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un best seller en el umbral de la campaña
La conmoción que el lanzamiento de Sinceramente motivó en la escena política argentina fue recubierta con celeridad por millares de comentarios a favor y en contra, pero aún no llegamos a calibrar el significado de esta sorpresiva intervención editorial. Las cifras del éxito comercial, un repaso por diferentes lecturas autorizadas, y datos de primera mano sobre la autoría, el tiempo de trabajo que conllevó y lo que sucederá el jueves próximo durante la presentación en la Feria del Libro.
Ilustraciones: Ezequiel García
06 de Mayo de 2019

 

Dos días antes de la inauguración de la Feria del Libro, el miércoles 23 de abril, el grupo editorial Penguin Random House anunció el lanzamiento de un libro cuya gacetilla de prensa calificaba como el “más inesperado del año”. Apenas unos minutos después, en una acción sin dudas coordinada, la expresidenta difundió la tapa y la contratapa de Sinceramente desde su cuenta en Twitter. Antes de que la primera edición llegara a las librerías, de donde no tardó en esfumarse, el lanzamiento desató una histeria colectiva que todavía persiste. Hacía tiempo que no se veía un libro con efectos tan inmediatos sobre la realidad. El arco político en general, desde la oposición hasta el oficialismo, sin olvidar a los fantasmales operadores de Wall Street, lo tomó como el inicio de la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Desde su entorno, sin embargo, afirman que esa lectura es apresurada y aseguran que en la presentación, que se llevará a cabo este jueves 9 de mayo en la Feria del Libro con la autora como oradora exclusiva, sólo se hará referencia al libro y quienes aguarden algún anuncio electoral verán frustrada sus expectativas.

“Sorprendida y contenta”, así dicen que se encuentra la expresidenta a raíz del suceso editorial en el que trabajó desde enero del 2018. La idea de mantener el secreto hasta último momento, aseguran, fue de la propia Cristina. “Estuvo un año escribiendo, teniendo entrevistas con muchos de los involucrados; es decir que laburó de escritora, no es que se sentó adelante de una computadora a escribir lo que se le ocurría”, aseguran quienes la conocen de cerca. En los medios de comunicación se señaló la similitud entre el diseño de tapa y los tradicionales cuadernos Rivadavia, en contraposición con los cuadernos Gloria, emblema de la causa que lleva adelante el juez Claudio Bonadío, el mismo que dictó hace pocos días un embargo sobre las ganancias (a esta altura millonarias) generadas por los derechos de autor. "La tapa la eligió Cristina. Les dijo a los de la editorial cómo quería que fuese. El tipo de azul es el de la campaña de Néstor en 2003".

 

el éxito comercial

“Cristina todavía no ganó las elecciones y ya reactivó el mercado editorial”, es el chiste que circula en las redes sociales. A menos de dos semanas de su lanzamiento, el libro ya vendió dos tiradas de 60 mil ejemplares cada una, a las que se acaba de sumar una tercera de 95 mil ejemplares. 215 mil copias es una cantidad exorbitante en una industria donde 10 mil ejemplares ya resulta una cifra considerable. Esto sin contar, por supuesto, el e-book, que bate récords de ventas en Amazon, ni las versiones pirateadas que circulan por Whatsapp y las redes sociales. Para encontrar antecedentes del fenómeno, los libreros con más trayectoria en el oficio deben remontarse al Nunca más, a Robo para la corona de Horacio Verbitsky, a las memorias de Gabriel García Márquez, o a los más recientes lanzamientos de Harry Potter, aunque el paralelismo no parece lo suficientemente preciso.

“El flujo de gente en la librería aumentó. La primera semana había que atender a uno tras otro que nos pedía el libro”, asegura Santiago Carmona, de la Librería del Fondo, de Palermo. Melina Alexia Varnavoglou, de la librería y centro cultural Otras orillas, en la zona de Barrio Norte, hace hincapié en la desigual distribución del libro, que llegó a las grandes cadenas mucho antes que a las librerías más pequeñas: “Random House no proveyó a las distribuidoras como Galerna y Cassasa y Lorenzo. Lo cual me parece un poco contradictorio, dado que comprar un libro así en Cúspide (que pertenece a Clarín) es un despropósito. Así que nos encargamos de conseguirlo por nuestra cuenta, fuimos a comprarlo a la Feria del Libro con el descuento para libreros. La cantidad que se podía adquirir era escasa. Todos los que trajimos los vendimos a través de reservas. De hecho, tenemos reservas que todavía no podemos cubrir porque falta que nos lleguen ejemplares”. Gervasio González Videla, librero en la cadena Gandhi Galerna, dice que “el día que lo recibimos tuvimos filas de cinco o seis personas esperando para pagarlo. Además de los vecinos del barrio, había empleados de otros locales que nunca vienen a la librería, y entraron a comprarlo. Hemos vendido de a varios ejemplares, gente que se llevó cuatro o cinco y que, mientras le cobrás, habla por teléfono y te suma uno más”.

