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facundo manes, el encantador de mentes
Un neurólogo hipermasivo, carismático, que se ocupa de los males psíquicos de nuestra época, dio el salto a la política en 2021. Durante su actual campaña para ser presidente proclama que los radicales deben dejar de ser los segundones del PRO. Perfil del candidato que quiere transformarse en el Raúl Alfonsín del desarrollo.
Fotografía: Belén Grosso
01 de Diciembre de 2022
crisis #55

 

Facundo Manes (FM) ingresa y se encuentra con Daniel Salvador, presidente del comité radical y con los diputados de la provincia de Buenos Aires Maximiliano Abad y Alejandra Lorden. El anfitrión es su hermano Gastón (1970), un año más chico, abogado, tempranamente exitoso en su profesión, militante del partido, asesor de Dante Caputo, excanciller del gobierno de Raúl Alfonsín, y posteriormente de Federico Polak, vocero histórico del expresidente. Dentro de seis meses, en marzo de 2021, se llevarán a cabo las elecciones partidarias en el radicalismo y todos saben que allí se dirimen las candidaturas para las futuras legislativas.  

FM sonríe y gesticula mucho, como es su costumbre, a veces larga carcajadas estruendosas. No entiende mucho lo que está pasando. Nunca participó de una interna. Hasta que todo se torna demasiado explícito: el objetivo es detener un acuerdo entre Martín Lousteau y Horacio Rodríguez Larreta. El economista junto al Coti Nosiglia y Emilio Yacobitti, dueños del radicalismo porteño, pretenden colonizar la provincia de Buenos Aires en una alianza con Gustavo Posse, intendente de San Isidro, y sumar Córdoba de la mano de Rodrigo de Loredo. Con esas tres mega geografías en sus bolsillos, se sentarían a negociar con Larreta para que ceda la jefatura de gobierno en 2023. En el final del encuentro, le hacen un pedido propio del contexto pandémico: “Facundo, Losteau te va a proponer un zoom en estos días, no lo hagas porque cagamos”.  

Cuando por fin se quedan solos, los Manes se sueltan. Gastón toma la palabra: “No le podemos regalar la provincia. Vos ya lo sabés, tenés todo para ganar y dar el salto porque la gente del interior te ama”. La decisión que toman invierte una vieja tradición familiar. Por esta vez, por esta única vez, será Gastón el candidato. “Ahí mostramos nuestra voluntad de poder, que el radicalismo no podía ser más furgón de cola y pusimos arriba el apellido Manes en la fórmula con Maxi Abad”.  

En marzo de 2021 ganan ajustadamente, por 4 puntos, pero quedan exultantes con un dato: participan 116.000 boinas blancas cuando esperaban la mitad. 

 

mirá que te como 

Ahora sí están cebados. Facundo porta un narcisismo brutal pero común a todas las figuras políticas que juegan en las grandes ligas. Gastón oficia de contención de sus ansiedades febriles. Su rol ha sido, desde siempre, traducir en proyectos (empresariales y ahora políticos) esa incontenible voluntad de poder de su hermano sustentada en buena medida en una capacidad de seducción a gran escala.  

En abril de 2021, todavía eufórico por las internas partidarias, recibe el llamado de Larreta. Acuerdan cenar en la casa del médico. Mano a mano. El alcalde llega en hora pero los aperitivos duran más de la cuenta, la entrada también y la tardanza del segundo plato y el postre resulta enervante. La estrategia pergeñada es evitar esa velocidad tan de brief, tan de placa de power point que encarna Larreta y su séquito de asesores. Hasta que el intendente se satura: “Mirá, Facundo, el radicalismo no existe, vos no tenés que jugar en este turno”. “Es que si yo no juego el kirchnerismo gana por siete puntos”. “Pero yo quedo como único candidato a presidente y del otro lado Axel”. 

Lo siente como una verdadera afrenta. Es alguien acostumbrado únicamente a negarse. El rechazo más sonoro fue a María Eugenia Vidal en 2017, cuando no les gustó que Federico Suárez, ministro de Asuntos Públicos, les comunicara que, según los resultados de un focus group, la única protagonista de la campaña debía ser la “Leona”, mientras que el resto tendría que contentarse “con ser su manada”. También declinó las insistentes propuestas de Roberto Lavagna para sumarse como vice en 2019. Y el ofrecimiento en persona que le hizo Alberto Fernández a la jefatura de gobierno porteño tan solo tres días más tarde de que Cristina Fernández de Kirchner lo ungiera como candidato a presidente.  

