Historieta joven argentina: de Blade Runner al Eternauta | Revista Crisis
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Historieta joven argentina: de Blade Runner al Eternauta
Una generación que creció escuchando rock’n’roll, tanto en su versión más podrida (léase punk) o el más pulido pop, que a diferencia de la anterior mamó a Coppola, Scorcese y Spielberg antes que a Fellini o Bergman y que cambió el póster de Guevara por el de Luca Prodan, hoy se larga a hacer historietas. Veamos qué sale de tan ecléctica mezcla.
21 de Octubre de 2022

 

las nuevas generaciones

En los últimos años de la dictadura comienza a formarse una nueva camada de dibujantes y guionistas que buscaba afanosamente un lugar desde donde expresarse; recién con el advenimiento de la democracia se organizaron los grupos pioneros que darán nacimiento a las primeras revistas subte de historietas. Pablo Muñoz, director de HGO (por Héctor G. Oesterheld) recuerda: "Antes de Malvinas empieza a formarse una nueva generación de historietistas que por las razones del país no se podían manifestar en revistas comerciales, ni siquiera había un movimiento subte organizado. A partir del '83 comienza a crearse un movimiento subte. En un principio la temática estaba muy politizada, se analizaba el pasado violento; de la violencia se pasó a algo más creativo."

Pero también las publicaciones comerciales abrieron sus páginas a esta nueva generación, ya sea a través de concursos o habilitando secciones especiales que van a dar cabida a esta producción. La convivencia entre las publicaciones insertas en el circuito comercial y las subtes se torna a veces conflictiva, los grupos independientes reivindican para sí una libertad que la industria cultural negaría a los artistas que transaron. Reafirma Muñoz: "La ventaja de la historieta subte es que cualquier persona tiene la posibilidad de manifestarse. No tiene porqué seguir normas editoriales, no por que una revista no ponga ciertas normas sino que éstas son mucho más amplias. Los límites son más bien de espacio, de materiales, de tiempo. Pero se superan con creatividad y libertad." Pero muchas veces detrás del discurso anticomercial encontramos propuestas ya gastadas o niveles bastante desparejos de producción, trabajos de poca creatividad gráfica y narrativa.

 

Más allá del cine

La historieta fue siempre compañera de ruta del cine, ambos se prestaron mutuamente recursos y estructuras narrativas consolidando un fuerte vínculo entre ellos. En la última década se incorporaron al lenguaje de los comics nuevos elementos provenientes de los más diversos campos. "Los dibujantes emergentes de esta nueva década tienen un registro que viene de diversas fuentes -sostiene Juan Manuel Lima, director de arte de Fierro y coordinador del área en la Bienal de Arte Joven-. Uno es lo historietistico específicamente y otro es que son chicos formado por una gráfica más amplia que la historieta, que involucra posters, videos, tapas de discos, una serie de nuevos lenguajes que antes no pertenecían a la historieta. El vínculo era básicamente historieta-cine, ahora incorpora muchísimas variables más".

Esta nueva generación de historietistas descubrió al género a partir de las revistas extranjeras -españolas y francesas principalmente- donde publicaban muchos maestros argentinos. Películas como Blade Runner, Alien y la saga de Mad Max tuvieron una notable influencia en los jóvenes artistas, y en los últimos años el videoclip y su estética de la fragmentación también aportó lo suyo. Para completar esta breve arqueología de las fuentes de la historieta moderna no podemos dejar de lado la cultura del rock: "Yo no puedo dibujar si no tengo un radiograbador al lado. Si no hubiera sido dibujante serta músico... ", nos saca de dudas el uruguayo Richard Bennet.

La propuesta del comic europeo pesó mucho a la hora de elegir modelos: "El avance del comic sobre la historieta deviene de la crisis en nuestro país. El país se achica y eso genera que toda la producción artística tenga que acotarse, achicarse. Los dibujantes argentinos tienen nuevamente que emigrar para producir afuera, adaptarse a los circuitos internacionales. Los chicos dejaron de abrevar en la historieta nacional para leer revistas extranjeras, muchos de los chicos desconocen gran parte de la historieta argentina”, agrega Juan Manuel Lima.

