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el emirato patagónico
A 1900 kilómetros de Buenos Aires, una comarca vive desde hace más de un siglo al ritmo del oro negro. Hoy, los inversores extranjeros exportan más de lo que exploran, los obreros petroleros ganan entre 6 mil y 12 mil pesos por mes y los jerárquicos, que cobran el doble, son capaces de dejar sin nafta a todo el país si no atienden sus demandas. Pero un sector de la población se queda al margen del derrame y la desigualdad se consolida.
08 de Febrero de 2016
crisis #4

 

E n la última década creció una isla en medio del continente. Una combinación exótica y extraña, una excepción productiva, social, laboral y económica. La ciudad de Comodoro Rivadavia se convirtió en una isla petrolera que no para de aumentar sus niveles de producción de crudo, pero que a la vez conjuga importantes volúmenes de trabajo, circulación monetaria, precios por las nubes y una profusa conflictividad e inequidad social.

Comodoro fue el lugar del extremo sur de América donde se descubrió petróleo (allá por 1907) y donde se puso en marcha la primera petrolera estatal de latinoamerica (en 1922). Pero a la vez es el sitio desde donde se consumó la privatización de la YPF y sus nefastas consecuencias, donde en la actualidad se extraen los mayores volúmenes de crudo, se concentran importantes conflictos sociales y desembarcan nuevos capitales extranjeros para explotar los recursos hidrocarburíferos.

 

Los jerárquicos

Sobre fines del 2010, Buenos Aires y buena parte del país se sacudieron por la falta de combustible en las estaciones de servicio. Las petroleras acusaban recibo de tensiones muy fuertes que se estaban produciendo en Comodoro. Los trabajadores jerárquicos de la industria petrolera (ingenieros y técnicos especializados) estaban reclamando el cumplimiento del nuevo convenio colectivo de trabajo y la posibilidad de libre afiliación gremial que chocaba con los intereses de Repsol YPF.

Los jerárquicos son una pieza clave en la extracción del petróleo y el gas: cobran salarios que rondan los 12 y los 16 mil pesos por mes. Su protesta incluía la demanda de incorporación al convenio colectivo que les significaría una aumento de entre 6 y 8 mil pesos. Lo que parece una exorbitancia salarial no lo es tanto si se contemplan las tareas y esencialmente los altísimos costos que tiene la vida en la Patagonia y particularmente en Comodoro.

La disputa se dio escasos días después de que el gobierno nacional, los gobernadores provinciales, las petroleras y los sindicatos firmaran el primer “pacto social” de la era post Néstor Kirchner. El acuerdo voló por los aires y evidenció el primer fracaso del intento de tregua en busca de evitar la conflictividad social y los reclamos sectoriales.

Los jerárquicos asumieron los mismos métodos de protesta de sus subordinados y obtuvieron la solidaridad de los trabajadores. Primero, paralizaron la región petrolera más importante del país, entre el sur de la provincia del Chubut y el norte de Santa Cruz, conocida como la cuenca del Golfo San Jorge. Pero como las respuestas y los acuerdos con las empresas se hacían esperar, los especializados tomaron la playa de tanques que almacena el petróleo que sale a la exportación y rumbo a las destilerías bonaerenses que abastecen de combustibles a toda la Argentina.

El bloqueo de Termap (Terminales Marítimas Patagónicas) se extendió por casi 15 días e impidió que el crudo llegara a Buenos Aires. Cuando se hacían largas colas en las estaciones de servicio de la Capital, o faltaba nafta en los pueblos que recorren las rutas del país, era porque el acuerdo en el sur no llegaba y las fracasadas negociaciones se extendían en el tiempo. Al mismo tiempo, las petroleras expendedoras de combustibles especulaban con la posibilidad de conquistar nuevos aumentos en los precios de venta.

 

La historia

Los jerárquicos son producto de su contexto histórico y social. La oleada de la desocupación que asoló a todo el territorio argentino se anticipó unos años en la isla de Comodoro. En 1998, el petróleo tocó fondo y cayó a 11 dólares en su cotización internacional. La producción se desplomó y miles de trabajadores fueron expulsados de la industria y de los demás sectores productivos y de servicios, una escena que, tres años mas tarde, se vivenciaría en todo el país. 

Entonces, algunos grupos piqueteros comodorenses desarrollaron métodos de reclamo novedosos para la época. En lugar de pedir planes sociales o bolsones de alimentos, decidieron salir a exigir obras públicas y puestos de trabajo genuino en las petroleras; en lugar de provocar saqueos, avanzaron sobre el pedido de alimentos a los supermercados.

También en la otra margen de la cuenca petrolera, se dieron enormes luchas sociales. En el norte de Santa Cruz, la conflictividad tiene elementos de permanencia casi constante, pero se diferencia de lo sucedido en Comodoro. Los empresarios suelen catalogar a los problemas sociales en la margen santacruceña como “mas asiduos y menos controlables”, mientras que en la zona chubutense los mismos serían “mas ordenados y con una conducción mas difícil de identificar”, lo cual preocupa mucho a los inversores privados. En octubre del 2005, los obreros petroleros de Comodoro mantuvieron los yacimientos paralizados y Termap permaneció tomada por más de 10 días. Reclamaban aumentos que recompusieran el poder adquisitivo de los salarios, deteriorado en un 75 por ciento por la devaluación del 2002.

 

El pulso

Comodoro Rivadavia y el conjunto de la región patagónica se mueven al ritmo extractivo de los hidrocarburos. Los vaivenes del precio internacional del crudo determinan la vida cotidiana de buena parte de los habitantes de las cuencas petroleras. Alteran los ritmos laborales y los económicos; los de la buena o mala fortuna. Cuando la actividad petrolera cae, se desmorona todo. La falta de trabajo y la escasa circulación monetaria produce una contracción en todos los terrenos de la economía y la crisis se extiende como una densa y viscosa mancha negra.

