En Pasadena, una ciudad que forma parte de la mancha urbana del Condado de Los Ángeles en California, la Red Nacional de Jornaleros (NDLON) se organiza para dar respuesta rápida a los arrestos contra personas migrantes. Desde hace meses, sus redes sociales denuncian las operaciones conducidas por oficiales del gobierno y se multiplican los videos que registran las detenciones. Activistas de NDLON le piden a los detenidos sus datos para poder informar a sus familias y visibilizar la discriminación.
El 12 de junio pasado en South Gate, ciudad cercana en la que más del 40% de la población es extranjera, vehículos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) se detuvieron en una esquina y como un grupo de tareas de una dictadura, los agentes saltaron de sus camionetas con chalecos antibalas y pasamontañas, esposaron a un hombre que vendía flores y se lo llevaron en cuestión de segundos. En este contexto se desenvuelve un medio de comunicación sin equivalentes, que crece en reconocimiento: Radio Jornalera. “Constantemente hablamos de qué hacer si la migra -se refiere a ICE- va a tu lugar de trabajo; qué hacer si va a tu casa; qué hacer si te para en la calle. Esa es la primera línea”, explica su director, Manuel Vicente, en diálogo con crisis. Añade que le recuerdan permanentemente a su audiencia que tienen derecho a guardar silencio, a un abogado, que no deben firmar ningún papel y qué documentación deben de tener siempre encima. También informan cuáles son los centros de apoyo comunitario que los pueden auxiliar y qué recursos locales existen para hacer acompañamientos.
orgullo jornalero
Radio Jornalera, enfocada en “defender los derechos del migrante y del trabajador de bajo ingreso”, se autodefine como un espacio donde “la gente humilde dice su verdad” y donde se construye “el poder del pueblo a través de la educación popular”. Esta emisora multiplataforma tiene presencia en todo el territorio estadounidense y también en América Central, transmite tanto en inglés como en español, convirtiendo las calles, las rutas, las ciudades y los pueblos en trincheras de contrainformación. Busca dignificar esa identidad jornalera “con el propósito de cambiar las ideas erróneas sobre los inmigrantes y trabajadores”. Un empeño que se ha vuelto fundamental en esta etapa en la que ICE ha pasado a ocupar un papel clave en la administración del presidente Donald Trump. La retórica racista y xenófoba de la extrema derecha estadounidense tiene uno de sus brazos ejecutores en esa institución que ha incrementado de manera exponencial su poder. Tal como señala un documento oficial del Departamento de Seguridad Nacional, el objetivo es arrestar y eventualmente expulsar del país unas 3000 personas por día, lo que equivale a más de un millón por año.
En pos de alcanzar esa meta, ICE arrestó a más de 100.000 personas entre el 20 de enero de 2025 (día de la asunción del actual presidente) y la primera semana de junio. Lo que equivale a 750 detenciones diarias, el doble del promedio de la última década y muy por encima de las 400 que promedió Trump en su anterior mandato. La avanzada antimigrante se vale también de instancias de espectacularización represiva, como en South Gate o el show en torno de la inauguración de “Alligator Alcatraz”, un centro de detención de migrantes situado en un parque nacional de la Florida rodeado de 200.000 caimanes.
Contrario al discurso oficial que sostiene que están arrestando delincuentes, según The Guardian desde la asunción de Trump se ha registrado un aumento del 807% en las detenciones de inmigrantes sin antecedentes penales. Incluso han caído aquellos que se presentan a las oficinas gubernamentales para controles rutinarios. Jornaleros y jornaleras, el eslabón más débil del trabajo migrante que nutre la maquinaria productiva estadounidense, están desproporcionadamente representados en estas estadísticas.
