versión 1
los tres mensajes del tío sam
Los norteamericanos, por supuesto, le conceden mucha atención al asunto. Pero el escándalo que arman, no sé, tiene un gustito sospechoso. Entre líneas, el mensaje dirigido a los pueblos productores de petróleo sería más o menos éste: "O.K. boys". Durante todo este tiempo nosotros. los habíamos creído débiles, sumisos y desunidos. Ahora nos damos cuenta de que le estábamos pagando muy poco y además, que nosotros estamos derrochando un material que se acaba. No puede ser, es verdad, que nuestro país, una vigésima parte de la población mundial, estuviese consumiendo la tercera parte del petróleo del planeta íntegro. Somos unos gastadores del demonio y ustedes tienen todo el derecho de tirarnos las orejas. Concedido, no lo vamos a hacer más. Pero basta ya. A ustedes se les está yendo un poco la mano. Con estos precios, che, nos mandan a la quiebra. Seamos sensatos, los reducimos a unas chirolas, ¿sí? No es necesario que los bajen, acá desvalorizamos el dólar, ustedes se quedan en el molde y caso cerrado. Ustedes tienen dirigentes honestos, inteligentes, moderados, amigos de Washington, bárbaros. Ese chico Feisal, por ejemplo.. Háganle caso a ellos, no se dejen envolver por un puñado de inescrupulosos. locos y demagogos pagados por el oro de Moscú. Si se portan bien, tienen premio; les vamos a permitir que se sienten en la mesa con los grandes. En cambio, si se desbocan y se van al otro lado... se la vamos a dar con todo, no les quepa duda".
A los amigos de Europa Occidental, parecen estar diciéndoles: "Qué le vamos. a hacer, hay que tomar las cosas con calma y poner buena cara. Take it easy, old- man. Los tiempos son duros, será necesario apretarse el cinturón. En casa fijate que ya tuvimos que despedir a la sirvienta y vender uno de los coches. Sí, nosotros. Por eso, che, quería que tuvieran bien claro una cosa. Esta vuelta, el Tío Sam no está en condiciones de bancar nada, ¿comprenden? Los negocios anduvieron mal para todos. Y admitamos la realidad: con mi mujer siempre comentábamos que ustedes estaban gastando más de lo que ganaban; tarde o temprano, ese ritmo no puede mantenerse. Esta es la gran oportunidad para que aprendan a manejar mejor la plata. Si están muy, pero muy apretados... y bueno: acá no es cuestión de que me la vendan cambiada. Entre ustedes hay quienes sufren mucho, cierto, pero también hay otros que, si vamos a ver, están mejor que yo. Esos pibes de Bonn, ¿por qué no les piden a ellos que se pongan? La carga hay que repartirla equitativamente, ¿no?
El tercer mensaje encubierto es para Israel. "M'hijitos, ustedes saben que yo los quiero muchísimo y que nunca los voy a dejar en la estacada. Pero ustedes ya son grandecitos y es preciso que se porten bien. No hay derecho a que papá tenga que venir a pagar después los destrozos que hacen ustedes con sus travesuras. Esta vez, si Davicito vuelve a andar a los hondazos por ahí, además de la penitencia que se va a comer, ustedes mismos tendrán que pagar cada vidrio roto. Si el grandote de la otra cuadra les pega, avísenme y le voy a quitar las ganas de que se meta con ustedes. Pero tampoco es cosa de que se peleen siempre con todos los vecinos. Algunos me dan la impresión de que son chicos bien. ¿No pueden empezar a distinguir, hacer las paces con los que valga la pena? Y al resto... ahí los voy a apoyar. No solamente ustedes sino yo también voy a hacer fuerza para que se vayan del barrio o, por lo menos, para que dejen de molestar a la gente".
Los yanquis están diciendo esto, pero con voz solemne, a través de los "sombríos" discursos del presidente Ford, de las "advertencias" de Kissinger y Schlesinger, de respetuosos artículos periodísticos como la "nota de tapa" que el 6 de enero (regalo de Reyes) el semanario Time dedicó a Su Majestad Feisal ibn Ab- dul Aziz al Saud, monarca de Arabia Saudita ungido "el hombre del año" por la revista. Sería demasiado, tal vez, concluir con que están felices de lo que sucede; sin embargo...
versión 2
europa: una cierta sonrisa
El enfoque europeo occidental es inverso. Adopta contornos humorísticos. Los franceses hacen una manifestación frente a la Bolsa de París. Llevan ovejas, un camello con la leyenda votre Europe m'intéresse, j'achète! ("la Europa de ustedes me interesa, ¡la compro!") y pancartas que rezan: "Europa vendida a la Liga Arabe". El presidente Valéry Giscard d'Estaing quiere almorzar en el Elíseo con su premier Jacques Chirac. El comedor está helado. "Son las normas de ahorro de combustible", le explican. Y los dos hombres más importantes del Estado francés deben irse a merendar a la biblioteca, que tiene chimenea de leña.
Una publicación habitualmente austera, The Economist, se dedicó a hacer este cálculo: los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), si se lo propusieran, con sólo destinar lo que ganan en diez minutos de producción, podrían adquirir la compañía de la Torre Eiffel. Y allí, el semanario se dedicó a hacer una tabla de compras factibles, traducidas a las recaudaciones de la OPEP en distintos tiempos de trabajo. No resistimos la tentación de reproducirla. En 6 días, los gobiernos petroleros podrían comprar el patrimonio íntegro de la familia Rockefeller. En 10 días, todos los edificios de Champs Elysées (el barrio aristocrático de París) con sus respectivos muebles. En dos semanas, el paquete accionario completo de la Daimler-Benz (el trust germano de los automotores Mercedes). En 67 días, cien aviones Concorde. En 79 días, la empresa Exxon (Standard Oil de Nueva Jersey, más conocida como Esso). En 143 días, la IBM. Y a partir de aquí, la locura.
Según The Economist, con un año y ocho meses de producción a los precios actuales, la OPEP podría apoderarse de todas las inversiones de compañías norteamericanas en el exterior. Con tres años y dos meses, a razón de 170 dólares la onza, les alcanzaría para comprar el oro depositado en todos los Bancos Centrales del Planeta. En nueve años y dos meses sus valores del día se adueñarían de la totalidad de las compañías que cotizan en Wall Street. Y en quince años y medio, estaría en sus manos el 100 por 100 de las corporaciones que cotizan en todos los mercados bursátiles del mundo capitalista. (Acá se impone un comentario. Si trece países petroleros, quintuplicando los precios de una sola materia prima, consiguen concentrar semejante poder económico, es evidente cómo hicieron las naciones Imperialistas para construir la acumulación que les garantiza su opulento nivel de vida... a costa del esfuerzo productivo de la periferia sojuzgada. En el peor de los casos, el pecado de los árabes habría consistido en ser muy buenos discípulos. Con esto no queremos decir que los árabes sean "imperialistas", según se atreve a sostener por allí algún plumífero de la derecha europea "más allá del nacionalismo". Precisamente porque el imperialismo no se explica por procesos de circulación, porque no es un mero hecho comercial aunque utilice entre otras herramientas el manipuleo de los términos del Intercambio, a los miembros de la OPEP les acontece lo que vamos a ver enseguida, lector.)