A la inversa se producen cambios tan significativos y, al mismo tiempo, inequitativos. El crudo sube, aumentan los puestos de trabajo en el sector, se reproducen los servicios vinculados, el flujo monetario se incrementa y los comercios se multiplican. Al mismo tiempo, avanza la construcción, los alquileres se disparan con oleadas de inmigrantes que llegan de otras provincias y de países limítrofes en la búsqueda de la meca laboral. En panorama se completa con la presencia de chicas que, sobre la base de la prostitución, aspiran a conseguir un buen pasar. Algunas, hacen miles de kilómetros desde el norte argentino o arriban desde República Dominicana con la ilusión de salvarse de una vez y para siempre. Es raro que lo consigan.

El nuevo boom petrolero genera daños colaterales como la crisis habitacional, o las profundas diferencias salariales entre petroleros y el resto de los asalariados. Los alquileres llegan a precios exorbitantes –no bajan de los 1.500 para un monoambiente o de 2.500 por una casita de 2 ambientes-; el precio del metro cuadrado de construcción en Comodoro vale lo mismo que en Puerto Madero. Esa realidad contrasta con la extensión de barrios precarios y asentamientos: en el sur, el Abásolo, el Moure, el Stella Maris; en el norte, en Kilómetro 3, 5 y 8.

El sueldo de un obrero petrolero ronda entre los 6.000 y los 12.000 pesos, según la función, mientras que un empleado de comercio apenas si llega con horas extras y demás a los 4 o 5.000 pesos. El problema está dado por el valor de la canasta familiar que no baja de los 6.000 pesos para un grupo de dos adultos y dos niños. Una franja queda por encima, pero una enorme porción de asalariados no petroleros queda por debajo.

Los precios golpean duro los bolsillos: un café no baja de 10 pesos y un almuerzo barato con suerte se consigue a 50 pesos. Pero la exorbitancia de los costos no hace que el consumo sea menor; al contrario. Las cadenas de electrodomésticos, que se instalaron en los últimos años, se cansaron de vender plasmas. El parque automotor es, en proporción, uno de los más elevados del país. Los 0Km y las camionetas 4x4 no encuentran lugar para estacionar en el centro de la ciudad. 

La relación entre el capital y el trabajo es altamente desigual. Según estimaciones extraoficiales, el costo de extracción de un barril de petróleo no supera los 6 u 8 dólares, pero las empresas lo venden al mercado a un promedio de 45 dólares, ya que el resto del valor al ser exportado es apropiado (como retenciones) por el Gobierno nacional. Según el Nuevo Proyecto Energético Latinoamericano (NPEL) las petroleras en la Argentina obtienen ganancias que superan los 42.000 pesos por minuto.

 

Los chinos

Cuando se privatizó la YPF estatal, los capitales españoles desembarcaron en las cuencas de la mano de Repsol. La petrolera ibérica todavía era estatal, pero luego quedó en poder de capitales privados, locales y extranjeros. La otra gran compañía que operaba en la Argentina era British Petroleum (BP) que, asociada a los hermanos Bulgheroni en Pan American Energy (PAE),  controlaba el mayor yacimiento de crudo del país, Cerro Dragón. Ubicado a 70 kilómetros al oeste de Comodoro Rivadavia, tiene una extensión de 3500 kilómetros cuadrados, un continente que representa 17 veces la superficie de la Capital Federal. Este mismo yacimiento que en 1958 había sido otorgado por Arturo Frondizi a American Oil Company (Amoco) fue reconcesionado por el gobernador Mario Das Neves hasta el 2047, a cambio de muy poco o casi nada para el Estado provincial.

Poco después, la familia Eskenazi ingresó a Repsol YPF con ínfulas de argentinizar. Y los inversores de la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) desplazaron de Pan American a BP, que necesitaba plata fresca para pagar las indemnizaciones por el desastre que provocó su plataforma hundida en el Golfo de México. Hoy entre las dos controlan casi toda la explotación petrolera de la cuenca de San Jorge y generan una enorme concentración obrera que supera los 20.000 trabajadores. Las dos buscan sacar los pies de la isla y ponerlos en la plataforma marina. 

El kirchnerismo facilitó el desembarco de las multinacionales petroleras en las cuencas off shore cuando decidió licitar todas las áreas marítimas que habían sido exploradas por la vieja YPF estatal por intermedio de Enarsa. Ahora esas cuencas están esencialmente en manos de Repsol YPF y PAE, quienes no dudarán, con las altas cotizaciones actuales del crudo, en instalarse en el mar y explotar los recursos allí adormecidos.

Las perspectivas auguran un panorama favorable para ambas, pero el futuro parece inclinarse hacia el lado de PAE. Con Repsol desfinanciada en sus reservorios en Chubut y Santa Cruz, todo sugiere que el tema no está entre sus prioridades. Al contrario, parecería que se afincará con mucha más fortaleza en los yacimientos gasíferos neuquinos. PAE cuenta ahora con una ventaja significativa: el ingreso de la primera compañía creada por el gobierno oriental (en 1982) para explotar las cuencas off shore del Mar de China. Con ese respaldo, acaba de consolidarse como el segundo grupo petrolero del país al comprar por u$s 600 millones las 500 estaciones de servicio que operaba Esso. Así se subió al pedestal que hasta ahora sólo ocupaban Repsol y Petrobras: el de las compañías “integradas” que abarcan los eslabones de extracción, refinación y venta de combustibles. Las razones de su crecimiento hay que buscarlas a 1900 kilómetros de distancia de la ciudad de Buenos Aires.

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