La economía chambera
Debido a su estatus legal y las características del trabajo, no existen estadísticas oficiales que determinen cuántos trabajadores y trabajadoras jornaleras hay en Estados Unidos. Al vivir al día, suele ser una población que se traslada periódicamente dentro del propio territorio estadounidense en busca de oportunidades laborales. No obstante, sí existen relevamientos sobre el aporte que realiza la población migrante en su conjunto a la economía y la sociedad estadounidense. De acuerdo a datos de la ONG American Immigration Council, solo en 2023, los hogares de inmigrantes irregulares pagaron casi 90 mil millones de dólares en impuestos federales, estatales y locales. Asimismo, si se contemplan tanto a quienes residen de manera legal como indocumentados, la población migrante aportó 16,8 de cada 100 dólares en impuestos recaudados en todo Estados Unidos. A esto hay que sumar otras inyecciones de recursos, como los 167 mil millones de dólares anuales que ponen solo en alquileres. Además, subrayó Vicente, “hay un dinero que se queda ahí en el limbo, no registrado, que no menciona nunca el gobierno: cada momento que van a la tienda están pagando un impuesto; cada vez que pagan su renta están pagando un impuesto; cuando toman el tren o el autobús pagan un impuesto”. Y todo eso sin tener en cuenta su aporte al mercado de trabajo.
La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, estimó que en 2024 un 19,2% de la fuerza laboral estaba compuesta por personas nacidas fuera del país. Una tendencia ascendente respecto al 18,6% de 2023 y un crecimiento de más del doble en relación al 9,8% de 1994. Sin embargo, la calidad de los empleos a los que pueden acceder tiene un perfil muy marcado. Según el mismo informe gubernamental los migrantes trabajan mayoritariamente en el área de servicios (22%); recursos naturales, construcción y ocupaciones de mantenimiento (13,9%); y producción, transporte y ocupaciones relacionadas con el movimiento de materiales (15,5%).
Por su parte, el Centro de Estudios Migratorios de Nueva York (CMS, por sus siglas en inglés) calculó que hasta 8,3 millones de inmigrantes indocumentados trabajan en la economía estadounidense. Lo hacen principalmente en la construcción (1,5 millones), la restauración (1 millón), la agricultura y las explotaciones agrícolas (320.000), el paisajismo y la jardinería (300.000) y el procesamiento y la fabricación de alimentos (200.000). La mayoría provienen de México (30%), seguidos por Centroamérica y Sudamérica (20%) y Asia (15%).
El director de Radio Jornalera agrega que, como si no fuera suficiente su contribución a los Estados Unidos, hay que contemplar “el aporte económico que dan a sus países de origen”. “Son comunidades que han sustentado y han sacado adelante dos naciones”, aseguró.
contranarrativa migrante
La fecha elegida no fue casual y dejó en claro desde el comienzo la impronta del proyecto en 2019: un 1° de mayo, día internacional de los trabajadores y trabajadoras. Luis Valentán, migrante mexicano que para ese entonces llevaba más de 25 años viviendo en Estados Unidos fue el encargado de abrir la primera transmisión desde el estudio ubicado en el Centro de Empleo Comunitario de NDLON en Pasadena. Transcurría entonces el primer gobierno de Donald Trump (2016 - 2020) y la persecución a los migrantes -un elemento persistente en el panorama político estadounidense- se había recrudecido.
Valentán, que durante mucho tiempo debió trabajar como jornalero, esperando en las esquinas que alguien lo contratara para pintar una casa o recoger la cosecha, había dado sus primeros pasos radiofónicos en 2016 con el programa Voces Jornaleras que transmitía por la emisora local KPFK 90.7. Pero sus salidas quincenales, los jueves por la noche, no lograban consolidar una audiencia. Fue entonces que apareció en escena NDLON. La organización fundada en 2001 había tomado la decisión de crear un medio de comunicación propio y puso sus recursos al servicio de ese objetivo.
“Yo llego al proyecto porque conozco a Luis Valentán. Él me comparte la idea de que quieren implementar una radio”, recuerda Manuel Vicente. Con una década de residencia en Estados Unidos, Vicente había sido uno de los impulsores de la primera radio indígena mexicana al norte del Río Bravo. Sus conocimientos fueron fundamentales para el despegue de la nueva emisora. “Desarrollamos una aplicación, construimos nuestro estudio y capacitamos a la primera generación de comunicadores populares”, explica.
