la sordera del mundo | Revista Crisis
la sordera del mundo
En un libro reciente el sociólogo alemán Hartmut Rosa retoma la cuestión de la alienación, abandonada por Habermas y sus predecesores, como una clave de lectura para leer las características más salientes de una modernidad acelerada. Sobre "estar quemado", el multitasking y la posibilidad de una buena vida más allá del crecimiento económico.
Ilustraciones: Ezequiel García
22 de Mayo de 2017

 

¿El diagnóstico de la alienación vuelve a estar de moda? ¿Qué relación hay entre ese “viejo” concepto y una mirada crítica de la modernidad capitalista enfocada en su radical proceso de aceleración? Desde su casa en la Selva Negra alemana, Hartmut Rosa se ha propuesto renovar de manera heterodoxa la tradición abierta por la Escuela de Frankfurt. Este profesor de la Universidad de Jena, director del Max Weber Kolleg de la Universidad de Erfurt, e invitado frecuente a los medios de comunicación masiva, ha escrito una de las trilogías más interesantes de la teoría social y la sociología de los últimos años. Alienación y aceleración. Hacia una teoría crítica de la temporalidad en la modernidad tardía, publicado en Argentina en el 2016 por Katz, ocupa un lugar intersticial, de bisagra, que articula sus dos obras más extensas, que serán traducidas al español en los próximos años.

Su libro Aceleración social. Una nueva teoría de la modernidad (2005) resultó ser, a partir de su publicación en inglés en el 2013, uno de los últimos bestsellers académicos de la teoría social. Allí, Rosa delinea su propuesta general para comprender al capitalismo moderno y tardomoderno –esa obsesión de las ciencias sociales de ayer y de hoy–. Una década después, con Resonancia. Una sociología de la relación con el mundo (2016), indaga el otro lado de la alienación, esto es, una definición posible de la “buena vida” y sus más variadas relaciones en resonancia con el mundo. Entre estas dos obras, Alienación y aceleración combina una lectura de la modernidad bajo la clave de la constante aceleración que atraviesa a todos los ámbitos sociales, como un imperativo de corte “totalitario”, y las consecuencias catastróficas de ese imperativo. Así, vuelve a escena el concepto de alienación como diagnóstico de las experiencias de sufrimiento modernas, una vez que se ha “desprendido” de sus connotaciones esencialistas.

A partir de una defensa del ensayo como modo de escritura que conecta teoría, experiencias y espacio público, el autor da cuenta de las características de las estructuras temporales modernas. Éstas constituyen una dimensión decisiva de cualquier proceso social, aunque hayan quedado muchas veces relegadas o puestas en un lugar secundario. Rosa considera que en la modernidad estas características temporales están signadas por la aceleración, un vector fundamental y específico no reducible a otros fenómenos, para delimitar analíticamente la modernidad en cuanto tal. La aceleración se impone a los “desaceleramientos” no buscados (por ejemplo, los límites corporales a la velocidad) y los buscados (como los intentos políticos de atemperarla). Este proceso se compone de tres dimensiones: la tecnología (en la comunicación, el transporte y la producción), el cambio social (ya que el “presente” se contrae al pasar de un cambio intergeneracional a uno generacional y, luego, a uno intrageneracional) y el ritmo de vida (definido por la escasez de tiempo y las infinitas listas incumplidas del “tengo que hacer”).

 

El mito del eterno crecimiento

¿Cómo esta constante aceleración se ha impuesto hasta convertirse en un proceso autopropulsado? La competencia –en especial, la económica– la ha motorizado intensamente, en un contexto en el cual sólo hay estabilidad a partir de la dinámica (por caso, la falta de crecimiento económico es interpretado como crisis). A su vez, la “promesa de eternidad” que brinda la aceleración supone la creencia subjetiva de que, cuantas más actividades se realicen en menor tiempo, más se ha vivido para enfrentar la angustia de la muerte. De esta manera, se consolidan normas de coordinación temporal cada vez más veloces (por ejemplo, deadlines que se superponen), las cuales distribuyen ganadores y perdedores, más relacionadas a las performances del momento que a las posiciones acumuladas en el largo plazo. Esto supone experiencias de autoculpabilidad para aquellos “lentos”, que no pueden seguir el ritmo frenético de la modernidad tardía, y de ansiedad para los “rápidos”, que pueden perder el paso en cualquier instante. Este escenario está lejos de producir transformaciones radicales, según Rosa. Por el contrario, se presenta un cambio constante que no cambia nada fundamental: una “suspensión frenética” de las estructuras claves de nuestras sociedades.

En el marco de reinterpretación de la modernidad, enfocado en comprender la modernidad tardía, el concepto de alineación ha sido retomado en los últimos tiempos en el espacio intelectual alemán, después de años en los cuales se recomendaba abandonarlo por su carga metafísica y esencialista. En efecto, el heredero díscolo de las primeras generaciones de la Escuela de Frankfurt, Habermas, fue un fuerte detractor de este concepto, por considerarlo a la vez demasiado vago y radical, a excepción de que se lo utilizase para referirse sólo a psicopatologías individuales. Tal diagnóstico debía reemplazarse por un análisis de la reificación capitalista, la cual avanzaba sobre las capacidades comunicativas intersubjetivas.

A Honneth, continuador de Habermas y una suerte de maestro de Rosa, tampoco le ha interesado revitalizar la alineación como diagnóstico moderno. No obstante, se acerca esta cuestión al preocuparse por el reconocimiento intersubjetivo y la posibilidad de una comunidad ética “post-tradicional”. No es casual que, influenciado por sus largos debates sobre la perspectiva de Taylor respecto de las “relaciones sociales auténticas” y el “comunitarismo”, Rosa entrecruce sus estudios sobre las consecuencias que produce una sociedad signada por la aceleración social con una reconceptualización de la alienación. Este cruce es el punto nodal del libro y su aporte más significativo.

