* Esta entrevista es la versión más extensa de la publicada en Crisis 65, continuación de los Apuntes desde la era del cobre.
Los Azules es el proyecto de extracción de cobre más avanzado en San Juan, ubicado en el departamento de Calingasta. Andes Corporación Minera S.A es la subsidiaria de McEwen Mining (empresa canadiense), propietaria junto a la poderosa minera Rio Tinto (14%) y la multinacional de los automóviles Stellantis (20%).
En las oficinas de la empresa en la capital sanjuanina nos recibe el alemán Michael Meding, gerente general del proyecto. Ex Barrick Gold, y con una larga trayectoria en proyectos mineros de distintos países, a fines de este año recibió el galardón de empresario minero del año y fue designado presidente del Grupo de Empresas Mineras Exploradoras de la República Argentina (Gemera), la institución que agrupa a las empresas que impulsan decenas de proyectos mineros que distintas legislaturas provinciales intentan imponer frente a las resistencias de asambleas y comunidades.
- ¿Cuál sería el papel de Los Azules frente a la demanda actual?
- Yo creo que primero hay que volver a pensar un poco sobre la necesidad de cobre en el mundo. Si ves los compromisos que han tomado los gobiernos desde del Acuerdo Climático de París hasta hoy día, para satisfacer a toda esa esa demanda de generación y de uso de energía verde, deberíamos producir en la próxima década la misma cantidad de minerales que se han producido en toda la historia de la humanidad. Estamos al frente de un escenario donde, por ejemplo, en el caso del cobre, se está pensando que hacia el 2050 deberíamos satisfacer una demanda de 68 millones de toneladas por año. Para tener una idea: Chile es el principal productor del mundo y produce entre 5 y 6 millones de toneladas. Ya en este momento a nivel mundial se están consumiendo 25 millones de toneladas, de las cuales cinco vienen de reciclado. Para cumplir con todas esas metas, a las que los gobiernos se han comprometido, necesitaríamos 43 millones más (siguiendo la estimación anterior). Para esto hay que hacer una cantidad de minas, de proyectos mineros, que me es difícil imaginar cómo. Primero, tienes que tener los proyectos, luego tienes que tener permisos, luego tienes que tener el capital para construirlas. Yo veo muy difícil llegar a semejante número. Creo también que la adopción de electromovilidad tal vez sea un poco menos rápida que lo que debería ser para llegar a esos números.
Si vamos a la historia del desarrollo de la humanidad, ¿qué pasó? Primero se calentaba con leña, luego con hidrocarburos y ahora está la energía nuclear, eólica, hidroeléctrica… Pero la curva, en general, no bajó: el consumo de leña subió en total porque la población aumentó. Entonces tampoco es que podríamos pensar que en el corto plazo va a bajar el uso de hidrocarburos, los próximos 25 años. Pero sí va a aumentar mucho la demanda total de energía, porque en lo general ves es que, a medida que aumenta la calidad de vida, aumenta la cantidad de consumo de energía per cápita.
- Pero no todos los países demandan lo mismo, ¿cómo están viendo la geopolítica de estos minerales?
-Estamos al frente de un escenario mundial donde vemos una balcanización, se forman bloques que antes no existían. Antes no existía un claro enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Un momento de crisis que causa también un aumento de demanda de algunos recursos naturales que antes eran muy fáciles de conseguir a través de los mercados internacionales, con cadenas logísticas bien aceitadas. Hemos visto que eso hoy no funciona. Esto, combinado con efectos como la pandemia donde se colapsó todo, donde las fábricas de autos se dieron cuenta que nos faltaban los chips de China y no llegaban porque se colapsaron las cadenas, pone al mundo frente de desafíos muy distintos que hace diez años atrás donde era muy fácil hacer outsourcing, y era fácil de aprovechar la diferencia en precios de mano de obra, en adaptación de tecnologías… Hay todo un escenario que Robert Friedland, un canadiense que es un icono de la minería, llama la venganza del minero. Él explica la necesidad muy grande de minerales que tiene el mundo para seguir desarrollándose, que hoy no se pueden satisfacer.
Hay todo un escenario de demanda muy grande, poca oferta -relativamente- y una imagen de la minería compleja, porque cuando vos piensas en minería, ¿en qué piensas?. En desastres ambientales, ¿no? Hay todo un cambio de imagen que es necesario en la industria, que necesita ser mucho más transparente, mucho más amena con el medio ambiente, que es un desafío enorme.
