te amo, te odio, dame match | Revista Crisis
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te amo, te odio, dame match
Las plataformas de citas ofrecen una democratización de la vida sexual y amorosa: facilidades para el contacto, búsquedas precisas de perfiles afines, inmediatez, geolocalización. Pero no todo fluye tan fácil en materia de vínculos en este mundo digitalizado. Entre las infinitas posibilidades y la sobresaturación navega la gente que busca gente para coger y/o amarse.
Fotografía: Lucía Prieto, Fotografía: Nicolás Villalobos Slepoy
21 de Marzo de 2022
crisis #51

 

A veces la usaba sólo los fines de semana, a veces cuando estaba aburrida, durante la semana. A la noche era el momento en que buscaba. A veces cuando tenía una charla por Zoom, del trabajo, estaba tan harta que me ponía a mirar. Hace un par de años yo había empezado a usar Badoo, pero no prosperó. A fines de 2019 una compañera de trabajo me recomendó OkCupid. Es una app muy “progre” y “todes son muy copades”, y bla bla bla. Pero… no sé… no veía que hubiera personas con ganas de concretar una cita. A mí no me interesa el sexo casual, ni tener sexo en la primera cita. Me interesa conocer a la persona. Me encontré con muchos personajes, gente con fetiches. Uno estaba obsesionado con mis pies, quería que le mandara fotos de mis pies. Tuve charlas banales o charlas fluidas un día y al otro día nada. Hacía un montón de match y después no contestaban. Pensaba: ¿Para qué me das like si después no vas a responder? Después dije: bueno… es parte del juego. Y yo también lo hacía. En pandemia, la dejé de usar, me aburrí. Pensé: Será que es momento de estar sola. Después otra compañera me recomendó Bumble. Me dijo que lo que estaba bueno era que siempre es la mujer la que habilita el chat. El slogan es “Las chicas al mando”. O algo así. Ahí conocí un pibe con el que flasheé. Para mí estábamos empezando algo, pero me dijo que me veía enganchada y que él no quería una relación. En Bumble podés decir qué buscas: “Una relación”, “nada serio”, “no lo sé”… Y este pibe tenía el “no lo sé”. Pero en la primera cita me había dado la impresión de que quería conocer a alguien. Nos vimos tres semanas o un mes, venía todo re bien, me re gustaba, pero no funcionó. Está en todo su derecho igual, pero me rompió el corazón. Así que me frustré. Tuve varias primeras citas, y con ninguno prosperó. Había uno que en la primera cita quería venir a mi casa, me parecía raro, pero terminé aceptando. Vino a las 7 y media de la mañana. Al toque hubo mucha química, sentía que ya nos conocíamos, me re enganché. De repente un día no veía más su foto de Whatsapp y el último mensaje que le mandé tenía un solo tilde. Digo: “¿Qué pasó?”. Me había bloqueado ¡Lo que sufrí! ¡No lo podía creer! Lloraba todos los días. Ahí me cansé y borré la app. Este año la volví a bajar. Había ido a Mendoza y el día que llegué, me agarró como una angustia. Salí a caminar y me puse a llorar. Pensé: ¿Qué me está pasando?” Ahí me di cuenta de que me sentía sola. Pensé que me gustaría estar en pareja, dormir juntos, levantarnos y pensar juntos: "¿Hoy qué hacemos”. Y tener planes a futuro también, hacer viajes, festejar aniversarios. Así conocí al que ahora es mi novio, hace cuatro meses. Las primeras citas, cuando nos estábamos por despedir, teníamos barbijo y era raro. Sin barbijo el beso hubiera sido antes. En la cuarta cita nos dimos un beso, en la sexta recién tuvimos intimidad. Un día hablando dijimos “bueno, somos novios”. Ahora lo amo con todo mi corazón y sé que él me ama también. Hacía mucho que no me pasaba que me gustara tanto alguien como para estar juntos tres días seguidos.

