1. los medios al servicio de la dependencia
Dejando de lado aquellos países donde están ocurriendo hoy procesos de cambio social y político radicales, es decir Cuba, Chile y Perú, en el resto de Latinoamérica los medios de comunicación de masa se distinguen por sostener una ideología francamente opuesta a la liberación nacional. La gran prensa, la TV y la radio de este continente no sólo defienden sistemáticamente los intereses de aquellas minorías que se benefician con la dependencia y el subdesarrollo de América Latina sino que también sirven como uno de los principales instrumentos de penetración cultural de las corporaciones transnacionales.
Esto no es el resultado de una siniestra conjura de las metrópolis o de las clases. dominantes "nativas" sino el producto "natural" de la lógica inherente a un sistema económico basado en la dependencia. La industria cultural es, ante todo, una industria, y como tal no puede mantenerse apartada de las leyes del mercado. La unanimidad de los medios en contra de la liberación nacional se apoya en el hecho elemental de que éstos son, en general, propiedad de quienes más interés tienen en evitarla.
Dentro del sistema vigente, los grandes medios de comunicación de masa no pueden subsistir sin inversiones privadas considerables, créditos bancarios, licencias estatales de explotación, compradores de publicidad y equipos modernos fabricados en base a una tecnología creada en las metrópolis, etc. Naturalmente, quienes tienen interés en modificar las estructuras de esta parcela del Mundo Neocolonial en que vivimos difícilmente contarán con los recursos necesarios para controlar medios de alcance realmente masivos.
Por el contrario, en América Latina, los partidos o movimientos populares sin diarios, radios o estaciones de TV, los periodistas sin trabajo u obligados a autocensurarse, los intelectuales confinados a escribir para públicos cuantitativamente insignificantes, son fenómenos tan típicos como los terratenientes que controlan una cadena de diarios y ponen a ésta al servicio de un partido de derecha o la corporación norteamericana que posee una red de canales de TV a escala continental.
Por otra parte, aunque la lógica de los negocios determina la asimilación de los medios al sistema de dominación, los medios no son solamente una oportunidad para realizar inversiones lucrativas. Estos tienen también un valor político estratégico y de ello están perfectamente advertidas las clases dominantes. Treinta años de investigación sociológica empírica han terminado convenciéndonos de que los medios están lejos de ser todopoderosos; éstos no pueden lograr por sí mismos cambios de conciencia en el público lo suficientemente intensos y orgánicos como para desencadenar procesos políticos radicales. Sin embargo tampoco puede desconocerse el papel estratégico que los medios tendrían en manos de movimientos políticos populares decididos a emplearlos. al servicio de la agitación y la organización de las masas. En buena parte, la "ineficacia" de los medios en el mundo capitalista para promover cambios de actitudes y conductas se debe a que éstos han sido monopolizados por una clase social que sólo persigue el status quo y a la cual le es cada vez más difícil articular un mensaje político que logre movilizar a las masas.. Es decir: se trata del control "para nada actual" y en contra de todo lo potencial. que podría hacerse con el instrumento controlado.
2. los propietarios de los medios
La principal característica, la más relevante, del sistema de propiedad de los medios en América Latina, es su extrema concentración económica. En todos los países que hemos analizado en base a las monografías del seminario de San José (Argentina, Perú, Colombia, México, Chile y Venezuela) se señala que los medios pertenecen a un número muy reducido de grandes empresas, con frecuencia de tipo familiar.
En segundo lugar, en dichos trabajos se observa que estas empresas de la "industria cultural" están siempre íntimamente entrelazadas con el resto de las grandes empresas industriales, comerciales y agrícolas del país y con los círculos o partidos políticamente influyentes. Dice Schenkel al respecto: "Los propietarios privados de la prensa nacional así como de las más importantes estaciones y cadenas de radio y televisión (en América Latina) son, casi sin excepción, miembros de la nobleza oligárquica más pura y nuevos ricos ingresados en el estrato alto de la burguesía industrial y financiera" (pág. 107). "Las familias oligárquicas controlan casi siempre la gran prensa"... mientras la burguesía tiene un notable predominio en radio y televisión, siendo la gran excepción México. donde la burguesía de los grandes propietarios en la prensa, radio y televisión se ubican en la clase media alta, enriquecida durante los últimos 40 años" (pág. 108). "El análisis demuestra que los propietarios de los medios más influyentes de difusión no sólo mantienen relaciones estrechas con las élites económicas en sus respectivos países, sino que son en su mayoría miembros de esta élite" (pág. 109).
El tercer rasgo relevante del actual sistema de propiedad de los medios es su extrema dependencia con respecto a los capitales extranjeros. Ya sea mediante inversiones directas, el control del comercio internacional de programas, equipos o materias primas o bien a través de la publicidad y las agencias de noticias, la metrópoli, generalmente los Estados Unidos, tiene siempre un alto grado de dominio sobre los principales medios de América Latina.
