Año impar. El país presidencialista discute sobre el debate presidencial, ya muy cerquita del 22 de octubre. En ese contexto, la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), principal sindicato docente de la Ciudad de Buenos Aires, conducido desde principios del siglo veintiuno por la misma fuerza, irá a una elección en la que tres listas disputan la conducción: la Celeste (oficialismo), la Multicolor (de la izquierda trotskista) y la Púrpura-Verde-Granate.
La novedad esta vez es la unidad entre un colectivo docente que rompió con el oficialismo, la Corriente de les Trabajadores de la Educación, y otro que ya en 2019 se presentó como tercera vía entre la Celeste y la izquierda trotskista, La Granate. Continuidad o cambio será el dilema de la docencia porteña.
La cita es en un local de Pompeya. Carolina Brandariz (candidata a secretaria general por la Corriente de Trabajadoras de la Educación) y Luz Aguilar (Secretaria adjunta por La Granate) conversan con crisis sobre los desafíos de la representación sindical, mientras la desafección y el malestar son capitalizados por proyectos políticos de derecha.
–¿Cuándo aparece la posibilidad de confluir en una propuesta de unidad que sea una especie de tercera vía para el sindicato?
Luz Aguilar (L.A): Hace años que nos encontramos trabajando como militantes de base, que apostamos al sindicato, y vemos cuestiones que no van más. Cada uno por su parte hizo un proceso. Venimos viendo cuestiones que obturan la militancia del gremio: la actual conducción se sienta a bajar línea, no a discutir. Hay un verticalismo más propio de una directora de escuela que de una militante sindical. Por eso el recambio es muy necesario. La cúpula del sindicato es toda gente a punto de jubilarse o jubilada y hace muchísimo tiempo que no labura en una escuela. Así perdés capacidad de lectura de lo que pasa.
Carolina Brandariz (C.B): Supimos tener plenarios donde había 700 delegados y hoy no llegamos a 100. Eso tiene que ver con cómo se fue despreciando la militancia, no se la cuidó. Creo que nosotras tratamos de recorrer el camino inverso. Desde la militancia, poder alcanzar a aquel compañero o compañera que no necesariamente destina tiempo a militar, pero sí quiere participar del sindicato, sí quiere dar una opinión, sí puede organizar su escuela, sí puede construir una síntesis de su escuela sobre si están a favor de tal o cual medida. Nosotras quisiéramos poder construir un sindicato mucho más masivo de lo que la UTE es actualmente, no solamente recuperar lo que fue, sino ojalá muchísimo más, con más amplitud, muchísimo más masivo. Así se perdió mucho poder de fuego porque cuando convocás a una marcha, si tenés solo una cuadra de gente… bueno… flaco favor le hacemos a Sole Acuña, que luego va a ningunearte cuando lleve a cabo alguna medida ofensiva contra la docencia.
–¿Dónde está la ruptura o el corte generacional que vienen planteando en la campaña?
L.A: Bueno, en primer término, concretamente, La Granate conforma una agrupación con docentes muy jóvenes y con estudiantes. Van más de diez años de militancia y seguimos todavía siendo jóvenes. La Corriente de Trabajadores de la Educación también es una fuerza joven.
C.B: Hay algunas lógicas sindicales que no van más. Modos de conducir donde u obedecés o estás en la vereda del frente, que para nosotros no enriquecen a la organización. Tiene que estar más expresado el pensamiento crítico, el debate político… La organización se achica y pierde riqueza si no hay debate político. Por ejemplo, en la pandemia la UTE prácticamente olvidó el derecho social a la educación. La CTERA trató que nuestros planteos sindicales pudieran intersectar bien -esa palabrita que usa el feminismo- lo que son los planteos por las condiciones de trabajo con el derecho a la educación. Los planteos no pueden ser solo corporación. Y en pandemia se planteó únicamente el modo virtual y se podrían haber pensado alternativas en las que cada docente joven pudiera tener algún tipo de espacio en la escuela. Y la verdad es que la escuela volvió a abrir y el sindicato estaba cerrado. No tenía atención, cerrado físicamente el edificio de Mitre. Tenemos dirigentes que conducen actualmente la UTE que en toda la pandemia estuvieron en sus casas. Los entiendo, son personas grandes, pero tenés niveles de responsabilidad dirigencial. Muchos de nosotros no tuvimos un solo día de aislamiento.
