T reinta centros de formación, siete clínicas, tres hoteles, una universidad de diez pisos y mil alumnos, tres salas de teatro, dos radios, un diario, una editorial, tres revistas, un fideicomiso para el cine y otro para el teatro, un bloque pequeño pero decisivo en la Legislatura, un club de futbol, cien mil afiliados y la paritaria que define el humor de la mayoría de los porteños.
Los tentáculos de Víctor Santa María llegan a todos lados. Nacido hace 52 años en las entrañas de un sindicato que tiene la edad del peronismo y más, el sindicalista vegetariano que además es empresario dice que no quiere ser jefe de Gobierno. Pero importa poco.
La historia oficial cuenta que cuando “Pepe” Santa María asumió al frente del SUTERH se encontró con un sello sin infraestructura, obra social, ni afiliados. Estuvo veinte años sentado en el sillón principal (primero en la calle Lavalle, desde 1990 en la avenida Belgrano) hasta que su hijo Víctor tomó las riendas en 2005. Fue el nieto de Jesús Santa María —aquel pionero que convirtió a Evita en madrina del gremio— el que transformó al Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal en un poder difícil de igualar en la ciudad de Buenos Aires.
Hoy el SUTERH no sólo se sienta a la mesa con el jefe de Gobierno porteño y le ofrece el apoyo inestimable para leyes que otros prefieren no votar. Además, colabora con las políticas públicas del PRO y le entrega los diplomas en el Teatro Colón a los hijos de los encargados.
“Ustedes son un gremio con una enorme presencia en la Ciudad y venimos trabajando bien, cada vez más, en la separación y reciclado de basura que es una prioridad para nosotros, y en las comunas donde tenemos la Policía Metropolitana con los botones antipánico”. Ante la mirada orgullosa de Víctor, Horacio (Rodríguez Larreta) endulzó en diciembre pasado los oídos de los encargados de edificios.
Con el sindicato como piedra basal y el PJ porteño como bandera, Santa María hijo construyó un capital político que no ahorra relaciones, tiene una pata en el área deportiva y se hace cada vez más fuerte en el terreno de la batalla cultural.
pejotismo y progresismo
No está claro en qué momento, pero un día de una era, Víctor se abrazó al progresismo. Dejó atrás las explicaciones por su pasado menemista y el compromiso con el proyecto que hasta el año 2000 insistía en llevar a la cabeza de la boleta del PJ a Domingo Cavallo y Gustavo Beliz. Ya Víctor llevaba unos cuantos años de militancia y había cursado en la escuela de figuras notorias del peronismo de la ciudad como Carlos Grosso, Claudia Bello, Patricia Bullrich, Jorge Arguello y Eduardo Valdés.
Sin abandonar las relaciones, los compañeros y las ideas de siempre, hace un año Santa María desembarcó en Página 12, una tribuna esquiva para el PJ porteño y para el sindicalismo, que en mayo cumplirá nada menos que tres décadas. Salvo por aquel breve interregno en que estuvo financiado por el intendente Grosso, el diario siempre puso bajo sospecha —y con razones— al peronismo de la ciudad. El largo período kirchnerista fue más una excepción nacional que municipal. Por eso, la tarea que ahora se propone el accionista principal (“peronizarlo”) no deja de ser ambiciosa.
En mayo de 2016, mientras Víctor presentaba en un hotel de San Telmo a su nueva adquisición, los trabajadores de Página 12 —periodistas, fotógrafos, administrativos— estaban quemando gomas en la puerta del diario. Hacía varios meses que la comisión interna le venía pidiendo una reunión para negociar un aumento de sueldo que excediera el 27 por ciento que el sello de la UTPBA le había regalado —sin discriminación— a las patronales periodísticas de cualquier signo ideológico. Recién entonces le vieron la cara y comenzaron las negociaciones.
El primer año de Santa María y su círculo de confianza al frente de Página 12 no se distinguió por la sana armonía entre el capital y el trabajo. Al contrario, se llegó al récord de ocho paros de 24 horas y dos conciliaciones obligatorias dictadas por el ministerio de Trabajo.
Con la derrota del kirchnerismo y el ascenso de Macri, el diario mejoró sus ventas —48 mil ejemplares los domingos y 18 mil de lunes a viernes en Capital y GBA, según el IVC— pero perdió su principal fuente de financiamiento, la publicidad oficial.