Sin duda asistimos a una re-jerarquización del genero, los artistas plásticos le pierden el miedo a la viñeta y los cuentistas jóvenes –que también crecieron leyendo comics- incorporan problemáticas propias de la historieta a su literatura. Abelardo Castillo, jurado de literatura en la Bienal decía por esos días de marzo: “Cuando surgieron, gente como Miguel Briante o Ricardo Piglia tenían fundamentalmente influencia literaria. Ahora las influencias vieen de la televisión, del cine y la historieta”.

 

Apocalipsis, ¿y ahora?

Asombra la poca cantidad de guionistas frente a las prolíficas huestes de dibujantes. Fenómeno de alcance internacional, la falta de guionistas llevó a una sobreproducción que afectó notablemente la creatividad de los trabajos realizados. "Es una crisis que embarga mundialmente a lo historieta, en todas las revistas del mundo pesa muchísimo más el dibujo que la historia narrada. En el caso de los guionistas argentinos, ante la necesidad de sobrevivir se integraron a un circuito internacional. El producto se masifica demasiado y pierde carácter nacional" (Juan M. Lima).

Tanto la ciencia-ficción como el policial negro impregnaron gran parte de la producción local en los '80 siguiendo los cánones europeos al respecto. En el caso específico de la ciencia-ficción los jóvenes - historietistas argentinos entraron a la temática de la mano de Blade Runner más que de El Eternauta: éste fue redescubierto posteriormente. Se cayó así en la copia de un modelo de ciencia ficción apocalíptica, posnuclear y decadente que incorpora en un segundo momento elementos concretos de la realidad actual, de manera muy tangencial. Ricardo Andrada, guionista seleccionado en la Bienal, sostiene: "Siempre hemos estado mirando hacia afuera, y la historieta no es una excepción. Me preocupa esta onda posmoderna, tan europeizante que no tiene nada que ver con nosotros". Pablo Muñoz no se queda atrás y concluye: "Blade Runner educa más al mundo subte de los '80 que El Eternauta".

Dentro del modelo ciencia-ficción/policial negro tres cuestiones afloran obsesivamente una y otra vez, no sólo en la historieta sino también en la literatura de los '80: el sexo, la droga y la violencia. Las prácticas sexuales más perversas que aparecen sugieren que el destape vivido hace muy pocos años atrás fue sólo un fenómeno comercial de tipo coyuntural, y que aún hoy el grado de represión sexual existente en la sociedad no es para nada despreciable. La temática de la drogadicción es retratada dialécticamente: en la mayoría de los casos se hace una defensa del consumidor y se cuestiona severamente la figura del narcotraficante, del pez gordo que negocia con el placer de los demás. El contexto de violencia, no de tipo político sino eminentemente social, reaparece constantemente, es la estética de la barra brava en su máxima expresión. 

Los dibujantes de los '80 reconocen como modelos no solo estéticos sino también éticos a maestros como Alberto y Enrique Breccia, José Munoz, Carlos Nine y Solano López entre otros. Esta nueva generación de artistas todavía está a la búsqueda de sus estilos personales aunque algunos de ellos ya se han perfilado con características propias, como el rosarino Juan Pablo González. 

Como hecho novedoso se observa el acercamiento de estudiantes de Bellas Artes al mundo de la historieta; sobre esta pérdida de temor a la degradación artística comenta Juan Manuel Lima: "Todavía a un cierto nivel para-académico se sigue considerando a la historieta un género menor al cual se acercan porque está de moda o hay chance de ser conocido. Ellos hablan de comic porque han leído las revistas extranjeras. También hay chicos jóvenes mds formados en la historieta que tratan de hacer converger su lenguaje". Como cuadro final podemos decir que por un lado se intenta el alejamiento de un modelo europeo que atrae fuertemente por sus posibilidades laborales, y por otro la recuperación de la mejor tradición nacional, tratando de dejar atrás los apocallplicos mundos orwellianos y redescubriendo el barrio. Al igual que en El Eternauta, la búsqueda de los jóvenes historietistas continúa.