Tienes que cambiar la imagen, tienes que trabajar en forma distinta con el medio ambiente, tienes que estar súper transparente, tienes que involucrar a la gente, explicar el trabajo que hace un minero, qué impactos en el medio ambiente tiene y qué impactos positivos también trae para la sociedad. Un mix bien interesante. ¿Qué significa eso para nosotros? En la Argentina tenemos hoy día ocho proyectos importantes en el ámbito minero metalífero. De esos ocho proyectos importantes, cinco se encuentran en la provincia de San Juan. Si excluyes a Mara, que está en Catamarca, y Taca Taca, que está en Salta, San Juan juega para la Argentina y para la minería metalífera -especialmente para el cobre-, un rol clave para el futuro desarrollo. Es también un poco lógico porque es la provincia que tiene una historia larga de minería. Acá tienes mucha experiencia y tienes gobiernos que han apoyado, y una sociedad que ha apoyado desde hace más de 20 años a la minería. Ese es el contexto geopolítico, argentino y sanjuanino en que estamos desarrollando nuestro proyecto.
-¿Cuán avanzado está hoy el proyecto?
-Se han hecho muchos estudios, se ha hecho perforación alrededor de 60.000 metros, pero la pregunta era, ¿qué queremos hacer?. Tengo bastante experiencia en San Juan, llegué acá en 2010, trabajé para una empresa minera muy grande, estuve en construcción de un proyecto muy grande, que fracasó, entonces tengo el manual de todos los problemas que pueden que puedan existir.
Y uno de esos, el primero es el medioambiental, porque Pascua Lama se cerró por problemas medioambientales en Chile ¿no? Y luego, de infraestructura, porque hacer un proyecto en altura -en el caso de Pascua era 4400 a 5200 metros de altura- es muy complicado y estás hablando de un megaproyecto industrial: la planta de Pascua Lama sobre el lado argentino, si lo miras en Google Earth, son cuatro kilómetros. Entonces en esas conversaciones, dijimos ¿qué proyecto queremos hacer? Primero queremos hacer un proyecto que sea muy distinto en términos de cómo manejamos el medioambiente, cómo nos emplazamos, cómo queremos que nos vean los calingastinos -el departamento donde está ubicado el proyecto-, cómo queremos que nos vean los sanjuaninos y los argentinos.
Queremos ser la mina más verde del mundo. Y hemos buscado el apoyo de un arquitecto, que le dicen el Steve Jobs del desarrollo de construcciones industriales verdes, James McLean, que hace edificios autosustentables. Trabajó para Microsoft, Apple… y hace casas con tratamiento de aguas y sistemas de acondicionamiento de aire. Tecnologías un poco más innovadoras, que involucran la naturaleza, con generación de energía solar, pero también el aprovechamiento de energía…
Por otro lado, estamos haciendo un estudio de factibilidad, donde tienes que tener un documento para poder ir a un banco y decir: ´Mira, esto lo vamos a hacer´. Y el banco te va a preguntar: ´¿Dónde se ha hecho antes lo que vos propones? ¿Cómo me puedes mostrar que es factible?´. Entonces estamos operando en ese campo de tensión entre innovación, aplicación de tecnologías distintas, en algunos casos ancestrales, con minería moderna. La idea es que el campamento en la montaña sea un lugar donde la gente quiera estar, quiera trabajar.
Luego otro punto: ¿Cómo hacemos lo más circular posible nuestro proceso productivo? Hemos elegido el proceso productivo con menor huella medioambiental. Nos lo permite el tipo de mineralización que tenemos. El cobre se obtiene principalmente con dos métodos: molienda y flotación o lixiviación. En este proyecto lo obtendremos por lixiviación, que consiste en usar un lixiviante -ácido sulfúrico-, que disuelves el cobre en la roca apilada, lo separa, y luego lo pones en una planta de electroobtención. El resultado son placas, cátodos de cobre.
Luego vamos a transportar estos cátodos de cobre, vía terrestre, o vía tren, a Rosario, de ahí a Buenos Aires. Proyectamos vender un 10 o 15% de la producción al mercado local, y el resto exportar. Hoy día Argentina importa aproximadamente 20.000 toneladas. Nosotros estamos pensando en producir, en promedio, en los 27 años de la mina, aproximadamente 162 mil toneladas.
- Ese 10 o 15%, ¿es política de la empresa o hay alguna exigencia del país?