Por último, la información recogida nos demuestra que, con excepción de Chile y Perú (y obviamente de Cuba), el Estado latinoamericano no afecta la organización monopólica de la propiedad de los medios, sino que, por el contrario, la ha protegido y, en algunos casos, hasta estimulado.
Para probar esto nada más decisivo que examinar con algún detalle quiénes son los propietarios de los grandes medios en los cinco países latinoamericanos estudiados por Peter Schenkel.
colombia
Empecemos por la prensa colombiana: ésta, según Schenkel, "es la médula del poder de los medios de difusión" debido a que la radiodifusión ocupa en ese país una posición subordinada y la televisión se encuentra en manos del sector público. Tal prensa comprende sólo siete grandes. diarios, cuatro de ellos en Bogotá, uno en Medellín y dos en Cali.
El principal diario de Bogotá es "El Tiempo" perteneciente a la familia Santos, un poderoso linaje oligárquico actualmente comandado por Eduardo Santos, personaje que fuera presidente de la república durante el período 1938-1942. Este, cuya política exterior se caracterizó por una extrema subordinación a los intereses norteamericanos, es propietario de una gran empresa papelera en Canadá y de otras empresas que le permiten controlar actualmente la importación de papel en Colombia. "El Tiempo" es un verdadero centro de poder político: los dos últimos presidente liberales, Alberto Lleras Camargo (1958-62) y Carlos Lleras Restrepo (1966- 70) fueron directores de este diario. Dichas personas, por otra parte, dirigen hoy sendas fracciones del liberalismo y aspiran ambas a llegar a la presidencia de la república durante el período que se abre en 1973.
El segundo de los diarios, "El Espectador", de tendencia más pronunciadamente liberal, pertenecía a otra familia oligárquica, los Cano, que es propietaria de varias empresas, entre ellas una fábrica de. vidrios y de fundos. Los Cano mantuvieron vinculaciones con el mencionado A. Lleras Camargo, quien fue, además de director de "El Tiempo", colaborador de "El Espectador" en más de una oportunidad. A. Lleras Camargo, durante su presidencia, otorgó a los Cano una extraordinaria indemnización por las pérdidas que "El Espectador" sufriera durante el período de Rojas Pinilla.
"La República", el portavoz del conservadurismo, pertenece a otra empresa oligárquica: los Ospina Pérez. Mariano Ospi- na Pérez, su actual director, fue presidente de Colombia en 1946-50 y es hoy el máximo dirigente del Partido Conservador. Los Ospina Pérez son propietarios de las mayores empresas constructoras e inmobiliarias de Bogotá, así como de varios inmuebles importantes situados en esta ciudad. También son copropietarios de "La República", diario cuyo directorio comparten con miembros de la familia Gómez Martinez, de gran influencia en Medellín y que es dueña, a su vez, de "El Colom- biano" (el diario de mayor circulación en esa provincia) y de varias empresas industriales. Fernando Gómez Martínez fue Gobernador de Antioquia y es pariente del ex presidente Mariano Ospina y del dictador Laureano Gómez (1950-53). También fue el primer propietario del diario "El Siglo" antes de que éste pasará a manos de la familia Calcedo.
Otros dos diarios importantes de Colombia, de tendencia conservadora, son "El Siglo", de Bogotá, y "Occidente", de Cali. Ambos pertenecen al industrial Al- varo H. Caicedo, de Cali, quien controla un poderoso imperio económico. Es el mayor fabricante y exportador de azúcar de su país, dueño de tres ingenios, 50.000 has de cañaverales y 40.00 has de ranchos ganaderos así como también de hoteles, supermercados, empresas urbanizadoras e importadoras, etc. Por otra parte, una rama de esta familia oligárquica, los Lloreda Calcedo, son propietarios del segundo diario Importante de Cali, "El País", también con- servador, de una empresa procesadora, de metales y de una importante industria química.
Alvaro Caicedo también posee una importante radiocadena. Durante 1958-62 fue senador por el Dpto. del Valle manteniendo vinculaciones estrechas con la alta dirección conservadora. Se lo considera un posible candidato a la presidencia de Colombia para 1973. Sus parientes, los Llo- reda Caicedo, dueño de "El País", son también propietarios de una radioemisora. Uno de ellos, Rodríguez Lloreda Caicedo, fue gobernador entre 1968-70 en tanto que su padre Álvaro es, desde hace ya diez años, senador por el Dpto. de Valle.
Según Schenkel, "Las características de la propiedad de la prensa local y provincial colombiana no difieren mucho de las que acabamos de describir" (pág. 30). Así, por ejemplo, el más importante diario de la costa del Caribe, "El Heraldo", de Barranquilla, pertenece a un consorcio formado por tres familias elitiarias: los Hernández, Pumarejo y Giesecke, que son dueños de estancias, empresas industriales y comerciales así como de exportación e importación. Otro caso similar es el "Diario del Caribe", de Barranquilla, de la familia Santo Domingo, considerada la más acaudalada de Colombia, que controla las cervecerías "Bavaria", "Aguila" y "Pilsen", es la ma- yor accionista de la "Aluminio Reynolds de Colombia" y tiene grandes intereses en "Avianca" y varias sociedades financieras, fundos y otras propiedades en el país y en el extranjero (por ejemplo, en EE. UU.).
