Chilango y picante | Revista Crisis
políticas de la literatura / méxico feo / entrevista a Paco Ignacio Taibo II
Chilango y picante
Francisco Ignacio Taibo Mahojo es el escritor mexicano que más vende, aunque su andar informal no lo delate. Tiene tantos libros publicados como años cumplidos. Su fuerte es el género policial y él mismo parece un personaje salido de sus ficciones. Pero Paco es además un animal político y un historiador febril. Aquí nos cuenta cómo se vive en un país signado por el fraude electoral y el narco, donde los movimientos sociales se reinventan para proliferar, a pesar de todo.
05 de Mayo de 2011
crisis #4

 

La cita es en un Remate de Libros que se inaugura en Iztapalapa, barrio ubicado en el sureste del DF y conocido como una localidad súper populosa, lo cual es mucho decir teniendo en cuenta que estamos en la ciudad más grande del mundo (sólo en Iztapalapa viven casi nueve millones de personas). La feria ha sido organizada por la Brigada Cultural Para leer en Libertad, “proyecto político de fomento de la lectura y divulgación de la historia de México”, creada por Paloma Saiz Tejero, la mujer de Paco Ignacio. En el puesto de la Brigada atiende Marina Taibo III, hija de ambos, fotógrafa y activista cultural. Intento introducir a Paco en los motivos de la entrevista, pero el escritor no quiere prólogos y va directo al grano.

¿Cómo está México?

-Hecho una mierda. Este país vive una situación de fragilidad endiablada. Se han acumulado en los últimos años una serie de elementos muy peligrosos que pueden llegar a descomponerlo. Un gobierno que nace de un claro fraude electoral y una crisis económica manejada como el culo, porque se han olvidado de que hay que proteger más a los desprotegidos. Esta crisis ha producido millares de pobres y decenas de millonarios. En paralelo tenemos un aparato del Estado inserto en pleno proyecto neoliberal, debilitando aquellas estructuras que fueron el eje del desarrollo mexicano (petróleos, electricidad, etcétera). Y padecemos una política fuertemente represiva en el terreno laboral, cuyo ejemplo son los 42 mil electricistas despedidos para preparar un negocio turbio que consiste en concederle a empresas españolas las nuevas tecnologías del cableado digital. Un tercer factor, quizás el más importante, es la guerra contra el narcotráfico, emprendida por el actual Presidente, con la intención de recuperar presencia en la relación con Estados Unidos.

¿Cuál es la lógica de esa guerra?

-En lugar de decirles a los gringos “esta es tu guerra, tú la libras y yo te apoyo”, Calderón la asumió como propia. Y así revolvió el avispero, creó una dinámica de venganza, sin ni siquiera tener en cuenta que la mitad de su policía y casi todo el aparato de inteligencia estatal estaban corruptos, y que el sistema judicial estaba podrido. Al cabo de dos y años y medio llevamos 35 mil muertos, hay ciudades enteras en el Norte que ya están perdidas. El narco ya no es sólo una fuerza política militar. Hoy podemos decir que controla buena parte de la economía informal, a través de cobrarles ciertos servicios y de proveerles productos surgidos del lavado de dinero para que los comercialicen. Ya no se trata sólo de una docena de grupos armados que poseen una de las más importantes fuentes económicas del país. Son la Justicia en zonas enteras de Michoacán. Controlan carreteras federales y cobran peajes. A un restaurantero en Ciudad Juárez, por ejemplo, le ofrecieron que si pagaba protección no iba a tener más inspectores de salubridad ni requerimientos de Hacienda. Y le cumplieron. Controlan también la red de tráfico humano y secuestros más grande del planeta. Ofrecen empleo bien pago a millares de jóvenes para que integren las pandillas de las zonas fronterizas. Son, en una parte muy grande de nuestro país, el nuevo Estado. Y un Estado que sustituye a otro Estado basado en el abuso y la corrupción. Tal para cual.

¿La influencia del narco es sobre todo en la zona norte?

-El narco ya está en todo el país, pero hay una franja del norte, más algunas ciudades en zonas turísticas, donde tiene particular importancia y están más consolidados. El fenómeno se desarrolla en México de una manera errática. Primero son los simples intermediarios de las grandes mafias colombianas. Un portaviones: aquí bajan y ellos les organizan el paso de la frontera. La crisis de los cárteles de Cali y de Medellín permite que los grupos mexicanos se vuelvan los dueños del negocio. Pero antes habían crecido al amparo de algunos sectores del PRI y asociados con gobernadores a los que financian. Poco a poco penetraron totalmente el aparato policial, lo cual fue muy fácil porque era previamente un aparato corrupto. Y llega un momento en que dominan la inteligencia del Estado. De tal manera que cuando la guerra comienza, lo que tienes es una economía muy desarrollada que controla el aparato informativo y tiene a sueldo a la mayoría de los jefes policiales. Ha sido un desastre.