Desde que la revista londinense se mandó su muestrario, la imagen de gordos jeques de albornoz que, billetera en mano, se reparten el planeta, es el tema predilecto de los caricaturistas europeos. El Viejo Continente ríe, precisamente la cosa no le hace ni la más mínima gracia. A quienes nos ha de resultar cómico, amargamente cómico, es a nosotros ver a los compatriotas de la Siemens, de la Flat-y aun a los de la ITT, porque también en Estados Unidos se han registrado algunos brotes así presas de un súbito terror, ante el peligro de que la inversión masiva de capitales extranjeros afecte sus soberanías nacionales. Cuando se supo que el shah de Irán había comprado parte de la Krupp, hubo ceños fruncidos en Bonn. Claro que el régimen de Reza Pahlevi otorgaba "seguridades políticas". Además, como todo el mundo sabe, ni siquiera es árabe sino persa, es decir, nada menos que rey de la cuna histórica de los pueblos arios, jawohl, selbstverständlich. Pero ya la noticia de que un 14,6 por ciento del paquete accionario de la Daimler-Benz había sido transferido al jeque Sabah as Salim as-Sabah, soberano de Kuwait, motivó iracundos pedidos de interpelación en el parlamento de la República. Se explicó entonces que en el ajedrez político del Golfo Pérsico, Kuwait pasaba por ser amiga de Alemania (y de Japón). Lo de que son germanófilos es relativo, no todas las grandes potencias pueden darse en estos tiempos el lujo de tener en el mundo árabe virtuales protectorados como Inglaterra con Omán y Norteamérica con Bahrein, hasta el extremo de que ninguno de los dos "países" forma parte de la OPEP... Pero tampoco es muy deseable. De toda la producción arábiga (excluidos los arios de Pahlevi). Omán y Bahrein apenas se adjudican un 5%. Qabus, el sultán omaní, vive temblando con un tercio de su territorio en manos de la guerrilla marxista que intenta ahogar mediante las brigadas antisubversivas que le prestaron los iraníes. Y Bahrein es una islita anómala, entre Arabia Saudita e Irán, con petróleo pero escasas reservas celosamente administradas, cuya "Indepen- dencia" de la voracidad de sus gigantescos vecinos está "garantizada" por la presencia de una base naval yanqui. (Jean Lacouture ('), sagaz periodista de Le Monde, autor de un libro muy bueno sobre Ho Chi Minh, profesor de "Tercer Mundo" en el Instituto de Estudios Políticos de París, después de describir con trazos acres los emiratos del Golfo Pérsico por donde viajó, se asombra de haber hallado en Bahrein la única "democracia" progresista de la región, conducida por un pri- mer ministro emprendedor que está, él sí, abordando un auténtico proceso de Industrialización para los 300.000 habitantes del Islote. ¡Qué casualidad! ¿no? Debe ser, nomás, resultado del genio individual de ese gobernante...)
Fuera de Bahrein y de Omán, pues, nada es demasiado seguro. Pero Kuwait parece tan razonable... Olgamos a su mejor experto financiero, entrevistado por Lacouture: "Está empeñado en demostrarle a los europeos que el Kuwait no apunta de ninguna manera a quebrantar el sistema monetario internacional. Al contrario, él colabora sin reservas con los organismos que pretenden defenderlo, cuidándose en lo posible de las inversiones a corto término y dirigiendo todos sus planes a largo plazo. Por ejemplo, realiza operaciones inmobiliarias sólo con el acuerdo (e inclusive el pedido) de los gobiernos europeos. Lo que llamamos nuestro excedente - defiende él - son las disponibilidades en espera de colocación. No se trata de un rechazo, de una impotencia; se trata de una demora. La reconversión de los petrodólares no será para nosotros un arma de guerra".
En suma, los parlamentarios alemanes no tienen nada que temer. El ingreso de Kuwait en el consejo de administración de la Mercedes Benz ha sido cuidadosamente negociado con las autoridades del Bonn. Se halla dentro de la política gubernamental, tendiente a favorecer la participación directa del capital árabe en las industrias federales como garantía para el abastecimiento de crudo y evitar la libre circulación de los petrodólares en los mercados financieros". (2) No obstante, hace unas semanas, cuando parecía que iba a quedar disponible otro paquete de acciones de la Krupp, el mismísimo Deutsche Bank se abalanzó sobre los papeles, no fuera a ser que lo com- prasen arios iranios o árabes semitas. Participar está bien, pero control, nones. ¿O se tomaron en serio el chiste de The Economist?
versión 3
¿las cimitarras del tercer mundo?
Que los países capitalistas centrales protagonicen semejantes estampidas, llena de justiciero placer al mundo dependiente. Allí nació la tercera perspectiva con que se contempla el proceso. Este es el punto de vista que desean cultivar los propios árabes, necesitados del apoyo de las naciones explotadas como marco de "opinión pública internacional" que desaliente aventuras piratescas urdidas por los ultras del imperialismo. Frente a los manijeos cínicos del enfoque yanqui y a las aprehensiones igualmente cínicas de Europa, este punto de vista representa un salto cualitativo. Ojo que ahora estamos hablando de los intereses nuestros. Además, tiene razón en dos cosas: es evidente que los países productores de petróleo merecen la simpatía del resto de los pueblos aplastados por el coloniaje y el semicoloniaje, sería absurdo plantearse neutralidades, estamos en el mismo barco. Y parece muy probable que a la hora de la última jugada, descubramos que esta partida fue tremendamente positiva para nuestras ansias de liberación. Pero por motivos indirectos, distintos a los que se desprenden de una visión superficial.
En definitiva, ¿qué afirma este punto de vista? "El imperialismo consiste en el sojuzgamiento de naciones débiles por un puñado de países ricos, que abusan de sus inmensos recursos para imponer condiciones a los pequeños. Se aprovechan de que están más desarrollados que nosotros para obligarnos a aceptar por el ahogo económico, por el soborno o por la violencia desnuda tratos muy injustos. Nos compran barato y nos venden caro, traen capitales y acaban sacando más de lo que trajeron; cuando la expoliación nos deja sin un dólar vienen sonriendo a prestarnos, por lo que siempre quedamos endeudados y no podemos levantar cabeza. Los pueblos en cuyo subsuelo hay petróleo fueron, desde principios de siglo, pueblos malditos. Dueños de una riqueza natural fabulosa, gemían en la miseria más atroz. Si alguno de sus hijos osaba quejarse de la voracidad extranjera, las metrópolis movían sus hilos y aplastaban al Insolente. Golpes de Esta- do, supuestos conflictos entre naciones limítrofes (una de las cuales, o las dos, servía los intereses del pulpo negro), blo- queos, difamación masiva, campañas de propaganda confusionista, exacerbación de rivalidades internas artificiales, a todo se apeló para mantener el vasallaje. Mientras los grandes monopolios constituían un cártel bien sólido para no pisarse la túnica entre ellos, las colonias y semicolonias (estas últimas, dotadas de una soberanía política puramente nominal) cedían a las insidias y eran incapaces de presentar un frente unificado. Ellos reinaban porque nosotros estábamos divididos. Esto no pasa sólo con los pueblos con petróleo, pero en éstos la opresión era, si se quiere, más evidente."
(Cuidado. La descripción no es equivocada, lo que falla es el análisis. El imperialismo y la dependencia que a nuestro juicio no son, uno, la mera contrapartida de la otra se expresan a través de esas manifestaciones. Pero cuando se atiende sólo a ellas, uno se pierde lo esencial. Ya lo veremos mejor.)
El monstruo tiene un nombre poético, casi de cuento de hadas: las Siete Hermanas. Está constituido por cinco compañías yanquis (las tres mayores del grupo Standard: Esso, Mobil Oil y Standard Oil of California; la Gulf y la Texaco) sumadas a dos angloholandesas (Shell y British Petroleum) que en 1960 extraían y refinaban más de la mitad del petróleo del planeta. En sus feudos conservaban el 70 por ciento de las reservas cubiertas mundiales. Para que se entienda: ese año, el puñado de accionistas recibieron como beneficios el equivalente a la cuarta parte de lo que ganaron los veinte millones de argentinos. Ni con el ahorro bruto interno de una década, un país como el nuestro podía comprarle las instalaciones que el cártel poseía por doquier.
