san luis y un mapa electoral estallado | Revista Crisis
Elecciones 2025 / todos contra todos / en río revuelto
san luis y un mapa electoral estallado
En una provincia en la que el oficialismo nacional no logró inscribir su sello y se desató una cruenta batalla por la representación libertaria, el gobernador utiliza las mismas estrategias electorales que los hermanos Rodríguez Saá, sus mentores, para independizarse a base de reciclados y tránsfugas. El peronismo, que supo reinar durante cuatro décadas consecutivas, todavía no recupera la vertical luego de la caída estrepitosa en 2023. Con ustedes, aquí está, el rompecabezas electoral puntano.
Ilustraciones: Ezequiel García
09 de Mayo de 2025

 

San Luis se aproxima este 11 de mayo a unas elecciones provinciales llenas de fracturas internas y tránsfugas políticos. El clima que se respira es de apatía y profundo desinterés a nivel ciudadano. Este rincón del centro del mapa argentino que alguna vez fue maniobrado con dedo mágico y mano de hierro por parte de los hermanos Rodríguez Saá renueva su mapa legislativo y, en algunas localidades, también a nivel municipal. El feudo que en 2023 se revolucionó y cambió de patrón, hoy es un rompecabezas lleno de nombres reciclados y lealtades mutantes.

En San Luis encontrás de todo: peronismo vintage, libertarios con peinados nuevos y oportunistas que buscan colarse entre tanta estructura rancia y partida. Entre tanta oferta clonada y cruces de vereda, hace su aparición, por primera vez en comicios puntanos, la Boleta Única Papel (BUP), que no pasa desapercibida en una comunidad en la que cortar boleta era una práctica casi espiritual y un arte bien cotizado.

En esta partida electoral, las disputas más picantes se dan en el terreno legislativo: se renuevan 22 bancas de diputados y 4 de senadores. Los principales candidatos emergen de un archipiélago de frentes políticos. Mientras que el actual gobernador, Claudio Poggi, rescata maniobras de sus mentores para sumar discípulos a su gestión y los hermanos Rodríguez Saá siguen rompiendo lo poco que les queda del viejo feudo justicialista, la pata puntana del oficialismo libertario huele sangre pero, sin suerte ni estrategia, queda sumergido también en el caos.

A modo de introducción a la novela de política puntana, podemos hablar de tres fuerzas principales. El nuevo mix de dirigentes del oficialismo local liderado por Poggi, el destrozado PJ de Alberto Rodríguez Saá y el estallado universo libertario.

 

el actual gobernador, Claudio Poggi, rescata maniobras de sus mentores para sumar discípulos a su gestión y los hermanos Rodríguez Saá siguen rompiendo lo poco que les queda del viejo feudo justicialista, la pata puntana del oficialismo libertario huele sangre pero, sin suerte ni estrategia, queda sumergido también en el caos.

 

Claudio Poggi era un outsider profesional que hoy está más insider que nunca. Cordobés de nacimiento pero cada vez más puntano por conveniencia. Un político profesional con la lapicera, que maneja la agenda, los medios, el protagonismo y un enfrentamiento con el Alberto del que todavía no se apagan las cenizas. Su objetivo es dejar impresa su propia marca, aunque todavía le falta músculo político y le sobran viejos tutores en las sombras. Porque, aunque rompió con uno, se quedó con el otro y no lo esconde: el Adolfo sigue junto a él, como su armador.

Por otro lado, en un exhaustivo persevera y triunfarás que no se confirma, está el Alberto. De los dos hermanos es el que peor la viene ligando desde 2023. Supo gozar de días de gloria con la banda de gobernador cruzándole el pecho y un séquito de dirigentes que lo acompañaban a sol y sombra. En gran parte porque representaba la única referencia peronista con una verdadera estructura. Hoy, de aquella gloria, apenas quedan ecos dispersos. Con un partido astillado, manotea lo que puede en busca de un frente de unidad  que lo haga recuperar lo que alguna vez fue su finca política.

Un escenario político que se parece cada vez más a una partida de El Estanciero: con estancias ocupadas, otras hipotecadas, jugadores que hacen alianzas de palabra y otros que esconden billetes bajo la mesa. El problema es que el Alberto no solo perdió el turno sino que también se quedó sin dados.

 

tercera posición
 

San Luis fue una de las provincias más entusiastas a la hora de apoyar el boom libertario y en 2023 le dio más del 60% de los votos locales a Javier Milei para asumir el trono presidencial. Pero a la hora de abrir la franquicia local, la promesa se pinchó. Hoy el león no tiene partido libertario oficial inscripto en la provincia y lo que se suponía que iba a ser una expansión ordenada contra la casta terminó en guerra de sellos, egos inflados, operetas y alianzas fugaces.

