“Aquí hay poca agua y muchísimo viento; si cortás la jarilla, la tierra se vuela”. La frase es una metáfora magnífica de la lucha que protagoniza el pueblo mapuche. La pronunció Lefxaru Nawel como al pasar, mientras mirábamos a través de los ventanales de la ruka de su comunidad, ubicada en el conurbano neuquino.
La jarilla es un arbusto que crece en la meseta patagónica. Está por todos lados. Es lo único que parece reinar en esta zona seca y plana. Parece algo inútil, porque para el mercado no tiene valor. Sin embargo, nuestro entrevistado asegura que posee inmensas propiedades medicinales. Cree que cuando los científicos las descubran se van a hacer un pícnic, y anhela que eso nunca suceda.
Pero la jarilla no es solo promesa difusa de un resurgir telúrico. Es el elemento que permite algo fundamental aquí y ahora: que lo sólido no se desvanezca en el aire. La imagen de la tierra esfumándose simboliza de manera poética una batalla dramática. En primer lugar, lo que está en juego es el agua. Lef nos muestra un tanque ubicado a un kilómetro de su casa: “Es la planta potabilizadora que abastece a Neuquén capital, Plottier, Vista Alegre y Centenario. Nosotros armamos las conexiones, llevamos los caños hasta allí, solo nos tienen que abrir una canilla, pero nos dijeron que no”. Sin agua, la tierra se convierte en polvo y se vuela. El lof tampoco tiene gas corriente, aunque a pocos metros del límite se ven los testigos que indican que por allí abajo pasa el gasoducto que abastece al Área Metropolitana de Buenos Aires. “Si algún día lo cortamos no se enojen”, bromea.
Lef nació en 1987 en Islas Malvinas, un barrio popular de la capital provincial. Poco tiempo antes, sus padres junto a varios vecinos habían fundado una nueva comunidad mapuche, la Lof Newen Mapu. Comenzaba a resurgir un pueblo cuya potencia permanecía latente, luego de la conquista por parte del Estado argentino y las sucesivas olas de racismo y represión. Hoy Lef es werken (vocero) de la comunidad, integrante del equipo de abogados de la Confederación Mapuche de Neuquén (la Confe), e integra la banda de rock Puel Kona.
Hace poco estrenó hogar a metros de la ruka, donde vive junto a su compañera, la antropóloga mapuche Melisa Cabrapan Duarte, e hijes. Fue un gran logro recuperar un pedazo de tierra, al cabo de una larga disputa que comenzó “abajo”, en la ciudad, y mutó según pasaban los funcionarios de turno. Todo comenzó cuando les avisaron que debían desenterrar a sus muertos del cementerio y llevarlos a otro lugar, porque rebalsaba. Para el pueblo mapuche mover a los ancestros es una grave afrenta, pues interrumpe un proceso muy importante de reunión con la naturaleza.
Nosotros acá estamos en un lugar que marcó el municipio en lo que pretendía ser una buena práctica. Nos amparamos en el derecho de la Constitución que reconoce la propiedad comunitaria de las tierras, que tiene que ser apta y suficiente para el desarrollo humano. Le dijimos al intendente: “Nosotros vivimos en la ciudad porque ustedes nos expulsaron del territorio”. Luego cambió el gobierno y nos quisieron desalojar. Los primeros que llegaron cuando mandaron a la policía fueron los del sindicato docente de ATEN, cuya conducción es peronista, y los obreros ceramistas, que son de izquierda. Eso es muy significativo de nuestra historia acá, la unión con la gente que no es mapuche. Ahí también se ve el arco de alianzas. Tenemos un debate con esos sectores, a partir del apoyo mutuo.
¿Cómo se hace para llevar a la práctica lo que dicta la Constitución? Porque por lo general parece ser letra muerta, ¿no?
La reforma de la Constitución del 94 siempre fue mala para el pueblo indígena. Desde que yo tengo memoria está planteado que tenemos el derecho irrenunciable al territorio comunitario y un poco esa es la discusión política de fondo. En eso coincidimos plenamente con la toda la gente mapuche. Para nosotros hay un momento histórico que es previo, 1992, cuando se juntan los mapuche de Chile y Argentina, es el reencuentro. Ahí se creó la bandera mapuche. Muchas veces desde afuera nos dicen que bajemos los decibeles con los planteos críticos, pero no hay ninguna audacia en hablar hoy de nación mapuche, de libre determinación, porque eso está planteado treinta años atrás. Capaz hay gente que recién se entera de que los mapuche existen.
¿Qué significa reconstruir la comunidad?
Cuando alguien se hace parte de una comunidad tiene que respetar el orden comunitario y es un proceso para quien se integra. Tenés que estar dispuesto a despojarte de un montón de cosas de tu vida individualista.
¿En qué consiste ese despojarse?
