san la muerte y san son | Revista Crisis
rescate emotivo / diciembre de 1975 / liturgias insurgentes
san la muerte y san son
El señor La Muerte es un santo pagano tan inquietante como poderoso. En diciembre de 1975, el director de teatro y dramaturgo Mauricio Kartun escribió esta nota publicada en crisis #32, donde narra los aspectos más vívidos de la devoción popular. Un texto cruzado por pasiones, religión y figuras talladas en huesos humanos.
21 de Mayo de 2021

 

Cuenta la memoria popular que el "Pato Piola", conocido delincuente chaqueño, luego de eludir durante meses a la "Provincial" cayó al fin en una celada que ésta le tendiera. Por largas horas se defendió de la partida a puro coraje y chumbazos, hasta que una descarga cerrada lo derrumbara.

Pero, cuál no sería la sorpresa de los milicos, cuando al acercarse al cuerpo destrozado del "gauchillo" -como llaman allí a los forajidos- vieron que a pesar de los balazos aún se revolcaba, sin morir, sobre la tierra bermeja.

La mano sabedora de un milico se le acercó, tanteando en su torso, hasta que dio con un bultito que se destacaba bajo la tetilla izquierda; hábilmente desgarró la piel con su cuchillo y extrajo de allí un pequeño objeto. El "Pato Piola" murió. El puño estremecido del policía apretaba aún una pequeña talla de hueso: un esqueleto sentado, que luego de años volvía a ver la luz con sus cuencas vacías. Era "'San la Muerte", Señor de los Poderosos.

Cuentan sus fieles devotos que de no ser por la operación del policía, el "Pato" no hubiera podido morir. "San la Muerte" lo impedía. Porque el "Pato" iba acompañado. El hombre tenía "Payé".

El Chaco y Corrientes, áreas de Influencia folk - guaranítica, han sido siempre zonas de singular permeabilidad para todo aquello que sea mito o leyenda. El caso de "San la Muerte", así como el de "San Son", de quien nos ocuparemos más adelante, constituyen verdaderas formas de un parasitismo religioso que, aún nutriéndose directamente del dogma y la liturgia cristiana se mantienen decididamente independientes, conservando de tal modo esa autonomía ritual y libertad de acción que su dependencia impediría.

Según López Breard (Devocionario Guaraní): "Fue con posterioridad a la expulsión de los Jesuitas, el momento trascendente para estos pueblos, en que el nativo, liberado espiritualmente, torció lentamente su imaginación hacia su ancestral bagaje de creencias y que en esa nueva visión de la vida adquirida con la catequización mezcló Inconscientemente lo telúrico de su alma con las enseñanzas religiosas recibidas en las misiones,  acomodando a circunstancias y necesidades, explicaciones diversas, donde lo real se mezcla con lo imaginativo y lo católico, con lo laico y pagano”. Los orígenes del credo de San la Muerte, Señor la Muerte, San Justo Nuestro Señor de la Muerte, Señor de la Buena Muerte, Señor de la Mala Muerte o Señor San la Muerte -como se lo denomina indiferentemente (también Señor San la Muerte de Jesús como lo llaman sus escasos fieles porteños) se pierde en supuestas y vagas teorías, entre las cuales sobresale con mayor basamento aquella que lo emparenta con la imagen del Cristo de la Humanidad y la Paciencia, dada la similitud de ciertos ejemplares del amuleto con las tallas que, en Iglesias y Museos, representan un Cristo sentado con una mano sobre la cara, en actitud meditativa y el codo sobre la rodilla. Viene en apoyo de esta teoría una difundida estampa de Cristo crucificado, acompañado en su revés por una “Oración al Señor de la Buena Muerte'' que comienza diciendo: "¡Oh clementisimo Señor de la Buena Muerte! Soberano protector de los que en vos confían..."

Dado el origen y desarrollo de este mito en un ámbito de cultura colonial esencialmente católica, parece indiscutible esta teoría, aunque no es posible descartar aquella otra que lo relaciona etnológicamente con las momias y esqueletos descubiertos en zonas de influencia incaica, en una posición sedente muy similar a la de nuestro fetiche. En el sur de Perú, coyas cuzqueños o de Puno suelen vender "huacos” que, a su decir, representan “los muertitos", y cuya similitud con nuestra imagen resulta asombrosamente sugestiva. No carecería entonces de fundamento la posibilidad de que la costumbre haya penetrado al litoral por la zona oriental, puerta de entrada de santiagueños y salteños, área más sometida a la fisonomía folklórica del noroeste. 

