las fotos, lo que iba viendo. Gasté 190 lucas en 27 artículos. Regalado. Compré un pack de 60 stickers de perritos por 2 lucas. La calidad es irreal, es espectacular, amo los stickers, también me compré muchas bombachas y muchas medias, un piyama, un buzo, varias remeras, una para mi novio. Él me decía “no, no me compres, no sé mi talle”, pero no le di pelota, yo le quería comprar algo. La re usa, le encanta, el talle está perfecto. El buzo que me pedí tenía un talle raro, era Petit XL, una capucha enorme, es un poco deforme, mangas cortas, pero estaba regalado, eran 5 mil pesos. Lo recontra uso. Y un suéter que es cortito y tenía muchas dudas, pero también lo re uso. Acá en Argentina no me lo compraba, fue lo más caro, eran 17 lucas. Acá por 17 no te comprás un suéter de lana ni de casualidad. Tardó un poco en llegar, tenía ansiedad, había gastado 190 lucas y quería ver qué carajo había comprado. Pero me llegó a los 32 días. La plataforma re bien, te va diciendo por dónde va, pero una vez que llega el container de aduana se clava y decís “uh, no, qué hice”, empezás a dudar: “¿fue porque gasté mucho o pedí varias cosas iguales?”. Pero una vez que salió de aduana me llegó. Era una bolsa grande y yo pensaba “¿cómo entran acá 27 artículos?”. No era una caja enorme, era una bolsa grande, pesadita, y el chabón me hizo un chiste de “todos están pidiendo las cosas chinas”. Todas mis amigas estaban pendientes, entonces hice un unboxing. Y sí, emoción, obviamente, es divertido comprar cosas. Bajó la ansiedad pero mantuve esto de juntar puntos en Shein. Ese mismo día separé las bolsas, que son re útiles, son Ziploc, le saqué fotos a todo, hice los comentarios, escribí. Las reseñas te dan puntos. Son centavos de dólar pero en algún momento quizás los uso. Y me puse notificaciones: todos los días a las 9 de la mañana me llega una notificación de chequear Shein; entro en automático, me despierto, me suma unos centavitos y ya tengo 13 dólares de descuento por las reseñas y entrar a clickear todos los días. Ahora no tengo plata pero en septiembre es mi cumple y sí o sí me quiero hacer otro pedido. Seguro compre cosas para mis gatos, más stickers, [porque] son increíbles, y ropa, obviamente. Yo estoy muy contenta, les insistí a todas mis amigas, aunque sean todas flacas y hegemónicas, para que compren igual. Yo por mi economía no me puedo poner a comprar un montón de ropa, pero si compro 100 dólares cuatro veces al año y hago la inversión anual en tener ropa que me va a servir durante todo el año… Está bueno porque te deja hacer listas a las que les ponés nombres: por ejemplo, armé una que se llama “Luca, mi novio” y pongo cosas que le pueden gustar. Y estoy atenta si tengo notificaciones. Siento que hice un buen laburo. Compro sin culpa, obvio que tengo un lado progre que me dice “che, esto está mal”, pero qué sé yo, la vida es una.
 

Dana, 31 años, redactora publicitaria.

 

