Gustavo Lopetegui se siente un Boris Yeltsin criollo. Ejecutivos que se sentaron en su despacho, frente a un gigantesco mural del izquierdista nacional Ricardo Carpani y a metros de los de Mauricio Macri y Marcos Peña en el primer piso de la Casa Rosada, lo escucharon jactarse por el escaso trauma que a su juicio dejó la salida del “régimen soviético” cuyo desmantelamiento lo desvelaba desde que Cambiemos se impuso en el balotaje por 678 mil votos. Como el resto de la plana mayor del Gobierno, el exCEO de LAN proyecta para el segundo semestre una inflación que no supere el 2% mensual y una recesión que comience a ceder con los albores de 2017, traccionada más por la inversión que por la recuperación de un consumo que, según admite, seguirá golpeado.
Para evitar cortocircuitos con Guillo Dietrich y denuncias por conflicto de intereses, Lopetegui delegó en Mario Quintana el trato cotidiano con la nueva jefa de su vieja competidora Aerolíneas Argentinas, Isela Costatini, quien empezó a advertir las turbulencias sindicales que nublan su horizonte. Ayer, en un almuerzo con la oficialista Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), la exCEO de General Motors se disculpó varias veces por haber leído un discurso edulcorado, sin las confidencias ni los guiños que se valoran de esos ágapes. “Desde que estoy en política tengo que medir mucho más mis palabras”, explicó, luego de que todo el círculo rojo comentara por 48 horas seguidas la carta que envió a sus doce mil empleados para rogarles que pongan el hombro a un ajuste que se preparan para enfrentar.
Junto a Pancho Cabrera, enfrascado en una dura interna con el halcón del shock Juanjo Aranguren, pero criticado puertas adentro casi tanto como el exCEO de Shell por haber echado nafta al fuego de la inflación con la última suba de combustibles, Lopetegui es el más optimista de cara al mediano plazo. Suele exhibir a los desconfiados un gráfico donde se observa que la inversión privada evolucionó durante los últimos años casi a la inversa exacta del riesgo país, con alta correlación pero con un rezago de un año. Si la tendencia se mantiene, la baja del costo de financiamiento que sobrevino al pago cash a los fondos buitre debería disparar una suba del 20% de la inversión en 2017. Como los desembolsos productivos representan un 20% del PBI, ese rebote garantizaría un crecimiento económico del 4% incluso si no se recupera el 10% que el Gobierno estima que caerá este año el poder adquisitivo de los salarios.
El cálculo podría fallar si la inversión no dependiera solamente del costo de financiamiento, que además sigue arriba del 7% y que no necesariamente bajará tan rápido al 4 que paga Perú y al que aspira Lopetegui, al menos a juzgar por el sombrío panorama que pintó anteayer la calificadora Moody’s en un informe redactado en Wall Street. Es lo mismo que admite en privado Alfonso Prat-Gay, quien la semana pasada blanqueó sus temores ante un dirigente opositor moderado con quien compartió gestión durante el agitado 2003. “Si no vienen los dólares del segundo semestre, esto va a estar complicado”, admitió.
luna de miel
En los salones de la Rosada que Oscar Parrilli se dedicó a decorar durante años y ahora el macrismo volvió a poblar de sillas y escritorios, no se acusa el impacto de la multitudinaria marcha que desbordó el viernes pasado a la cúpula sindical. La primera demostración masiva de fuerza callejera contra una medida del gobierno (los despidos de empleados públicos y la advertencia de Macri de que vetará la ley antidespidos) apenas movilizó a Quintana, quien anteanoche hizo un último y fracasado intento de convencer a dirigentes como Andrés Centauro Rodríguez y José Luis Doctor Cloro Lingieri para que acudieran ayer a Diputados a debatir posibles cambios al texto que obtuvo media sanción del Senado. La respuesta al destrato oficial estuvo a cargo del propio Hugo Moyano, primero en público (“Macri sabe de política lo mismo que yo de capar monos”) y después en privado (“nos están boludeando y no lo vamos a permitir”).
Los popes cegetistas ya obtuvieron del Presidente lo que querían (el pago de las deudas del Estado con sus obras sociales) y ahora necesitan canalizar las broncas y temores que maduran en sus bases. La demora en el cierre de las paritarias agigantó el efecto “precios nuevos con sueldos viejos”, que llevó a movilizarse a sectores que no habían ido a las marchas contra el impuesto a las Ganancias. Pero además los despidos campean en rubros como la metalurgia y la alimentación, donde la falta de sintonía fina a la hora de resetear la macroeconomía (tarifazo + devaluación + suba de tasas + apertura comercial) dejó un tendal de pymes heridas.