Por ejemplo, que la tierra donde está mi casa no es mía. Es de la comunidad. Yo nunca voy a tener el título de propiedad. Y si yo me quiero ir, la casa queda para la comunidad. Pero si mi hijo se queda acá, es de él. Eso, para alguien que vive en la propiedad privada, es inconcebible. Es muy, muy disruptivo.
las fuerzas de la tierra y el agua
Luego de una pedagógica recorrida por la meca petrolera que se extiende entre la capital neuquina y el expueblo Añelo, convertido a las corridas en una ciudad pujante y deforme, recibimos a Lef con un asado nocturno, para concretar la entrevista estilo crisis: hablar largo, en un clima de confianza y sin formalismos, regado con abundante vino. La escena fue posible gracias a la hospitalidad de Cecilia Ambort y Jorge Aragón, artífices del proyecto agroecológico Janus, una suerte de vergel a la vera del río Neuquén, cerca de la localidad Contraalmirante Cordero. Esa tarde se registró el sismo número 18 en lo que va de 2025 en la provincia, según el Observatorio de Sismicidad Inducida.
El joven dirigente mapuche vino acompañado de su padre Jorge Nahuel, lonko de larga trayectoria en la Confe, quien ofició de chofer y no probó una gota de alcohol. El primer tema de conversación fue el conflicto del momento: la paralización de una perforación iniciada por YPF en territorio de la comunidad Kaxipayiñ. Horas antes visitamos ese paraje, lindero con el lago artificial Mari Menuco. Un kona nos mostró los trabajos realizados por la empresa estatal sin que la comunidad siquiera se enterara, hasta que lograron percatarse y expulsaron a los operarios. Lo que exigen es que se aplique el proceso constitucional de la consulta. En declaraciones posteriores el gobierno provincial dijo que tendría en cuenta ese reclamo. “Sería un importantísimo paso adelante para nosotros”, afirma Lef.
La intención de YPF es avanzar con casi 500 pozos de fracking alrededor del Mari Menuko, fuente del agua que abastece a las ciudades de Neuquén, Cipolletti y Plottier. ¿Se puede dar la pelea en este contexto político?
Es oportuna esta causa porque te muestra lo desquiciados que están, de querer hacer 500 pozos al lado de donde vos tomás agua. Y es la impunidad con la que se siente hoy Paolo Rocca. Nosotros lo nombramos a él porque es el responsable de gran parte de las cosas que ocurren en Argentina y nadie lo menciona. Agarran a YPF, que es una empresa estatal y para nosotros tiene que existir, y la cooptan para sus negocios. Evidencia también cómo gobiernan las petroleras, porque es la discusión difícil que hemos tenido con los compañeros peronistas: sus gobiernos han sido siempre servirles a los intereses extractivistas. Esto arrancó en el kirchnerismo, y después vino Macri, siguió Alberto y ahora Milei. Hay una línea evidente de continuidad. Sin dejar de contemplar la gravedad de que gobierne la ultraderecha, por la represión, por la cuestión energética, y también por la situación económica. Esto es algo que con los ambientalistas nos ha costado grandes debates y diferencias, porque para nosotros la cuestión económica la tenés que poner arriba de la mesa a la hora de discutir Vaca Muerta. Evidenciar que es una destrucción de la naturaleza, pero también de la economía. Neuquén entre 2013 y 2023 se endeudó como nunca y muestra un debilitamiento estructural de los números de su macroeconomía.
¿Qué pasa si económicamente conviene pero ambientalmente es insostenible?
La ampliación de la frontera hidrocarburífera, incluso sobre las ciudades, y un montón de otros problemas como los sismos, los residuos petroleros, la contaminación y la escasez de agua hay que vincularlos con la cuestión económica, sobre todo cuando hay una crisis económica para el pueblo, porque si no lo ambiental puede parecer una frivolidad. Y nosotros lo hemos palpado cuando discutís con una persona que está siendo contaminada, muchas veces te va a decir que le importa el agua pero le importa más que su hijo tenga qué comer. A veces los ambientalistas de la ciudad no toman en cuenta estos razonamientos. Y es una pulseada muy dura donde tratamos de defender los territorios, pero también de que la gente viva en el lugar.
Claro, y para eso hay que poder articularse con la economía capitalista de alguna manera.
Acá la Conquista del Desierto terminó hace 130 años, pero después la gente mapuche fue sobreviviendo y se asentó en estas tierras que son hostiles para la percepción general, pero donde hay muchísima vida. Tenés que demostrar que este lugar se puede habitar, se pueden desarrollar comunidades y por eso no debe ser destruido. Pero con romanticismo solamente no sostenés la lucha. “No, acá no podés hacer un pozo porque yo tengo 20 jarillas”. Ahí es donde chocamos a veces con la gente ambientalista de Neuquén, porque ellos te dicen desde un departamento en el centro cómo tenés que vivir. Se trata de que seamos lo más sinérgicos posible y para eso tienen que salir de esa idea de que nos van a salvar.