Docente, 32 años, Avellaneda, Buenos Aires.

 

masculinidad e imposibilidad

Cuando era adolescente Internet estaba empezando y no tenía contacto con otros gays. En la escuela no podías confesar, en el club menos, y con la familia tampoco. La única forma de contactar personas era en la rudimentaria Internet, en salas de chat. Tenías un nick y era un chat grande que iban poniendo “para garchar en San Miguel”, “para ser amigos”… para lo que sea. Más adelante se vinieron las aplicaciones más modernas, como el Manhunt, el Gaydar. Todavía no estamos hablando de los Smartphone. Después vinieron las aplicaciones de Smartphone en las que las personas están ordenadas por distancia, tenés la referencia, foto, todo. Ahí es mucho más fácil. Pero también hay mucho histeriqueo en estas app. Es difícil encontrarte con alguien, están todos como a la búsqueda de optimizar y encontrarse con el que más les gusta, tirando anzuelos. Hay mucha más charla que encuentros. Aparte hay modas, épocas en las que están todos buscando parejas estables, porque cuando se empezó a hacer más visible la homosexualidad, un poco se intentaba imitar el esquema hétero de [Pone cara de actuación] “bueno, pareja estable, no tener sexo la primera cita”. Los gays que ya estábamos de antes decíamos: “¡¿Qué?! ¡Esto hacen las mujeres!” [Ríe]. Nosotros no vamos a estar saliendo a comer, yendo al cine; y después llegamos a lo más básico, a lo más elemental y no funciona. Siempre me pregunté: “¿Para qué dar toda esa vuelta?”. [Hace una pausa]. Cuando estás cogiendo con una persona, todo tu mundo está concentrado en esa persona y te re encanta, pero cuando empieza a ser un cariño más de pariente, no me provoca libido. Por eso para mí la pareja no resulta. El amor que siento por mi mascota es lo más puro que encuentro en esta existencia, por mi vieja también. Son amores incondicionales. Es una cosa de querer cuidar al otro. Yo no podría tener sexo con aquella persona por la que siento eso. Es agua y aceite para mí. Hay chabones con los que cojo hace años pero en realidad no los conozco tanto. Sexo para mí no es cariño ni conocerse. El sexo para el varón es un poco de no respetar. Lo que más me atrae es ese desafío de coger con hombres hétero. La imposibilidad me provoca mucha libido. La masculinidad y la imposibilidad. Está todo relacionado con la cosa de no generar vínculos en cierta forma. Por ahí uno no quiere generar vínculos y sufrir cuando los pierde. Yo creo que la manera en que concebimos estar en pareja, y me incluyo, es un poco posesiva y tóxica. Creo que saca lo peor de mí y de las otras personas. Prefiero encuentros causales y amistades. Aparte tener sexo con la misma persona me parece que no [Cara de hastío], me parece algo impracticable. Básicamente uso Grindr, Badoo y Wechat. Tienen funciones distintas y hay tipos de gente distinta. En Wechat y Badoo hay más heterocuriosos. Grindr es exclusivo para gays. Todos los días doy una revisadita. Hay momentos de vaca flaca y momentos de abundancia. Si no, hay que implementar la calle, que me está cuadrando mucho más ahora. Cruzás miradas y te das cuenta, tenés que estar receptivo, hay un feedback y vos lo percibís o no.

Analista de sistemas, 34 años, Villa Maipú, San Martín, Buenos Aires.