 

San Luis fue una de las provincias más entusiastas a la hora de apoyar el boom libertario y en 2023 le dio más del 60% de los votos locales a Javier Milei para asumir el trono presidencial. Pero a la hora de abrir la franquicia local, la promesa se pinchó. Hoy el león no tiene partido libertario oficial inscripto en la provincia.

 

En este vacío oportunista se metieron dos listas autodenominadas libertarias. Los que intentaron primerear el nombre de La Libertad Avanza (LLA) fueron la tríada conformada por los senadores nacionales Ivanna Arrascaeta y Bartolo Abdala y el empresario Rodolfo Negri (quien es el marido de Arrascaeta). Jugada tramposa teniendo en cuenta que se había acordado no usarlo hasta que el partido fuera formalmente reconocido.

Abandonado a su suerte, el diputado nacional Carlos González DAlessandro, figura clave del espacio libertario en la provincia, intentó lanzar este 2025 su propio frente bajo el nombre Las Fuerzas del Cielo, que coincide con el nombre de la línea interna que lideran las milicias digitales del gobierno. El primer intento de D’Alessandro había sido con un sello denominado  Unión Vecinal Provincial, pero la alianza no resistió ni el tráiler y los vecinos se bajaron. Hoy va a la elección acompañado por el partido Tercera Posición, estructura cultivada y cocinada al calor del gremio de los gastronómicos y hoteleros (UTHGRA), un peso pesado en la provincia.

Pero como esto es San Luis y cuando hay caos, las internas se multiplican. Otros libertarios levantan su bandera con la lista ¡Viva la Libertad, Carajo!, un eslogan más asociado al branding mileísta que a una propuesta ideológica concreta, con Héctor Ocaña al mando y el guiño de Arrascaeta y su esposo Negri.

Pero para entender cómo desembarcó el fenómeno Milei en la dinastía Saá hay que retroceder un poco en el tiempo. Los adoradores del mercado libre no armaron su partido desde una estructura propia, ni desde un proyecto orgánico. Mucho menos desde una militancia libertaria de base. No, nada de eso. Lo que se armó, al igual que en gran parte del país, fue un reciclaje de resabios de políticos: con las sobras de viejos resentidos a los que dejaron fuera de juego en sus propios espacios. El primero en prever el potencial libertario fue, paradójicamente, un viejo personaje con más historia en el peronismo bonaerense que ninguno: Osvaldo Villares, exsecretario de prensa del histórico Juan Carlos Rousselot. Ultraderechista como ninguno, Villares se mudó a Villa de Merlo y ahí empezó a gestar el sello libertario local.

Pero claro, la rosca libertaria no llegó sola, ni limpia. Entró por la puerta de servicio, como todos los puntanos con aspiraciones de poder. Fue gracias al gremio UTHGRA, conducido a nivel nacional por Luis Barrionuevo, que la banda libertaria encontró su primer trampolín real en la provincia. Aunque en 2021 lo miraban con distancia, para 2023 ya le habían servido la mesa. Así nace el partido Tercera Posición, diseñado por Barrionuevo y Graciela Camaño, que sirvió de base para el aterrizaje en tierras puntanas.

 

La rosca libertaria no llegó sola, ni limpia. Entró por la puerta de servicio, como todos los puntanos con aspiraciones de poder. Fue gracias al gremio UTHGRA, conducido a nivel nacional por Luis Barrionuevo, que la banda libertaria encontró su primer trampolín real en la provincia. Aunque en 2021 lo miraban con distancia, para 2023 ya le habían servido la mesa. Así nace el partido Tercera Posición, diseñado por Barrionuevo y Graciela Camaño.

 

La vuelta de tuerca vino cuando Claudio Álvarez, Secretario General de UTHGRA, y su aliado D’Alessandro juraban y perjuraban estar armando algo diferente, alejado del peronismo tradicional. Una especie de peronismo liberal o alguna combinación similar que solo ellos podían entender. Pero a otro perro con ese hueso: apenas Barrionuevo les dio luz verde, D’Alessandro selló la alianza con Milei en las presidenciales de 2023 y se anotaron el poroto.

Así surge Tercera Posición bajo el ala gastronómica. Álvarez había apostado al caballo libertario, aliándose también con Bartolomé Abdala, actual senador nacional y ex PRO con cuentas pendientes con el gobernador Poggi. Intentaron sumar a Rodolfo Negri pero todo terminó mal.