Su política, perfectamente coherente, había sido distribuir la extracción con ma- yor intensidad en las zonas subdesarrolladas periféricas y guardar, todo lo que pudieran, intactas las reservas existentes en los propios países capitalistas.
(Alto. Si, hasta cierto punto es verdad, pero no jugaban sólo previsiones de estra- tegia nacionalista como un enfoque inge- nuo parece sugerir. La coherencia reside en que, a la vez, manejaban con prudencia sus propios recursos naturales y aumentaban su tasa de ganancia, porque a los pobres beduinos del desierto les pagaban sueldos de hambre que no hubiesen admitido los obreros texanos o escoceses. Las condiciones de la dependencia permiten a las empresas imperialistas sobreexplotar a los trabajadores, consiguiendo así un producto a precio inferior a su auténtico valor medido éste por el trabajo socialmente necesario a nivel mundial. Mientras el petróleo de la periferia fuese muy barato, los yacimientos que ellos tenían en otros lados no eran "rentables", simplemente porque el precio a su auténtico valor mundial iba a ser ya tanto mayor al del mercado que no podrían extraer plusvalía alguna. Vamos a seguir más tarde con las conclusiones adonde nos lleva este razonamiento, que como resultará evidente para quienes la conocen está fundado sobre la teoría del intercambio desigual de Arghiri Emmanuel.)
Hasta aquí hablamos de la periferia. Ocurría que el petróleo mundial parecía hallarse distribuido en una forma especialísima. Casi el 60 por ciento de las reservas detectadas se nucleaban alrededor del Golfo Pérsico. Sólo tres países (Arabia Saudita, Kuwait e Irán) contenían aproximadamente la mitad de los hidrocarburos líquidos comprobados. África era dueña -es un modo de decir- de un 9 por ciento, concentrado casi todo en los países moriscos del norte. La Unión Soviética albergaba un 13,5%. Entre Estados Unidos y Canadá un 8%. América del Sur un 5 (la mitad en Venezuela). Y el 6% restante en Oceanía y lo que queda de Asia.
"En otras palabras, las dos terceras par- tes de los hidrocarburos de la tierra le rezaban a Alá. Y como Alá es grande y misericordioso, las Siete Hermanas fueron, poco a poco, prosternándose ante él. Su arribo a la Meca no tiene demasiados misterios. Hace nada más que 5.200 años, los súmeros pegaban los ladrillos de sus templos con petróleo. ¿Dónde? En el actual Irak. Los hidrocarburos del Golfo Pérsico sirvieron como argamasa para construir murallas y allí nació la costumbre de calafatear las naves que después perfeccionaron los fenicios. ¿Dónde? En el actual Líbano. Los obreros faraónicos revestían silos y cisternas con asfalto. ¿Dónde? En Egipto. Del Asia sacaron los griegos la naphtha que arrojaban en el mar para incendiar las embarcaciones enemigas. En África conoció a Plinio el bitumen candidum, el "betún blanco" o hidrocarburos livianos. Bencina era el aceite de Garián que maravillaba a los antiguos. ¿Dónde queda Garián? En Libia.
Pero todo eso se había olvidado hasta que en 1859 un aventurero norteamericano que buscaba el elixir de larga vida de los indios, hizo un agujero en el suelo de TI- tusville, Pennsilvania, y un coloide negro y fétido le saltó a la cara. Se llamaba el coronel Drake, tenía apellido de pirata. Simple coincidencia, claro. Por aquel entonces los ingleses, bien firmes en la India, empiezan a trepar hacia el noroeste, se empeñan en "proteger" al shah de Persia del mortal abrazo que le están dando los rusos. Los yanquis, entretanto, descubren que el betún espantoso de Drake se puede destilar y que reemplaza al aceite animal en las lámparas. Arriban por millares a Titusville, el petróleo se abarata hasta poderse comprar dieciséis litros con un centavo. "Extraerlo no es negocio, estos idiotas lo hacen mejor. Pero destilar- lo... ¡hm!", piensa un muchacho de 23 años. Y funda la primera refinería moderna, capaz de proveer un producto de calidad estable, estandarizada. El joven se llama John Davidson Rockefeller, y la empresa Standard Oil of Ohio. Pronto irán creciendo ramas y subramas, por el sistema del trust. Mientras Leandro Alem está protagonizando en la Argentina la Revolución del Parque, el Congreso de los Estados Unidos aprueba la primera ley antimonopólica cuyo destinatario es Rockefe- ller. Un viejo ingeniero alemán, ese año, exclama: "Lo hice, puedo morir tranquilo". Se muere, en efecto, unos meses después. Pero Gouliel Daimler ha inventado el motor a nafta. Pufff, qué tiempos. Para Lenin, ese será el período en que nace la etapa superior del capitalismo, caracterizado por los monopolios y por el imperialismo financiero.
Durante un intervalo, las únicas producciones petroleras importantes son las de la Standard en Norteamérica y las del Zar de Rusia (yacimientos de Bakú, en el mar Caspio y de Rumania). Un aventurero inglés-¡qué raro!- consigue en 1901 convencer al shah de Irán para que le otorgue una concesión que abarcaba casi todo el país, sin contrapartida de tributo alguno. Winston Churchill, primer Lord del Almirantazgo, se entusiasma, logra que al avispado buscavidas le den título de Sir y se forma con capital estatal británico la compañía Anglo Persian, que después se llamará sucesivamente Anglo Iranian y British Petroleum. En los territorios que siete décadas atrás le rapiñaron a México, cow- boys ávidos detectan nuevos yacimientos de hidrocarburos. Rockefeller, por esta vez, se pierde la ganga, dos empresas flamantes han copado la zona: Gulf y Texaco. En el palacio de Buckingham expira la Reina Victoria. Diablos, es verdad que se termina un mundo, que nace otro, con el siglo.
imperio unificado, súbditos divididos
Si un espaldarazo les faltaba a los petroleros, lo recibirán en 1911, cuando Henry Ford pone la piedra fundamental de su célebre línea de montaje para producir automóviles en serie. Rockefeller es visto como el modelo de monstruo monopolista por los pequeños empresarios yanquis, quienes todavía tienen fuerza como para arrancarle al gobierno una ley que condena al trust Standard a ser descuartizado en sus 33 compañías componentes. Heredarán el imperio sólo tres de las 33: Standard Oil of New Jersey (o "Esso", o "Exxon", según las épocas y los países en que actuó), Socony Vacuum (luego Socony-Mobil Oil) v Standard Oil of California. El trío seguirá unido por lazos de sangre, aunque legalmente sean-entes separados y muy rara vez hayan competido entre sí. Cabeza del grupo, la Exxon cuyos activos netos y cuyo nivel de ventas. triplican los de cada una de sus compa- ñeras debe hallarse hoy, por si sola, entre las cinco mayores corporaciones del mundo capitalista.