El compromiso de Víctor se limita a no despedir a ninguno de los 250 trabajadores del diario y pagar los sueldos en término. Es el mensaje que transmite en el día a día el hombre de su mayor confianza en Página 12, Francisco “Pancho” Meritello. El CEO del Grupo Octubre exhibe en su CV una experiencia reciente en Cuatro Cabezas Chile y en su árbol genealógico el certificado de lealtad: es el cuñado de Gustavo Beliz, retirado de la actividad pública desde que denunció a Stiuso pero cercano al peronismo porteño.
Santa María no lo dice pero sus colaboradores sí, directamente. Piensan que si no fuera por Víctor, Pagina 12 sería Tiempo Argentino. Desconocen la historia más larga del diario fundado por Lanata, pero aciertan en algo: los accionistas principales de Página estaban buscando un socio importante desde hace tiempo. Que los históricos Hugo Soriani o Jorge Prim consideren a Víctor un “burócrata sindical” no altera la convivencia entre socios con objetivos comunes.
Con Página 12, el Grupo Octubre terminó de conformar un pequeño multimedios que tiene como usina más potente a la radio que le concedió el COMFER en 2008, AM 750, estratégicamente ubicada entre Radio Mitre y Radio 10. Junto con la llegada de Víctor Hugo Morales y Alejandro Dolina y el cierre o declive de las propaladoras kirchneristas, la 750 multiplicó su audiencia hasta ubicarse cuarta en las mediciones.
En Pagina 12 ante el SIPREBA, y en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) ante el SADOP, el jefe de los porteros ejerce el doble rol de sindicalista empresario. Para sobrellevar la situación y otorgar incrementos que estuvieron en 2016 entre diez y quince puntos por debajo de la inflación, plantea una consigna tan vieja como intangible: dice que es el administrador de plata de trabajadores y que sus emprendimientos son, en realidad, una gran familia.
El encargado de llevar adelante esa política en la UMET es el rector Nicolás Trotta, aquel fundador de una proto-Cámpora sin fondos bautizada Jóvenes K, que en los últimos años se alejó de Alberto Fernández pero no del peronismo. Con la llegada de Macri al poder, terminó de distanciarse políticamente de su amigo Juan Manuel Urtubey y se enroló en el santamarinismo. Trotta nació en ese PJ porteño de Beliz y Cavallo en el que pisaba fuerte el prime jefe de Gabinete kirchenrista y debutó como candidato en 1997 con 21 años. Era una alianza amplia en la que también se iniciaban miembros de una generación que llegaría a la cúspide del poder como Diego Santilli y Paula Bertol. Ahí mismo, Víctor hacía sus primeras armas.
horacio y víctor
Después de la partida de Alberto del gobierno y de un coqueteo con el ex político De Narváez que le costó caro en 2009, Santa María permaneció en el campamento del FPV. Aunque hoy se mueve con intensidad, suele desorientar a propios y extraños: puede partirle el bloque a La Cámpora en la Legislatura porteña y viajar unos meses después a El Calafate como parte del Operativo Clamor para que Cristina Kirchner le ofrezca un respirador artificial al peronismo de la ciudad.
Destituido por la Legislatura en 2002 a causa de una denuncia por estafa en la administración de un plan de viviendas para 1500 familias del SUTERH, Víctor no volvió jamás a ser parte de Legislandia. Su influencia en la Casa, sin embargo, se mantuvo y creció. Hoy tiene un bloque de entre tres y cuatro diputados que actúan de acuerdo a sus movimientos. María Rosa Muiños (esposa de Juan Manuel Olmos, hoy filomassista), Silvia Gottero (esposa del histórico sindicalista Roberto Digón), Claudio Heredia (sobreviviente de una carrera política junto a Matilde Menéndez, ex tomadista y ahora cerca de UPCN) son sus miembros permanentes; Claudio Palmeyro, del Bloque Sindical Peronista, aparece como aliado.