En la totalidad del área folk-latinoamericana encontramos expresiones de culto a los muertos cuyas características permitirían emparentarlas al credo que nos ocupa. Aun en zonas de dudosa influencia y disímiles antecedentes culturales, encontramos muestras evidentes. En Puerto Rico, por ejemplo, es de uso popular una oración para alejar el mal que allí denominan "Del Muerto".

 

formas y tamaños

Respecto a la representación de esta creencia animista, tiene su imagen diversas expresiones aunque sin variar la constante fundamental del esqueleto. La mayoría de los ejemplares conocidos lo representan sentado, sosteniendo la cara con sus manos y los codos sobre las rodillas.

Suele tallárselo también de pie con una guadaña en ristre, ejemplares que se conocen como: San Justo Nuestro Señor de la Muerte o "de la Buena Muerte" o con una lanza: "de la Mala Muerte".

Puede también tener cola (Un trozo de lana trenzada que se pega en la parte posterior) o carecer de ella. De los ejemplares que poseen este apéndice se dice que son capaces de hacer los peores males, y de los segundos, que son "Santitos pa' las bienhechurías”.

Habitualmente se lo adorna con tronos y coronas de metales valiosos, con las iniciales de su dueño; y en la fecha de su festejo se lo engalana con una negra capa con detalles morados; colores que según el ritual eclesiástico representan la Muerte y la Pasión, respectivamente.

Suele, en ciertos casos, guardárselos en pequeñas criptas o féretros. Según el documentado trabajo de José Miranda (49 Cuaderno del Instituto Nacional de Antropología) existe también una forma menos representativa de su imagen que es la de la Cruz de Caravaca, con una calavera en su base.

 

materiales para su confección

Los mismos dependen de las necesidades, usos o recetas. Los ejemplares de mayor tamaño (15 cm aprox.) destinados al altar familiar son realizados habitualmente en maderas duras: Palo Santo, cedro, naranjo o laurel; en cuyo caso se los denomina "Santos de palo"; o bien en barro colorado, cocido en Viernes Santo.

Aún más intrincada parece la realización de ejemplares labrados en hueso humano para lo cual debe profanar una sepultura en día viernes por la noche y robar del cadáver una falange, sobre la que trabajará el "santero" realizador. Particularmente apreciados son los ejemplares de este tipo, sobre todo si el muerto fue un bandido víctima de la autoridad; se estiman a su vez muy valiosas las imágenes que hayan sido talladas sobre el plomo de la bala que le dio muerte.

Pero el material considerado sin duda como de mayor poder milagroso, es la falange de niño varón que haya muerto infiel (es decir: sin bautismo) sobre la que se trabajará la pieza, o bien se molerá y mezclará con cera hasta obtener un material tallable.

Existen también ejemplares de bronce, cobre y otros metales. Pequeñísimas imágenes confeccionadas en metal o hueso son usadas, como en el caso del "Pato Piola” para insertar el "payé" en el propio cuerpo, lo que permite, según sus fieles, quedar a buen resguardo de la bala y el cuchillo.

Al practicar esta operación suele acompañarse a San la Muerte con una imagen de Santa Catalina, que por su carácter de Santa "brava" es la única figura del santoral, que al decir de sus devotos, "se lleva bien con el poderoso". porque "Donde está Santa Catalina no reina la paz".

En todos los casos mencionados la figura del "Señor la Muerte" deberá ser consagrada en Santa Misa; al efecto se valen sus creyentes de algunos trucos y artimañas de las cuales mencionamos las tres más habituales:

1) Esconder la talla furtivamente bajo el mantel del altar para quedar así consagrada durante la misa.

2) Encerrarlo en una vela que se encenderá a algún Santo y se robará luego, o bien haciendo bendecir la misma.

3) Esconderlo en el hueco de la mano, tapándolo con una estampita o medalla que se hará bendecir.

Consigna Miranda, al respecto, que hay también quienes creen que hay que llevar al fetiche siete viernes seguidos a siete Iglesias paro que recién comience a actuar; rito similar al utilizado con San Alejo para obtener el amor de la persona querida.