-No hay ninguna exigencia de nada. El método que les comentaba, necesita mucha menos agua y energía porque solo necesitas hacer rocas de ese porte y luego molerlas. Y por otro lado, no tienes que enviar lo que te queda del concentrado a la China, a la India, a Europa o a Estados Unidos, a refinadoras, sino directamente obtienes un producto final.
Para que eso funcione haces una pila de lixiviación, que es un sistema de membranas que no deja colar: pones una membrana plástica de alta densidad, con un sistema de drenaje, y arriba apilas la roca que vas a regar con agua para lixiviar. Si algo se escapa, lo colectas en el medio, como medida de seguridad. Lo que quieres es contener algo que tienes adentro y quieres evitar contacto con el medio ambiente.
Tiene como contrapartida que la recuperación del mineral solo funciona en ciertos minerales, y habitualmente tiene una recuperación que no es tan alta. Y no sacas minerales que habitualmente vienen juntos como el oro y la plata. Si quiero consumir menos agua y energía, que tenga menos riesgo, puedo hacerlo con mi mineral pero tengo menos recuperación total.
Es el trade off, el intercambio que uno hace. Hemos decidido perder rentabilidad por mejor rendimiento medioambiental.
- Pero nos falta una parte del proceso: ¿cómo hacemos que esas rocas estén aplicadas y sean cada vez más pequeñas, y, finalmente, sean cobre?
- Estamos en la parte del proceso donde ponemos el café en la maquinita y empezamos a poner el agua…
-Siguiendo esa metáfora, el grano de café ¿cómo lo obtenemos?
-El café se obtiene de la planta, luego se tuesta y luego se muele ¿no? En nuestro caso tenemos que sacar la capa donde no hay mineral. Luego llegamos al mineral, sacamos la roca y la trituramos.
-¿Y todo eso cómo se saca?
-Se hace voladura. Voladura y acarreo, Luego viene un sistema de trituración. El sistema de trituración depende de las características de la roca, porque puedes tener una roca con mineralización muy dura, competente, o puedes tener mineralización que está en roca muy poco competente, que se desarma fácilmente. Entonces, por un lado, pones la parte que no es económicamente rentable, estéril, lo de baja ley. Por otro lado, lo que tal vez en el futuro vas a procesar, lo apilas. Che necesitamos abrir un poco porque si no nos falta el oxígeno acá…
-¿Y los precios serían iguales en el país y en el resto del mundo?
-Obviamente vas a tener una ventaja porque no tienes el costo asociado al transporte. El cobre normalmente se vende a precios internacionales. Ahora bien, el precio internacional depende de dónde lo tienes, ¿no? En el fondo para Argentina va a ser negocio porque no tiene que importar y pagar el costo de importación. El tema es, si vamos a tener problemas de abastecimiento de minerales a nivel mundial, como hablamos antes, entonces teniendo ese mineral listo para ser industrializado será una ventaja porque no dependes de otro estado, como por ejemplo China, que te lo revende refinado.
Los azules va a ser el primer productor de cátodos de cobre, que es el directamente industrializado, mientras que el concentrado de cobre, que es el que van a producir los demás productores de cobre en el país, sí o sí tiene que exportarse para volver a ingresar al país, porque en Argentina no hay refinadores.
- Además de Río Tinto, que es una minera mundial, Stellantis participa de Los Azules, ¿cómo es esa alianza?
-Un día estaba mirando el techo en Toronto y digo: ´Che, ¿de dónde sacamos la plata para financiar ese proyecto que no es tradicional? ¿Qué podemos hacer distinto para obtener fondos?´, y conversando con mi jefe dijimos: ´¿Quién va a usar nuestro producto?´. Automotoras, por transición energética… Entonces empezamos a contactarnos con todas. La gente de Stellantis vio que nuestra propuesta funcionaba con la estrategia de electromovilidad que están pensando. Y nos hicimos socios. Ya han invertido, a tasa oficial dólar, 275 millones. Con eso tienen un poco menos de 20% de la empresa. ¿Qué le interesa a Stellantis? La producción de cobre que nosotros llamamos verde, es decir, cero emisiones de gases invernaderos. Porque nosotros creemos que esto va a ser también un diferenciador más allá del cobre en sí porque es una placa de cobre, la misma que producen en Chile, pero cómo se obtiene es muy distinto. ¿Qué tipo de energía usa? ¿Qué tipo de relación tiene con las comunidades? ¿Qué tipo de perfil de responsabilidad social empresaria tienes? ¿Dónde tenemos habitualmente resistencia a la minería? En los grandes centros urbanos. ¿Cuáles son los grandes centros urbanos en Argentina? Buenos Aires y Córdoba, donde tienen plantas. Si vamos con la explicación que nuestro cobre, de alguna u otra forma, va a terminar en los autos de Stellantis, es decir, el muchacho que estudia Ciencias Sociales en la UBA, el fin de semana se va a Tigre con su novia usando el auto de Stellantis con el cobre de San Juan. Es una cosa comunicacionalmente muy potente porque la gente no se puede imaginar. Cuando vos hablás de minería en Buenos Aires, la gente piensa en el Riachuelo, ¿así se llama?