En un contexto de agudización de la violencia gubernamental contra los migrantes, “la idea o el concepto era ser la contranarrativa a eso”, dice y agrega: “a toda narrativa impuesta por la clase hegemónica debe de haber una contra narrativa desde abajo, del pueblo”. “Para nosotros esto es Radio Jornalera: contrarrestar la narrativa racista que empezó a promover Trump en su primer mandato pero también poder amplificar las voces de los trabajadores y, puntualmente, de los jornaleros”, subraya.
En una entrevista a un diario de Los Angeles, el pionero Valentán detallaba la dinámica de trabajo: “Soy yo quien conduce, pero dándole el micrófono a los trabajadores para hablar sobre los derechos laborales, cuáles son las mejores prácticas para que se defiendan de las injusticias como el robo de salarios y la discriminación”. Allí recordaba que había sido su madre, que participaba en un proyecto del Instituto de Educación Popular del Sur de California para instruir a trabajadores inmigrantes que documentaran sus propias historias, quién lo había animado a comenzar: “No tengas miedo. Consigue una cámara, toma fotos, graba videos y documenta lo que está pasando".
evolución jornalera
La idea de crear una radio partió de la experiencia del programa que llevaba adelante Valentán y sobre esa base se gestó el nuevo proyecto. El problema era que, más allá del conductor y el director de la emisora, el resto de los integrantes -trabajadores jornaleros- nunca había participado en un medio de comunicación ni producido contenido alguno. “Ni siquiera hablar detrás de un micrófono o estar frente a una cámara -detalla Vicente. Entonces comenzamos por ahí”.
En el año previo al lanzamiento llevaron adelante un proceso de “alfabetización tecnológica” en el que capacitaron al equipo enseñándoles cómo funcionaban los sistemas, cómo se operaba técnicamente un espacio radiofónico y otros conocimientos clave. “Desde la conexión de cableado hasta el funcionamiento de los mixer, todo eso lo fuimos incorporando en los entrenamientos y a la par llevamos a cabo prácticas de locución, producción y creación de contenido”, puntualiza.
Radio Jornalera funciona dentro del Centro que gestiona NDLON en Pasadena. Estos espacios fueron creados con el objetivo de mejorar las condiciones en que los trabajadores eventuales acceden a sus empleos. Ese entorno aportó a la evolución del proyecto. “Regularmente el jornalero busca trabajo en las afueras de un Home Depot y eso puede representar algo inseguro. El Centro, de alguna manera, es una protección y es una entidad que los acoge y los protege”, cuenta Vicente. Allí los trabajadores son conectados con empleadores que requieren sus servicios. Todos los días, los jornaleros llegan temprano, cerca de las 6 de la mañana, se registran y hacen una rifa. Los ganadores de los primeros 10 números son los que tienen la oportunidad de trabajar. Es decir, quedan primeros en la lista de espera para cuando algún potencial empleador se acerque a contratarlos. Vicente observó así que durante la espera tenían mucho tiempo de ocio en el que pasaban el rato mirando sus celulares, por lo que decidió hacer una encuesta para saber qué redes sociales utilizaban, cómo se comunicaban y cómo se informaban. Los resultados fueron contundentes: el 85% consumía noticias a través de Facebook y YouTube. Con esta nueva información la radio cambió y comenzó a realizar transmisiones en vivo por esas plataformas. Esta innovación les permitió dar un gran salto durante la pandemia cuando -según sus propios datos- alcanzaron audiencias de entre 600.000 y 800.000 personas por mes.
no todo se cuenta en 90 segundos
Con el objetivo de continuar creciendo y combatiendo el racismo estructural, Radio Jornalera intentó ampliar sus horizontes y creó contenido específico para las plataformas. Además de reels de Instagram, incorporaron una cuenta de Tik Tok llegando a un público al que antes no accedían. “Regularmente nuestra audiencia es la que forma parte del movimiento migrante, pero el Tik Tok nos abrió una ventana al público en general”, reflexiona Vicente. Y suma que se han ido adaptando para ser más “un canal digital, televisivo” y con producciones “con tintes cinematográficos como docu-series o incluso animaciones”.