Cuatro años antes, una empresa británica y una holandesa se fusionan para dar origen al otro gigante: la Royal Dutch-Shell, que empieza explotando yacimientos de Guyana pero en seguida se larga hacia el gran paraíso disponible para las ambiciones de los pulpos, hacia México. A los yanquis no les gusta nada, también invaden el mercado azteca, las peleas entre ambos grupos nacionales son frecuentes y duras. Pero eso sí, la política de tierra arrasada es la misma. Sobreexplotan los yacimientos, hacen demasiados pozos descomprimiendo el gas y cuando, en 1938, le permitirán a los mexicanos nacionalizarlos ya no queda nada, o casi nada. Desde 1920, el nuevo campo de batalla va a ser Venezuela. Pero los ingleses, que son más cultos y saben historia, que tienen egiptólogos y asiriólogos y lectores de Plinio, ya están olfateando hacia una zona alternativa, la cuna histórica del "betún". Lo que un súmero podía hacer treinta siglos antes de Cristo, un súbdito de Su Graciosa Majestad debe poder hacerlo mucho mejor veinte siglos después de Cristo. La región está habitada por pueblos bárbaros e indóciles, los árabes, pero el Imperio Otomano, que los mantuvo sujetos, ahora está desmoronándose. ¿Qué opinan los gentleman de la Anglo Iranian? Hay que ser realistas. Hoy nadie tendrá un esclavo porque un obrero asalariado es más barato y menos comprometido. En política internacional es lo mismo; la era de las colonias clásicas se extinguió. Debemos procurar que los árabes sean Independientes. Sin exageraciones, claro. Y sin que vayan a constituir un estado nacional único: lo mismo que Gran Bretaña logró en Latinoamérica, ni más ni menos. El objetivo fue enunciado con precisión por el premier inglés Banemann en 1907: "Trabajar por la separación de la parte africana de esta área de la parte asiática, mediante la creación de un puente humano fuerte y extranjero sobre el puente terrestre que une a Asia con África y que une a ella con el Mediterráneo, de modo, que en esta área y cerca del Canal de Suez, se cree un poder amistoso a las potencias y hostil a los pueblos árabes.
La maldita técnica del estado tapón, que también los argentinos debimos sufrir en carne propia. Los yanquis lo usaron pero no se les habría ocurrido, jamás alcanzaron la sagacidad diabólica de John Bull. Entonces, la Primera Guerra Mundial, donde Turquía patea para los alemanes, viene a facilitar las cosas. Mientras ingleses románticos arroban a Victoria Ocampo en- cabezando la lucha por la liberación de los pobres beduinos, el Canciller Lord Balfour emite su famosa "declaración" de noviembre de 1917 en favor del establecimiento de un Estado judío en Palestina. Emocio- nadísimo, Hayim Weizmann expresa por nota la complacencia de sus camaradas ante el papel geopolítico que se les adju- dicaba: "Al someter nuestra resolución, hemos confiado nuestro destino nacional y sionista al Foreign Office, y al gabinete de guerra del Imperio, en la esperanza de que el problema sería considerado a la luz de los intereses imperiales y de los principios defendidos por la Entente." (4) En el reparto después de Versailles, Inglaterra que ya controlaba a los persas a través de la Anglo Iranian-recibe la "mo- lesta" misión de velar por ¡Irak! Alegraos, venerables huesos de Súmer. Detrás de los tommies penetran los hombres de la British Petroleum y de la Shell. Los vástagos de Rockefeller bufan, patalean, no cejan hasta conseguir también poner el pie.
En 1927 empieza a funcionar el yacimiento iraquí de Kirkuk. En 1928, en un castillo de Escocia, las Siete Hermanas se juran eterna amistad y acuerdan la distribución del poder. El cártel no va a ser enteramente limpio. Habrá guerras disfrazadas de patrióticas. En 1932, la Standard. se apodera de Bahrein, la islita justo en el medio de Irán y la Arabia hasta entonces controlada por los británicos.
A la vez, la monarquía pro británica de Hussein es expulsada por Ibn Saud, papá de Feisal y hombre de la Standard de California. Los ingleses se quedarán en la costa del Océano Índico y del golfo Pérsico (actualmente: ambos Yemen, Omán, la Federación de Emiratos, Qatar). A fines de 1934, la Gulf obtiene una concesión por 75 años que cubre todo Kuwait. De 1932 a 1935 la Shell y la Esso desencadenan la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. Pero tales conflictos, espantosamente sangrientos para los nativos, son apenas deportivos para las compañías. El pacto se cumple en forma perfecta sobre dos planos: los precios (o sea, el robo a los consumidores) y las regalías (es decir, el robo a los países donde se encuentran los yacimientos). Si un gobierno quiere desplazar a una compañía para poner a otra, vale. Si un gobierno quiere alterar las condiciones de explotación o sugiere levemente la palabra "nacionalizar". ¡todos para uno y uno para todos!
En la Segunda Guerra Mundial, la grosería de los buitres norteamericanos se impone sobre los blasones seniles de los zorros británicos. Cambia el estilo. También las miras de los petroleros norteamericanos, que resuelven disminuir la actividad de los yacimientos de su propio territorio y lanzarse a la conquista masiva del Medio Oriente. En el lenguaje político eso se traduce como el retiro de las tropas inglesas de Tierra Santa y la partición de Palestina el 15 de mayo de 1948, el nacimiento de Israel, la crucifixión de los. árabes. Durante los siete meses previos, las bandas armadas sionistas habían abierto el espacio para el flamante Estado con masacres espantosas, los gobiernos títeres de la nación arábiga nada hicieron para impedirlo, pese a que ya en 1945 se ha constituido la Liga Arabe.
Desde entonces, el agresivo expansionismo israelí ha ido cumpliendo el rol que le predeterminaron sus padrinos imperialistas. Pero esa cuña artificial cosechó un efecto inverso al que soñaron Banemann y Balfour. Porque la reivindica- ción nacionalista árabe, a partir de la na- cionalización del Canal de Suez por el coronel Nasser en 1956, vino a entron- carse con el justo reclamo de aquellos pueblos oprimidos por los pulpos petrole- ros, que tuvo su debut en la rebeldía -aplastada de los revolucionarios per- sas de Mossadegh, en 1951.
Es verdad que las oligarquías lacayas aprovecharon el río revuelto para renegociar los términos de su dependencia. El empujón decisivo lo había dado aquí Venezuela. En cuanto las Siete Hermanas la descuidaron, para concentrar su interés en Oriente, el pueblo acabó con la dictadura corrupta de Pérez Jiménez y plantó en su lugar a Betancourt, quien obliga en 1958 a las compañías extranjeras a dejar en el país el 75% de los resultados de la explotación.() No es una maravilla, pero permitió al país hermano estabilizar sus ingresos en 800 6 900 millones de dólares anuales. El cartel se horroriza, pretende ahogar a Caracas; los venezolanos corren al Golfo Pérsico para convencer a sus gobiernos de las ventajas de replantear los contratos ellos también. La región está convulsa, los reyes, jeques y emires tienen las orejas paradas. El nasserismo se expande, los inquieta. El coronel Kassem termina recién de derrocar al cipayo Noury Said en Irak. Por otra parte, el cártel está apretándolos, fábrica crisis de superproducción que al bajar los precios reduce las participaciones de los países proveedores. En septiembre de 1960, por fin, admiten formar un frente opositor al pool de las empresas: la OPEP.
Es verdad que las compañías ceden porque si aquellos títeres ensoberbecidos caen, será peor. Las renegociaciones incrementan bastante los ingresos de los países productores. Pero no sirven al desarrollo de sus pueblos. Como apunta un autor francés bastante reaccionario, Daniel Durand: "Las sumas enormes cobradas por los autócratas de Arabia y de Kuwait benefician sólo a una ínfima fracción de la población; son despilfarradas o esterilizadas sin que el país obtenga ventajas duraderas. El ejemplo de Kuwait es chocante: una parte importante de las rentas, no encontrando empleo en el lugar, es invertida en Gran Bretaña".(7) Sin embargo, el imperialismo se ha embarcado en un juego que lo llevará al desastre. Su respuesta es militar, a través de Israel.. Pero entonces, la contradicción naciona- lista pasa a ser principal inclusive para los mismísimos príncipes del entreguismo. La guerra del Ramadán, que los Israelíes. llaman "del Yom Kippur", en 1973, acaba aliando a los feudales, señores del petróleo, a causa de los gobiernos progresistas y los resistentes palestinos, que cuentan con el poder armado.