 

una cita en cada pueblo

Siempre viví en la Ciudad de Buenos Aires pero tenía ganas también de salir un poco de ahí. En un momento me quedé sin trabajo y estaban unos amigos acá, en un paraje rural cerca de Saladillo, con tambo y huerta, y dije: voy a probar a ver qué onda. Acá me bajé la aplicación, en una especie de experimento, porque siempre que la usé estaba en Buenos Aires y allá hay muchas personas usándola. Es completamente distinto, acá no había casi nada. En OkCupid no hay nadie, no funciona. Bajé Happn [Aplicación que muestra a quienes están activos en un rango geográfico cercano] y me aparecen personas de otros pueblos. Ya la cita es interpueblo. Ayer salí con un pibe que es de Lobos, que son 100 km. Charlamos un poco y me propuso vernos. En un momento me enrosqué porque digo: el chabón va a hacer 100 km para venir a tomar una cerveza. ¿Le habré dado a entender otra cosa?. Te obliga también a explicitar los intereses y objetivos. Nos caímos re bien, estuvimos como cinco horas charlando, nos besamos y estuvo divertido. Las primeras app que usé fueron Tinder y Happn. En la pandemia empecé a usar OkCupid, que fue donde más encontré personas afines. Es bastante flashera porque tiene un montón de preguntas, que uno si quiere completa y van generando índices de compatibilidad con las personas. No sé cómo funciona a nivel algoritmo, pero te dice “con esta te vas a llevar bien, con esta no, con esta tenés un montón de cosas en común” [Ríe]. Te pregunta absolutamente de todo, desde orientación política, intereses, orientaciones sexuales. No asume que hay dos géneros, contempla la diversidad y está muy explícito eso. Esas cosas quizás hacen que ya tengas una idea un poco más formada de la persona con la cual te encontrás. Tuve re buenas experiencias, incluso con pibes que salí un par de veces y ahora sigo hablando. Casi todo el año pasado salí con un pibe que conocí ahí y ahora que me separé, me la bajé de nuevo. Yo no sé muy bien qué busco. Me gustaría poder salir con varias personas al mismo tiempo, pero por ahora no me pasó. Está muy arraigado. Intenté y no pude estar con dos al mismo tiempo. Yo quería que me saliera. Me agarra la monogamia en la práctica, no en la teoría. Incluso cuando el chico que salía conmigo me contó que chapaba con un chico, me re divertía esa historia. Pero cuando me contó que iba a tener una cita con una chica me puse re mal. Sabiendo que me parece bien la situación, me angustió igual. Tampoco me pasó de tener un vínculo casual que sea sólo sexual. Me gustaría que me pase, pero si la persona no me genera algo más, no me excita tampoco. Me gustaría tener una pareja pero estoy abierta a que no suceda o a que sucedan otras cosas… no es mi proyecto principal… pero lo deseo… en algún punto… también, quizás, cada vez menos. Cada vez me cuesta más encontrar esto que me imagino pareja, como una persona con la cual compartir. Lo relaciono con la imposibilidad de pensar algo tan a futuro, con lo cambiante de los deseos, de los objetivos, un poco en todo sentido.

Productora agroecológica, 33 años, Saladillo, Buenos Aires.

 