En cuanto a la radiodifusión, la mayor parte de las 321 emisoras actualmente en funcionamiento en Colombia están en manos de empresarios pertenecientes a la clase media alta. No obstante, el sector oligárquico tiene allí también una importante participación: controla las tres principales cadenas del país: "Caracol" (22 emisoras propias y 36 afiliadas). "Todelar" (35 emisoras propias y 37 afiliadas) y "RCN" (11 emisoras propias y 45 afiliadas). La cadena "Caracol" es a la vez productora de programas de TV y pertenece a Alfonso López Michelson, hijo del ex presidente López Pumarejo. Los López son, por otra parte, copropietarios de "El Heraldo" de Barranquilla. La cadena "Todelar" pertenece al mencionado Caicedo en tanto que la "RCN" es controlada por un consorcio Industrial propietario de la empresa "Cervecería Unión S.A."..
chile
En Chile, según Schenkel, "lo primero que hay que destacar es la posición dominante que dos grandes clanes chilenos juegan como propietarios de los órganos de prensa" (pág. 48). Antes del gobierno de la Unidad Popular, estos consorcios ejercían un control asfixiante sobre la prensa y, aunque en menor grado, lo siguen ejerciendo hoy. El primero de dichos grupos económicos es el clan Edwards, propietario mayoritario del más importante diario chileno, "El Mercurio", así como de otros. dos periódicos de Santiago, de una cadena de diarios en el Norte de Chile (entre ellos. "El Mercurio" de Antofagasta) y de "El Mercurio" de Valparaíso. En 1969 los diarios del consorcio Edwards monopolizaban el 30% de la circulación de todos los periódicos de Chile, así como también una editorial. "Lord Cochrane", que publicaba seis revistas. Asociada a este complejo de medios de comunicación de masa se encuentra la "Radio Recreo", de Viñas, y hasta 1971, la cadena de estaciones de "Radio Corporación" integrada por una emisora en Santiago y otras tres en provincias.
"El baluarte económico de esta familia -apunta Schenkel- era el importante "Banco A. Edwards", a través del cual controlaba un sin fin de empresas" (pág. 48). Entre ellas: la muy importante "Cervecerías Unidas", una refinería de azúcar, varios fundos agrícolas, una mina de carbón, el consorcio de compañías de seguros ("Kapnes") y una empresa ("Codina") que monopoliza, entre otros productos, la distribución de papel. Uno de los miembros de la familia Edwards, que fuera presidente del mencionado banco, dirige desde 1971 la Sección Latinoamericana de la "Pepsi-Cola" y es dueño de hoteles en Miami y otras propiedades en Brasil y Paraguay.
El clan Edwards está íntimamente relacionado con la financiera internacional "Deltec" (acerca de la cual hablaremos al tratar el caso Perú, donde reaparece asociada a un consorcio propietario de medios), al grupo de Punta Arenas y la Patagonia Argentina comandado por Braun Menéndez y al consorcio empresario de- nominado Matte-Alessandri. Este último grupo, cuyo propietario mayoritario es el ex presidente de Chile Jorge Alessandri (1958-64), además de controlar varias empresas importantes, inmobiliarias, de seguros, textiles y cemento, está vinculada a la "Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones", que es la empresa monopólica de papel más grande de Chile.
Cabe señalar que "Codina", distribuidora de papel controlada por el "Banco A. Edwards" está en estrecha relación con la "Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones" del grupo Matte-Alessandri.
Dado que Alessandri es hoy el principal dirigente del Partido Nacional no puede sorprendernos que los medios de comunicación del grupo Edwards operen en bloque como voceros de esta fuerza política y principales opositores de la Unidad Popular y el gobierno de Salvador Allende.
El segundo de los grupos es el llamado de los "pirañas", un consorcio de empresarios relativamente jóvenes que han llegado a controlar "La Prensa", de Santiago, la cadena de diarios del Sur "Sopesur", la editorial de revistas "Zig-Zag", que publica 20 títulos (entre ellos "Ercilla") e historietas y una radio cadena (con estación en Santiago y 15 afiliadas en el interior). Los "pirañas" controlaban hasta hace poco el "Banco Hipotecarlo" y el "Banco de Chile" y, a través de éstos, otras 20 empresas importantes. Cabe destacar la estrecha relación que liga a los pirañas con el ex presidente de Chile Eduardo Frei quien fuera abogado de algunas empresas de este consorcio. Naturalmente, los medios de este clan son voceros de la Democracia Cristiana, particularmente de su fracción más conservadora, y permanentes defensores de la política de Frei.