Ustedes están en el corazón del principal vector de acumulación de capital en Argentina hoy, la gran promesa para solucionar todos los problemas. ¿Se puede resistir esta nueva campaña modernizadora?
Es una etapa de profundización del saqueo y de la dependencia del petróleo, que evidencia cómo las corporaciones ya directamente gobiernan los países. Es la captura corporativa de los estados. Ya no hacen lobby para conseguir mejores condiciones de negocio a través de leyes, ahora directamente te ponen al gerente de la petrolera en el gobierno. Milei es un personaje menor, porque la decisión la están escribiendo ellos, escribieron el RIGI, la reforma laboral, escribieron la nueva regulación de las petroleras, se metieron en la Secretaría de Trabajo, en la Secretaría de Energía, en la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas que son los que manejan los ríos, y en YPF. Hoy quien nos gobierna no es Milei, no es la Libertad Avanza, son ellos. Los políticos son personajes circunstanciales que hoy gozarán de una popularidad temporal y mañana serán olvidados, pero los que están consolidando sus negocios a mediano plazo son los empresarios. A todas estas corporaciones no les vemos la cara, porque además utilizan a YPF, por ejemplo, para hacer el trabajo sucio.
¿YPF sería como un caballo de Troya de las corporaciones?
YPF es la peor empresa para quienes viven en los territorios, por la forma en la que se maneja. No es casualidad que la agarren de punta de lanza, porque saben que en la población hay un orgullo ypefiano; incluso en el inconsciente colectivo de nuestros viejos que trabajaron en la época de la primera YPF subsiste esa pertenencia. Por eso la eligen para hacer sus principales negocios turbios y pagar las pautas publicitarias. No es lo mismo tener a YPF que a Shell o Chevron. Esa manipulación del nacionalismo, de un falso nacionalismo, les permite decir “el fracking es nuestro”. Ahora gran parte de la población argentina te dice que “a los mapuche los financian los ingleses” pero es una afirmación que no tiene sustento. Lo que tenemos que dar a conocer es por qué luchamos y qué es lo que hacemos. Pero hay una ausencia de comunicación con el porteño promedio, porque ese vínculo está intermediado por la corporación empresarial mediática, a la que claramente le conviene que los mapuche y los argentinos nunca se planteen una unidad de destino, que estén enfrentados. Nosotros creemos que somos potenciales aliados en la lucha por la liberación, no solo del pueblo mapuche, sino del pueblo argentino, porque al pueblo argentino también lo consideramos un pueblo oprimido. No oprimido culturalmente o racialmente, oprimido por una élite oligárquica del país que tomó el control y no lo soltó jamás.
qué hay de nuevo, originario
Los mapuche son blanco predilecto del gobierno de ultraderecha, en su batalla cultural contra todo lo que cuestione al orden occidental y cristiano. El racismo emana de lo más alto del Estado nacional y se anuncian planes de militarización que por ahora tienen solo existencia intimidatoria, pero si escala la conflictividad pueden materializarse.
La Confe posee, sin embargo, un recorrido de paciente organización que le otorga consistencia, aunque hay varias comunidades que coquetean con el poder político, sea quien sea el que ocupe los sillones del palacio. La heterogeneidad genera tensiones, pero también arraigo. Son seis consejos zonales en la provincia, que reúnen 65 comunidades en total. Newen Mapu y Kaxipayiñ integran, ambas, la zonal Xawvn Ko, que cubre todo el este neuquino y limita con Río Negro, La Pampa y Mendoza. Hace poco comenzaron a parlamentar representantes mapuche de las cuatro provincias, lo cual entusiasma muchísimo a los Nahuel.
Esa apuesta por la construcción de instituciones propias es lo que distingue a los mapus neuquinos de los que habitan en Chubut, quienes desconfían de las burocracias originarias y rechazan integrarse a la estatalidad argentina. Para Lef no es casual que Patricia Bullrich y la derecha vernácula elijan a Jones Huala como referencia del pueblo mapuche, aunque posea una escasísima representatividad. El objetivo es construir la figura del mapuche terrorista. ¿Cómo sortear esta trampa? ¿Y cómo evitar que se imponga la desazón?