“Si Larreta me pidió que me bajara es porque me recontra midió, avancemos”, le dice a su hermano y sonríen. El 3 de julio de 2021, a veinte años de su retorno del extranjero y de las revueltas populares que provocaron la peor crisis del radicalismo en su historia, FM acepta la propuesta del partido y lanza la candidatura en las internas de Juntos por el Cambio.  

 

la revuelta 

Los hermanos Manes se instalan en los años ochenta en un departamento en Flores perteneciente a su padre, médico rural, y a su madre, ama de casa. Facundo se recibe de médico en 1992 y lleva a cabo la residencia en la prestigiosa clínica Fleni. De allí sale como neurólogo clínico (no es neurocirujano) y parte en 1996 hacia el extranjero. Desembarca inicialmente en Estados Unidos, en donde ensaya sus primeros pasos en neuroimágenes funcionales, pero su mayor desarrollo académico lo protagoniza en la Universidad de Cambridge (Inglaterra). Allí se involucra con John R. Hodges, un reconocido investigador en lesiones del lóbulo frontotemporal, un sector del cerebro que se convertirá en su especialidad médica. Sus artículos científicos más renombrados son en coautoría con Hodges y su equipo y con otros especialistas en la zona frontal como Trevor Robbins, John Duncan y Andrew Calder. 

Retorna en 2001 con un título de Magister y con un relato épico: “Todo esto era un quilombo económico, político, pero yo dije me voy. Estaba re bien allá, pero me volví igual. Quería transformar al país en un polo internacional de neurociencias porque acá era todo psicoanálisis”. Allí comienza una virulenta batalla contra freudianos y lacanianos que todavía persiste. FM se inscribe en una escuela que asocia las enfermedades y los síntomas anímicos a problemas estrictamente biológicos, cuya caja negra es el lóbulo frontotemporal que “regula las funciones que son distintivas de nuestra especie (…): ejecutar un plan, para tener un pensamiento abstracto, para llevar a cabo razonamientos lógicos, inductivos y deductivos, para tomar decisiones”.  

Ingresa nuevamente en la clínica Fleni a través de su director general, el neurólogo Ramón Leiguarda, con quien traba un vínculo fraterno, íntimo, casi familiar. Tiene 33 años y una sed de protagonismo volcánica. En poco tiempo, gracias al apoyo cerrado de Leiguarda, un prestigio internacional a cuestas y su personalidad encantadora, desplaza a médicos renombrados y se transforma en jefe de la sección de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría. “Como profesional es una persona bien formada, muy capaz, es un buen investigador, muy productivo en lo académico. Siempre fue muy extrovertido, sociable, carismático, pero con mucha tendencia a adular a su entorno y eso generaba malestar”, cuenta un alto miembro de Fleni. 

Es claramente un período de transición. Se siente maniatado. Su hermano, una vez más, es quien le propone la salida: “Vos te pensás como un empleadito, estás esperando el sueldo a fin de mes. Hagamos otra cosa, armemos nuestra propia clínica”. Los dos saben que para lograrlo deberán salir y salir significa romper con todo. 

 

guerra contra la cerda 

El 13 de junio de 2005, una jauría de enfermeros se llevan de su domicilio a la fuerza a Natalia Cohan de Kohen (NCK), de 87 años, multimillonaria, escritora, pintora y reconocida mecenas porteña. Las autoras intelectuales son Nora y Claudia, sus hijas, coherederas de una fortuna calculada en 190 millones de dólares, propiedades y valiosas obras de arte.  

La octogenaria es encerrada en el Instituto de Neurociencias Buenos Aires (INEBA). Sus primogénitas se amparan en un diagnóstico médico que certifica una repentina transformación de sus comportamientos. Hablan de furia contra ellas y sus nietas, malversación de dinero, vida nocturna excesiva, relatos promiscuos sobre encuentros sexuales, ventas arrebatadas de joyas y la mayor amenaza: un enamoramiento pasional y el noviazgo con un hombre 25 años menor.  