Fuera de estos dos grandes consorcios, los Edwards y los "pirañas", quedan pocos periódicos independientes de importancia. Las excepciones son: "Clarín", un diario de estilo picaresco y sensacionalista que es propiedad de Darío Sainte-Marie Soruco, dueño de una considerable fortuna consistente en empresas de fletes aéreos y terrestres, bienes inmuebles en Santiago y otros intereses en Bolivia y EE. UU.; la "3ra. de la hora", de Santiago de Germán Pico Cañas, quien está vinculado a la ban- ca "Sur", de Concepción, de Aurelio Lamas Ibieta, un propietario de grandes fundos y empresas madereras que fuera, durante la administración de Frei, presidente del Banco del Trabajo.
En cuanto a la radiodifusión, cinco cadenas con cabeceras en Santiago monopolizaban antes del gobierno de la Unidad Popular la mayor parte de la audiencia. Examinemos sus anteriores dueños: una de estas cadenas, "Radio Minería", era controlada por los intereses extranjeros hasta 1971 ligados a la industria del cobre: la "Anaconda Copper Mining", "Kennecot" y la "Anglo-Lautaro". Hernán Videla Lira, accionista de "Radio Minería" y embajador de Chile en Buenos Aires durante el período de Frei, fue el enlace entre los intereses de ese consorcio minero y el gobierno de la Democracia Cristiana.
La segunda radiocadena de Chile es "Radio Balmaceda": pertenece actualmente a los "pirañas" acerca de los cuales hicimos. ya referencia.
Muy influyente en provincias es la cadena de "Radio Agricultura", de carácter ultraconservador, ligada originalmente a terratenientes y latifundistas que pertenecen hoy directamente al "Partido Nacional". Finalmente, tenemos la más popular de las. cadenas, "Radio Portales", controlada por el grupo textil "Hirmas", y también a "Radio Cooperativa" que perteneciera a los Vial Espantoso, un clan empresarial que controla varias empresas industriales y una Importante compañía de seguros. Actualmente esta última cadena es controlada por capitales industriales vinculados a la Democracia Cristiana.
Cabe señalar que "Radio Portales", que fuera hasta 1971 propiedad del grupo textil "Hirmas" y, por ende, una empresa ligada al "Banco Panamericano" y al "Banco de Crédito e Inversiones", contó en su directorio a figuras tan influyentes como al ex presidente de la república Alessandri y a Julio Durán, senador y actual presidente de la Democracia Radical chilena. (un partido de ultraderecha), así como también a Sergio Diez, diputado e ideólogo del Partido Radical.
méxico
El caso de México es, dentro del pano- rama latinoamericano, sumamente intere- sante ya que este país no solo goza, des- de hace varias décadas, de un sistema político estable y formalmente democrá tico, sino también debido a que la Revo- lución Mexicana fue, indudablemente, uno de los pocos movimientos antifeudales, nacionalista y antiimperialistas de mayor profundidad y extensión que triunfaron en el continente hacia comienzos del 'alo. Sin embargo, un análisis detallado de la economía mexicana contemporánea demuestra que este país presenta las mismas características de subdesarrollo y desigualdades sociales extremas de las demás naciones de la zona. Al respecto, Peter Schenkel señala que "la Revolución Mexicana derivó en un desarrollo capitalista estricto en beneficio exclusivo de las clases dominantes y del capital extranje- ro" (pág. 65). Este autor señala que en 1960, según el Censo, existían en México 899.000 pequeños agricultores cuyas parcelas representaban sólo un 1,1% de todas las tierras explotables, en tanto que en el otro extremo, 13.200 terratenientes acumulaban en sus manos el 74 % de la superficie cultivable.
En el sector industrial nos encontramos con un panorama igualmente aterrador. A pesar de que el Estado mexicano aporta más del 50 % de inversión industrial, se estima que unas 400 empresas dominan este sector (sobre un total de 136.000 empresas). En el terreno de la banca, sobre 105 bancos existentes en 1967, los diez primeros concentraban en sus manos el 80% de los activos. Este alto grado de concentración económica en la agricultura. La industria y la banca se repite, como era previsible, en el terreno de la industria cultural.
Empecemos por la prensa: en primer lugar debemos mencionar a la "Cadena García Valseca", compuesta por 31 periódicos, de línea ultraconservadora, del Col. José García Valseca. Este personaje, aunque no pertenece a la oligarquía tradicional mexicana sino que es un representante típico de los "nuevos ricos" creados por el régimen post-revolucionario, maneja un imperio económico integrado por varias empresas, entre las cuales cabe mencionar varios ranchos ganaderos y una fábrica de bicicletas. Está íntimamente ligado al gobierno del Partido de la Revolución Institucional, en particular a Miguel Alemán. Su cadena de diarios controla nada menos que un 27,8% de todos los ejemplares editados en el país.
En segundo lugar está la empresa encabezada por Rómulo O'Farril Silva, propietario de una cadena de siete diarios, cuyo tiraje conjunto representa el 6,4 % de todos los ejemplares de periódicos editados en el país. Pertenece a esta cadena de periódicos el matutino "Novedades", que es el segundo diario de la ciudad de México. O'Farrill es también dueño de la se- gunda radioemisora mexicana, "La Voz de
México", y socio del famoso clan Azcárraga que controla "Telesistema Mexicano S. A.". un monopolio acerca del cual hablaremos más adelante. Cabe señalar que la radio- cadena O'Farrill no sólo cubre el Distrito Federal sino también, por lo menos, otras cuatro ciudades importantes del interior del país.