Negri, empresario de la salud y abogado del diablo, siempre jugó en las sombras de la política puntana. Desde sus primeros días en el PRO hasta sus codeadas con el kirchnerismo, no le importa la camiseta sino por dónde lo mueven. Su objetivo siempre fue claro: enganchar alguna candidatura. En 2023, con LLA como telón de fondo, vio su oportunidad en un San Luis y una Argentina hecha polvo por la fragmentación del peronismo y la crisis de representación.

 

los libertarios también lloran
 

En 2023, los representantes locales del libertarianismo (Bartolo Abdala, Ivanna Arrascaeta, Rodolfo Negri y Carlos D´Alessandro) no llegaron a un acuerdo con Milei, Karina y el extinto jefe de campaña Carlos Kikuchi. Sin la venia porteña para competir en las elecciones provinciales, el grupo desobedeció y se presentó igual pero dividido. La mayoría se presentó con el sublema Liberal Libertarios, una colectora que apoyaba al entonces candidato Poggi. Abdala se negó porque Poggi era el candidato de Horacio Rodríguez Larreta. Y ahí explotó la interna violeta.

 

En 2023, los representantes locales del libertarianismo (Bartolo Abdala, Ivanna Arrascaeta, Rodolfo Negri y Carlos D´Alessandro) no llegaron a un acuerdo con Milei, Karina y el extinto jefe de campaña Carlos Kikuchi. Sin la venia porteña para competir en las elecciones provinciales, el grupo desobedeció y se presentó igual pero dividido.

 

El empresario Negri, apretado por la paridad de género, privilegió a su esposa, Ivanna Arrascaeta para la candidatura a senadora nacional y metió un batacazo. Ni siquiera él confiaba en su propio armado y mandó a imprimir tan solo 350 mil votos. En plenas elecciones y en un brote de paranoia total salió a acusar que les robaban boletas. Jamás se le cruzó por la cabeza lo que en realidad ocurría: los estaban votando muchísimo, no robando.

Finalmente Abdala y Arrascaeta entraron al Senado nacional y Carlos D'Alessandro a Diputados. Todo dentro del variopinto frente puntano de LLA, sostenido por dos partidos locales: Movimiento de Acción Vecinal, de Rodolfo Negri, y Tercera Posición, de D’Alessandro y los gastronómicos.

El embrollo alcanzó su punto máximo este año cuando cuando “Lule” Menem, presidente de la Cámara de Diputados, convocó a Abdala, Negri y Arrascaeta para reordenar el menjunje puntano. Negri armó un dream team de asesores con un fuerte ADN kirchnerista, con figuras como David Ocaña, parlamentario del Mercosur. D'Alessandro tomó distancia por sus propios intereses y aprovechó la influencia del Partido Libertario del departamento Junín, dirigido por Diego Balsano, viejo enemigo de Abdala.

La historia terminó en los estrados este 2025. Karina y Santiago Viola, apoderado nacional de LLA, ante los enfrentamientos internos, apelaron a la justicia y le negaron a Negri, Arrascaeta y Abdala la utilización del nombre y los símbolos del flamante partido LLA.

 

La historia terminó en los estrados este 2025. Karina y Santiago Viola, apoderado nacional de LLA, ante los enfrentamientos internos, apelaron a la justicia y le negaron a Negri, Arrascaeta y Abdala la utilización del nombre y los símbolos del flamante partido LLA. 

 

D'Alessandro, actual diputado nacional, no bajó la guardia pero sí bajó a la provincia para postularse como primer diputado por Pueyrredón. Se presenta como un libertario auténtico bajo su sello Tercera posición.

Bartolomé Abdala siempre jugó de infiltrado. Hizo carrera entre el PRO y el peronismo, como un caballo de Troya de los Rodríguez Saá. Tanto es así que una de sus asesoras de confianza en el Senado es ni más ni menos que Mariana Rodríguez Saá, hija del Adolfo. ¿Con Poggi? Se detestan. La implosión de los violetas lo catapultó a la gloria y, cuando todos quisieron acordarse, el Bartolo era presidente provisional de la Cámara Alta. Este upgrade no fue casualidad: supo olfatear sangre y moverse entre ruinas, sacando ventaja de los errores ajenos. Para los suyos es una figura conflictiva. En una especie de sincericidio televisivo confesó tener asesores a troche moche que velaban por sus propios intereses, la mayoría en San Luis, con miras a su candidatura a gobernador en 2027. La interna estalló y muchos libertarios firmaron su repudio. Pero el Bartolo, con carta blanca nacional, ni se mosqueó. Mientras lo querían correr, dio el zarpazo y metió fichas propias al tablero. De repente tenía peones en PAMI, ANSES, Vialidad y Radio Nacional. Con paciencia y con saliva fue construyendo algo mucho más grande que un liderazgo local. Hoy lo mueve una sola obsesión: serrucharle el piso a Poggi y sentarse en las Terrazas en 2027.