ta ta ta ta ta ta

Cuando me separé de la mamá de mis hijos, hace seis años, empecé a usar las app. Primero Tinder, después Happn. Te das cuenta que la aplicación está preparada para que uno se motive a pagar, yo no pago ni en pedo. Espero que pasen las 12 horas para mandarle corazoncito a todas: ta ta ta ta ta. [Hace un gesto compulsivo con los dedos]. Cada 12 horas te renuevan los corazoncitos, si no tenés que pagar para ponerlos. Te proponen más me gusta por no sé cuánta plata. Si vos no pagás, con las más lindas nunca vas a hacer match, o mis fotos son muy feas [Ríe]. Casi nunca miro cada perfil. Como tengo poco tiempo, lo hago rápido. Si hago match con alguien, ahí sí empiezo a ver. Si no me gusta no le hablo, me hago el boludo. Pero jamás hago match porque Tinder me tiene en la lista roja, porque hace un montón que lo uso y nunca le puse un mango [Vuelve a reír]. Creo que las mujeres deben ver bien los perfiles, se deben fijar en todos los detalles. Es el hombre el que pone me gusta a todas, no elige a la mujer, va con cualquiera, calculo que por naturaleza. Noto que a muchas mujeres les están empezando a gustar las mujeres. Te das cuenta cuando se rapan de costado, después entrás a hablar y te confiesan que son bi. Creo que el ser humano está evolucionando mal, va a llegar un momento en que van a ser tantos bisexuales u homosexuales que no va a haber tanta reproducción. Nos vamos a extinguir. [Ríe fuerte]. Mis experiencias fueron normales. Chicas que salí a comer, las llevé a la casa y nunca más las vi; chicas que por ahí me vi más de una vez. [Hace una pausa]. A mí me gusta que la mujer sea cariñosa, limpia, que le guste el orden, que piense en progresar, que sea trabajadora, que no le guste mirar mucho Netflix, que le gusten las plantas. Que sea como a mí me gustaría que sea. A mi última novia la conocí por Facebook. Ahora estamos separados, estuvimos un año de novios pero los últimos cinco meses fueron horribles, muy feos. Ella me amenaza: “Me vas a pagar por todas las lágrimas que derramé por vos”. Nunca le hice algo tan groso para que me diga eso. Ella hizo cosas peores y yo no puedo hacer nada. Estoy con una probation, no puedo cometer ningún acto de violencia porque voy preso. Ni bien empezó esto del Covid tuve un acto de locura con la mamá de mis hijos, me enojé por una boludez y le rompí el celular. Había tomado vino y estaba medio loco. A los dos meses me allanaron, me encontraron armas. Por 8 años no puedo tocarle ni un pelo a ninguna mujer, estoy como si fuese en una burbuja de cristal, tengo que tener mucho cuidado. El momento de despedirme de las armas fue lo que más me dolió de toda la experiencia. Me las habían regalado mis abuelos, era como un recuerdo que yo tenía.

Mecánico, 36 años, Villa Lugano, CABA.

 

elige tu propia aventura

Es como un entretenimiento, como si fuera un juego del celular. Me divierte ver quién te gusta y a quién le gustás. Es algo adictivo. Ver cómo el coso se va para allá me gusta. [Hace el gesto de rechazar un perfil]. Y cuando hace un corazón y aparecen las dos caritas juntas y dice ¡Match! es muy placentero. Te aparecen corazoncitos y estrellitas alrededor. ¡Es todo una fiesta! Por más que me chupe un huevo, es muy linda la sensación. [Ríe]. Siento como un objetivo cumplido: ¡Ah… bueno… hay una persona que le gusto!

Me bajé OkCupid en 2019. Salí con uno que re bien la charla y cuando me dijo de vernos me agarró miedo a no saber qué va a pasar, o a no gustar. Cuando estás en la aplicación sabés que tal vez algo va a pasar, entonces hay como un montón de presiones. Habíamos hablado un montón por Whatsapp, era muy divertido tener a una persona que sentía que le importaba. Pero después de garchar desapareció. Me quedé re triste mal, un agujero heavy. A partir de ahí creo que dejé de usar la app, porque dije: no necesito gente app, necesito amigues. Gente para compartir desde un lugar más genuino, no un interés sexual. En general los pibes con los que salí estaban muy con este discurso de “estoy para verme cuando pinte”, como no queriendo admitir que están en un vínculo. Nadie dice romántico, pero es un vínculo, después vemos las reglas. Hay como una idea de que ya van a ser novios si te hablás al otro día. Tal vez tienen ganas de coger y ya, tal vez miedo, tal vez piensan que al demostrar un poco de afecto la mujer se va a enamorar al toque… no sé. En general todos desaparecen. Siento que es todo muy complicado. El otro día conocí a un pibe, después de coger él se durmió y yo me fui a la cocina y abrí la aplicación. [Ríe]. Se ve que cuando él se fue a dormir yo me quedé mal… no sé… me dio ansiedad no estar abrazados, estaba cada uno en su cama. Y usé la app. Este verano la habré cerrado y abierto cinco veces. Después de varias experiencias que tuve, siempre me queda eso de que no es lo que necesito, pero vuelvo a caer en abrirla porque me da esa ilusión de que hay algo que me completa, por el solo hecho de tener ahí personas esperando. Siento que es tan fácil salir a buscarlo, como si estuviera sola porque yo quiero.