-Vos decís que hay más oposición a la minería en Buenos Aires que, por ejemplo en Jáchal
-Sí, obvio, sí, claro.
-Y la idea entonces sería convencerlos de que necesitan el auto
-No solo el auto, sino la minería, y que la gente se eduque un poco sobre cómo funciona la vida. Hay un dicho que dice “Lo que no crece, se mina”. Y es así. Porque todo lo que tú usas o está fabricado por materiales naturales, o por animales, o es petroquímica, que es una forma de minería también, digamos, del petróleo. La gente cree muchas veces que la carne viene de la bandeja del supermercado. No saben que hay que cuidar los animales, criar a los animales, llevarlos al veterinario, faenar a los animales, matarlos, ponerlos en pedacitos, trozarlos, transportarlos y ponerlos en el supermercado.
Queremos cambiar eso, no solo mostrar cómo se hace, sino que se pueden hacer las cosas de forma responsable. Sí yo tengo la chance de comprar, por ejemplo, carne que se hace no en feedlots, sino donde el animalito vive la vida poca que tiene, en una condición mejor, compro esa. Pero para eso necesito hacer marketing, para que el consumidor sepa que, bueno “esto es el huevito de la granja donde la gallinita tiene su espacio y se alimenta bien”. Pero hay que poner valor esos huevos que vienen de la gallina de un campo libre. Nosotros queremos hacer minería lo más responsable posible. Vamos a hacer un pozo y vamos a impactar al medio ambiente, pero queremos limitar los impactos que tiene nuestro proyecto. Y por eso tener un socio como Stellantis es importante porque nos permite una comunicación en lugares donde con la minería antiguamente no se llegó, pero los tiempos están cambiando.
-Según tu visión, ¿el RIGI sería un avance para la minería en Argentina?
- Argentina ha perdido mucho la confianza internacional. Cuando vos querés hacer un negocio con alguien y el otro te dice: ´Dame tu plata´ y vos decís: Bueno, ¿cuándo me lo devuelves?´ Y el otro te dice: ´No te lo voy a devolver´¿lo vas a hacer? Lo más probable es que no. Eso fue Argentina en las últimas décadas. Fue muy difícil hacer negocios en forma planificada. Los proyectos mineros son de alto riesgo, requieren mucho capital. No está claro si vas a llevar el proyecto adelante de la forma en que está pensando cuando lo haces, porque son proyectos de muchos años, complejos a la hora de la construcción, y por más que hagas bien la planificación te cambian los precios y la rentabilidad que pensabas…
Ahora bien, con el RIGI, ¿vamos a tener lluvia de dólares? No, no lo vamos a tener. Pero sí es un primer paso muy importante en encaminar hacia una Argentina más confiable. ¿Por qué? Porque tienen mecanismos adentro de protección que suponen que tú puedes litigar en el caso que el Estado no cumpla con lo que te está prometiendo. Argentina siempre tenía un problema con eso, diciendo que cede soberanía. Pero si alguien te presta plata lo tienes que pagar. No, no tiene que ver con seguridad, sino con ética. El RIGI además tiene un sistema de incentivos, porque vos tienes que ser competitivo en comparación con otros países mineros y ahí falta un poco todavía, porque el RIGI lleva, según nuestros cálculos, una empresa a un nivel como Chile. Pero Chile hoy, que todavía tiene minas bien desarrolladas, no Chile como hace 20 años atrás, 30 años atrás, donde era mucho más atractivo hacer proyectos. Pero es un buen paso en la dirección indicada. ¿Qué hace falta? Que Argentina siga caminando un camino de decir: ´Che, vamos a honrar nuestros compromisos, vamos a hacer lo que estamos diciendo que haremos. Es lo mismo que la sociedad espera de nosotros, que hagamos lo que decimos que vamos a hacer, nada más que eso´. El problema es a nivel mundial que, y ahí cerramos la conversación donde empezamos, la gente quiere invertir en las cosas cool donde creen que son todos verdes. Y la inteligencia artificial, nada que ver. Tiene un consumo de energía monstruoso, necesidad de centros de computación enormes. La necesidad de recursos naturales es enorme. No es una cosa que mágicamente cae del cielo. El iPhone no nace de la caja. Entonces el tema ahí es que cuesta como industria atraer ese capital, y más en Argentina. Dicho eso, parte de mi trabajo es levantar capital, es decir, atraer inversiones. Cuando yo voy a conferencias internacionales, normalmente la gente escucha y me dice: “Che, qué buen proyecto que tienes, lástima que esté en Argentina”. Estuve hace dos semanas en Estados Unidos en una conferencia. Se llama Precious Metal Summit. Hicimos 30 presentaciones en 4 días a posibles inversionistas y esta vez fue “Qué interesante el proyecto que tienes y Argentina qué interesante”. Es decir, ya está un poco cambiando. Si ves las empresas mineras que han estado activas en Argentina en los últimos dos años ves los grandes nombres, es decir, la dinámica está cambiando.