La guerra se pierde, pero nadie admite que se corte ya el torrente de dólares. creado por los nuevos precios. Los productores han descubierto la enormidad del instrumento que siempre tuvieron en sus manos. Las orgullosas metrópolis capitalistas, sin petróleo, agonizan en medio de una crisis sin paralelo desde 1930. Inflación, déficits comerciales y presupuesta rios alucinantes, pérdida del poder adquisitivo de los salarios que destruye las. bases de la "armonía social" en los pueblos imperialistas y jaquea los fundamentos básicos de la "sociedad de consumo", catástrofes impensables un par de años atrás, los fuerza a venir al pie y besar el suelo frente a los nuevos magnates de la OPEP. Es la revancha del Tercer Mundo contra el coloniaje. Y es el principio del fin para el imperialismo. Con la ayuda benevolente de sus hermanos del oro negro, el ejército abigarrado de los pueblos sometidos aprende la lección. Nos sojuzgaron porque estábamos divididos. Que proliferen las opeps, bienvenidos los pools de países productores de cobre, de café, de estaño, de carnes rojas. Nunca más seremos pisoteados, el futuro es de quien posea las materias primas y los alimentos. Contemplemos sonrientes el horizonte, es la aurora de la libertad.
versión 4
donde esta nota vuelve a empezar
La nota tendría que terminar aquí. Realmente, yo mismo me siento tentado por este enfoque. Su tesis se edifica, por lo demás, sobre verdades de a puño. La descripción de la manera en que actúa el imperialismo es correcta, la escribí con todo el calor que se merece. Pero no. Desgraciadamente hay errores de principio, no tanto por lo que dice sino por lo que omite. En consecuencia es al revés, acá no termina la nota, acá empieza.
Lo que falla en el razonamiento "tercermundista" es la teoría del imperialismo.
Si lo quisiéramos explicar en abstracto, llevaría muchas páginas, habría que comentar las interpretaciones de cientos de autores y ver cómo se arribó a un punto de vista como el presentado. No es ésta la oportunidad ni el medio de encarar semejante tarea. Pero, a propósito del "caso petrolero" confío en que las perspectivas corrijan la puntería y quedemos en conclusión de sacar enseñanzas no sólo sobre lo que les pasa a los árabes, que están allá, sino lo que nos pasa a los latinoamericanos, que estamos acá.
Nadie duda de lo imprescindible que es el petróleo al mundo contemporáneo. No obstante, recordemos que si la tecnología siguió este camino y no otro, la decisión estuvo muy influida por intereses económicos del momento. Me atrevería a decir que el invento de Otto perfeccionado por Daimler, o sea el motor a explosión con combustible de hidrocarburos, no se habría impuesto con tanta facilidad si el coronel Drake no hubiese tenido tanto éxito en su búsqueda del elixir indígena ("). El automóvil a vapor de agua, el automóvil eléctrico, el automóvil a alcohol, fueron todos más antiguos que el automóvil a nafta. En las primeras competencias participaban, después fueron retirados del mercado por un motivo económico-técnico: el petróleo era más barato y Rockefeller lo vendía. La cosa fue por último tan irracional que los ingleses, dueños de enormes reservas carboníferas y faltos (así se creía entonces) de petróleo, pusieron máquinas Diesel en sus líneas ferroviarias y desde luego, su industria entró en la era de los hidrocarburos. En una conferencia reciente, un experto argentino en cuestiones petroleras, el señor Mario Eguía ("). suministró estadísticas interesantísimas tomadas de un autor soviético, de la revista del ENI y del Centro de Investigaciones Energéticas de Buenos Aires (refugio de los amigos nativos de las Siete Hermanas). Tomando tan sólo tres tipos de recursos energéticos, el carbón, el petróleo y el gas natural, se puede descubrir en ellas. que el 98,3 por ciento de las reservas mundiales (expresadas en billones de kilowatts potenciales) del trío se lo adjudica el carbón; que al petróleo le corresponde el 1,1 por ciento y al gas natural, el 0,6. Pero las proporciones de participación en el consumo de toda la humanidad se dan vuelta: un 52,4 para el petróleo, un 18,7 para el gas y un 28,9 para el carbón. Estamos proveyéndonos de energía de una forma absurda. Sobre todo, que el petróleo es una fuente de energía no renovable, cuando se gasta se acaba. Y se está acabando ("). Para que se entienda la cosa: usted que está leyendo esta nota puede tener el dudoso privilegio de contemplar un mundo sin petróleo. Lo que sí es seguro, de no dar un paso atrás en este derroche, su hijo va a vivir en una sociedad donde la nafta, el asfalto, nuestros materiales plásticos, los tejidos sintéticos y hasta el humilde betún sean curiosidades históricas apenas hallables en los museos. No importa discutir la fecha: 28 años, 44, 54. un siglo. Pero va a pasar.
Hace poco, un astrónomo decía que no debíamos preocuparnos, porque en los espacios interestelares existen sustancias tales que, debidamente combinadas, pueden servir para fabricar petróleo con ellas. Es sabido, pero completamente estúpido. A semejante costo, tenemos a nuestra disposición muchas fuentes alternativas de energía. Expresados en billones de ki lowatts hora, las reservas en recursos. energéticos no renovables eran en 1969, según el ruso F. Gladky, las siguientes: gas natural, 490; petróleo, 970; turba, 4.550; vegetales, 4.800; carbón mineral, 86.250; uranio y torio, 527.000. Pero además de esas fuentes, que se terminan, existen otras que todos los años se renuevan, que no acaban nunca. Son éstas: energía de los ríos, 33 billones de kilowatts/hora; calor terrestre, 289; viento. 17.360; mareas y olas marítimas, 70.000; radiación solar, 1.500.000. Es decir, que si desarrollamos la tecnología para usar la radiación solar, todos los años tendríamos reservas energéticas utilizables iguales a mil quinientas veces el petróleo íntegro que yace en el interior del globo terráqueo Nuestra tecnología es irracional y dilapidadora porque nuestro sistema económico lo es. Los rusos cambiaron el sistema. pero no cambiaron la tecnología. (") Ahora se desemboca en una situación en que toda la humanidad cobra conciencia del problema. Es un drama generalizado, no se limita al petróleo. Emile Benoit, economista de la Universidad de Columbia, calcula que el consumo de los principales minerales es de casi 2.700 millones de toneladas anuales. A un 3 por ciento de crecimiento anual acumulativo, en diez siglos los minerales consumidos excederían el peso total de la tierra. Dada la cantidad calculada de minerales existentes en concentraciones explotables, un ritmo de expansión como el que se viene Ilevando implica terminar en dos siglos con los minerales útiles. Este es un punto.