El narco ya no es sólo una fuerza política militar. Hoy controla buena parte de la economía informal, Son la Justicia en zonas enteras. Controlan carreteras federales, cobran peajes. gestionan la red de tráfico humano y secuestros más grande del planeta. Ofrecen empleo bien pago a millares de jóvenes para que integren las pandillas. Son, en una parte muy grande de nuestro país, el nuevo Estado.

La complicidad que señala Taibo no sólo involucra al Estado mexicano. En un libro reciente (Los señores del narco, Grijalbo, noviembre de 2010), la periodista Anabel Hernández devela el papel jugado por la CIA en el crecimiento y la consolidación de las redes del narcotráfico. En los ochenta, la Central de Inteligencia yanqui estimuló las conexiones entre los cárteles colombianos y los grupos mexicanos, como forma de financiar la guerra contrainsurgente en Centroamérica, luego de que el Congreso norteamericano negara el apoyo económico estatal. La articulación de intereses entre los Estados y las redes criminales permitió el crecimiento operativo y logístico de estas últimas. De ahí la singularidad de esta guerra que no puede leerse como un enfrentamiento entre fuerzas antagónicas, pues responde más bien a la imagen de un animal rabioso mordiéndose la cola. Y no se trata de una vinculación que haya quedado en el pasado: es vox populi que el gobierno norteamericano se excusa de poner siquiera en la mesa de discusión la propuesta de legalizar la distribución y el consumo de drogas, porque eso significaría perder una de las fuentes principales que inyectan recursos al sistema financiero en crisis.

 

Pancho

 

Paco no consigue finalizar ninguna respuesta. El flujo de personas que se le acercan recuerda que estamos ante un best seller caminando. Mientras firma autógrafos y bromea con sus admiradores, comenta que su biografía sobre el Che vendió un millón de ejemplares en 21 países. Pero que valora más los 170 mil que lleva vendidos la historia de Pancho Villa, escrita hace apenas un par de años: “Es un trabuco, tiene casi mil páginas y sigue saliendo. Y lo lee la gente del pueblo, clases medias bajas, sectores populares”.
Pancho Villa luchó hace exactamente cien años, primero como bandido y después como guerrillero, en los mismos territorios del norte donde hoy los narcos ponen en jaque al orden estatal constituido. La primera frase de tu libro sobre él bien podría referirse al presente: “por un breve tiempo, también los bandidos tienen su reino, su justicia, su ley”.
Son cosas bien distintas, responde Taibo. “Villa es la venganza, Villa es la voluntad de cambio profundo de una sociedad que encarna en él. Para mí fue un trabajo muy apasionante porque se trataba de reconstruir un personaje maltratado históricamente, desconocido por la izquierda, ignorado y vituperado por la derecha. Fue una labor de reconstrucción que volvió a dar vigor y vigencia al personaje. Villa fue en verdad un bandido converso. Mientras en un caso hablamos de una revolución popular, en el otro estás hablando de la descomposición de un Estado y el surgimiento de una propuesta económica criminal".

Una vez que el narco echa raíces en la economía informal, ¿no se introduce de alguna manera en la dinámica popular, involucrándose en el terreno donde la gente reproduce su existencia?

-En este país la supervivencia desde hace treinta años depende de la economía informal. Si no hubiera sido por eso, el país hubiera reventado. El tianguis, que es la palabra azteca para designar al mercado ambulante, al comercio callejero al margen de la fiscalización, ha sido la única solución para una sociedad con un nivel de despidos brutal. Este empleo encubierto que no aparece en las estadísticas ha sido el oxígeno de lo social. Pero el narco lo penetró con gran facilidad. Les dio contrabando para vender y metió entre ellos la droga. Para una juventud desesperada y marginada por el desempleo, el narco resulta muy atractivo. Mientras no cortes económicamente el negocio y le pegues en su base material, el fenómeno se reproduce sin pausa. Además, hay un elemento muy particular que caracteriza al narco mexicano: sus cuadros vienen de la policía y del ejército. Los Zetas son un sector de la élite del Ejército que se desprende entero. El Cartel del Golfo dijo durante muchos años a todo aquel que lo quisiera oír, que “sale más barato comprar un policía que entrenar un sicario”.