-¿Cómo es la situación catastral y la propiedad sobre el territorio mineralizado?
-Somos superficiarios y tenemos los derechos mineros en dónde está ubicado nuestro proyecto. Tenemos más derechos de cateo que superficie -en nuestro caso son minas- pero no en todo lo que tenemos hemos encontrado mineral. Nosotros tenemos 0.4% aproximadamente en la mineralización indicada y 0.3% en los recursos inferidos, de menor certeza arqueológica. Si tú comparas eso con Kamoa-Kakula, en la República Democrática del Congo, esos tipos tienen 4% de cobre (por tonelada). Diez veces más. Por eso cuando yo empecé a hablar mencioné a Friedland. Él es el fundador de esa mina.
-¿Y en términos de tiempo de realización? ¿Cuándo comenzarían a operar?.
- Factibilidad: marzo o abril de 2025. ¿Construcción? Línea eléctrica, camino, campamento: 2026 en adelante. Construcción masiva a partir de 2027. Destape de la mina 2028 y entrada en producción 2029. Si tenemos el financiamiento, si tenemos los permisos y si no bajó el precio en el mercado internacional de cobre, si no hay guerra civil u otras cosas -siempre un disclaim hay que poner. Hasta el momento llevamos financiado 416 millones de dólares en el empresa. Solo el capital para la construcción son 2500 millones de dólares. 250 millones de dólares de capital de trabajo, es decir, los insumos, los repuestos, bla bla, bla, bla. Y para el periodo cuando empiezas, hasta que empiezas a facturar, necesitas pagar intereses, que son otros 250 millones de dólares. Es decir, que necesitamos financiar sobre 3 mil, 3300 millones de dólares. Va a ser internacionalmente difícil, pero llevamos 400. Tengo fe. Si vos no tienes fe, no puedes trabajar en minería. 2029 parece mucho tiempo pero es muy poco. Cualquier cosa que no te resulta en esta campaña te puede atrasar hasta seis meses.
-Volviendo al RIGI. ¿Creés que acelera y ayuda a esa fe?
- Estuvimos con el Presidente a solas una hora en abril. 30 minutos de clase de economía argentina y 30 minutos sobre en qué podríamos contribuir al país nosotros. Me pregunta: “¿Cómo están con el tema del financiamiento?”. Le dije: “Mira, señor Presidente, yo creo que podemos financiar y llegamos a la factibilidad y llegamos a la ingeniería (en aquel momento me faltaban 130 millones de dólares). Pero la construcción no la vamos a financiar si no tenemos algo como el RIGI o similar”. El RIGI es absolutamente fundamental. Me dijo: “Pregunto porque creemos que nos va a ir bien con la economía y con las elecciones de medio término”. Fue muy claro: no nos dijo que no hay problema, les prometo…Dijo: “No les puedo garantizar nada, pero el próximo año, si seguimos mejorando la economía, creemos que sí vamos a tener los votos suficientes, si fuera antes, mejor”. Pero esto fue una charla bien interesante porque uno lee los diarios y tienes una imágen y vas y tienes una imagen totalmente distinta.