Volviendo al petróleo. El monto de reservas comprobadas mundiales que incluye Gladky es curiosamente más alto que el conocido en las estadísticas de las empresas petroleras capitalistas. Cuando se habla de reservas, se quiere decir "reservas comprobadas". Y aunque se sospeche que acá, debajo suyo, usted tiene un enorme yacimiento, si nadie quiere tomarse el trabajo de comprobarlo, técnicamente ese yacimiento no existe. Ahora, con el alza de los precios, parece que lo han empezado a buscar hasta en los tachos de basura. Fíjese que les ha ido muy bien. Uno solo de los yacimientos detectados, el de las Arenas Asfálticas de Athabasca -oh sorpresa, en el medio de los Estados Unidos- podría llegar a tener según la revista Time, 67.000 millones de toneladas, es decir, 80.000 millones de metros cúbicos, es decir, 500.000 millones de barriles llenitos... es decir, prácticamente tanto como la totalidad de las reservas que ellos ubicaban en el mundo. Ahí, en casa, al alcance de la mano. Qué pronto se lo encontró, ¿no?
¿Y en el Mar del Norte, entre Escocia y Noruega? Ya se habría comprobado la existencia de 26.000 barriles -informa, en letras muy chiquitas, la misma revista, admitiéndose la posibilidad de hallar otros 45.000. ¡Más que Kuwait, más que Irán, casi tanto como la Unión Soviética!
Con aire inocente, norteamericanos e ingleses comentan que si ahora se ha encarado la explotación, es porque el alza de precios provocada por los árabes la torna rentable. Pues bien, los porcentajes de participación en las reservas planetarias correspondientes a cada una de las zonas varía en forma radical si se confirman las actuales previsiones. Los súme- ros habrán sido la "cuna histórica" del betún, pero el verdadero ombligo del aceite negro es el mismísimo territorio norteamericano. Y si las empresas yanquis se lo sacaban a los árabes es porque de hacerlo en su patria, a los obreros. norteamericanos les tendrían que haber pagado mejor. Pero cuando la cosa empezó a darse vuelta, cambiaron de opinión.
el secreto de la producción trashumante
En un trabajo de Norman Girvan que financió la Fundación Ford y que dicho investigador publicó en 1970, se estudian las fluctuaciones en la política de asignación de recursos por parte de las compañías multinacionales". En el caso específico del petróleo, del aluminio y del cobre, analizando la conducta histórica de las máximas corporaciones Girvan detecta dos clases de "desplazamientos". Uno es el desplazamiento planificado de sus fuentes de materia prima. "Las compañías petroleras norteamericanas cuen- ta- desplazaron su producción adicional desde los Estados Unidos hacia México a comienzos del siglo XX, de México a Venezuela entre 1920 y 1940, de Venezuela al Medio Oriente en las décadas de 1950 y 1960, y se desplazarán progresivamente al África y Alaska en la década de 1970." (") Te engañé, Girvan, al África no, al arenal de Athabasca. (De paso veamos las coincidencias: México nacionaliza el petróleo en 1938, Betancourt toma sus medidas. revolucionarias en 1958. No al principio del desplazamiento sino al final, cuando. está encarado y cumpliéndose).
¿Por qué tantas idas y venidas? Por agotamiento de la fuente, o por la atracción de tierras vírgenes en otro lado, o porque la mano de obra se pone inquieta, o porque los gobiernos entran en un creciente intervencionismo, o porque varían los esquemas de la política comercial norteamericana, contesta Girvan. Es una respuesta insuficiente e imprecisa. Pero sugiere pistas.
Además de esas migraciones geográficas, "la planificación de la firma debe incluir el desplazamiento incremental planificado de su principal línea de producción." Tales cambios suponen a veces incorporar nuevos rubros que complementan el negocio realizado con los antiguos. Eso es muy conocido; por ejemplo, las empresas que producían kerosene para las lámparas, empezaron a generar nafta para los autos. Pero hay otra conducta semejante que no es tan obvia: las corporaciones desplazan recursos hacia la producción de mercancías competitivas con su línea predominante de productos.
Después de la segunda guerra, las mayores firmas del cobre -Anaconda, Revere Cooper, Kennecot- adquirieron intereses en la industria del aluminio, metal que venía a reemplazar muchos usos. del cobre. "Con esta base-informa Girvan- no resulta sorprendente saber que las compañías petroleras han comenzado a demostrar interés en la industria de la energía nuclear, que empieza a competir con la electricidad generada por el gas natural y el diesel." (") No es sorprendente, pero sí es revelador. Muchas gracias, Girvan.
Usted, lector, seguro que se habrá quedado pensando, al ver en los diarios la noticia de que el presidente Ford ha propuesto al pool de países consumidores -la "Agencia Internacional de la Energía"- tomar recaudos para que los árabes no vayan a bajar demasiado los precios. Un poquito está bien, es deseable, pero volver a las tarifas anteriores, nunca. ¿Qué raro masoquismo es éste? ¿Quieren pagar caro el petróleo? Ajá. Kissinger se lo explicó a los socios de ultramar, el 5 de febrero. "Para proteger las sustanciales inversiones que los Estados Unidos y otras naciones están realizando en nuevas fuentes de energía". Nuevos yacimientos. (léase Mar del Norte, Athabasca, etc.) y fuentes alternativas (léase automóviles eléctricos o hidro impulsados, usinas movidas con energía eólica, geotérmica, mareológica, naturalmente la nuclear y hasta la solar). A tales finalidades se sabe que derivaron las corporaciones petroleras parte de las fabulosas ganancias obtenidas con la venta de sus stocks de combustible, después del súbito incremento de los precios. Dejarán el petróleo para usos petroquímicos e inclusive alimenticios, desarrollando una tecnología más sensata. Lástima que se la hacen pagar al mundo entero. Lo que es la planificación... A eso le llaman futurología, ¿no?
Apenas dos meses después del bloqueo de Yom Kippur, antes que la lápida del control ideológico se hiciese sentir, los cables dieron cuenta de las primeras reacciones que la crisis petrolera habían generado en ciertos ámbitos de los Estados Unidos. Que núcleos políticos se hagan voceros del rencor de amplios sectores populares contra los pulpos del petróleo no es nuevo. A veces son contradicciones entre los intereses empresarios los que desatan los ataques. Además de los monstruos, en Texas y otras zonas yanquis hay productores independientes o firmas proveedoras y concesionarias, que se ven afectados por políticas tales como las de retrasar la producción dentro del país y favorecer las importaciones. Tenemos que advertir que la participación de los Estados Unidos en la extracción mundial bajó del 66 por ciento en 1945, al 33 por ciento en 1960 y al 16 por ciento en 1974. El petróleo venezolano y árabe cubrió la brecha. En el Parlamento fue famosa la investigación del Comité Brewster, en 1946, cuando se descubrió que la Aramco (Standard de California, Texaco, Esso y Mobil) vendió carísimo el combustible a la Marina yanqui durante la Segunda Guerra Mundial. La encuesta cayó en punto muerto. En el 48 fue el Administrador del Plan Marshall, Hoffman, quien prueba que el cártel está vendiendo ahora nafta más barata a las tropas de Estados Unidos acantonadas en Europa que a los europeos. El informe aparece recién en 1959; las compañías bajan sus precios en el Viejo Continente y se echa tierra al asunto. En 1952 fue la Federal Trade Commission, en 1955 la Comisión Económica para Europa de la ONU, apenas palabras. (") Por eso suena tiernísima la ingenuidad de los pe- riodistas que redactaron los cables repro- ducidos por Clarín de Buenos Aires, el 13 de enero de 1974, cuando comentan que nuevas investigaciones parlamentarias cuestionando "la honorabilidad de las Siete Hermanas" implican que "todo evoluciona hacia un escándalo de resonancia". Pero lo que vale son sus datos.