Ese islote legislativo, caracterizado de forma unánime como pro acuerdo con el macrismo, le alcanza a VSM para convertirse en la llave que habilita proyectos y negocios que se diseñan en las oficinas de Rodríguez Larreta. Después de ocho años en los que el Frente para la Victoria acompañó en la ciudad los negocios inmobiliarios que habilitaba el PRO, el triunfo nacional de Macri endureció al kirchnerismo y elevó las acciones del peronismo de la conciliación. Muiños, Gottero y Heredia fueron los tres peronistas que votaron en 2016 la Agencia de Bienes, el organismo que ahora dispone del uso y la venta de todos los inmuebles que dependen del Gobierno porteño. Resistida al máximo en la Legislatura, el macrismo se vio forzado a incluir varias modificaciones al texto original y a reincidir con el tratamiento para lograr su aprobación.
En marzo de 2017, el santamarinismo levantó la mano para aprobar la venta de los terrenos de Catalinas Norte 2 en Puerto Madero, una operación inmobiliaria con la que el gobierno porteño aspira a recaudar 300 millones de dólares decisivos para financiar el Paseo Del Bajo.
Esa predisposición para votar las leyes de Horacio fue la que, en los últimos meses de 2016, llevó a los legisladores del PRO a contar como propios los votos de Víctor en el proyecto que Eduardo Elsztain y el Grupo IRSA amasan desde hace dos décadas: el shopping Caballito en terrenos ferroviarios. El rechazo social de vecinos y organizaciones barriales frustró ese entendimiento. Hasta ahora.
Horacio y Víctor forman parte de la misma generación: nacieron en 1965, se iniciaron en política en democracia, acompañaron al gobierno de Menem con entusiasmo y —aunque hoy se ubican en veredas diferentes— se entienden de memoria.
El vínculo que edificaron logró sortear incluso el conflicto por el Consejo de la Propiedad Horizontal, un organismo que había aprobado la Legislatura a fines de 2015 y que tenía seis de los once sillones de su comité ejecutivo reservados para personas vinculadas al SUTERH. Impulsada por el kirchnerismo y sancionada con el respaldo de 58 de los 60 legisladores, se topó con el rechazo de administradores de consorcios y de la cámara de propietarios que entraron en pánico ante lo que consideraron un guiño oficial a los porteros. Y aunque las expensas siempre están subiendo, Horacio decidió derogarlo.
Según informó el portal Letra P —de los pocos que sigue con constancia el lazo entre el alcalde y el sindicalista—, en agosto de 2016 Macri le pidió a su sucesor que le explique por qué mantiene una alianza con el dueño de los medios desde donde salen las críticas más acidas hacia la administración nacional. La respuesta la dará el tiempo.
Santa María, mientras tanto, se queja de la persecución del gobierno de federal, que inició una causa contra la ART del SUTERH —Interacción S.A— por haber declarado en sus balances 203 millones de pesos que no existían. En el marco de una crisis que la trasciende, Interacción ART cerró sus puertas.
fútbol también
Víctor tiene un emprendimiento personal en el que –dicen– no mezcla al sindicato. Es el presidente de Sportivo Barracas, un club con más de cien años de historia que vio jugar en su cancha a la selección argentina, fue gerenciado, y estuvo hasta hace poco en la Primera D. Santa María se hizo socio para poder competir por la presidencia y ganó. El mismo trámite completó su vicepresidente Osvaldo Bacigalupo, secretario gremial del SUTERH.
En marzo de 2016, el equipo arrabalero inauguró el Polideportivo del Bajo Autopista en la calle Iriarte con canchas de fútbol, vestuarios y una amplia playa de estacionamiento. Allí también estuvieron Larreta y el Ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli. El portero agradeció la presencia y dijo que quiere unir a los vecinos que viven de los dos lados de la autopista.
Barracas es el pago chico de Víctor pero no su único objetivo. A fines de 2015, hizo su apuesta más audaz en busca de arrebatarle Boca al macrismo. Se alió con José Beraldi y se ubicó como candidato a vicepresidente en una lista que logró reunir a seis agrupaciones xeneizes. Salieron terceros con el 25 por ciento de los votos detrás de la fórmula de José Ameal y Mario Pergolini que llegó al 30 por ciento. Por eso están los que –con malicia– dicen que Víctor en Boca lo benefició a Macri. Fue Daniel Angelici, otro hombre orquesta, el que retuvo la presidencia.
A Santa María le sobran ocupaciones, pero parece difícil que el de 2015 haya sido el último intento por conducir el club que perfiló a Macri como Presidente.