Cuando yo era gerente de finanzas de Barrick había una cosa que se llama precio y cantidades revisables: tú exportas algo pero no sabes cuánto es ese algo. La aduana toma muestras, tú tomas muestras, pero quien te paga al final es la refinadora en el otro lado, porque tiene sus costos por elementos deletéreos como selenio, arsénico y todo lo demás. Y a veces no es lo que creías. Cuando la refinadora te paga un poco más, la aduana te cobra la diferencia. Cuando fue de menos, ya no quisieron pagar. Voy a la aduana y digo: “Che, muchachos, (hace golpecitos sobre la mesa), devuélvanme los derechos de importación sobre lo pagado”. Y te lo devuelven en pesos, ya devaluado. Si pretendes demandar para reclamar lo que te corresponde, te dicen: “Te paramos todas las exportaciones”. Te extorsionan, estás frente a patotas y no puedes hacer nada, porque si no tienes que despedir a tres mil personas. Mientras tanto estás litigando con la aduana. Y esa es la forma en que interactuaba el Estado argentino en el pasado. Es complejo ese manejo. Por eso es importantísimo tener reglas claras, con lo que sean las reglas, y cumplirlas.
-Recién decías cómo se contribuye el país, pensando en las regalías, que son del 3% para la minería, ¿creés que es justo ese porcentaje?
-Es muchísimo. Debería ser más bajo. Internacionalmente Argentina para las empresas mineras es caro y vos estás compitiendo con Estados Unidos. Si vos tienes la misma mina en Nevada, en Estados Unidos o en San Juan, Argentina, ¿dónde construis? En Nevada. No te cambian los reglas de juego, no tienes problema con la plata…En el tema regalías tiene que pensarse también que se va mucho en los proveedores locales. De 120 millones de dólares que hemos gastado en los últimos 12 meses, 12 millones fueron a la comunidad. 10% ¿Es mucho o poco? San Juan tiene 800.000 habitantes y 10.000 Calingasta. Fue mucho por cápita al departamento. Si ves minas de oro, normalmente tienen rentabilidades que sacan de Argentina de 5 a 15%. Esto es bajísimo. Todo el resto queda en Argentina. Para tomar semejante riesgo es tremendo.
Hoy estás aproximadamente cinco puntos de porcentaje encima de Nevada, un país donde tienes todo, si quiero tener una pala, la tengo. Acá demora un año, ¿me entiendes?
-¿Y en relación a Chile?
-Chile está hoy con una carga impositiva de 39% aproximadamente, igual que Argentina más o menos. El problema es cuántos proyectos nuevos se hacen en Chile. Muy pocos. Y Chile es un país así de ancho: tienes acceso al Pacífico por todos lados. Cuando fuimos a ver El Abra, de Freeport, que es una mina muy similar a lo que nosotros queremos -la mitad de tamaño, pero la idea es muy similar-, tiene un tren que llega hasta la planta. Un tren. Nosotros tenemos que hacer 12 kilómetros en tren, casi 400 kilómetros con camiones, ¿y quién financia eso?
-Hay una diferencia entre este proyecto, bastante más lejos de la población, y, por ejemplo, el de Agua Rica que está a 17 kilómetros de Andalgalá. Muy cerca, y la montaña es muy empinada. ¿No hay cuestiones objetivas y concretas de riesgo ahí?
-Sí y no, porque en Chile existen muchas minas que están al lado del pueblo, o que el pueblo nació en conjunto con la mina. Si vas a Antofagasta en Chile y ves las pilas de lixiviación, son kilómetros al lado de la autopista. Entonces hay también esa ventaja que chilenos y minería tienen todo el tiempo contacto. Entonces no hay tanto rechazo a la minería en Chile como en algunos lados en Argentina. Esa cercanía tiene también ventajas. Nosotros estamos más lejos entonces tenemos que llevar a la gente para que puedan ver. La transparencia es lo que crea la confianza.
-¿Por qué crees que no existe la transparencia?
-Esa discusión tenía con unos chicos antimineros. Me paré al frente a la gente cuatro horas, en conjunto con el oficial de Medio ambiente, y explicamos el impacto ambiental. Durante dos horas fuimos insultados por un par de personas. Escuchamos todo lo que tienen que decir, porque a veces también son preocupaciones que no te diste cuenta antes. De ahí, por ejemplo, fue un tipo que dijo: “A mí no me dejan subir al camino. Soy guía de pesca y llevo gente arriba y gano mi vida con eso y no puedo pasar por el camino de ustedes”. La cordillera no es tierra de nadie. Son campos privados, la gran mayoría de la cordillera está en manos de privados.