Según ellos, el American Petroleum Institute, portavoz de los monopolios, resulta el primero en alarmarse porque durante el año anterior la producción estadounidense había bajado un 2,4%, mientras la importación tuvo que subir un 30. Felizmente, "las nuevas condiciones del mercado mundial, evalúa el organismo empresario, obligarán en 1974 a reducir la dependencia del petróleo importado, a dar nuevo impulso a la producción interna y a estabilizar el consumo, orientación que sería facilitada por los actuales precios del combustible." Qué suerte, Dios es norteamericano.
Lástima que un senador, Walter Mondale, leyendo las estadísticas oficiales descubrió que cuando la nación entera se hallaba poco menos que a oscuras por el bloqueo árabe, en los Estados Unidos se contaba con stocks como para dos o tres meses de abastecimiento normal y que, por lo tanto, el descenso de la producción interna y la sensación de catástrofe que acometió a la población cuando el embargo eran parte de una maniobra de las compañías para convencer a la opinión pública de que admitiera los nuevos precios. El legislador propuso formar una comisión investigadora, por cuanto "el embargo petrolero árabe es sólo una parte de un cuadro mucho más vasto que permanece aún en la oscuridad." Cuadro que hemos tratado de darte, lector. Otros representantes y senadores "más tímidos" -califica el cable- sugerían imponerle a las empresas la obligatoriedad de revelar todos los aspectos de sus balances o establecer impuestos especiales para absorber las superganancias del cártel, ya que "una serie de pruebas recogidas. en círculos parlamentarios indican que en los últimos diez años las empresas petroleras han transferido al exterior gran parte de sus utilidades." ¡Salute! ¿Qué tal? ¿Vieron como este tema del imperialismo es mucho más engorroso de lo que luce a simple vista?
Los despachos enfatizaban que "el cen- tro de las acusaciones contra las compañías venía a ser su voluntad de ampliar la producción interna, "puesto que, se afirma, las superganancias obtenidas les permiten poner en explotación yacimientos que se consideraban poco rentables a los anteriores niveles de precios." El que desee informaciones adicionales sobre estos gratos tópicos, puede acudir a un libro de reciente aparición (")) que incluye el mensaje pronunciado por el senador Frank Church al difundir, en agosto de 1974, las actas de un sondeo realizado por la sub comisión de Corporaciones Multinacionales de la Cámara alta yanqui sobre las maniobras de la Aramco.
el dinero no lo es todo
¿Y los enormes capitales que están concentrándose en las manos de los países productores? Verdad, nos olvidábamos. El semanario Time ha calculado cuánto ganó cada uno de los catorce principales exportadores durante 1974. Es una suma muy respetable, 118.500 millones de dólares (en 1972 los mismos países habían obtenido por su petróleo 15.000 millones). De esa cantidad, el 56% se lo llevaron los feudales del Golfo Pérsico: Arabia Saudita sola ganó la cuarta parte del ingreso total. Irán, casi tanto como el trío de gobiernos árabes progresistas que figuran en la nómina Libia, Irak y Argelia, o sea, un 18 %. Venezuela y Ecuador, un 9 por ciento (lo de Ecuador es casi un chiste, 400 millones frente a los 10.000 de Caracas, pero valga, ya los quisiera haber conseguido la Argentina). Nigeria, un 8 por ciento; Indonesia, un 3. El 6 por ciento que falta se lo reparten dos países que, por motivos opuestos, no forman parte del Tercer Mundo; Canadá y la URSS. Está fuera de la cuestión lo que en las manos del gobierno prosoviético de Irak o aún en las enloquecidas de Gaddafi representarán semejantes superávits (aunque en este último caso el resultado es más sospechoso). El equilibrio de la región, sin embargo, se ha corrido hacia la derecha. Nada alentador puede esperarse de "Rockefeller" Feisal, aunque Time pueda sentirse ofendido. Tampoco del "rey de reyes" Reza Pahlevi, como no ser por vía dialéctica (la reacción que despiertan sus batallones de contrainsurgencia cuando los facilita a otros príncipes para combatir los movimientos populares es de lo más saludable). Rivales entre sí, como conviene a la vieja escuela del imperialismo, Feisal y el shah se han dedicado a realizar giras que se asemejan a la campaña electoral de un caudillo conservador. En realidad, ellos lo son. Reparten dólares para luchar contra Israel, pero de paso le imprimen a esa reivindicación un inequívoco colorido aplacador. Son los candidatos ungidos por el imperialismo para liderar una nueva estafa a los pueblos árabes. A largo plazo se van a estrellar, porque a largo plazo la historia camina para adelante. Pero el error de diagnóstico consiste en confundir ese momento futuro con el proceso que se desenvuelve ante nuestros ojos. De la pandilla de jeques, sultanes y emires que manejan Kuwait, Qatar, Omán, Abu Dhabi, Dubai, Sharjah, Ajman, Umm al Quwain, Ras al Khaimah, Fujairah y Bahrein es mejor pasar la esponja y ni decir nada. La transferencia de divisas les servirá para engordar sus inútiles burocracias (que suelen estar integradas por los millares de hermanos, primos y tíos del monarca reinante, gracias a la habilidad y vocación de padrillos que muestran los príncipes) y para contentar al resto de los nativos con instituciones increíbles como la de los "garantes": todo extranjero que desee radicar una empresa, está obligado a tomar como socio parásito a un natural del país, quien desde ese instante tendrá como única ocupación cobrar los dividendos. Está claro que los inversores extranjeros acuden sólo a dos cosas: a ver qué se pueden llevar lo más pronto posible y a tratar de conseguir petróleo. Las únicas industrias que se montarán, sin duda alguna, son las petroquímicas: las Siete Hermanas y los japoneses ya andan tras ellas. Son rubros capital intensivos, requieren poca mano de obra. No obstante, aún conseguir esa poca configura un grave problema; habrá que importarla. Puede preverse, también, una irrupción de trabajadores empobrecidos de los países vecinos no-petroleros que se destinarán fundamentalmente a servicios. En Kuwait, por ejemplo, ya los inmigrantes palestinos, egipcios, sirios, iraquíes y libaneses están superando a la población autóctona. Aquí existe la posibilidad de un fermento revolucionario, pero de muy lenta maduración.
El inmigrante es siempre débil, la his toria argentina lo demuestra. Ya aparecerán versiones kuwaitianas de la ley de residencia. Por ahora, regímenes ultra reaccionarios se ven imprevistamente consolidados. Como corresponde a la lógica, los excedentes se canalizan hacia los mercados de capitales de las metrópolis imperialistas. La mayoría acuden derechamente a los Estados Unidos. O a Bonn. Leamos una nota aparecida en Die Welt el 4 del diciembre último, que reprodujo Tribuna Alemana (los subrayados son nuestros): "Ni siquiera los optimistas creen que los. países productores de petróleo pueden. gastar más de la mitad para proyectos en el propio territorio. El resto tienen que colocarlo en el mercado internacional. Esto no les entusiasma, por otro lado, a los países petroleros, "pues los gobiernos preferirían invertir el dinero en el propio. país", ha declarado el secretario ejecutivo de la Asociación del Cercano y Medio Oriente en Hamburgo, von Lüttwitz, el cual acaba de regresar de una gira por varios países árabes. "Pero fábricas, centrales eléctricas y carreteras no se pueden construir de la noche a la mañana". Todo esto requiere su tiempo.
"Von Lüttwitz cree, sin embargo, que todos los gobiernos acelerarán sumamente la construcción del país y el desarrollo de la economía. Según estima la citada asociación, los países de la OPEP comprarán dentro de diez años en la República Federal de Alemania tanto como hoy día los países de la Comunidad Europea juntos.