Antes de la internación, la revisa un primer psiquiatra, quien le resta importancia a esas conductas. Se suman más tarde diagnósticos tranquilizadores de dos nuevos profesionales. Pero las hijas no se contentan. Está en juego la mitad de su herencia paterna. A través del médico Guillermo Jaim Etcheverry, rector de la UBA, conocen al joven jefe del área de Neurología Cognitiva en la intachable Fleni. FM las escucha y pauta una visita domiciliaria. La entrevista con NCK no muestra signos de desvarío.  

El paso siguiente es la realización de una tomografía cerebral en Fleni que nunca queda registrada. El diagnóstico labrado en una receta de la institución es lapidario: NCK tiene síntomas compatibles con un tipo de demencia cuyo nombre técnico es enfermedad de Pick, un trastorno neurodegenerativo irreversible, poco frecuente, a raíz de daños en el lóbulo frontotemporal. Los síntomas son difusos, discontinuos, ligados al rechazo de las convenciones sociales más elementales, lo que puede provocar desinhibiciones repentinas, como la euforia sexual y otras conductas compulsivas.  

Así logran la internación forzada. Pero la artista lejos estuvo de resignarse. En un testimonio incluido en el documental “Yo, Natalia”, dirigido por Guillermina Pico (2009), relata con una lucidez apabullante que logró hacerse de una tarjeta telefónica y escabullirse para comunicarse con un artista amigo. El 8 de julio de 2005, Página/12 publica una nota denunciando lo ocurrido. Esa noticia, motorizada por el círculo íntimo de la mecenas, desata un verdadero escándalo. El director de Ineba, excompañero de Manes en Fleni, luego de conocer la denuncia judicial por “privación ilegal de la libertad”, pide a la familia que se la lleven.  

Las hijas redoblan la apuesta e inician un juicio por insania a contrarreloj. FM necesita con urgencia un segundo certificado que apoye su diagnóstico y destrabe la cuestión judicial. En el libro 27 noches, escrito por Natalia Zito, se revela que primero recurre al jefe de neurología del Hospital de Clínicas pero el profesional encontró a una mujer ubicada en tiempo y espacio y con un lenguaje fluido y correcto. Entonces acudió desesperadamente a la joven Griselda Russo, neuróloga cognitiva, subordinada suya en Fleni. Después de insistencias, sin siquiera haber conocido a la paciente, la médica redacta el certificado. 

NCK es ahora encerrada en su departamento bajo el cuidado de enfermeros que ofician de guardianes. Desde entonces se desata una batalla judicial contra sus hijas y contra Manes y Russo. Dos peritos psiquiatras oficiales habían dictaminado “un trastorno psíquico bajo la forma clínica de síndrome psicoorgánico cerebral” y la necesidad de sostener la internación en Ineba. Tres nuevos peritos judiciales coinciden ahora con ese diagnóstico, pero niegan la necesidad de una internación. A pesar de las dudas, la justicia interpone un administrador general de los bienes de la artista que vivió nada menos que hasta los 103 años. 

FM y Griselda Russo fueron sobreseídos en primera y segunda instancia. Uno de los fallos resume los argumentos judiciales: “En conclusión, es posible afirmar que no existen dudas en cuanto a que el documento expedido por el imputado Facundo Manes fue confeccionado de acuerdo a su perfeccionado saber y entender, lo que lleva a concluir que no medió dolo en dicha conducta, por más que pudieran existir dudas en cuanto a lo certero del diagnóstico”.  

La principal controversia pública es si esos dos diagnósticos tuvieron una motivación económica o si solo se trató de una conclusión excesiva y apresurada. Las sospechas se agudizan cuando pocos meses más tarde, en octubre de 2005, los hermanos Manes cumplen con su más ansiada meta e inauguran en un Petit Hotel, ubicado en el exclusivo barrio de Palermo Chico, el Instituto de Neurociencia Cognitiva (Ineco). Fuentes cercanas a Fleni y a NCK adjudican esa suntuosidad a una supuesta donación millonaria de las hermanas Kohen. El círculo íntimo de los Manes lo niega enfáticamente y adjudica la inversión a la comprobada prosperidad de Gastón. 

 

el corazón del proyecto 

El alejamiento de Fleni es conflictivo. Sus autoridades dejan trascender que lo forzaron a irse. Pero los Manes y múltiples voces aseguran que habían comunicado su retiro tres meses antes del escándalo. El dato es irrelevante porque ya nada detiene su expansión.  