 

“si no hacés ciencia-ficción no sos nadie”

"Chile tuvo una época de oro de la historieta entre los '60- 70, antes del golpe militar hubo un auge muy grande, no un exceso de calidad. Hay que reconocerlo, no había grandes maestros pero se compraba mucha historieta. Con el golpe militar la cosa se acabó, la historieta se fue prohibiendo de a poco y quedaron solo las historietas más inocentes como Condorito. Luego, por influencia de una moda de las revistas americanas, y por una necesidad de soltarse de ese anquilosamiento del régimen militar empezó mucha gente a hacer historietas. Se veía bien que alguien hiciera comics, era interesante. La influencia extranjera se daba en todo, la temática, los dibujos, mucha ciencia-ficción al estilo de la vanguardia española. La ciencia-ficción chilena es en estos momentos definitivamente evasiva", nos informa el dibujante Gonzalo Martínez. Pero esta ciencia-ficción chilena no tiene aristas apocalípticas como podría pensarse: "Hay poco pesimismo en la cíencia-ficción chilena, uno pensaría que en Chile debería haber muchísimo más pesimismo del que existe. Los historias están ubicadas en un ambiente de mucho güeveo, como decimos nosotros, hay más juego que nada, mucho juego", agrega Urko Jakobsen. Algunas revistas como Beso Negro han incorporado elementos de la realidad chilena, sobre todo personajes marginales urbanos. Pero es en las historias de corte humorístico donde la referencia a la política es directa: "La mayor parte de los comics que se hacen en Chile utilizan al humor como un arma política y de denuncia social. La mayor parte de la gente joven ha tratado de desligarse absolutamente de la tradición chilena, mucho más militante. Hay otra manera de ver la política, otro punto de vista quizás un poco más disparatado». 

En Uruguay los historietistas se quejan por la falta de un mercado donde colocar los trabajos y por la gran competencia de revistas argentinas y de otros países. Richard Bennet, un joven dibujante de 20 años y fanático de Los Estómagos sostiene: "No hay mercado, entonces no hay movimiento. Hay dibujantes jóvenes pero no se les da pelota, hay tres o cuatro diarios donde se mete alguna cosa. Aparte al no haber mercado no hay nivel, las exigencias se las impone uno mismo. La gran vedette de las temáticas es la ciencia-ficción, en Uruguay si no hacés ciencia-ficción no sos nadie. Si a un dibujante le dan una historieta de fútbol no la hace porque no es ciencia-ficción, me parece muy estúpido eso, si vos sos un dibujante hacés una historieta de romanos, de ciencia-ficción o romántica."

Desmasculinizando la historieta

Los artistas van ganado su espacio dentro de esta nueva generación. La historieta ha aparecido como un espacio artístico poco permeable a las propuestas femeninas, un terreno a conquistar por las jóvenes dibujantes y guionistas.

"Hasta el guión para la Bienal de Arte Joven lo que había escrito eran cuentos de ciencia-ficción y policiales. A partir de ese guión -continúa María Alejandra Obaya- me planteo escribir de otra manera. Me di cuenta que era una tipa que vive en Buenos Aires, que tenía rayes típicos de una tipa que vive en Buenos Aires tenía fue plantearlos en una historieta. Sentí mucho más eso que la ciencia-ficción. Además el personaje femenino de ciencia ficción no estaba planteado realmente desde lo femenino, yo me ponía en el papel de escritor-hombre para poder plantear un personaje femenino. Estoy haciendo todo un replanteo de eso, estoy tratando de.desmasculinizar mis personajes".

La dibujante Silvia Maldini agrega: "La historieta que mandé a la Bienal la guioné yo, estaba escribiendo todo como si fuera varón. De pronto dije: 'No, ¿qué estoy haciendo? Entonces la cambié toda. En lugar de decir "yo tuve un sueño de pibe" quedó "de piba". “…En las historietas o aparecen las minas super-heroínas, perfectas, que no juegan un papel demasiado importante, o historietas feministas donde la mina es una reventada, una resignada…” Dos opiniones y una historieta que recién empieza.

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