llegó rapidísimo
 

La primera compra de todas fue a mediados de junio de este año. Lo vi en las redes, mucha gente había empezado a comprar y les pregunté: “Che, ¿qué onda? ¿Este precio es el precio final?”. Y me dijeron que sí, así que aproveché y probé yo también. La primera compra la hice junto con mi novia, nos pedimos ropa y alguna que otra boludez, pantuflas, fundas para el teléfono. Llegó tan bien que repetimos. Nos juntamos un fin de semana y nos pusimos ahí en la computadora a armar el carrito. Yo había visto algunas cosas desde el teléfono ya y ahí lo pedimos. Me compré tres pantalones, estilo jogger, un buzo, y después mi novia se compró remeras, remeritas, así cortas, musculosas, de los packs estos que te vienen tres remeras de distinto color por… qué sé yo… 5 o 6 dólares; también una base para la computadora, para la notebook, una funda para el teléfono, pantuflas, ella creo que se compró también un buzo y creo que nada más. Si me das un segundo, te digo cuánto gasté porque tengo la aplicación: 210 dólares, veinte artículos. Y el segundo, diecinueve artículos, 166 dólares. Yo trabajo en un gimnasio, vi ropa deportiva, el tema es que no me terminó convenciendo tanto porque es básicamente lo mismo que hay en [Avenida] Avellaneda y acá en Avellaneda es un poco más barato y lo tengo al instante. Vino rápido, dos o tres semanas, pero es eso, en Avellaneda lo tenés al momento. Todo es para mi novia, básicamente [Ríe]. En esta última me compré fundas para el teléfono y anillos. Ella polleras, bodies, remeritas, tres tops cortos, más tops, el mismo pero en diferentes colores. Yo, en la primera compra que me compré tres pantalones, gasté 60 dólares, 64 mil pesos. Antes de hacer esa compra había ido al shopping, busqué en Internet esto, lo otro, y los pantalones de acá me costaban cada uno 50, 60 y son más feos. Por la misma plata me llevé tres y un buzo. En lo que consta a mi novia, ella tiene remeras que visualmente son bastante lindas y le salieron 3 dólares. Es más o menos lo mismo que te cobra un Zara por esa remera, que te la cobra 30 mil pesos. Yo lo fui eligiendo por la foto, yo que soy un poco más cavernícola dije “uh, este está lindo, este me gusta, este también”. Mi novia, que es más delicada, se metió a ver las reseñas, pero llegó lo que yo esperaba que llegara. Podría llegar cualquier cosa, siempre está ese miedo, con Shein tuvimos ese primer miedo, que le íbamos a errar, pero llegó todo bien. Y ya la segunda vez [fue] con más seguridad. Yo tengo una alumna que hizo un pedido porque le conté yo y le llegó todo a ella también. Ella hizo el pedido en agosto y ahora justo ayer me dijo que iba a hacer otro más. Mis amigos también. Justo una amiga, que fue la primera que me dijo, creo que sigue comprando. Pero intentan hacer una compra grande o de varios por el tema del envío. Yo tengo un amigo que me dice “che, cuando vayas a comprar avisame”, porque se quiere comprar una o dos cosas y lo suma a nuestro pedido y el pedido es gratis. Si pedís dos cosas te sale 20 y tenés que pagar envío por 50. Si es menos de 100 dólares, me parece que tenés que pagar el envío. Nosotros, como siempre, lo sobrepasamos, ya no lo tenemos que pagar. En Shein están 3 dólares un par de lentes de sol, acá te los cobran 40 lucas. Es una cuestión de ahorro más que otra cosa. Es cómodo. Mi novia y yo compartimos la cuenta de Shein, ella guarda lo que le gusta y lo vemos juntos el fin de semana. Ponemos la cuenta de Google, ella tiene mi cuenta en su teléfono. Lo paga con una tarjeta que tiene de afuera, lo pagamos en dólares y yo le doy la plata. Con pesos se puede, pero al fin y al cabo nos conviene en dólares.
 

Franco Leonel Casagrande, 24 años, personal trainer.

 

Relacionadas
crónica bovina / matarifes en acción / new national burgers
Por Rodolfo González Arzac
crónica ficticia / luz y fuerza
Nativos sufridos de la ciudad blanca, a oscuras. Un damnificado furioso escribe desde la penitencia de la clase media: pagar con apagón los años de fiesta.
Por Diego Vecino
gps económico / la agenda del purgatorio / vil metal
Por Alejandro Bercovich
un cheto para mi país / gramática urbana / máquina gobiernodelaciudad
Por Félix Bruzzone
políticas de la narración / las corpos también lloran / cerveza Duff
Por Diego Vecino
tecnociencia / empacho de malta / el sublime objeto del encuentro
Por Hernán Vanoli
redes de garche / ahorro sapiens / tinder
Por Agustín Valle, Por Juan Manuel Sodo
confederación general del consumo / voto góndola / macrimodelo 2017
Por Alejandro Bercovich
Destacadas
podcast de revista / sexta temporada / análisis de coyuntura
Por Colectivo Editorial Crisis
ir y ver / pacto de negación / rugby y doping
Por Francisco Delavalle
conurbano transa / chicas muertas / macro y microtráfico
Por Equipo de Investigación Política (EdiPo), Por Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Por Centro Patriótico Reconquista
bazofia 4K / mina de datos / adelanto editorial
Por Hito Steyerl