silvio rodríguez: matando canallas | Revista Crisis
crisis eran las de antes / diciembre de 1987 / la trova audaz
silvio rodríguez: matando canallas
Antes de la aceptación masiva que hoy lo acompaña, el cantante y compositor cubano debió superar la desconfianza que una imagen de enfant terrible y un lenguaje innovador proyectaba sobre su figura y su obra. En la entrevista que sigue, el trovador desanda dos décadas de trayectoria, se detiene en un reconocimiento a Haydée Santamaría y confiesa la necesidad de cambiar su ritmo de vida y replantear la continuidad de su carrera para ajustarla a otras posibilidades creativas.
14 de Julio de 2022

¿Hubiera existido la Nueva Trova de no haberse producido la revolución?

-Hubiera seguido existiendo la Trova porque es una tradición que se remonta al tiempo de la dominación española. Y hubiera existido quizás una Trova contemporánea, pero la Nueva Trova así como es no, ya que está muy alimentada de la realidad revolucionaria. Participamos en todas las tareas que la revolución tenía para la juventud: desde el combate contra los bandidos en el Escambray, hasta las brigadas que se iban a cortar café a las montañas.

¿Cómo reaccionaba en ese momento la juventud cubana frente a la música popular local? ¿Prefería la música norteamericana?

-En las ciudades muchos jóvenes rechazaban ciertas formas de nuestra música tradicional. No era una actitud contraria a nuestras tradiciones ni a lo nacional, sino que la forma en que les era dada no los atraía. No se había encontrado un lenguaje para los jóvenes. Ese fue uno de nuestros propósitos. Otro objetivo era hacer énfasis en la poesía, hacer músicas más atractivas, diferenciadas, contemporáneas, más experimentales. Eran muchos propósitos. También asimilar la música de los países que tienen que ver con nosotros; sea de Latinoamérica, Asia o África. Identificarnos con las naciones que tienen una formación étnica similar a la nuestra como es el caso del Brasil, y algunas zonas de Perú y de Colombia, el Caribe por supuesto, y el sur de los Estados Unidos, ¿por qué no? si allí hay negros también y fueron ellos los que hicieron el blues porque tienen orígenes similares a nuestra música.

¿Tus primeras canciones tuvieron éxito entre la juventud o hubo resistencias?

-La resistencia no vino de la juventud. Yo trabajaba a destajo para la televisión, había gente interesada en lo que yo hacía y muy pronto me propusieron un programa en el cual me desempeñé como presentador. A mí aquello me espantó. Yo soy extraordinariamente cortado para esas co­sas. Se me nota en escena, casi no me muevo, la gente piensa que estoy disgustado, que estoy enojado y es que estoy sencillamente aterrado. Pero me daban ánimo: "tú lo puedes hacer, va a ser un programa experimental, hecho por jóvenes, se lo vamos a dar a un director joven". Así empezamos, Víctor Casaus lo escribía, Eduardo Moya era el director y la escenografía la hacía René Azcuy. Éramos todos nuevos. La idea fue hacer un programa cultural amplio donde estuvieran presentes todas las artes, poetas, trovadores, bailarines.

¿Cuál fue el resultado?

-Mucho éxito, y no sólo entre la gente joven. Por más que lo cambiaban de día y de horario, no sé si por problemas técnicos como decían o porque yo empecé a tener problemas por cuestiones estúpidas, formales: no querían el pelo largo, no querían que me vistiera como se viste la gente, pensaban que el artista es alguien con lentejuelas. Predominaban esas ideas un poco por las leyes de la inercia y otro poco por falta de audacia. Pero como yo tenía 20 años, audacia no me faltaba. El programa tuvo mucha repercusión, recibíamos una cantidad aplastante de cartas. Estuvo siete meses en el aire.

¿Tropezaste con incomprensión, respecto de tu música?

-Algunos músicos profesionales me vieron al principio con un poco de desconfianza. Otras personas de la cultura y de diferentes esferas también me miraban con desconfianza por algunos planteos de mis textos, eran un poco más críticos que lo acostumbrado.

¿ Y en la actualidad?

-Acabo de leer en el diario que Carlos Aldana, secretario del Comité Central del Partido, es el que se encarga de los problemas ideológicos en el campo de la cultura, acaba de plantear que es importantísimo el papel del arte en el proceso de rectificación de errores. A Aldana lo hubieran botado de la televisión en aquella época. Ahora las ideas evolucionaron mucho en ese terreno. Se considera que el papel de la crítica es esencial, como la autocrítica. Y no sólo que le corresponde a las artes sino que es un deber ...

Propio del arte ...

-Sí, que es inevitable y además utilísimo para el desarrollo de la sociedad. Pero en aquella época lo primero que todo el mundo decía era "contrarrevolucionario". Empezaron a verme como a un enfant terrible. Yo tenía 20 años. Estaba esperando que me miraran dos veces atravesado para tirar una galleta.

¿Había personas o instituciones en las cuales refugiarse de estos problemas?