Escuché al presentador de este Remate de Libros decir en el escenario que esta feria también era “contra la piratería” ¿Por qué?

-La Brigada tiene como norma no apoyar la piratería en la medida en que daña los derechos autorales de manera cruel. No podemos pedirle a la industria que baje los precios y después apoyar a la piratería.

¿A vos te piratean los libros?

-Claro, pero los piratas son amigos. Aunque son unos cabrones. Es una especie de mundo paralelo, que generalmente sale de las imprentas. A veces estás imprimiendo un libro e imprimen 800 ejemplares más para venderlos en canales paralelos. De todas formas, lo que padecemos aquí no tiene nada que ver con lugares donde la piratería manda, como en Colombia. Aquí es muy fuerte en las películas y en los discos, pero no tanto en los libros. A mí me han pirateado un par de libros y he ido y les he dicho: “oye cabrón, qué te he hecho yo. Me estás chingando mi diez por ciento de derechos de autor”. “No, pues Paco, no es contigo. Tú sí eres cuate, tú sí jalas para nosotros”. Es que cuando los quisieron sacar a patadas de los lugares vecinos a las ferias oficiales yo fui a defenderlos. Entonces les digo “oye cabrones, no vendan piratas”. Unos te hacen caso y otros menos. Algunos te dicen “te mando tu pinche diez por ciento, no te preocupes”. Y nunca te lo mandarán. De todas maneras la piratería se combate con política editorial. Hace años un librero de Chiapas me llamó por teléfono: “Paco están aventando libros piratas tuyos del Che desde Guatemala, no los compré pero te quiero avisar”. “¿Y a cuánto te lo están dando?”. “Me lo están dejando en 140 pesos”. Entonces le dije el editor de Planeta: “o lo paras ya o no lo paramos. De Chiapas sube a Oaxaca, de ahí a Morelos”. Finalmente hicieron una edición a 120 pesos y la colocaron en la zona. La industria editorial puede parar a la piratería con una política de bajos precios.

¿Vos comprás DVD y Cds piratas?

-A veces sí. Cosas que no encuentro en el mercado normal. Pero no lo hago como norma. Y nunca lo hago con autores mexicanos. Con Hollywood tengo menos aprensiones.

Villa es la venganza, Villa es la voluntad de cambio profundo de una sociedad que encarna en él. Para mí fue un trabajo muy apasionante porque se trataba de reconstruir un personaje maltratado históricamente, desconocido por la izquierda, ignorado y vituperado por la derecha.

 

El orador

 

El locutor oficial del Remate pide que Taibo se acerque. Unos segundos después lo presentan ante el público: “Démosle la palabra al escritor más leído, más prolífico y más querido por todos los habitantes de esta gran ciudad: Paco Ignacio Taibo II”. La voz de Paco sale ahora por los altoparlantes…
“Cuando la Brigada propuso hacer esta Feria se nos ponía un pero. Los libreros y las editoriales nos dijeron tenemos duda, Iztapalapa es una zona económicamente débil, la venta de libros es muy baja. Nosotros les respondimos: nos van a perdonar pero ustedes sencillamente no tienen ni idea. Tienen que darse cuenta que esa ciudad crece por abajo. Y esto significa que hay una inmensa masa de mexicanos y mexicanas que quiere leer. El problema es poner los libros a precios asequibles, ¡maldita sea!” (aplausos). Hace cuatro días estaba en la Feria de libros de Minería y mi biografía del Che Guevara se vendía a 360 pesos. Hoy llegué a la mañana y vi en un stand que se está vendiendo aquí a 60 pesos. Y me dio mucho gusto. Es una alegría llevar el libro a donde de verdad la gente quiere leer. No compran para decorar sus casas, compran para leer, para mejorar sus bibliotecas, para saciar curiosidades. El verdadero cambio social está vinculado a la cultura. Una sociedad que lee es una sociedad crítica, combativa, es una sociedad que no permite que le estén dando migajas. Muchas gracias.” (Más aplausos)
Cuando la entrevista recomienza, Taibo vuelve sobre Villa y los narcos: “Son dos cosas desconectadas. Por un lado tienes una sociedad resistente que enlaza con el villismo… este país tiene una inmensa red de resistencias, creada a partir del primer fraude electoral (contra Cuauhtémoc Cárdenas, en 1988). Hay millones de personas involucradas. Un movimiento que está siempre en conflicto y posee contradicciones internas. Lo cual no importa. Se une cuando hay que unirse, se separa cuando la unidad no es posible. Son millares de pequeñas iniciativas que se van asociando temporalmente. Le falta consistencia orgánica, pero el movimiento es muy peculiar y paradójico. Por ejemplo, ¿qué hago yo aquí? ¿Por qué el escritor que más libros vende en México está metido en experiencias como éstas? Esto es parte de mi trabajo, escribir es recoger y contar. Yo digo que los lectores me dan una beca para que haga lo que me salga de los cojones. Y de vez en cuando le pido a la gente que me de vacaciones y me permita encerrarme en casa a teclear”.