Rómulo O'Farrill, además de ser dueño y socio de los medios de comunicación antes señalados, tiene también grandes intereses en la industria del hierro y acero así como en la textil. Es el distribuidor de los "Volkswagen" y de "General Motors" en el Distrito Federal y el Estado de Puebla.
Otros dos diarios importantes del Distrito Federal son "El Universal" y "El Heraldo", ambos ligados a la banca, a la gran industria y a los capitales extranjeros. Son manejados por los Ortiz Garza, una familia oligárquica, y Gabriel Alarcón, un nuevo rico prominente dentro de la élite mexicana, respectivamente.
Dentro del campo de la radiofonía se destaca el grupo antes mencionado de los Azcárraga, que, además de controlar la TV, es dueño de la primera emisora del país: "La Voz de América Latina desde México". Además existen debido a que en México no hay leyes que lo prohíban-varias cadenas radiofónicas importantes entre las cuales cabe mencionar "Radio Programas de México", manejada por Clemente Serra Martinez, quien es un rico industrial con intereses en tres importantes estaciones de TV provinciales. Dicha radiocadena comprende 68 emisoras, de las cuales 37 son propias y 31 afiliadas.
La segunda cadena radiofónica del país. con 86 emisoras (26 propias y 60 afiliadas). Pertenece a otro poderoso empresario industrial, con fuertes intereses en EE. UU.: Gutberto Navarro. También debemos agregar a esta nómina la cadena llamada "Radio Centro", de Francisco Aguirre, con 20 emisoras (5 propias y 15 afiliadas). Este es también dueño de una televisora en el Distrito Federal y de cuatro grandes cabarets y otras empresas. Finalmente tenemos la cadena "Radio Núcleo Mil", con 23 emisoras (7 afiliadas y 16 propias), que pertenecen a Guillermo Salas, un rico industrial vinculado a varias estaciones televisoras del interior.
La televisión se encuentra en México aún más concentrada que la industria de la gráfica y la radiodifusión. Su rey absoluto, al cual hiciéramos referencia antes, es el grupo que hasta 1972 (fecha de su muerte) comandará Emilio Azcárraga, propietario, en sociedad con Rómulo O'Farrill, de "Telesistemas mexicanos". Este monopolio comprende 40 estaciones de TV, entre ellas las tres más importantes del DF. "Telesistemas" es también dueña de otras 3 estaciones en Estados Unidos y de varias radioemisoras una de las cuales es "La Voz de América Latina desde México" antes mencionada. El grupo Azcárraga está íntimamente vinculado al clan más rico de México que comanda Alemán y es representante exclusivo de la Chrysler en México, propietaria de grandes hoteles, accionista de una empresa fabricante de aparatos de radio y TV así como socio de varios bancos y empresas financieras. Un pa- riente de los Azcárraga, Rogelio Azcárraga, es dueño de la radio cadena "Oro" y de una empresa fabricante de discos: "Orpheon".
La segunda cadena televisiva del país, con 14 estaciones pertenece a Manuel Bar- bacho Ponce, empresario dedicado originalmente al cultivo del henequén en Yucatán y actualmente dueño de radioemisoras, bancos, empresas de transportes, sociedades cinematográficas y concesiona- rio de la "Datson" en México. Finalmente la tercera gran empresa de la TV mexicana es la representada por Alejandro Garza Sada, miembro del grupo de industriales y banqueros de Monterrey, que controla el Canal 8 de México y sus filiales en el interior del país, así como la más importante de las plantas cerveceras de México. el "Banco Azteca" y una acería y otras empresas metalúrgicas y cerámicas.
perú
Pasemos ahora al caso peruano. Naturalmente, nuestro análisis se referirá, ante todo, al estado que presentaba el sistema de propiedad de los medios en dicho país antes de las medidas que promulgará el gobierno del Gral. Velazco Alvarado, expropiando algunos diarios y una porción del paquete accionario de las estaciones de TV y radios.
De acuerdo con los datos proporcionados por Peter Schenkel, hacia principios de 1971 existían en Perú sólo 34 diarios de alguna importancia, 10 de los cuales eran editados en Lima. El diario más prominente de ese país, "El Comercio", fiel intérprete de los intereses de la alta burguesía industrial, es aún propiedad de un clan integrado por 28 familias de la más alta oligarquía: los Miró Quesada. Su actual director, Luis Miró Quesada, además de ser propietario de una radioemisora y de haber sido el primer dueño del Canal 9 de Lima, tiene grandes intereses en el Banco "A. F. Wiese" y en el "Banco Hipotecario del Perú". La familia de los Miró Quesada es sumamente influyente, aún en el momento actual, y está íntimamente vinculada con empresas o grupos bancarios de gran poder económico y político: los mencionados Wiese, los industriales. Graña-Garland y los Belmont que son dueños del Canal 13 de la ciudad de Lima. También están ligados por lazos económicos y de parentesco a la familia de los. Prado, perteneciente al grupo de las "40 familias" como suele denominarse al sector oligárquico de mayor poder económico y político del Perú.