–¿Lo generacional en este caso no es un pedido de democracia sindical o hay cuestiones más específicas en este intento de relanzar la representación y el protagonismo sindical?
C.B: Hoy hay una crítica a la política que viene de lugares con los que no estoy para nada de acuerdo pero la pregunta es al servicio de quién está. Y acá también: al servicio de quién está el sindicato. Desde el feminismo muchas compañeras jóvenes quieren protagonizar. No les cabe que venga un dirigente sindical y les diga cómo es. Quieren tomar parte de las decisiones. Exigen que la construcción de las decisiones del sindicato sean de otra manera. Lo que decía Luz también: la distancia entre la dirigencia y lo que pasa en las escuelas se nota. También la eficacia sindical; nuestras condiciones fueron empeorando, estamos en el puesto 20 de 24 provincias en términos salariales, tenemos una sobrecarga administrativa infernal. Cualquiera que trabaja hace 15 años recuerda momentos en que estuvo mucho mejor. Hay más control ideológico por parte del Ministerio.El programa estaba ahí, creo que se trata de otra sensibilidad. Era cuestión de escuchar a la docencia: qué piensan que hay que hacer en la primaria, en la secundaria… sintetizar o interpretar lo que les pasa, sus propuestas, y darles un marco, que es el de la pelea sindical. Lo generacional se expresa en otra sensibilidad para escuchar también. No hay ningún iluminado, sino que es la vocación de este Frente a darle voz y construir síntesis en torno a las prioridades que hoy existen.
L.A: El rol del sindicato se viene poniendo en cuestión hace mucho. Parecería que todo le echamos la culpa a la pandemia pero ahí implosionaron muchas cosas en relación a los docentes y al sindicato. Una de las cosas que armamos juntes, que nos permitieron armar un programa común, además de lo salarial, es la gremialidad. Además, me parece que la actual conducción perdió la gimnasia. Es también la falta una lectura política creativa y tener la sensibilidad para movilizarnos con lo que nos está pasando. En los últimos años, con la digitalización, el GCBA no solo da herramientas mediocres, a las que ponen poca guita, y colapsa cada dos por tres cuando tenés que cargar informes o hacer alguna gestión. También controla lo que la escuela hace y tiene contacto directo con la familia. Genera una ruptura en la relación con las familias. El sindicato tenía en su momento instancias pedagógicas importantes y hace tiempo las dejó de lado. Estamos intentando volver a poner sobre la mesa todo esto. Pensarnos como protagonistas de la política educativa.
–¿Dónde están hoy las disputas claves que marcan la diferencia entre un sindicato potente y otro desarticulado?
L.A.: Creo que parte del problema que hay tiene que ver con perder autonomía sobre el trabajo pero no un nivel de decisión individual de “yo hago lo que quiera cuando cierro la puerta”, sino la posibilidad de las escuelas de pensar su institución, de pensarse en un territorio, de poder planificar, de poder organizar la tarea en función de sus necesidades. Y también hay algo que se fue generando, que fue generando Acuña (ministra de Educación de la CABA) y esta gestión, que es que fueron creando algunas figuras directivas que responden directamente a ellos. Si un docente hace un planteo en la capacitación, por ejemplo, con el caso de la fluidez lectora y la discusión de los enfoques para la alfabetización, al otro día llega a la escuela y la directora sabe que esa persona intervino en la capacitación. Hay un nivel de control de la información tremendo. Y eso parece menor pero te destruye emocionalmente. En esos casos entonces la escuela es un desastre, la obra social no te responde cuando empieza a expresarse en el cuerpo el malestar y el MIA (sistema de solicitud y gestión de licencias porteño) es un desastre. Todo eso, en su conjunto, hace que las cabezas exploten. Si no recuperamos ese poder en la escuela, más colectivo, sobre lo que hacemos en el día a día, vamos a seguir resolviendo estos problemas de manera individual: voy a ir al psicólogo a resolver lo que me pasa a mi y no el problema que tenemos en la escuela, que se colectiviza, porque muchos están padeciendo cosas que tienen que ver con las condiciones de trabajo.