¿Qué tipo de proyección política crees que tenga el movimiento social, en una sociedad tan atravesada por la violencia y el fraude?

-No veo mucho horizonte. No tengo capacidad de proyección hacia el futuro. En este país es muy difícil. El fraude canceló los caminos electorales y eso es peligrosísimo, porque coloca a la sociedad en la disyuntiva de preguntarse qué camino queda. Pero el tema central es político-cultural y salta todos los días de distintas maneras: hoy es la prohibición en un municipio de que las secretarias usen minifaldas; ayer fue la censura a la película “Presunto culpable”, donde se demuestra el desastre que es el sistema judicial mexicano. Pero mañana el problema será otro, porque la velocidad con la que el debate se va moviendo es infernal.

¿Cómo se perciben desde acá los gobiernos progresistas en el Cono sur?

-Mira, resulta muy estimulante ver cómo el péndulo neoliberal llegaba al tope y regresaba hacia la izquierda, con todas las variantes del caso, desde una izquierda muy light hasta una izquierda más sólida. Pero México y Colombia somos como los patitos feos de esta película. Y en un momento ya no te atreves a mirar hacia el sur, embebido en la problemática nacional. Los mexicanos tenemos una potentísima tendencia a encerrarnos dentro de nosotros mismos. Yo no sé si es un fenómeno cultural, o algo histórico, o la peculiar geopolítica en la que estamos insertos, o la intensidad con la que se vive. Pero hay una suerte de autismo respecto del resto de América Latina, entre otras cosas porque quedó muy claro que ninguna receta es válida y que hay que construir tu propia propuesta desde abajo de la sociedad. Es una guerra que no puede leerse como un enfrentamiento entre fuerzas antagónicas, pues se asemeja más a la imagen de un animal rabioso mordiéndose la cola.

¿Cómo influye la cantidad de mexicanos que han migrado hacia Estados Unidos?

-Donde hay un mexicano hay una serie de tradiciones con gran arraigo, de tipo cultural, que tiene que ver con sus gustos, sus comidas, sus mecanismos asociativos, la solidaridad interna, la estructuración por regiones. Donde llega un zacatecano llegan mil luego, porque se abren la puerta unos a otros. Las comunidades mexicanas en Estados Unidos son México, ¿qué importa si viven en Los Ángeles? Hay contactos, unos vienen otros van, el movimiento es continuo. Creo que algún día recuperaremos ciudades que hoy están en manos de Estados Unidos. Pero el problema es el de siempre: para poder hacer eso tienes que construir primero México, para proponerles algo que valga la pena. Y el México que puedes proponerles hoy es uno basado en el abuso, la corrupción y la economía neoliberal.

Yo no sé si es un fenómeno cultural, o algo histórico, o la peculiar geopolítica en la que estamos insertos, o la intensidad con la que se vive. Pero hay una suerte de autismo respecto del resto de América Latina, entre otras cosas porque quedó muy claro que ninguna receta es válida y que hay que construir tu propia propuesta desde abajo de la sociedad.

 

Literatura caliente

 

El reportaje prosigue mientras caminamos por la Feria, así que aprovecho para pedirle que señale los escritores mexicanos que valen la pena. “¿Tienes algo de Elmer Mendoza? Otro que deberías leer es a Juan Hernández Luna, uno de los novelistas más ácidos de esta nueva generación de la que hemos hablado”.

¿Cuál es el estado de la literatura en México?

-Juega en primera división. Es impresionante el impacto que tiene en la vida cotidiana del país. Por efectos multiplicadores, no de manera directa. A lo mejor de un libro se venden 3000 ejemplares, pero ese libro pesa en la sociedad, influye en el debate público. Hay una generación de viejos maestros, muy amarrada, que posee su masa de lectores. Luego hay otra que tiene más o menos mi edad, entre 40 y 60 años, con mucha obra ya publicada y buena conexión con los lectores. Y tienes un montón de autores de 30 años que están abriéndose paso. Todos los días aparece alguno. Da la sensación de que la literatura mexicana tiene una gran vitalidad y es bastante caliente, porque toca los temas molestos. No hay año en que no tengas diez buenos libros en este país.