En esa época conoce a Eduardo Raimondi, ungido CEO de la Fundación Favaloro, luego de que el célebre cardiólogo se suicidara en el 2000 y sus sobrinos le encomendaran revertir el desastre financiero y administrativo heredado. Raimondi, un hombre iracundo, un verdadero autócrata, le propone la apertura de un centro de neurociencias. FM se fascina y lo pone en contacto con su hermano. “Es que él de gestión nunca supo ni sabrá nada de nada. En esa materia se recuesta enteramente en Gastón”, cuentan desde Favaloro.  

La alianza se concreta inmediatamente. Los Manes ponen una serie de condiciones extras: el control de cursos de posgrados y de la carrera de Psicología que funcionan en la Universidad Favaloro.  Ocho meses después de la apertura de Ineco, el centro se  inaugura . El 23 de mayo de 2006, Raimondi y FM anuncian a la prensa que cuenta con departamentos de neurología, psiquiatría, neurocirugía y neuropsicología. El proyecto, sin embargo, nunca logra convertirse en un verdadero negocio económico, pero sí en sinónimo de un invaluable estatus y respaldo institucional.  

El desembarco en la Universidad es virulento. Barren con la conducción histórica de la carrera de Psicología y le extirpan sus bases psicoanalíticas para otorgarle una orientación plenamente en neurociencias. FM comienza a participar de las selectas reuniones anuales que organiza Raimondi en un exclusivo club de campo en Opendoor (Luján). La relación con él se torna rápidamente íntima, de extrema confianza.  

Los Manes están a sus anchas. Ineco crece vertiginosamente. Con los años inauguran cuatro sedes en Capital Federal y suman en Rosario, Quilmes, Ramos Mejía, Temperley, Junín y San Juan. En Favaloro, la alianza con Raimondi se alimenta de permanentes planes expansivos. Mucho más después de que Facundo salte a la fama como el director del equipo que operó a la presidenta de la Nación en 2013. Un médico lo recuerda: “Manes se mete y es imposible sacarlo. Labura tanto y posiciona tanto a la entidad que al final decís “que se quede” porque, en definitiva, atrae inversores, nombres. Es un tipo que tiene ese motorcito que lo lleva y lo lleva”.  

En 2014 se transforma en el rector de la Universidad Favaloro. Ese mismo año inaugura, con la participación de Ricardo Lorenzetti, presidente de la Suprema Corte de Justicia, el Instituto de Neurociencias y Derecho. 

 

usar el cerebro 

Su doctorado en Cambridge lo obtiene en 2015, catorce años más tarde de su estadía en Inglaterra. A través de la diputada María Laura Leguizamón, senadora del Frente para la Victoria, conoce a Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología (2007/2019), e ingresa como investigador en el Conicet. Pero nunca se conforma. Le propone rápidamente la creación del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCyT), una unidad ejecutora del Conicet al interior de la Fundación Favaloro, aprobada por el directorio en 2016, que le permite incorporar investigadores y personal técnico con financiamiento estatal.  

Para ese momento ya es un best seller a partir de sus libros de divulgación. En 2014 publica Usar el cerebro junto a Mateo Niro, íntimo amigo de los hermanos, licenciado en Letras, investigador y docente. El libro vende más de 350.000 ejemplares. Un verdadero boom que le permite protagonizar presentaciones multitudinarias en todo el país. El trío Manes-Niro ya había tenido una experiencia previa cuando en 2011 ponen al aire en C5N una serie de programas bajo el título Los enigmas del cerebro conducidos por un joven Facundo. 

Su conversión en best seller, abre una polémica entre médicos y científicos. Un renombrado investigador superior del Conicet de su misma disciplina, arremete: “Desde el punto de vista científico, dentro de lo que es la neurobiología, la neurociencia, ya sea en el Conicet, en las universidades y el sistema formal de investigación de neurociencia en la Argentina, Manes es un outsider total. Nunca participó, no pertenece, no es considerado por los colegas un investigador científico”. Lino Barañao sale al cruce: “Yo creo que hay un porcentaje de envidia porque en el ambiente científico la popularidad no es algo que se valore positivamente. Pero es por una cuestión defensiva. Hay otros investigadores que se dedican a la divulgación también y son muy buenos investigadores, superiores al promedio. No es que se dedicaron a eso porque no podían hacer algo serio, que es lo que pretenden adjudicarle a los que hacen divulgación. Aparte fíjate el índice h que posee Manes”. El “índice h” mide el impacto de la producción académica a través del recuento de las publicaciones y la cantidad de citas de los pares. FM cuenta con uno de los “índice h” más altos de todo el sistema científico nacional.  

