¿hay espacio para las pibas en el sistema político? | Revista Crisis
¿hay espacio para las pibas en el sistema político?
Fotografía: Gala Abramovich
Ilustraciones: Panchopepe
29 de Mayo de 2019

Sigue siendo llamativo, aunque no soprende: se presenta el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo por octava vez, gracias a una campaña que tiene 14 años, y la pregunta es sobre otra cosa. No me preguntan en qué andan estas sujetas políticas que irrumpen en escena sin pedir permiso, un movimiento que tiene táctica y estrategia, que tiene mística y símbolos propios, que no tiene una líder sino miles.

Insisto, nuestra historia es colectiva y eso les parte la cabeza. No falta quien nos dice que hablar con lenguaje inclusivo no tiene sentido, que somos unas boludas que no entendemos cómo ganar aliades a nuestra causa. Y esto tampoco es casualidad. Siempre nos negaron el lugar de estrategas en la política. La estrategia es para quienes saben hacer las guerras y los varones que de traje discuten tomando café en los bares cerca del Congreso. Y nosotres ahora estamos construyendo, discutiendo y rosqueando un proyecto de ley que ellos no escriben.

Les parte la cabeza que la persistencia y la perseverancia pueda instalar lo que ni un millón de expertos en marketing podrían; les jode que nuestro ingenio llegó a las cámaras  parlamentarias para tunear a diputades y senadores con glitter y pañuelos. Superamos al marketing, superamos el algoritmo de Internet, superamos la burocracia estatal, superamos los espacios políticos tradicionales. ¿Cómo? Les copamos la calle, les cambiamos el lenguaje, transformamos nuestros vínculos y mandamos todo a la mierda.

Porque todes sabemos que el debate no es sólo por el aborto. Si no por todo el sistema de violencias que pusimos sobre la mesa en el corazón del sistema político: porque nosotres no estamos en este mundo con el único destino de ser madres, de ser esposas, heterosexuales, o ser propiedad de un varón que decide si nos quedamos embarazadas. Por eso decimos que llegamos para quedarnos, que hacemos temblar la tierra y que hicimos crujir al conjunto del podrido sistema político, con bombas de glitter y barro.

Muchas vidas cambiaron para siempre, como la mía. Recuperamos la fuerza, las ilusiones y las ganas de querer cambiarlo todo. Ya ni las mañanas, ni las tardes, ni las noches van a ser igual. Siempre está el feminismo.

Y si, mi vida cambió. Por eso me preguntan si sería candidata. Más bien pienso: quiero serlo pero eso no depende solo de mi voluntad. ¿Podrá procesar el sistema político una piba? ¿Hay espacio para nosotras?

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