¿Y entre esas generaciones hay conflicto?

-Nuestra generación impuso una lógica de paz y amor. El pastel es muy pequeño y hay que repartir, nada de andar a los codazos. Más bien abramos la puerta. Las afinidades políticas de buena parte de esta intelectualidad de izquierda han hecho que se cree un ambiente más o menos solidario, amable, que no se cierra a la llegada de nuevos autores. Es muy común que escritores conocidos presenten libros de autores desconocidos en México. Es cierto que una parte de la generación anterior a la mía se pudrió, aceptando becas e inscripciones institucionales, hasta que el aparato del Estado los terminó cooptando. Pero hubo quienes resistieron con gran dignidad. Aquí todo se politiza a una velocidad endiablada, afortunadamente.

¿Y dónde publica esa generación de treinta años? ¿En las mismas editoriales que ustedes los consagrados o hay emprendimientos independientes?

-Hay editoriales más pequeñas que han surgido, pero el embudo se ha estrechado. Cuando yo empecé a publicar un autor joven vendía 800 ejemplares, ahora tienen un techo de 200 ejemplares y eso es el desastre porque nadie te vuelve a publicar. Sólo los autores conocidos pueden imprimir 4, 5 o 7 mil ejemplares cuando sacan una novela.

¿Cómo puede ser que por abajo exista una fuerza popular tan vital, e intelectuales con iniciativa y potencia, y sin embargo la institucionalidad se organiza de una manera totalmente corrupta?

-Siempre fue así en México. Un intelectual, como bien decía Pepe Revueltas, tiene dos destinos: una embajada en Europa o una cárcel en las Islas Marías. La sociedad se va polarizando entre dos propuestas, una progresista y la otra conservadora. Pero la continuidad conservadora ha estado siempre ahí, en algunos momentos con una radicalidad brutal y una prepotencia criminal. El veneno mexicano es la continuidad del fraude electoral. Hay un núcleo de intelectuales conservadores que no suele ser muy opinante. Más bien suele estar en los negocios. Es un núcleo que tiene espacios de poder, controla un par de revistas y varios programas culturales, reciben las prebendas de los agregados culturales de ciertas embajadas. Pero tie­nen poca injerencia en la opinión pública, su prédica depende del apoyo que les da la televisión. Luego hay un gran núcleo, que son la mayoría, de autores progresistas de la más amplia gama. Dos figuras claves de este núcleo se nos acaban de morir: Carlos Monsiváis y Carlos Montemayor.

En la biografía de Pancho Villa distinguís entre leyenda y memoria, pero afirmás la pertinencia de ambas formas de relatar la historia…

-Yo creo que una sociedad tiene derecho a tener mitos. Toda esa teoría tan marxista de desmitificar me parece una puta mierda. Todo lo contrario: construyamos mitos. Pero, ¿qué tipo de mitos? Mitos con personajes que toquen el suelo, la tierra, repletos de contradicciones, con gran respeto por el realismo. Necesitamos puntos de referencia estéticos. La política no es sólo ética, es también estética. El movimiento social es bello, chinga, está repleto de inocencias, de sabidurías, de pasiones, de intuiciones, de destellos.

Yo creo que una sociedad tiene derecho a tener mitos. Toda esa teoría tan marxista de desmitificar me parece una puta mierda. Necesitamos puntos de referencia estéticos. La política no es sólo ética, es también estética. El movimiento social es bello, chinga, está repleto de inocencias, de sabidurías, de pasiones, de intuiciones, de destellos.

En los últimos años, en Argentina, la cultura popular ha sido totalmente atravesada por la lógica mediática.

-Aquí ha sido más bien a la inversa. Fue el habla popular la que impactó en los medios. La generación del 68 en México logró algo muy importante, mientras en Argentina quedó entrampada por la guerra de exterminio. Aquí esa generación triunfó políticamente aunque fracasó tácticamente, e introdujo una gran cantidad de heterodoxias. Lo formal lo mandó a la mierda, lo popular fue rescatado, también el cómic y la novela de aventuras. Yo sobrevivo gracias a eso, crezco en un ambiente en el cual no es pecado escribir novela policial. No tiene que venir a bendecirme la mamá de Borges. 

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