“Milei vino a tratar a toda la población de Argentina como las anteriores gestiones trataron a los pueblos originarios. Decirte que no tenés garantías, que te voy a pasar por arriba y nadie te va a defender; que nada de lo que vos reclames como derecho va a existir por parte del Estado. Entonces, no hay nada que esperar del Poder Judicial, ni del Congreso, ni de la estructura de poder convencional. Por eso hay mucha gente que siente una incertidumbre y una angustia que a nosotros no nos toca porque vivimos siempre un poco en esa situación. Y por otro lado eso demuestra lo antisistema que es la lucha de los pueblos originarios, porque plantea otra manera de hacer las cosas, y al mismo tiempo muestra la ignorancia que hay en toda la clase dirigencial no solo respecto del pueblo mapuche, sino también de los qom, los guaraníes, los wichí, y esa subestimación que muchas veces aparece en quienes apoyan, me refiero al progresismo, que nos tratan de infantilizar”.
Sin embargo, ustedes siempre han sido muy hábiles para introducirse en las dinámicas institucionales y conseguir avances. ¿No les afecta también que haya un gobierno libertario?
Sin dudas que el margen de acuerdo y negociación que tenemos con un gobierno peronista no existe con un gobierno de este tipo. Pero también está la gobernabilidad provincial, que es la misma desde que Neuquén es Neuquén, hace 65 años, porque siempre gobernó el Movimiento Popular Neuquino (MPN) y hoy sigue en el poder a través de Figueroa, una corriente nueva pero que mantiene el mismo status quo. No hay que ser necios y decir que no nos está afectando, porque las medidas económicas, el RIGI, la Ley Bases, los superpoderes, todo nos afecta directamente y de manera plena. A lo que me refiero es a qué actitud tomamos frente a eso. Veo mucho pesar, frustración, dolor, cierto derrotismo. A nosotros nos paraliza menos porque hemos sentido también el rigor de los gobiernos peronistas, que declararon zona de sacrificio a nuestro territorio en pos de la soberanía energética. Y eso nos destruye igual que si lo hacés en pos de la eficiencia empresarial, como proponen los liberales y los libertarios. Tuvimos un Congreso en Argentina con mayoría automática progresista, que tenía la posibilidad de votar una ley de propiedad comunitaria y no lo hizo. Porque siempre hay problemas más graves o importantes, porque fueron mirando la correlación de fuerzas, un montón de argumentos que nosotros creemos que hay que abandonar. Ojalá que una de las enseñanzas del gobierno de Milei sea que no volvamos a hablar de correlación de fuerzas. Que pensemos en un proyecto propio a largo plazo y no andemos buscando excusas para convencernos de que en realidad todo lo que soñamos ahora no es posible. Eso es una de una mediocridad absoluta que ha caracterizado a la dirigencia político-partidaria argentina.
La sensación es que estamos ante un cierre de ciclo, que es algo más pesado que un cambio de gobierno. La pregunta es cómo se lucha y se construyen estrategias políticas cuando ya no existe, quizás, un marco democrático. ¿Es algo nuevo para ustedes esta situación?
Es lo que decía antes: la mayoría de los sectores, incluso los históricamente postergados como el colectivo LGBTIQ+, pudieron reivindicar conquistas en estos años; los pueblos originarios no. No hay una política concreta con la que uno pueda decir “acá tuvimos algo que hizo la diferencia”. Como yo lo veo con los mapuche grandes que hablan con nostalgia de la época de Allende, cuando hizo la reforma agraria, nos dio los títulos de propiedad a las comunidades indígenas y rompió el latifundio. Sí puedo hablar como vecino que se crio en un barrio marginado y nos otorgaron un montón de derechos sociales. Pero esa democracia argentina que está siendo puesta en crisis ahora a nosotros jamás nos representó. Nosotros no hemos conseguido absolutamente nada sin las acciones directas, sin poner el cuerpo. Por eso, lo que nos queda a los pueblos es la lucha, como vieron hoy en Lof Kaxipayiñ, que el 17 de marzo paró a la empresa y la echó. No queda otra.
Jorge Nawel acompaña la charla, escucha, repasa la historia, apuntala. Manejan ambos, padre e hijo, un tácito equilibro para darse la palabra. Aquí interviene para seguir la línea de pensamiento:
—Pero nunca, nunca nos hemos aislado del movimiento social, siempre hemos buscado ese paraguas protector de la sociedad neuquina, de los aliados previsibles o no ante cada situación, buscando acuerdos y alianzas. Por eso, cada vez que hubo un peligro la sociedad reaccionó.
Lef, a su vez, remata:
—Eso se ha logrado construir a lo largo de los años. Gracias a la orientación de nuestros mayores, la apertura que han tenido y que nos han enseñado a nosotros. Y también a entender que no siempre en el gobierno coyuntural se está jugando todo, porque hay cosas que van a persistir en tiempos más largos. Por eso hay que generar alianzas amplias, por ejemplo, en torno al peligro de la contaminación del agua. ¿Quién es nuestro potencial aliado en esta lucha? Cualquier persona que tome agua. Entonces, hay que dejar a un lado cierta tendencia al sectarismo que tenemos todos, de pensar que la lucha principal es la que me incumbe a mí y no las otras.