La tapa la eligió Cristina. Les dijo a los de la editorial cómo quería que fuese. El tipo de azul es el de la campaña de Néstor en 2003.

 

la cuestión de la autoría

Apenas se conoció la salida del libro, fuentes de la editorial aseguraron que fue escrito de puño y letra por la exmandataria. Otra versión, difundida por el diario Clarín, sostiene que el texto fue dictado por ella a un asistente, y que habría sido revisado por María Seoane. La intervención de la periodista y escritora fue confirmada a crisis por fuentes cercanas a la expresidenta, que sin embargo aclaran que su colaboración se limitó a cuestiones estilísticas y de edición.

La existencia de escritores fantasma no es ninguna novedad en la industria editorial de la no ficción. En los últimos años proliferaron los libros de políticos y famosos de distinto calibre, que no serían imaginables sin la figura de un ghost writer que hace contorsiones a veces inhumanas para transformar los devaneos del autor en un texto más o menos legible. Existen antecedentes de todo tipo: desde el escritor inglés Aldous Huxley, que habría redactado las páginas de la autobiografía de Charles Chaplin, hasta el español Manuel Penella de Silva, a quien se señala como responsable del texto de La razón de mi vida, de Eva Perón. La pregunta inevitable en estos casos es, ¿quién es el verdadero autor del texto escrito por un ghost writer?

“En publicaciones como Sinceramente nadie se pone a trabajar, a escribir, a pensar, si no están claras de antemano las condiciones económicas y de autoría. Reclamar autoría es tan ridículo como pedir el VAR en la Europa League, donde todavía no se implementó”, sostiene el escritor José Esses, que colaboró –entre otros– con Este soy yo, la notable autobiografía de Claudio “El Turco” García. 

Su colega Ariel Pichersky afirma: “El contenido es el cliente y no hay mucho que se pueda o se deba cambiar, en especial si se trata de alguien con algo para decir o si ya hay una decisión tomada al respecto por el autor o el editor. Un buen trabajo con la forma debería realzar los mejores atributos del contenido y disimular los peores, pero si el autor no se reconoce en el texto hay algo que no funciona. Un buen escritor fantasma hace decir al autor, de la mejor manera posible, lo que el autor quiere decir”. 

El renombrado escritor José María Brindisi está de acuerdo con esta opinión: “El oficio del ghost incide absolutamente en la forma y en el contenido del libro, claro. Y para eso lo convocan. Ahora, si por oficio hablamos de ‘su voz’, ya es algo bien distinto, y eventualmente más problemático. Pero un ghost writer que deje escapar un registro muy personal no estaría, por lo general, haciendo bien su trabajo”.

El escritor Facundo García Valverde, desde una intensa trayectoria en el oficio de la escritura en las sombras, introduce otro matiz en la discusión: “Me parece que la tarea de un buen ghost writer tiene que ver con entender el código en el que se está escribiendo un libro. La pregunta, entonces, es cuál es el género en el que se inscribe el texto de Cristina. ¿Es el libro de una estadista, es una comedia de enredos, o es un libro de chismes?”.

A raíz de su lectura de Sinceramente, Pichersky afirma: “Creo que el libro no lo escribió CFK con sus propias manos porque me cuesta imaginarla en una escena de escritura, con los tiempos y las angustias que suele conllevar, para producir un texto que después otra persona corregiría. ¿Qué editor podría cambiarle una coma a CFK? Me parece más verosímil, en cambio, una Cristina grabada durante largas entrevistas y después transcripta y editada por su ghost writer, siguiendo un índice, negociado duramente con los editores. Después, ella devolvería borradores con marcas, tachaduras e indicaciones: esto sí, esto no, esto ni se te ocurra, dónde está tal cosa que te dije que pusieras, etc. Hay un paralelismo posible con las intervenciones que se atribuye en las reformas de la Casa Rosada”.

La observación coincide con la conclusión de Brindisi: “No sé si habrá alguien detrás; pensando en que se trata de un sello grande, apostaría a que sí. Sin embargo, no creo que la incidencia de ese ghost writer haya sido relevante; a lo sumo habrá emprolijado el texto, y acaso ayudado a potenciar su estructura, su funcionalidad. CFK es –haciendo a un lado cualquier consideración política– una oradora brillante, y no creo que haya necesitado demasiada ayuda, lo que por otra parte sin duda no hubiese aceptado. Pero con o sin ayuda, lo cierto es que el libro tiene su tono y su respiración”.

lecturas en pugna

Desde que los primeros ejemplares llegaron a las librerías, empezaron a circular páginas escaneadas en las redes sociales. La militancia kirchnerista las comparte con el entusiasmo de quien exhibe en letras de molde –expresión que se reitera una y otra vez en el libro– una verdad negada durante los últimos años en la esfera pública. El macrismo, por su parte, se apresura a señalar fragmentos donde la expresidenta habría derrapado o “pisado el palito”.