-Por supuesto, sino no hubiéramos podido sobrevivir. Haydée Santamaría, nos abrió las puertas de La Casa de las Américas que desde ese momento fue la peña de la Nueva Trova. También Alfredo Guevara, que nos juntó y nos convirtió en el Grupo de Experimentación Sonora.

Guevara dirigía el ICAIC (Instituto Cubano de Arte y Cinematografía) y nos dio acceso a sus estudios de música donde pudimos grabar nuestras obras, experimentar con nuestra música; nos convirtió en un equipo activo, pensante, nos dio herramientas para perfeccionar nuestro pensamiento y trabajo. Por su iniciativa recibimos clases de electroacústica, también gracias a él conocimos a Leo Brouwer que nos enseñó música. ¡Qué diferencia con quienes no nos querían dejar cantar! ¡Qué actitud más revolucionaria! En nuestra cultura y en nuestro país había gente que apoyaba lo nuevo. Claro, se trata de un país. A veces la gente dice "la revolución, tal cosa”; pero no, la revolución son nombres y apellidos también. Hay quien piensa de una manera y quien piensa de otra dentro de un mismo ámbito revolucionario, es una fuente de contradicciones y de luchas internas constantes. Pero no son luchas mezquinas y miserables, es la efervescencia de las ideas.

¿De aquella época en la que despertabas sospechas, recordás alguna canción que te haya traído problemas?

-Sucedían desde las cosas más imbéciles hasta Había las consideraciones más suspicaces. tonterías como pensar que si se decía "parir" en una canción, aquello era inmoral y por lo tanto contrarrevolucionario. La era está pariendo un corazón por muchos fue calificada de contrarrevolucionaria y era una canción dedicada al Che. En la época en que Inglaterra era un país exportador de modas apareció un excelente cine inglés y Albert Finney y el apogeo de Los Beatles; fue la época de las minifaldas y la moda de llevar unas medias tejidas. Como aquí no teníamos los materiales para hacer esas medias, las muchachas se las tejían con tesco, lo que podían. Resultaba un poco grotesco, para mí era tremendamente triste. Yo no le echaba la culpa a la revolución ni al país ni a nadie. Lo que veía en eso era una expresión cosas de lo ridículo. Nosotros teníamos mejores que hacer, que mostrar y de las cuales enorgullecernos, que de cosillas como aquellas. En Epistolario del subdesarrollo hablaba de aquellas medias y de 108 muchachos que se abrían las costuras de los pantalones para que quedaran más anchos. La canción fustigaba esas cosas, pero algunos entendieron mal. Yo decía que nosotros íbamos a alcanzar colores más brillantes que los del Eastman color y que nuestras campanas serían más sonoras que esas pobres campanas del subdesarrollo.

En los '70 participaron vos y Pablo Milanés en el segundo festival de Varadero. ¿Qué les pedía la gente en ese entonces?

-Muchas veces nos pedían música. del tipo agresivos: de Julio Iglesias. También estaban los "qué coño es eso que están cantando ustedes".

¿Habían previsto ustedes esas actitudes?

-No, eran imprevisibles. Íbamos a todos lados, nos dedicamos a eso en cuerpo y alma. Una vez llegué a hacer un viaje a Camagüey en el techo de un tren lechero, con mi guitarra y un calzoncillo en el bolsillo del pantalón. Todo fue así, cincel y martillo hasta el gran petardo: La era está pariendo un corazón que interpretó Omara Portuondo -una de las más grandes cantantes de nuestro país- con arreglo de Martín Rojas, uno de los fundadores de nuestro movimiento. Esa canción fue un batazo, estuvo en la radio como seis meses sin parar. Fue la canción del año. A partir de allí comenzaron a aparecer otras: Ojalá, Te doy una canción, La canción de la nueva escuela y La canción del elegido, que en 1969 originó un gran debate debido a que es muy metafórica, con un lenguaje simbólico. Empezó a circular la idea de la que Nueva Trova era elitista, que yo era un cantor de minorías, que queríamos ser exquisitos y despreciábamos al pueblo. Pero mientras se discutía todo eso la canción había pasado al habla popular, todavía hoy la gente lo dice: · "¿Qué tal, cómo te va?'' -dice uno- Y el otro le responde: "Aquí, matando canallas". A partir de esas experiencias nos fuimos dan gran do cuenta de que lo del elitismo es un mito. Si se le da la oportunidad a una expresión que es válida y que incorpora sentimientos propulares, el pueblo la hace suya, aunque sea compleja. Es el pueblo quien elige, quien se identifica o no con una obra de arte. Querer decidir lo que entiende y lo que no entiende el pueblo es un prejuicio paternalista, una justificación del populismo, que es la degeneración de lo popular.

Volviendo a Haydée Santamaría ¿qué significó para vos?