¿De qué modo se vinculan la aceleración social y la alienación en la sociedad contemporánea? Por una parte, nos encontramos con las disfuncionalidades y crisis que provoca la aceleración, a partir de la desincronización tanto entre instituciones –por ejemplo, entre lo político y lo económico, cuando políticas más igualitarias requieren moderar las fuerzas aceleradoras del capitalismo neoliberal– como entre instituciones e individuos –por caso, respecto de la salud psíquica subjetiva sometida a las presiones de la velocidad competitiva y aspiracional, que puede resultar en el conocido burnt-out. Por otra parte, podemos hallar conflictos de orden ideológico o representacional, ya que las normas temporales en la mayoría de los casos son tácitas y, por ello, se naturalizan fácilmente. Así, la imposición a los individuos de ciertas agendas aceleradas los obliga a aceptar, sin poder hacerlas explícitas, sus ramificaciones devastadoras en los niveles individual, grupal y societal en general.

 

El club de la buena vida

Ahora bien, también nos enfrentamos a otra cuestión decisiva: la definición que sostienen los propios actores sobre qué es una “buena vida”. Aquí, el concepto de alienación elude el resquemor contemporáneo a discutir las definiciones de la buena vida, debido al peligro que encerraría delimitarlas de modo unilateral, excluyente y no pluralista. Para Rosa, la pregunta que subyace a la discusión sobre la buena vida debe enfocarse en la noción de “falsas necesidades”, vinculada a que hoy aquello más valorado resulta ser la posibilidad de que todo se vuelva “accesible, alcanzable y disponible”. En la dinámica de las falsas necesidades, los individuos realizan acciones a las que no están forzados, pero en las cuales no creen, ya que éstas se oponen a una definición moderna de la buena vida, que promueve la autonomía y la autorrealización individual y colectiva. Estas falsas necesidades son parte del proceso que erosiona la relación con el mundo: se pierde la resonancia con el mundo y con uno mismo; se fisuran sus conexiones miméticas, responsivas y sensibles. Como el autor explicita en su libro Resonancia…, ésta implica sentirse afectado por cierta cosa o cierto otro y responder a ese llamado, de modo que la afección mutua resulte a la vez transformadora y elusiva.

En esa dirección, como pérdida de capacidad de apropiación del mundo, que no debe entenderse ni de modo “paternalista” ni “perfeccionista”, para Rosa la alineación se despliega en múltiples formas, según con qué “porción” del mundo se relacione el individuo. De esta manera, puede haber una alineación respecto de las cosas y el espacio –que se perciben como ajenos y descartables–, de las propias acciones –en la búsqueda sólo de realizaciones y satisfacciones inmediatas y constantes–, del tiempo –en la proliferación de episodios aislados de la experiencia y la acción– y de la sociedad y los otros –en la dificultad de componer una narrativa que comprenda y concilie el corto y largo plazo de una vida colectiva–. Así, estas formas de alienación se imbrican con la “sordera del mundo”, a la cual nos vemos arrastrados por los procesos de aceleración que socavan a las formas de autonomía y autorrealización que despliegan relaciones en resonancia con el mundo y sus múltiples dimensiones.

En definitiva, Alienación y aceleración se destaca por sus sugestivas elaboraciones sobre las sociedades contemporáneas, en un escenario de transformación de la teoría social y sociológica, preocupado tanto por actualizar sus diagnósticos como por reelaborar creativamente sus conceptos y presupuestos claves, de forma tal que puedan estar a la altura de los diagnósticos planteados. Rosa despliega un estilo de escritura y reflexión que pretende alcanzar no sólo al lector académico, sino también intervenir en un espacio público más amplio. De esta manera, requiere desarrollar de forma fundamental las relaciones entre teoría y experiencia, para las cuales, por un lado, el concepto de alineación es sumamente auspicioso y, por el otro, el género del ensayo en teoría social se muestra como su ámbito privilegiado.

 

Hartmut Rosa 

Alienación y aceleración. Hacia una teoría crítica de la temporalidad en la modernidad tardía 

Katz Editores, Buenos Aires, 2016 (versión original 2010).

 

Relacionadas
donde está el sujeto / la vuelta del mercado / contorsiones de masas
Por Sebastián Scolnik
políticas de la producción / mohicano indie / audiencias estalladas
Por Ximena Tordini, Por Javier Alcácer
el sueño de la democracia / salir del medio / intratables
Por Gonzalo Sarasqueta
Críticas y ficciones
Por Flavio Lo Presti
fábricas del lenguaje / políticas de la literatura / apaguen la luz
Por Diego Vecino
Críticas y ficciones
Por Hernán Vanoli
Críticas y ficciones
Por Alejandro Galliano
Políticas de la literatura / Sagat / Costumbrismo hard
Por Flavio Lo Presti
Destacadas
entrevista a fondo / la naturaleza política de la selva / amazonia ancestral y digital
Por Facundo Carmona
podcast de revista / quinta temporada / análisis de coyuntura
Por Colectivo Editorial Crisis
estreno / políticas del morfi / serie audiovisual
Por Colectivo Editorial Crisis, Por El Joaquín TV
diálogo geopolítico / instante de peligro / entrevista juan gabriel tokatlian
Por Marco Teruggi, Por Mario Santucho