 

objetivos del culto

Entendido como ser Todopoderoso, se utiliza a "San la Muerte" para los logros más diversos. Consignaremos aquí sus utilizaciones más frecuentes, así como un par de las oraciones secretas relativas a cada caso, que habrán sido pasadas al efecto por alguna maestra de rezo o rezadora, preferentemente en Viernes Santo o mejor aún: poco antes de morir. como legado mágico.

para la pelea:

Afirma Ambrosetti que los ejemplares fabricados en Viernes Santo son excelentes como "payé" de pelea, y continúa: "Hay que hacerlos dormir afuera y no pelear con él sino en los casos muy graves, pues lo muerte del contrario es infalible". Frente a un momento de peligro no hay más que aprestarse a la lucha mientras se recita la oración correspondiente:

“San la Muerte espíritu esquelético

poderosísimo y fuerte por demás

como de un Sansón es tu majestad

indispensable en el momento de peligro

yo te invoco seguro de tu bondad."

 

para el amor:

Según Cerrutti, para este fin la imagen de hueso humano es la preferida a las demás. El procedimiento debe hacerse al atardecer de un día sábado o lunes, frente a una " cruz del camino", y consiste en colocar la imagen del santo frente a ella, prender una vela al revés (Costumbre de la que hablaremos más adelante) y rezar un padrenuestro y la siguiente oración especial:

Señor de la Muerte, ruego que interceda,

por el amor de Dios y que le inquiete el alma,

que no tenga reposo, que no pueda dormir,

que no pueda estar tranquilo en ningún lugar,

Mientras no esté conmigo a mí lado.

"Señor de la Muerte, ayúdame con

 los milagros de Dios y el poder que te ha dado

y conseguir lo que yo quiero y dominarle como yo quiero.

"Protector mío. Amén Jesús"

 

Y continúa el citado autor: ''Para asegurar resultados positivos es preciso repetir el proceso dos o tres veces en otros tantos días”. 

En caso de no tener una "cruz de camino" a mano, la ceremonia puede realizarse en la propia casa; para ello se prepara una pequeña cruz de madera, se coloca al santo con una fotografía del ser cuyo amor se desea, se enciende una vela al revés y se reza la oración especial.

Otro procedimiento conocido es: “llevar el santo, en día sin "r", si es mujer, y con "r" si es varón, por tres días a misa, y en ella rezar tres Avemarías para las mujeres, o credo para los hombres, acompañado de la oración especial." (L. Breard).

Es común que para obtener estos favores se ponga al santo "de culo": es decir, invertido en su posición original, o se lo castigue hasta que cumpla, puesto que a los "Curundú" (Fetiches) hay que "rigorearlos”.

 

para el fuego:

Con un disimulado toque al santo, escondido en un bolsillo o guardado en una "guayaca" (pequeña bolsa para tal fin) pueden los jugadores empedernidos campear los peligros de un tallador “con leche”: una taba asidua al "culo" o las patas ligeras de un parejero rival. Cualquier elemento de juego (naipe, taba, etc.), bautizado junto a "San la Muerte" en Viernes Santo o en primera Misa de día martes, es elemento indispensable para el peonaje que arriesga sus escasos y bien ganados jornales en largas pujas domingueras, donde el truco o la cuadrera animan al todo o nada.

"Glorioso Señor de la Muerte

 Abogado mío en todos los

momentos

tú que fuiste perseguido hasta la misma muerte

ayúdame en la partida de... (nombre del Juego)

para que salga triunfante, como tú

de los Infiernos

así te pido señor que con tu fuerza

poderosa

todo sea conmigo en los cuatro vientos del mundo

Amen Jesús

(L. Breard)

 

Existen, respecto a estas virtudes lúdicas, recetas más complicadas como aquella que aconseja " bautizar" junto al santo un as de espadas robado de mazo nuevo, o bien, seleccionado luego de tirar por sobre el hombro izquierdo las cartas restantes mientras se camina en sendero desierto y sin dar vuelta la cabeza una sola vez. Hay también jugadores que velan el mazo a utilizar, durante la noche anterior a la partida, junto a la imagen del "Señor la Muerte".

 

el culto

Reviste dos formas bien definidas: el culto privado y el público. El primero se efectúa en el altar familiar y mantiene siempre a su alrededor un halo misterioso. El santo semi escondido y en penumbras, reposa sobre un paño negro con la única ofrenda de una vela roja encendida "de culo”. o bien un cabo de vela no mayor de cuatro dedos para bien diferenciarlo del cirio de los santos oficiales, "porque a los Curundú no se les prende vela de Santo", dice la fe popular.