C. B.: Son debates profundos. Habla de niveles de alienación, de ajenidad, en un trabajo que genera mucha presión. Mientras se discute la reducción de la jornada laboral en el mundo nosotros estamos sosteniendo jornadas laborales de 8 a 5 de la tarde con grupos de niños y niñas, mientras que en los planteos históricos de la CTERA estaba que un docente pudiese trabajar con un solo cargo y que pudiese planificar, corregir, tareas que quedan fuera de la jornada laboral, en la escuela. Para eso tenemos que protagonizar esos debates.
–¿Cómo se desarma la trampa en la Ciudad que llevó, quizás desde que gobierna el PRO (2007), a una especie de inmovilismo en el panorama educativo en el que sindicatos y gobiernos uno casi que ya puede imaginarse qué van a decir antes de cada potencial conflicto?
L.A: Lo central es recuperar la credibilidad del sindicato. Además del descuento en los lentes, que está muy bien, o las vacaciones en no sé dónde, el sindicato debe tener un lugar porque mejora mis condiciones de trabajo, me acompaña en la escuela cuando tenemos un problema.
CB: La fuerza política que gobierna hace 15 años la Ciudad construyó capilaridad en las escuelas y esa capilaridad que construyó fueron los lugares vacíos que perdió el sindicato. Antes teníamos conducciones mucho más formadas por nuestra organización sindical, con posturas político-pedagógicas que expresaban debates colectivos, que expresaban debates de la organización sindical. Posicionamientos no solamente atados a la norma sino que expresaban posicionamientos pedagógicos, modos de enseñar, concepciones del mundo, que están en disputa con una fuerza política que tiene capilaridad en las escuelas, que en parte la ganó porque nosotros la perdimos. Perdimos hasta representación en la OSBA (obra social). La UTE supo tener legisladores y legisladoras que expresaban al interior de la legislatura la voz de las trabajadoras de la ciudad y eso también lo perdió en la medida que se fue achicando la organización.
buscando el emulgente del campo popular
La elección del martes 10 de octubre, en la que sobre un padrón de alrededor de 10 mil personas votarían la mitad o un poco más, podría significar el fin de la inercia que hace años reina en la Ciudad. De la movilización de esas y esos votantes dependen los resultados. Y, como siempre en estos casos, de la eficaz fiscalización de los votos.
El año impar significó esta vez alianzas novedosas en algunos distritos y un arco de coordinaciones nuevo, con una impronta generacional que logró cuajar la unidad de quienes piensan parecido. Podríamos inscribir en esta saga, en el plano de la representación política, la apuesta que hoy es la corriente Argentina Humana que lanzó Juan Grabois el mismo día que se conocía el batacazo de Milei. O bien la gestión de Mariel Fernandez en Moreno, que tomó fuerza luego de ganarle a un contrincante tradicional del peronismo y ahora va por la reelección. También el “palo y afuera” de Ciudad Futura en las elecciones de Rosario, o la posibilidad en La Matanza de disputarle la conducción a Fernando Espinoza, que quedó a mitad de camino. Brandariz y Aguilar, de colectivos distintos, ahora juntas, se sienten parte de ese burbujeo. Quién sabe si serán los primeros acordes de aquella nueva música que varies quisieran componer.
–¿Por qué apostar al sindicato y por qué UTE entre tantos otros?
CB. Militamos en UTE porque es el único sindicato de base de la CTERA en la Ciudad. Si se priorizaran los reclamos docentes por sobre el protagonismo de determinada lucha o los estrellatos, creo que hay condiciones para confluir con otras organizaciones sindicales y replicar una experiencia que el SUTEBA hizo en la Provincia de Buenos Aires, que es la del Frente Gremial. Y después la paritaria. Anualmente nos convocan a una que no tiene rango de ley, que ubica a todas las organizaciones sindicales a la par, por más que algunas tienen mucha más representatividad que otras, con lo cual exigimos que haya una ley de paritarias en la Ciudad. El año pasado se modificó el Estatuto del Docente a través de la legislatura de la ciudad. Necesitamos un ámbito propio de los docentes donde podamos discutir con nuestro empleador, que es el Gobierno de la Ciudad. Tenemos que tener voz respecto de eso. Se dificultó la confluencia por cuestiones de cartel en vez de construir mayorías en torno a que haya eficacia en las reivindicaciones que plantean los docentes.