Mediante estas herramientas han logrado mostrar el enorme trabajo que realizaron los jornaleros para combatir los incendios en California durante enero y febrero de 2025, presionar a empleadores que no habían pagado los sueldos o denunciar los operativos de detenciones ilegales. También lanzaron una serie de videos que se llama “No más mentiras”, un fact checking para desmentir todo lo que se diga en contra de los migrantes. Un aspecto fundamental es informarle al jornalero si trabaja o vive en una ciudad segura. “¿Qué es una ciudad segura? una en la que la policía no coopera con la migra”, subraya el director y confiesa que resulta difícil prever si la policía “va a respetar las ciudades y los Estados santuario”.
Si bien hasta el momento no sufrieron presiones directas por su trabajo, si han padecido restricciones por parte de las plataformas que consideraron que algunos de sus contenidos no eran aceptables. “Nos han silenciado videos y creo que esa es la manera donde hemos experimentado una especie de censura”, puntualiza. Por eso, hacia el futuro, se plantean descentralizar los contenidos de las redes sociales, “para evitar el uso de las plataformas que son de estos oligarcas” que podrían darles de baja. Además quieren producir un periódico impreso, “rescatar el papel, volver a invitar a la gente a leer porque no todo se cuenta en 90 segundos”.
expansión desde el éter
El éxito de Radio Jornalera durante la pandemia generó interés y llevó a NDLON a buscar la manera de extender el proyecto a otros territorios. “El primer lugar fuera de California al que llevamos esta iniciativa fue en Minnesota con una organización que se llama Comunidades Organizando el Poder y la Acción Latina (COPAL)”, cuenta Vicente.
Allí también entablaron contacto con la comunidad de personas amparadas por el Temporal Protection Status (TPS) que incluye a más de una docena de nacionalidades entre las que se cuentan salvadoreños, haitianos, hondureños, venezolanos, ucranianos y nepaleses, entre otros. A partir de entonces se dio un crecimiento exponencial. La experiencia original se replicó en Nueva York, Portland, Houston, Nueva Jersey y Palmdale, por mencionar algunas. Siempre con el acompañamiento, la inversión inicial (de entre 15.000 y 20.000 dólares) y la capacitación de la emisora madre.
Vicente sintetiza este trabajo en tres pilares: en primer lugar “es un espacio formativo” en el que se capacita a personas que no tienen conocimiento previo. En segundo lugar, esto se lleva a cabo mediante “un sistema de each one teach one, es decir que cada uno entrena a uno utilizando formatos de educación popular”. Y el tercer aspecto es que se trata de un espacio organizativo “para llamar a la acción y movilizar a la comunidad”.
Mientras se expandían por Estados Unidos, llegó un mensaje desde más allá de la frontera: el Centro de Integración para Migrantes Trabajadores y Trabajadoras (CIMITRA) de El Salvador quería replicar el proyecto. Eso les abrió las puertas de Centroamérica y de la mano de la Asociación Guatemaltecos Unidos por Nuestros Derechos (AGUND) establecieron la emisora en Guatemala “que es dirigida por comunidades indígenas y se convirtió en la primera radio indígena y jornalera”. También llegaron a Costa Rica, a varios países del Caribe y actualmente quieren abrir una nueva en Antofagasta, Chile.
A medida que se fueron expandiendo, fue necesario adaptar las formas organizativas. Es así que cada espacio tiene su autonomía y su identidad, pero desde Pasadena realizan periódicamente reuniones para saber qué tipo de contenidos van a producir y si existe alguna necesidad que puedan acompañar. Eso sí, Vicente resalta que hay un eje común e inamovible: “Queremos amplificar la voz de los trabajadores y que puedan contar sus luchas, sus historias, sus injusticias. Esa es nuestra línea”.