El culto público, en cambio, parece romper un tanto con el hermético esoterismo que rodea al privado. El 15 de agosto, día asignado al santo, llegan sus fieles promesantes hasta las capillas del Señor la Muerte. Según Miranda, son tres sus capillas más conocidas: Una de ellas ubicada en el paraje denominado "El Aguará" al sur del pueblo de Machagay, cuyo dueño, ya fallecido, era de nacionalidad paraguaya. Las otras dos: Junto al Hospital Vidal, en Corrientes, una, y en los alrededores del cementerio de Resistencia (Chaco), la otra.

En ceremonia similar a las utilizadas con santos " oficiales", el 15 de agosto se le dedica a la imagen: Velorio, procesión y "bailanta". Según informes de M. C. Ustarroz, después de efectuado el ritual del velatorio se realiza, en los alrededores de la capilla, una breve procesión donde los cofrades, que se distinguen por el uso de la banda roja en la solapa o en diagonal sobre el talle, según su sexo, acompañan al esqueleto tirando de larguísimas cintas moradas, que brotan en manojos del pequeño altar. A la procesión le sucede la fiesta. con asado a cargo del "Santo Yará", o dueño del santo: y así entre acordeones, rezos y costillares se bebe hasta entrada la noche en la salud del talismán, que engalanado con cientos de ex votos y fina capa, vigila a sus fieles con hueca mirada.

 

leyenda del tránsito de la muerte

Tal como la recogiera el estudioso Miranda Borelli de boca de la señora Quili, una acorrentinada anciana de Villa Altabe, reproducimos textualmente esta leyenda directamente emparentada con la figura que nos ocupa:

 

2 personajes

Uno: Tránsito de la muerte San la Muerte

preso de 30 años

Calavera

Otro: Amigo

Compadre

"Médico"

"A un señor le tocó una condena de treinta años de cárcel. Muchas personas fueron a visitarlo, le ofrecieron ayuda pero él no aceptó. Entre aquellas fue el diablo, que le ofreció la suya y que tampoco aceptó. Fue un amigo y compadre e igualmente agradecido, la rechazó.

Pasado el tiempo, llegó el momento en que cumplió la condena. Salió de allí tan flaco como una calavera y encontró de nuevo al compadre, quien le ofreció también cualquier ayuda, a lo que en esta oportunidad contestó afirmativamente,diciéndole: "Serás mi ayudante, te convertirás en 'médico' y cuando yo te diga que dejes en mis manos alguna persona enferma, tú lo harás inmediatamente".

Una señora llamó a ese médico para que atendiera a su hija (una princesa) que estaba muy grave. Él se comprometió a atenderla y sanarla.

Llegó al lecho de la enferma, donde apareció a la cabecera el ex preso que le dijo: "Retírate de aquí, a esta enferma la atiendo yo".

Varias veces sucedió lo mismo, y el médico rechazaba las insinuaciones. La tercera vez tomó al Tránsito de la Muerte y lo sacó por la fuerza de la casa.

La niña sanó y sus padres pagaron la suma estipulada a quien la sanó. El ex preso, indignado pero sin demostrarlo, invitó al médico a su casa y allí en una habitación donde había muchas velas, le indicó: "Esa vela larga era la tuya. ahora es de la niña que salvaste, y esa cortita que era de ella pasó a ser la tuya. Cuando se termine de consumir, morirás".

El médico se la pidió para llevarla a su casa y cuando estaba en camino la apagó.

Se perdió así de vista de la Calavera. Creía difícil que lo encontrara en su nueva casa, muy lejos de allí. Tenía, efectivamente, una casa construida con un muro muy alto y una sola puerta, lo mismo que la edificación. Un día, atrás del dueño de casa, ya dentro de la misma, teniendo la puerta cerrada aparece la calavera. Se entabló con ese motivo el siguiente diálogo:

-¿Cómo entró?

-Yo puedo entrar donde quiero.

-Entró detrás mío por la puerta...

-Me achico cuando quiero y puedo entrar por el agujero de la llave.

-Pruébelo entrando en esa botella.

La calavera entró y cuando estaba adentro se cerró detrás la tapa que era un marlo de choclo. Luego hizo un pozo de treinta metros y lo enterró tapándolo bien.

Cada diez años iba a ver lo que ocurría. Las dos primeras veces notó solamente que la tierra en el lugar estaba levantada. pero no dio importancia. La tercera vez estaba la calavera afuera y le dijo: "Ahora te toca a ti", y se lo llevó.