Una de las razones que quizás explique el éxito editorial de Sinceramente es que hay pocos libros que generen expectativas tan desmesuradas, tanto en sus futuros lectores como en quienes jamás lo van a leer. “Del libro esperaría un análisis sobre qué es realmente el uso del poder. Sus tentaciones, limitaciones. Alianzas de peso o de paso. Si en su construcción de verdadero poder, el kirchnerismo, por exigir lealtades y por temor al disenso interno, no terminó alejando socios políticos que podría haber necesitado para seguir en el gobierno. Qué pasó para que el candidato elegido para la sucesión terminara siendo un político supuestamente afín, pero en otro sentido tan pero tan distinto a CFK”, sostiene el periodista Ezequiel Fernández Moores. 

Las expectativas del cura Fabián Báez, párroco de la iglesia María Reina de Villa Urquiza, son ecuménicas:Me gustaría encontrar ideas viables de un proyecto de país que incluya a los más débiles y a los sin voz. Me gustaría encontrar propuestas que nos den esperanzas de crecer en todos los ámbitos. Me gustaría encontrar propuestas inspiradoras en orden a que todos los argentinos nos sintamos protagonistas y responsables de las soluciones de fondo que se necesitan para vivir en un país mejor. Que inspire. Que incluya. Que ayude a sanar”.

“Los antikirchneristas no pensamos leer esa mierda”, escribió el crítico literario y cinematográfico Quintín en su cuenta de Twitter. La escritora Gabriela Cabezón Cámara, autora de La virgen cabeza y Las aventuras de la China Iron, en cambio, sí se tomó el trabajo de leer el libro: “No podría decir que lo leo en sincronía espiritual con Cristina Fernández de Kirchner; parte de lo que dice –está muy logrado el tono coloquial, los matices de su voz: genera la sensación de estar escuchándola– me produce, incluso, rechazo; la razón de estado me queda muy lejos de lo que entiendo por razón suficiente. Por otro lado, es grato escuchar a una estadista no solo capaz de articular discurso sino, además, de proponer una lectura y un proyecto de realidad para la argentina que toma distancia de los parámetros de ‘los mercados’, que son ajuste y miseria para las mayorías, y del desastre que hemos padecido en manos de esta gente durante su gobierno. Por supuesto, no esperaba leer literatura y me parecen patéticos los intentos de aproximación al libro desde esa perspectiva”. 

 

el tiempo dirá

¿De qué trata, entonces, Sinceramente? ¿Es un manual para la militancia? ¿O un derrape monumental que va a enterrar las aspiraciones presidenciales del kirchnerismo?

Después de tres años y medio en los que la expresidenta y el movimiento que ella encarna fueran considerados una expresión política residual por parte de los grandes medios de comunicación, del gobierno y de un sector importante de las redes sociales, es lógico que un libro de su autoría –que además constituye un éxito editorial sin precedentes– resulte difícil de asimilar. Más todavía en un momento crítico de la economía, con Mauricio Macri muy abajo en las encuestas y la posibilidad cada vez más firme de que el kirchnerismo vuelva al poder. El libro parece un espejo donde cada uno encuentra ratificadas sus ideas sobre el proceso político que tuvo lugar en Argentina entre 2003 y 2015.

A lo largo de 600 páginas, Cristina repasa su relación con Néstor Kirchner desde los años de militancia universitaria en La Plata hasta sus últimos días en el gobierno y la transición que vino después. Hay un relato por momentos intimista y nostálgico, que nunca se pierde en lo meramente anecdótico. La narración alterna entretelones de las decisiones más importantes de su gestión y de la de su esposo. Asoman algunas leves autocríticas, pero sobresale una defensa cerrada del modelo económico que llevó adelante, así como también una dura caracterización del macrismo, el rol de la Justicia y de los medios de comunicación. Todo eso era esperable. Más interesantes resultan algunas afirmaciones teñidas de cierta ambigüedad, como el relato de sus vacaciones en familia en Nueva York, donde se aleja del antinorteamericanismo que se le quiere adjudicar. Tampoco carece de matices su postura frente al feminismo, o el relato de su relación con el Papa Francisco. No parecen inocentes, ni siquiera, sus comentarios sobre las series de Netflix que sigue con interés, cuya mera alusión acercan al libro, inesperadamente, a las estrategias publicitarias implementadas por Jaime Durán Barba en elecciones pasadas con el propósito de “humanizar” a sus candidatos.

La contundencia del fenómeno generado por Sinceramente quizás se vincule con la demanda silenciosa de sentido en momentos de mucha confusión en todos los sectores políticos. Una pregunta válida es si su influencia se agotará a fin de año, con el resultado de las elecciones presidenciales. Mientras tanto, las imágenes de su tapa se multiplican en canales de televisión, diarios, Facebook, Twitter e Instagram, así como también las lecturas que buscan imponer una aceptación o rechazo que, en general, no tiene claroscuros. Ninguna de las dos actitudes se corresponde con la experiencia de la lectura, que sigue siendo personal e intransferible. Lo que el tiempo dirá es si el libro esconde alguna pista para entender el futuro. Pero parece indudable, por el momento, que en el ruido desatado a su alrededor hay claves para entender una parte del presente.

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