 

crisis sin fin de los Señores
 

Lo que antes era innegable cuna Saaísta, hoy es un ring de lucha libre institucional. Claudio Poggi, su ex delfín, con ambiciones idénticas a las de quienes lo amamantaron políticamente, armó su Frente Ahora San Luis con lo que encontró: peronistas reciclados, radicales sin patria y oportunistas de turno. Quienes ayer levantaban el escudo justicialista, hoy juegan para él. Los íconos de la transfugueada son Jorge “Toti” Videla y el “Maxi” Frontera.

 

Lo que antes era innegable cuna Saaísta, hoy es un ring de lucha libre institucional. Claudio Poggi, su ex delfín, con ambiciones idénticas a las de quienes lo amamantaron políticamente, armó su Frente Ahora San Luis con lo que encontró: peronistas reciclados, radicales sin patria y oportunistas de turno. Quienes ayer levantaban el escudo justicialista, hoy juegan para él. Los íconos de la transfugueada son Jorge “Toti” Videla y el “Maxi” Frontera. 

 

Toti, intendente de Juana Koslay, fue hombre de Adolfo, luego de Alberto, después amagó con Poggi, volvió con Alberto, hasta que se le acabó la rosca y terminó durmiendo bajo el ala del actual gobernador. Su último pase fue tan simbólico que hasta sacó los bustos de Perón y Evita del municipio. Para algunos es, lógicamente, un traidor. Para Poggi es un aliado pragmático en su plan de independización política. Hoy encabeza la lista por Pueyrredón, acompañado por dos radicales: María Eugenia Gallardo (poggista de pura cepa) y Víctor Moriñigo, rector de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Que un académico con proyección nacional e internacional acepte un tercer puesto en una lista local dice mucho del escenario: hasta la Universidad juega en la política puntana.

Maxi Frontera, el otro que cruzó el charco, intendente de Villa Mercedes, fue reelecto por el PJ pero después de las elecciones de 2023 se hartó de la interna con Alberto, quien había ungido a Anabela Lucero como sucesora de Villa Mercedes. El Maxi, al ver que no era el hijo favorito, dio el portazo y hoy repite mantras poggistas de cambio.

El Alberto, solo y sin herederos, rescató del baúl de los recuerdos el Frente Justicialista. La última ficha para no desaparecer del todo y retener aunque sea un poco de aire legislativo. Sin el respaldo del PJ nacional, ni del kirchnerismo, se armó con lo que andaba dando vueltas: militantes del pasado, peronistas huérfanos, camporistas y viejos renombres pandémicos.

 

El Alberto, solo y sin herederos, rescató del baúl de los recuerdos el Frente Justicialista. La última ficha para no desaparecer del todo y retener aunque sea un poco de aire legislativo. Sin el respaldo del PJ nacional, ni del kirchnerismo, se armó con lo que andaba dando vueltas: militantes del pasado, peronistas huérfanos, camporistas y viejos renombres pandémicos.

 

Silvia Sosa Araujo es la que encabeza. Rosquera nata del Alberto, su alfil de confianza. Experta en gestiones de caja, fue secretaria de Gobierno, ministra de Salud, diputada. Es una dirigente que sabe cómo se juega. La siguen Darío Neira, ex jefe de la Policía, y en tercer lugar va María José Zanglá, médica estrella del Comité de Crisis provincial y del Hospital Central Ramón Carrillo durante la pandemia.

Pero ojo que en Pedernera, el Alberto tiró una jugada que puede picar. Llevó a Roberto Juveín Quiroga con la lista del Frente Justicialista. Viejo peronista de esos de antes, con trayectoria, calle y olor a PJ clásico. No moverá encuestas, pero le habla a un electorado que todavía valora las lealtades largas y la liturgia de la vieja escuela.

Por fuera del radar justicialista, hay otras dos listas peronistas revoloteando el mismo puñado electoral. El voto de los peronistas es pan duro en la vereda y hay muchas palomas con hambre que se pisan entre sí. Sin internas y con varios espacios disputando el mismo voto nostálgico o combativo, el peronismo va dividido y con poco para repartir.

El Frente Primero San Luis con Enrique Ponce, ex intendente de la capital, que tuvo un pie en el albertismo (incluso lo nombraron defensor del pueblo antes de que lo bajaran), vuelve a la cancha con sello propio.

El Frente por la Justicia Social, el más kirchnerista de todos, con Fernando Gatica a la cabeza, y una coalición de partidos como Patria Grande, Nuevo Encuentro, Tierra Techo y Trabajo, Partido Comunista y otras tribus del cristianismo residual puntano.

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