El segundo periódico de Perú, "La Prensa", era propiedad hasta junio del año pasado de Pedro Beltrán Espantoso, otro miembro de las "40 familias", con grandes inversiones en la industria de la harina de pescado, pesquera e inmobiliaria. También vinculado a los Prado, dicho personaje fue primer ministro, ministro de Finanzas y embajador en los EE.UU. durante la presidencia de Manuel Prado. Entre los demás diarios de Lima figuran "Expreso" y "Extra", que fueran órganos adictos al régimen de Belaunde Terry. Su propietario. Manuel Ulloa, fue ex ministro de Finanzas de dicho presidente y es ahora director del consorcio "Deltec Banking Co" del Perú. un grupo financiero con sede en Las Bahamas, acerca del cual nos ahorramos mayores comentarios ya que sus vinculaciones al negocio de la carne en el país y los escándalos financieros a los que apareció asociados son, según creemos, por demás conocidos. Conviene recordar que Ulloa estuvo implicado en el vergonzoso caso del "Acta de Talara", firmada por el gobierno de Belaunde con la IPC, y que es dueño de varias empresas industriales y bancarias importantes. Este hombre fue. Además, fue el presidente del directorio de una empresa perteneciente al grupo Delgado y Lindley, grupo que, según veremos más adelante, controla la mayor cadena radiofónica y de TV de todo el Perú.
Otro diario de la capital peruana, de tendencia netamente conservadora, es "Crónica". Hasta 1969 éste fue totalmente controlado por el clan Prado, una gran familia aristocrática a la que hiciéramos antes referencia, que es también propietaria de la "Papeleta Peruana", la mobiliaria Nacional", de una compañía de seguros, de fábricas de cemento y harina de pescado y varios latifundios. Manuel Prado fue presidente del Perú en dos ocasiones: 1939/45 y 1956/62, conservando aún hoy. según opinión de Schenkel, alguna influencia política en su país.
Finalmente existe en el Perú una cadena de seis diarios, encabezados por "Correo" de Lima. Esta empresa pertenece a Luis Banchero Rossi, llamado "el zar de la industria pesquera peruana", que controla 16 empresas relacionadas con dicho sector así como otras seis sociedades, entre ellas el "Banco Comercial del Perú" y una empresa de herramientas agrícolas. A la misma empresa pertenecen también varias revistas. Sintetizando sus opiniones sobre la concentración de la propiedad de los diarios en Perú, Schenkel nos dice que lo que más impacta de ésta es el hecho de que los 10 principales diarios de Lima se encontraban hasta 1968 en manos de sólo cinco familias: los Miró Quesada, Bel- trán Espantoso, Manuel Ulloa, Banchero Rossi y los Prados. "Cada una de estas familias elitiarias era propietaria de un diario matutino y de otro vespertino, publicándose los matutinos por regla general en varias ediciones para Lima y diferentes zonas del país" (94).
En cuanto a la radiodifusión y la TV, la característica básica del sistema peruano -antes de las medidas adoptadas al respecto por el gobierno de Velasco Alvara- do era que los propietarios de las más. importantes radioemisoras también controlaban las más grandes estaciones de TV.
Según dicho autor, en 1971 existían en Perú tres grandes cadenas de radio-TV que agrupaban 236 radioemisoras (propias o afiliadas a las cadenas) y 35 estaciones de TV, a las cuales debemos agregar las repetidoras de las últimas en el interior del país. La principal cadena de radio de este país, con filiales en 44 ciudades y 4 canales de TV asociados (encabezado por el Canal 2 de Lima) era, y es aún, propiedad mayoritaria de Eduardo Cavero Andrade, un importante industrial del sector textil.
La segunda de las cadenas-también con sede en la ciudad capital- es la que comandan dos representantes de sendas familias oligárquicas: Nicanor Vázquez y J. Antonio Umbert F. Dichos empresarios controlaban-conjuntamente con la familia Prado, a la cual están asociados- 28 estaciones de radio y 22 de TV, entre ellas el Canal 4 de Lima. Ambos individuos controlan importantes inversiones en varios ramos industriales. La familia Umbert, por ejemplo, es dueña de una empresa ensambladora de radios, de otra fabricante de receptores de TV y grabadores, así como de una empresa grabadora de discos que está vinculada a la cadena de la RCA Victor.
