La destitución de Fernando Lugo puso en evidencia el profundo giro antidemocrático que admiten las instituciones republicanas, en el marco de un bloque regional perforado por ambiguas tramas de negocios.
A siete meses del próximo test electoral, un viaje al país del Mercosur en el que el nacionalismo es hoy un traje a medida de las élites y la política no habla en guaraní.