Nótese que aquí aparece repetidamente treinta años y el número tres. Puede haber una relación mágica con ello. Véase además que San la Muerte rechazó al diablo y que el amigo se convirtió en "médico" (curandero). 

 

el culto en buenos aires

Producto, posiblemente, de la migración interna, San la Muerte llega a Buenos Aires. Correntinos, chaqueños y paraguayos traen su imagen que se extiende con rapidez. La Villa Miseria resulta un excelente caldo de cultivo para el mito que comienza a ganar adeptos. Pronto, las santerías ubicadas en los alrededores de iglesias importantes (Lourdes., Pompeya, Liniers, etc.) comienzan a vender "de sotamanga" una imagen de consumo del talismán, realizada en barato material de fundición. Otras estatuillas, realizadas en palo santo o hueso, alcanzan en esos quioscos precios siderales. Como no podía ser de otra manera, de inmediato comienzan a surgir a la venta estampitas del Señor de la Muerte: una burda imagen simplificada, extraída seguramente de la ilustración de algún libro de anatomía, acompañada en su revés con una oración aquí consignada. Están en venta también ciertos crucifijos a cuyos pies reposa una calavera, y al que los santeros adjudican la representatividad del Señor la Muerte

Según Don Humberto, decano de los vendedores de la Iglesia de N. S. de Pompeya, para que el talismán quede consagrado hay que bendecirlo en siete iglesias: "No hace falta que usted lo lleve, el mismo se va a encargar de pedírselo. Usted va a en colectivo y siente de repente ganas de bajarse, hágalo, y cerca de allí encontrará la primera iglesia. Su coche se para, aparentemente sin razón, trate de hacerlo arrancar, camine y encontrará la segunda…”

Respecto a las imágenes que lo representan con guadaña, nos consignó el mismo vendedor: "Cuando el santo se aclimata a su dueño, abandona la guadaña. Pero no crea que se rompe, no… La despide limpita tirándola a un costado".

El misticismo metropolitano, más respetuoso de las formas y el statu quo más amoldado a la liturgia tradicional, prefiere utilizar para esta canonización popular, una denominación más acorde con la disciplina eclesiástica: Señor San la Muerte "de Jesús". 

 

San son

No es otro que el melenudo héroe hebraico el origen de este Santo de profunda veneración entre los trabajadores del litoral. Deslumbrados posiblemente por las míticas hazañas del forzudo, y sin otro proceso que el de descomponer su nombre y hallarle una imagen representativa, encontraron el peón rural y el hachero un talismán que venga en su ayuda cuando la novillada nerviosa tironea por demás del lazo, o un quebracho bien crecido resiste animoso a los golpes del hacha. Porque San Son es un santo de trabajo: y es en las agotadoras tareas del trabajador rural donde la canonización popular de este personaje bíblico desarrolla su rol principal.

Se lo representa habitualmente en una pequeña estatuilla no mayor de 6 cm, que reproduce La Imagen de un hombre corpulento y de larga melena y que, a horcajadas sobre un toro, buey u otro animal de fuerza, lo domina terminando las astas.

 

confección

En todos los casos los ejemplares conocidos han sido realizados en materiales resistentes, como corresponde a sus virtudes.

Los que imponen a su dueño mayores restricciones, obligándolos inclusive a alimentarlos con pedazos de aguja o limaduras de acero que se adhieren a la imagen. (en la creencia de que la misma devora el metal paulatinamente), son los de Piedra Imán.

 

culto

Salvo en Buenos Aires, donde, como en el caso anterior, si bien ha sido distorsionada, no se le conoce a este santo culto público ni de altar. Su uso, inclusive, parece limitado a los hombres, quienes suelen llevarlo en la faja o en bolsillo secreto. Es justificable esta costumbre ya que la fe popular asegura que su exhibición resta poder al talismán, al que tampoco se debe mojar ni llevar encima durante la relación sexual. Como única excepción, dice L. Breard al respecto, podrá ser enseñado a la esposa o compañera, como "Curundú" representativo del machismo.

Antes de emprender una dura tarea o esfuerzo, sus devotos tocan disimuladamente por tres veces consecutivas la imagen del fornido jinete mientras recitan la oración especial:

''Poderoso Señor San Son

que podés con todos los hombres

y la fuerza del mal

y todos los animales

y con todas las cosas de poder

hacé que yo pueda vencer a ... (se nombra el objetivo).

Amén Jesús. Amén José."

Fotos al ejemplar de la revista original: Jazmín Tesone.

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