Completa este panorama de la radio y TV el poderoso grupo Delgado Lindley. dueño de "Panamericana". Esta es una empresa que comprende 16 radiodifusoras y 7 canales de TV, entre ellos el importante Canal 5 de Lima. "Panamericana" es un consorcio de dimensiones continentales que, además de las radios y canales indicados, controla un canal en Puerto Rico, uno en Argentina (Canal 2 de La Plata) y una productora de programas en Perú que exporta "video tapes" a diferentes países de América Latina (en estrecha competencia con "Telesistema Mexicanos", que también es un importante abastecedor de material para TV del mercado latinoame- ricano). También bajo control de "Panamericana" se encuentra la empresa productora de programas radiales "Radio Programas del Perú". Cabe señalar que los Lindleya a diferencia de los Parker-son una familia oligárquica poderosa, dueña de una envasadora de bebidas gaseosas. Por otra parte, además del vínculo existente entre "Panamericana" y Manuel Ulloa, al que hiciéramos referencia anteriormente, Schenkel señala la existencia de contactos entre esta empresa y los círculos del belaundismo así como con la cúspide militar del Perú. El Gral. Nicolás Lindley López, de la familia Lindley, fue Jefe de la Junta Militar durante el año 63 y representa hoy un polo de influencia política en ese país.
3. dependencia externa
La dependencia con respecto al capital extranjero particularmente norteamericano se manifiesta en las relaciones de propiedad de los medios de comunicación de América Latina de varias maneras complementarias entre sí, a saber:
Inversiones directas en la industria: Tal es el caso antes indicado de "Radio Minería" de Chile que perteneció directamente a los tres principales "trusts" del cobre de ese país y a algunos pocos accionistas locales políticamente influyentes durante el gobierno de Frei.
Las inversiones directas del capital nor- teamericano son particularmente importantes en el área de la televisión. Cabe mencionar, como caso ejemplar, el de la TV venezolana, que conocemos a través de la monografía de Jorge Gaspar. La empresa "Caracas TV", Canal 2, que es la más antigua de las estaciones de TV de Venezuela, fue creada en base al aporte de dos grandes grupos: la "NBC Internacional Ltd." y el grupo Phelps que comanda William Phelps, propietario de "El Almacén Americano" de Caracas. "Venevisión", otra empresa de TV de ese país (Canal 4 de Caracas), fue fundada por un industrial: Diego Cisneros. A la caída de Pérez Ji- ménez (1958), esta empresa al borde de la quiebra, fue adquirida por varios grupos financieros, entre ellos la cadena norteamericana "ABC" y la "Panamerican Theatres". Por último la tercera Cadena Venezolana de TV (Canal 8), propiedad de "Proventel", pertenece básicamente a tres asociados: Time-Life Inc.. la cadena "CBS" y "Goar Mestre y Asociados" (quienes controlan en Argentina el Canal 13 de Buenos Aires y su productora asociada: Proartel). Según datos recopilados por Gaspar parecería probable que las mencionadas inversiones de "Time-Life" "CBS" en "Proventel" estén ahora en manos de un grupo oligárquico venezolano denominado Grupo Vollmer.
Conviene señalar aquí que la "American Broadcasting Co" (ABC). propietaria del Canal 8 (Venevisión) controla también 64 plantas de TV en 27 países, 16 de ellos. latinoamericanos. Dicha empresa proyectó fusionarse con la "ITT" pero el Departamento de Justicia Norteamericano frustró ese plan en 1968. La posesión de estas plantas garantiza a la "ABC" no sólo ingresos derivados de las ganancias arrojadas por estas operaciones sino también un mercado permanente para sus programas filmados en EE. UU.
Vinculaciones comerciales y bancarias derivadas de la compra de equipos y materias primas. Necesariamente, las inversiones norteamericanas van acompañadas por la exigencia de comprar equipos fabricados por consorcios de este país, con frecuencia vinculados a las cadenas inversoras.
Esta dependencia es manifiesta en el caso de las comunicaciones internacionales vía satélite (ya sea de TV, radio o teléfono) monopolizadas por la "ITT", una empresa de triste fama en América Latina. Menos manifiesta pero igualmente efectiva es la dependencia de los empresarios locales de TV o radio que no están directamente asociados al capital extranjero, pero que, debido al retraso de la industria electrónica latinoamericana, no pueden dejar de adquirir sus equipos a "trusts" tales como la "RCA Víctor" y, por ende, de licitar créditos a bancos extranjeros.
Agreguemos, acerca de este tema, que la "NBC", fuerte inversora en plantas de TV en Buenos Aires, Caracas y Lima, es una empresa subsidiaria de la "RCA Victor".
Otra variante de la dependencia tecnológica es la penetración de la industria transnacional en la fabricación dentro de América Latina, o la exportación, desde los países desarrollados, de receptores de radio o TV, grabadores, etc. La creación de nuevas plantas de TV no sólo puede ser buen negocio, o una manera de ampliar el mercado de "programas enlatados" de las empresas transnacionales; también crea automáticamente un mercado interesante de previsión de equipos a particulares.
Las inversiones publicitarias: Todos los medios de América Latina en manos privadas y algunos de propiedad estatal tienen como principal fuente de recursos la venta de espacios o tiempos para la publicidad comercial (eventualmente también para la publicidad estatal). Esto implica una dependencia con respecto al capital extranjero.