-Haydée era una alma encantada, estaba con un don. Con el don de la belleza, de la humanidad, de lo mejor del espíritu y con el don de la rebeldía. La rebeldía a veces problemática. Por encima de todo era una revolucionaria -si se entiende con profundidad lo que quiere decir esa palabra-. Y un ser excepcional. Yo sé que no voy a encontrar otra persona como ella. Era así por sus cualidades pero también por la vida que vivió. La belleza de su vida, la frondosidad, la exuberancia de su vida, la riqueza de su trayectoria y también sus dolores la hicieron así. Era una persona que hablaba en poesía. La canción del elegido trajo discusiones porque algunos decían que era hermética, críptica. Hay muchas cosas que digo en esa canción que son casi literalmente cosas que me dijo Haydée. Porque la canción está dedicada a Abel Santamaría, que fue el lugarteniente de Fidel en el asalto al Cuartel Moneada. Ahí hay imágenes de Haydée, y no sólo imágenes, sino también el sentimiento, la forma de ver de Haydée. Ella se preocupó muchísimo porque nosotros nos vinculáramos con América latina.

Discutíamos con ella de todo: la revolución, la vida, el oportunismo, la burocracia, el futuro, los jóvenes, la música, la trova, la cultura, América latina. De todo y a calzón quitado.

La canción de la Nueva Trova expresa una manera de entender el amor, distinta de la que predomina en las canciones románticas anteriores.

-No sólo eso. Es muy político preocuparse por hacer canciones con rigor poético y musical en un mundo en el que predomina el producto enlatado que nos imponen los americanos y su estética. Es bien político hacer canciones con nuestras esencias y nuestras raíces y nuestra manera de mirar el mundo. A veces se es tan ingenuo que no se ve política en eso. Hay quien aspira a que el cantor haga discursos en lugar de canciones. El discurso político le corresponde a los políticos. Hay canciones que tienen ideas políticas, pero ni siquiera la canción más politizada es un discurso político. No hay que confundir esas cosas, son dos lenguajes diferentes.

Existe la fantasía de que el socialismo lo resuelve todo.

-El socialismo resuelve algunas cosas pero no es perfecto. Los que mejor saben qué imperfecto es, son los que luchan por construirlo. Pero no les impide amarlo porque saben que están luchando por una forma de convivencia humana más justa, más equitativa.

Tal vez el problema es que la creación, el arte, no admiten normas fácilmente.

-El socialismo tiene un problema que es la burocracia. Pero no es un problema específico con el arte, ocurre en todas las esferas de la vida social. Y la burocracia es un problema del socialismo con el socialismo, no con el arte. Es un problema que tiene que resolver el sistema mismo y que lucha desesperadamente por solucionarlo pero ¿qué pasa? El socialismo quiere ser tan justo, crea leyes que protegen tanto al trabajador que, cuando no trabaja como deben no lo pueden echar porque todas las leyes lo protegen. Creo que es un elemento fundamental y los que critican al socialismo no conocen esto: un trabajador tiene que incurrir en faltas escandalosas para que se lo pueda sancionar. Y aun así no se lo puede aplastar. Para botar a un trabajador es un lío tremendo, y hay miles de personas que se acomodan con los mismos beneficios que pocas el sistema les da. Ese es un problema que veces se analiza descarnadamente Es probable que haya gente que está metida en la burocracia... que son burócratas y que a lo mejor hubieran sido más ap­tos para otra cosa. Pero aunque no sea así ... no hay cosa más aburrida que la burocracia: estar llenando papeles y repitiendo fórmulas y poniendo cuños todo el día. Eso ¿no degenera el espíritu humano? ¿No lleva a la gente a ser insensible, a ver los problemas humanos como si fueran de formulario? Es un fenómeno que si se le pudiera dar una categoría filosófica es bien puñetero y bien siniestro, ¿no? En esos temas no me gusta meterme mucho porque yo soy un privilegiado: como está muy claro lo que hago yo necesito un mínimo de burocratización.

Ahora, además de viajar a la Argentina ¿qué otros planes tienes?

-Me gustaría tener tiempo para escribir. En cierta medida últimamente se me ha dado tiempo, se ha comprendido que no puedo vivir montado en un avión. Pero discos, ¿qué quiero hacer yo? Este año grabar dos: uno sencillo, con Afrocuba, y otro solamente con guitarra. Hace muchos años que no hago eso y me parece que ya es hora. También, un poco más adelante, quiero volver a la escena solamente con la guitarra, hacer conciertos menos espectaculares, más íntimos.

Tu formación incluye otras inquietudes como el dibujo, la pintura ¿vas a retomar algo de todo eso?

-También. Hay un amigo que dice que es la crisis de los cuarenta años. A los veinte, que también es un momento de crisis, yo empecé como profesional. Si ahora a los cuarenta me salgo de la música no me extrañaría, para nada. Sería perfectamente normal: "Vivió veinte años dentro de la música entre crisis y crisis fue un músico, un animal de escena, y a los cuarenta salió espantado de todo aquello". No, pienso que no va a ser así. Lo que pienso es que no voy a vivir toda la vida trepado a un escenario, no lo veo para mí. Me siento muy bien después de la primera media hora, pero no es lo mío. Soy muy provinciano, me asusta mucho todo eso.

¿Cómo enfrentás al público, tenés alguna táctica?

-No. Nada, nada. Cierro los ojos. Canto todo el tiempo con los ojos cerrados.

¿Para no ver a nadie?

-Claro, para no asustarme.

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