La abría mucho a la noche, en el momento ese que es como medio vacío. ¡Ahhh! [Simula cara de locura], como para no soltar el control, una distracción. Entre mis fotos tengo una de un extraterrestre, porque es como que estoy ahí porque no me queda otra, entonces es “riámonos”. Muchos ponen cosas así: “nunca pensé que iba a estar acá pero acá estoy”. Nunca me enamoré ni estuve en pareja. Siento que me falta algo, un objetivo por cumplir. ¡Pero no sé para qué lo quiero! No me entiendo, se mezcla mi deseo con las presiones externas y con toda la data de deconstrucción que hay en redes, entre amigues: que la responsabilidad afectiva, que las distintas formas de vincularse, que la relación abierta, que “elegí vos tu propia forma”. Eso sumado a toda la cosa esta que sigue estando en el aire de “tenés que estar en pareja”, que esté esto de la aplicación, de tener que ir a buscarlo, me explota el cerebro.

Estudiante, 22 años, Caballito, CABA.

 

el recreo

Conocí a mi esposa hace 15 años, cuando apenas había celulares. Hará unos cinco años empezamos a conocer gente de una forma medio swingger y empecé a adentrarme con este tipo de cosas, aplicaciones o formas nuevas. En ese momento no había tantas app, eran más comunidades en páginas. Los últimos años, usamos OkCupid, teníamos un perfil cada uno por su lado. En ese momento era más relación abierta la onda. Lo que tiene de bueno la app es que te saca de tu círculo. Yo trabajo en un galpón de camioneros… [Cara de frustración], no tengo forma de conocer gente. La verdad es mucho más copado con gente que es copada y amiga pero tampoco podés andar parando a tus amigos y decirles: “Che, ¿cogemos?” [Ríe]. Después enviudé y la forma de conocer personas ya era a través de eso. Así conocí a mi actual pareja. Y a través de eso ahora, nuevamente, estamos conociendo gente juntos. Abrimos la aplicación y, al final, empezamos con una amiga de ella que vino anoche mismo y por eso no fui a trabajar. En general, filtrando todo lo que hubo que filtrar, fue bastante buena la experiencia de las app para mí. Pero te encontrás con absolutamente de todo y puede pasar cualquier cosa. A medida que la app es más para garchar es como más zoológico todo. De un lado tenemos OkCupid y de la otra punta está Grinder. Esa es un zoológico y de verdad es tremendo. Eso sí es pa pa pa [Gesto de coger]. Contactossex es una página bastante en esta onda pa pa pa. Nadie te pregunta “buen día, ¿cómo andás?”. Se ponen cosas muy turbias, tenés que andar con mucho filtro. Con una amiga definimos que los hombres heterosexuales cuando quieren garcharse hombres se ponen turbios y horribles y secretos y oscuros. O de repente, el tema de parejas, pasa mucho en lo que es swinger, todo es muy machista y muy extremo. Mis filtros son todo menos hombres cis. Hay como unos temas de dominio todo el tiempo que te los re marcan. [De golpe cambia de tema].

Yo tengo un concepto raro del amor. Siempre lo vi como que se construye, no es que te lo cruzás. Hay situaciones donde sentís “sí, quedémonos en esto para siempre”, pero te das cuenta que es una explosión muy de ese momento. Podés generarla todas las veces que puedas, pero no es para que te subas al unicornio y te vayas a la mierda. La vida no es eso. Así como estás arriba, tirando corazones para todos lados, después te caés a la mierda, te atropellan un par de sopapos, después otra vez te volvés a subir. Es como un pequeño recreo muy lindo que le robás.

Empleado de logística, 38 años, Flores, CABA.

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