L.A: Hay 17 sindicatos, que algunos tienen muy poquitos, y tienen el mismo peso que UTE cuando se sientan a negociar. Algo obvio para quienes militamos pero cuando volvemos a las escuelas nos preguntan: “¿che por qué la UTE aceptó esto?”. Y no es que lo aceptamos. Cuando Acuña manda el mail es que se sentó con los otros sindicatos, que te dan puntaje porque te dan un curso… Y entonces, ¿cuál es la función del sindicato? Volver a recuperar a todos los afiliados que se perdieron, porque muchos se desafiliaron los últimos años. Lo vemos ahora que estuvimos buscando avales y fiscales.
–¿Qué chances hay de dar la sopresa? ¿A dónde tienen que ir a buscar los votos para ganar?
L.A: Tenemos que buscar los votos en todos lados. No hay padrones cautivos de uno y de otro. Estamos en modo propuestas, hablar de la docencia y el ministerio, sin hablar de los demás. Para la actual conducción es difícil decir que vas a tener propuestas cuando vos venis conduciendo y no hiciste nada hasta acá.
CB: Nos imaginamos una elección muy reñida, muy voto a voto. Toda nuestra militancia está haciendo un esfuerzo enorme por llegar a cada compañera, de transmitir nuestro planteo, e interpretar esa crisis que está ahí. Nuestra lista bien interpreta eso. Los compañeros y las compañeras expresan mucha soledad, sienten que están trabajando en peores condiciones de las que trabajaban expresan este sálvese quien pueda, que muchas veces es mejor llamar de primera mano al Ministerio de Educación que al sindicato, que hoy te reproduce lo que dice el Ministerio de Educación. Es un momento de mucha discusión y eso es bueno, eso también hace crecer a la organización, independientemente de lo que ocurra el 10. Esos debates son necesarios y mejor eso que la paz de los ministerios.
–¿Cómo creen que ven desde el Ministerio de Educación de CABA esta disputa?
CB: Más que lo que digan ellos nos importa lo que diga la docencia. Yo creo que el sindicato no puede negar una parte fundamental de su razón de ser, que es negociar. La verdad es que la UTE no tiene un puente con el Ministerio de Educación para resolver nada y los compañeros y la comunidad necesitan que les resuelvan cosas. Primero teniendo eficacia gremial es que puedo disputar el proyecto de país.
–Esa siempre fue una discusión en el peronismo sindical, ¿no? En general el lema de la ortodoxia sindical es que no hay solución gremial sin solución política. ¿De eso no se deriva que la solución va por arriba?
CB: Ubicarse en un lugar político-ideológico en la ciudad de Buenos Aires te reduce a un lugar muy minoritario. Es cierto que en tanto y en cuanto haya un proyecto político que defienda los trabajadores y las trabajadoras, la agenda gremial puede estar más atendida. Pero estamos en la ciudad de Buenos Aires: hace 15 años que gobierna Cambiemos, o sea, justamente si algo no está sucediendo, o no va a suceder en el marco de la hegemonía de Cambiemos es eso. Por eso aún más, si querés juntar fuerza, tenés que fortalecer una agenda gremial.Y aparte que eso, como lo expresan grandes dirigente como Cristina Fernández: quien a cada cual atienda a su juego. Yo tengo que hacer mi tarea, tengo que organizar, convocar a más compas porque si no todo se lo pedimos al dirigente nacional, ¿no?
L.A: El año pasado hubo un paro, muy impulsado por nuestros espacios, cuando Sole Acuña nos mandaba a laburar los sábados. Este paro fue creo que el de mayor acatamiento durante toda la gestión Soledad Acuña. Y ahí no pararon únicamente las docentes que votaron un proyecto nacional y popular. También pararon docentes que los votaron pero que interpretan que sus condiciones de trabajo van a estar perjudicadas. A eso nos referimos con darle protagonismo a una agenda de carácter gremial que pueda poner en primera plana las condiciones de trabajo. Yo no tengo dudas de que el sindicato va a estar mucho mejor, más organizado, más movilizado, con más trabajo de base si nosotros ganamos como lista.