I. El libro de Andrea Giunta propone un recorrido por obras del campo de las artes visuales que, entre los años sesenta y ochenta, configuraron una comprensión distinta del cuerpo femenino, en disidencia con los lugares socialmente normalizados. La perspectiva crítica sobre la representación menor de la mujer en el campo del arte, señalamiento que se demuestra y fundamenta con cifras y argumentos muchas veces utilizados para naturalizar dicha marginalidad, enmarca la construcción de un repertorio por parte de la autora que incluye las obras de Clemencia Lucena, María Luisa Bemberg, Narcisa Hirsch, la experiencia de los feminismos artísticos en México, Nelbia Romero (Uruguay) y Paz Errázuriz (Chile). La perspectiva de género y el rigor académico, documentado y minucioso de las obras, habilitan el interés tanto desde el feminismo como desde la Historia del Arte.
II. Las hipótesis del libro son polémicas y problemáticas y el acierto es no opacar ni disimular ese estatuto: en principio, la autora sostiene que en el archivo construido con artistas mujeres y en distintas escenas latinoamericanas en las que han participado, se encuentran recurrencias y zonas de contacto, en especial a partir de la fuerte presencia de la dimensión política y las experiencias traumáticas dictatoriales en la región. Sobre dicho archivo Giunta asegura que constituye un “giro iconográfico radical” desde el que se inaugura una representación distinta del cuerpo, especialmente del cuerpo femenino.
El nexo entre la decisión de recortar solo mujeres en el repertorio de obras y la idea de que las mismas reconfiguran las representaciones del cuerpo se plantea en términos de una continuidad entre las exclusiones y violencias hacia la mujer en el sistema patriarcal, y las desautorizaciones y desclasificaciones en el mundo del arte, que operan como violencia simbólica a través de la eliminación o el condicionamiento de los sujetos que la institución clasifica como mujeres. Este vínculo es altamente problemático: ¿se pueden trazar relaciones lineales entre las representaciones de los cuerpos en el arte y el lugar marginal de la mujer en el campo de las artes visuales? Algunas afirmaciones del libro que apuntan a esa vinculación resultan no del todo convincentes, aunque la exposición en ningún momento rehuye a la explicitación de lo conflictiva que es esta perspectiva. En este sentido, es relevante el problema que surge con las mujeres artistas reunidas en el libro, cuyo título promete pensar la díada “feminismo y arte latinoamericano”: el hecho de que la obra sea producto de una artista mujer no significa que sea una obra feminista.
Por lo tanto, Giunta propone cuatro identificaciones del arte realizado por mujeres: el feminista, el “arte femenino”, las mujeres que trabajaron con una iconografía transgresora que incluye la representación de la mujer, y aquellas que se identificaban como “artistas” y no como mujeres, a partir de una intervención con “el lenguaje de sus pares varones”. Las posibles objeciones a esta clasificación y sus implicancias son muchas, dado que suponen una relación demasiado estrecha y una asimilación entre movimientos estéticos, procedimientos y valores artísticos patriarcales. Por otra parte, la tercera y cuarta clasificación dan lugar a un arte que difícilmente pueda etiquetarse dentro del feminismo que titula el libro, y esta discordancia se ve en los capítulos sobre Romero y Errázuriz, cuyas obras estuvieron muy vinculadas con las experiencias dictatoriales y la representación de cuerpos que desafían los esquemas de la normalidad disciplinada, pero no directamente con los problemas y nudos asociados a la mujer o al feminismo.
III. Más allá de lo mencionado, el libro no oculta y complejiza dichas cuestiones y tiene la enorme virtud de poner en escena análisis rigurosos y documentados sobre cada obra, que las colocan en su horizonte de producción y de las lógicas de los contextos sociales, históricos y artísticos en que han sido realizadas. A su vez, y especialmente en el capítulo de cierre, “Feminismo en tiempo presente”, inscribe esta publicación en la revitalización de los feminismos en América latina y las diferentes reivindicaciones de grupos activistas, inclusive en el campo específico del arte, contexto que le otorga al libro un interés especial por la actualidad de los debates que convoca y habilita.
Siglo XXI
2018
Buenos Aires
296 páginas