Los nuevos libros de Manes y Niro −El cerebro argentino (2017), El cerebro del futuro (2018), Ser humanos (2021)−, tanto como los escritos junto a la neuropsicóloga María Roca −Descubriendo el cerebro. Neurociencia para chicos (2017), Cerebros en construcción (2019)−, incluyen historias de las neurociencias, descripciones del cerebro y sus funciones, citas literarias. Pero si se venden como pan caliente es porque abordan padecimientos que arrasan a la humanidad contemporánea: el Alzheimer, las formas del autismo, la bipolaridad, los ataques de pánico, el insomnio, los trastornos obsesivos compulsivos, la depresión, la ansiedad, el estrés, el burnout, las fobias. Lo que reluce es una mirada esperanzadora, basada en una confianza ciega, neoiluminista, en los avances de las ciencias y la tecnología para mejorar la calidad de vida. Todo es de un biologicismo sin fisuras, aun cuando se hable de un “cerebro social”. Se menciona reiteradamente el rol decisivo del “entorno” pero jamás se especifican sus características ni si se refiere a las formas contemporáneas de la explotación neuronal que provoca el capitalismo cognitivo. 

 

volver al 83 

FM realiza una elección formidable en las internas legislativas de 2021. Obtiene 1.293.917 votos, 600.000 menos que Diego Santilli, su competidor amarillo, que cuenta con el aparato del PRO y el ostentoso presupuesto porteño. La pretensión actual es lanzarse como candidato a presidente por el radicalismo. El neurólogo considera que nos encontramos en una etapa todavía peor que las de 1989 o de 2001, dos fechas patrias de las mayores crisis de nuestro país. Asegura que estamos en una etapa única de la historia, pero que nadie ve sus efectos. El coronavirus, desde su visión, es un fin de ciclo, todavía más arrasador que la guerra de Malvinas: “Lo que está cayendo es un sistema político que desde el 83 no nos dio bienestar, nos dio corrupción, un Estado que colapsó, y aclaro que yo estoy a favor del Estado, pero colapsó. Yo creo, en mi visión alfonsinista de la vida, que el último salto civilizatorio de nuestro país lo hicimos todos nosotros en los ochenta, radicales, peronistas, socialistas, conservadores, cuando decidimos resolver los problemas políticos, económicos y sociales sin violencia y encararlos con la democracia. Después falló el Plan Austral, duró más pero también cayó la convertibilidad provocando mucha desigualdad. Fueron planes de estabilización, no planes de desarrollo. Yo creo que hoy necesitamos un nuevo salto civilizatorio. Yo quiero ser el nuevo Alfonsín del desarrollo”. 

Para FM todavía hay sectores de peso del radicalismo que padecen el Síndrome de Estocolmo con un PRO que siempre los relegó a segundones. Sus rivales directos son Lousteau y Gerardo Morales. “Faltan ellos y tenemos todo el partido”, se ilusionan desde su círculo íntimo. Gastón es más cauto: la vieja guardia del radicalismo −desde Federico Storani, pasando por el Coti Nosiglia, hasta el Changui Cáceres− ven en Facundo la posibilidad de reconstruir las bases del partido, pero los dirigentes con intereses territoriales lejos están de bajar las armas.  

Los Manes saben que si la grieta se revigoriza y el escenario electoral se acerca al acontecido recientemente en Brasil, sus chances se evaporan. Pero si el hartazgo social rompe las geografías políticas de los últimos quince años confían seriamente en sus posibilidades de colgarse la banda. Sus diatribas contra el gobierno de Mauricio Macri, acusándolo de haber ejercido “un populismo institucional”, con el espionaje como principal recurso, ya le valió un escarmiento público que todavía continúa. La pregunta es si retrocederán pasivamente o si ahora patearán en serio el tablero. 

FM sentencia: “Estamos con el alma rota como sociedad. Si nosotros logramos llegar a ese alma, hacemos una construcción histórica. Vimos empobrecerse a la gente, a los amigos. El tema es anímico y pasa por ahí, por el que pueda capturar eso. Y yo puedo conectar con esa depresión. Eso lo tengo claro”.

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