"Más, con frecuencia, las posibilidades de desarrollo tienen estrechos límites. Por ejemplo en el caso de Kuwait. De los 900.000 habitantes de este país cuya renta per cápita de 20.000 marcos viene a ser el doble que la de la República Federal, la mitad son extranjeros. Si se impulsase rápidamente la industrialización habría que recabar más mano de obra foránea aún.
"Los gobiernos de los países productores prefieren colocar su dinero a corto plazo, señalan los conocedores del mundo árabe, indicando que de esa forma pueden hacer uso rápidamente de él cuando lo necesiten. En círculos bancarios se cree, empero, que ese comportamiento viene determinado por consideraciones de riesgo y rentabilidad. Para tales operaciones monetarias disponen estos países de suficiente personal instruido que estudió en parte en el extranjero, en Harvard o Londres.
"En modo alguno se los puede comparar con los mercaderes del bazar", advierte un banquero subrayando que ese estadio ha quedado atrás hace largo tiempo. Los árabes están perfectamente en situación -agregó de desarrollar un plan de inversión. Y no han recurrido a personas privadas, sino a empleados de los bancos centrales árabes, los ministerios de Finanzas o las sociedades estatales de inversión, los cuales obraron en el marco de rigurosos estatutos.
"Pero si los árabes están experimentados en las operaciones de inversión, están poco versados en la dirección de empresas de producción. Esta es también, a entender de los expertos, una de las razones de que, a excepción de Irán, les falte a estos países productores de petróleo un esquema o programa a largo plazo para la adquisición de participaciones.
"Teherán se ha asegurado el acceso a las experiencias técnicas de la empresa Krupp mediante la participación en ésta. En la mayoría de los casos, sin embargo, se trata de inversión de capitales, de mera colocación de fondos."
¿Hace falta agregar más? ¿Revelar, por ejemplo, que a instancias de sus sabios funcionarios del Banco Central, Arabia Saudita (que encabeza la nómina de exportadores) ha puesto sus ingresos en los circuitos del Morgan Guaranty Trust y del Chase Manhattan, el banco de los Rockefeller? Lo que proyecta el mundo desarrollado es convertir el Medio Oriente en un gigantesco mercado para colocar manufacturas y proponerle asociaciones que se parecen al cuento aquel que repetía Perón, del fulano que ponía el capital y el zutano que ponía el trabajo. Cuando la firma se disolvió, el que había puesto el capital se quedó sin él, y el otro se quedó con el capital y con el trabajo. Si algún magnate se aviva antes, lo asociarán en serio y entonces, de sultán árabe pasará a ser gran burgués estadounidense o germano occidental. Claro que esta solución implica, tal vez, la bancarrota de grandes burgueses preexistentes: claro que esa perspectiva les preocupa a ellos. Pero ni el sistema ni el imperialismo se habrán visto dañados en lo más mínimo por tales adalides del Tercer Mundo.
Acá vendría la reflexión sobre la naturaleza del imperialismo. Lo que lo vuelve tan complejo y empantana a tanta gente estudiosa, es que es un fenómeno dialéctico, sí, recíproco, sí, pero además cuyos términos son disimétricos. Imperialismo y dependencia son realidades de distinta naturaleza tal como lo son el "ataque" y la defensa en la teoría estratégica de Clausewitz.(17) Los enfoques "tercermundistas" suelen subrayar la dependencia y los marxistas clásicos el término opuesto. Desgraciadamente, los instrumentos de análisis diseñados para entender las formaciones sociales autónomas (o, como las llama el argentino Juan Carlos Garavaglia, (18) "consolidadas") no sirven para las sociedades dependientes. Una de las características de los grupos dominantes internos en la formación social dependiente es que no son verdaderas clases dominantes, que no extraen su poder último del puesto que ocupan en las relaciones de producción. Sino, más bien, del hecho de comportarse como agentes o funcionarios de las clases dominantes metropolitanas. No son clases fundamentales, son burocracias o burguesías mercantiles, o mejor aún una mezcla de ambas cosas. La única clase fundamental que existe en una formación social dependiente es la clase trabajadora; cuando ella. no hegemoniza, cuando no tiene el desarrollo suficiente para hegemonizar el proceso de liberación nacional, no hay liberación posible. A lo sumo, existirá un cambio de forma de la dependencia, con o sin cambio en la identidad de los amos. Aunque sea dueña de algunos medios de producción, la burguesía autóctona dependiente no es una clase fundamental, a causa de su marginalidad de origen, de su crecimiento deformado, del bajo nivel relativo de expansión de las fuerzas productivas que supuestamente controla. No es cuestión de capital-dinero; por más que el almacenero de la esquina se gane todas las series de la grande de fin de año, no va a convertirse en Rockefeller. Estamos hablando de clases, no estamos hablando de individuos, porque son las clases las que inciden en la historia, no los meros individuos. Un individuo genial de una clase impedida, sólo puede incidir convirtiéndose en el instrumento, en el servidor (en el "intelectual orgánico", diría Gramsci) de una clase fundamental. En los pueblos árabes hay movimientos muy importantes, preñados de historia. Les caben grandes cosas que cumplir. Por desdicha, creo que esta especie de broma siniestra del imperialismo, esta invasión de dólares para mantener la dependencia, no los ayuda, sino todo lo contrario. Ojalá me equivoque, habría que conocer las cosas de cerca para opinar.
arriba ese ánimo
¿Y la crisis en el mundo capitalista? ¿Y si estalla una guerra del petróleo? La crisis en el mundo capitalista es el costo de esta audaz jugada de sus clases dominantes. Le tienen que hacer pagar la reconversión a sus propios pueblos. Y eso siempre es peligroso. Una nueva guerra sería terrible para el sistema. Al precio de una masacre espantosa, aún si los ára- bes la pierden más aún si la pierden- se generará un foco de tensión que puede hacer saltar todo por los aires. Los dirigentes del Occidente imperial lo saben, los emires también, los israelíes se ignora si lo comprenden. Habrá que estar atentos.
¿Y para nosotros, para el Tercer Mundo sin petróleo ni dólares? El agravamiento de las tensiones que desatará la resonancia de la crisis metropolitana puede ser. eso sí, muy promisorio. El centro imperialista va a encontrarse, además, sumamente ocupado en casa. Para liberarnos o para reformular la dependencia, seguramente resultará provechoso el interregno. En nuestra habilidad está.
Además, existe otro factor. Si en una formación social dependiente, el papel interno de clase dominante se halla ejercido por una burocracia, entonces todo el modelo es paradojal. Los mandos han sido invertidos. Desde la superestructura (gerencial imperialista) se maneja la estructura productiva. Considerando la sociedad dependiente en sí misma, acá la superestructura determina a la infraestructura (19). Esto es lo que provoca la fragilidad, la anomalía esencial del país vasallo. Pero entonces resulta que, fronteras adentro, las dos modalidades de la superestructura (los aparatos ideológicos y los aparatos coercitivos) son los pilares sobre los cuales se asienta la totalidad. Y lo que perturbe el consenso de la dependencia hallará un poder de causación histórica, una capacidad para desencadenar cambios estructurales, que por sí mismo no posee en un ámbito social autónomo. Aunque no responda a la verdad, la caricatura de los beduinos miserables dándoles una paliza a los augustos amos de la metrópoli quiebra el hechizo ideológico de omnipotencia que rodea al imperio. Y puede tener los efectos trepidantes que ocasionó en 1801. para las colonias latinoamericanas, la imagen igualmente falsa de un Napoleón-ada- lid democrático triunfando sobre los reyes del antiguo régimen. Por ahí creo que. ciertamente, anda la cosa.