En los criaderos de cerdos, por ejemplo, se acusa por estos días un doble impacto: la tonelada de maíz se disparó de $1.400 a $2.800 como consecuencia de la deva con quita de retenciones, con el precio del kilo vivo de capón clavado en $18, y los supermercadistas fueron autorizados a importar masivamente cortes porcinos de orígenes tan exóticos como Dinamarca, cuyos ingresos al país se triplicaron en el primer trimestre. Entre los importadores hizo punta La Anónima, la cadena del tío del secretario de Comercio, Miguel Braun.
Rápido para oler sangre, el grupo Clarín le hizo saber a Peña, a través de uno de sus coroneles menos expuestos, que la luna de miel mediática se había terminado. Al día siguiente, el conductor estrella del holding reveló la presión que ejerció el Gobierno sobre los diarios Clarín y La Nación para que bajaran los decibeles del escándalo por los Panamá Papers. Si hay una nueva tregua o si el conflicto crece se definirá en un par de semanas, cuando se sepa si el grupo de la trompetita recupera la televisación del fútbol desde julio o si en su lugar aparece un grupo internacional como el de Ted Turner.
los primos
La patria contratista, por su parte, se reconfigura para aislar el impacto del escandaloso enriquecimiento de Lázaro Báez y las sospechas que levantan los vasos comunicantes entre varios de sus exponentes y el elenco gobernante. El primo hermano de Macri, Angelo Calcaterra, dejó trascender que puso en venta IECSA, la constructora que le legó en cómodas cuotas su tío Franco, justo cuando el gobierno de Córdoba y el todopoderoso grupo Techint se trenzaron en una pelea pública por el lobby que desplegó la “T” para que IECSA use sus tubos en el gasoducto troncal mediterráneo cuya licitación ganó asociado a capitales chinos. La pelea forzó a Macri a mediar entre la provincia donde sacó más votos en noviembre y el holding de Paolo Rocca, uno de los empresarios top que celebró su triunfo como propio.
Calcaterra puso en venta la vieja perla del grupo SOCMA porque está “harto de los comentarios”, según confesó ayer el presidente de la Cámara de la Construcción, Juan Chediack. Pero Nicolás Caputo, amigo de la infancia del Presidente, no piensa seguir su camino. El viernes pasado viajó a Estados Unidos tras haber asumido como vicepresidente del Merval y busca inversores para ampliar su negocio de real estate en un mercado que, como Lopetegui, proyecta venturoso.
El que sí podría abandonar su puesto en el Gobierno en breve es otro Caputo, el secretario de Finanzas, quien tras el acuerdo con los buitres considera cumplida su misión en el equipo de Alfonso Prat-Gay y busca convertirse como su primo Nicky en un abrepuertas VIP de inversores ansiosos por subirse al regreso de la Argentina al mundo financiero. ¿Qué extranjero no querría contratar a su consultora Axis, que nunca cerró sus oficinas sobre la calle Arroyo, para gestionar un desembarco en las pampas luego de haber visto a Toto cerrar en cuatro meses un entuerto de años? ¿Podría acaso reprocharle algo Prat-Gay, que amasó su fortuna personal estructurando la venta de Loma Negra a capitales brasileños?
Los arquitectos de la obra pública PRO aguardan que baje la inflación para ajustar al máximo las licitaciones y hacer rendir los dólares financieros que esperan ver entrar. Cuando esas obras ya se estén ejecutando comenzará la campaña para las legislativas, que el PRO acaba de activar con la reapertura de Balcarce, su ya mítico comando céntrico ubicado a dos cuadras de la Rosada. “Con la oposición fragmentada, la economía creciendo y la inflación en el 25% anual, ganamos con el 40% de los votos”, juró esta semana una fuente oficial.
La clave está en lo de “fragmentada”. Por eso Macri volvió a polarizar con el kirchnerismo al denostar la ley antidespidos, cuyo impulso no viene desde El Calafate sino desde Azopardo. Por eso en Olivos disfrutaron la convocatoria de Cristina frente a Comodoro Py. Si el kirchnerismo lleva su frente ciudadano por un lado y el resto del peronismo va por otro, Cambiemos salvaría la ropa incluso en territorio bonaerense, frente a Sergio Massa.
Si bien la historia no se repite, es una jugada arriesgada. A Cristina, cuando infló deliberadamente a Macri, le salió mal.