En primer lugar, dado que en América Latina una alta proporción de las empresas que producen bienes masivos son filiales de compañías extranjeras, los medios necesariamente deben vender el grueso de sus tiempos o espacios disponibles a éstas. De ahí que el anunciante extranjero tenga sobre los medios un grado de control importante; su negativa a invertir puede provocar en los medios no sólo graves dificultades financieras sino, con frecuencia, la quiebra comercial de éstos. Por otra parte, dado el carácter oligopólico de la industria latinoamericana las inversiones publicitarias suelen estar muy concentradas en un número muy pequeño de corporaciones. Probablemente el 60% de las inversiones publicitarias que se realizan en los medios privados de cualquiera de los países examinados en esta reseña corresponde a menos de 30 empresas, la mayoría de las cuales son norteamericanas.
En segundo lugar, también son importantes las intermediarias del negocio de la publicidad, es decir, las agencias de publicidad. En esta área comercial se destacan en América Latina, y en todo el mundo, las grandes agencias internacionales con centro en EE. UU.: J. Walter Thompson, Mc Cann Erickson o Grant Advertising. Por ejemplo: según Schenkel, el 80% de la publicidad comercial del Perú es controlada por 7 grandes agencias norteamericanas en tanto que en 1969 las principales inversiones que se registraron en publicidad en ese país provenían de empresas anunciantes tales como "Proctor & Gamble", "Sears Roebuck", "Sidney Ross", "Colgate Palmolive", "Sherwin Williams", "Bayer" y "Supermarkets", todas empresas norteamericanas "atendidas" por agencias de la misma nacionalidad de origen. En México, en 1968, 13 agencias sirvieron de intermediarias de una inver- sión en los medios del orden de los 300 millones de dólares y. de éstas, 9 eran norteamericanas. En 1970, de las 23 mayores agencias mexicanas, 12 eran sucursales, casas norteamericanas tales como "Noble y Asociados". "J. Walter Thompson". "Mc Cann Erickson", "Doyle", "Dane y Bernbach" y "Grant Advertising".
En Venezuela, según Jorge Gaspar, sobre 157 agencias que existían en 1969, 28 eran meras "house agencias" (o "agencias cautivas" como se las denomina en Argentina) de grandes empresas norteamericanas.
Las vinculaciones existentes entre medios (controlados por el capital extranje- ro), empresas extranjeras, anunciantes y agencias filiales de casas extranjeras. crean en todos los países de América La- tina una red apretada de intereses convergentes y transacciones económicas o financieras que proporciona al dominio de las corporaciones transnacionales sobre el continente un alto grado de integración y coherencia.
Provisión de programación, material editorial, discos, etc. También es manifiesta la dependencia externa en el terreno del contenido, es decir, del material emitido o editado por los medios. Las grandes cadenas norteamericanas de TV, por ejemplo. no sólo recaudan las ganancias producidas por las inversiones que hicieron en plantas de TV de América Latina, sino que también fabrican series, películas, etc., que encuentran un amplio mercado en dichas estaciones. Veamos algunos ejemplos al respecto: en Chile, de los cuatro canales existentes en Santiago hacia 1970, la proporción de fílmico o "tapes" importados era en ese momento del 44 % (en el canal estatal), 59 %. 78 % y 70 %, respectivamente. Las series que los televidentes argentinos han podido ver en los canales de este país durante los últimos años se repiten en Santiago de Chile (y en toda América) de manera sistemática: "Jim West". "The Lancers". "Dr. Killdare". "Tarzán", "Daktari". "Naked City", etc.
El mismo tipo de subordinación se verifica en la industria de la edición de revistas debido principalmente a la difusión dentro del mercado latinoamericano de títulos norteamericanos en traducción castellana o en su idioma original: "Selecciones", "Time", "Life". "Visión" (dirigida por el Lleras Camargo que tuvimos ocasión de mencionar), etc.
Otra forma de subordinación a los intereses extranjeros, aún más peligrosa que la anterior, es la que manifiestan todos. los medios de gran alcance del continente con respecto a los servicios informativos. extranjeros. En el caso de México-a pesar de que existen en este país dos agencias locales, una de las cuales es estatal, se ha calculado que la AP, UPI. y AFP monopolizan el 90 % de las colocaciones en los servicios informativos de todos los medios. En Colombia, el control de esas tres grandes agencias sobre los diarios es prácticamente total, estimándo se que corresponde a la UPI, AP y AFP el 40%, 30% y 20%, respectivamente, de las colocaciones, en tanto que el 10% residual se reparte entre Reuter, EFE. ANSA y DPA.
Según una investigación que realizará la CIESPAL en 1967, las agencias internacionales de noticias cubren más del 84 % de las colocaciones de noticias extranjeras en los diarios latinoamericanos. Después de un examen de los principales diarios. del continente, ese organismo calculó que la distribución de las noticias extranjeras por agencia era la siguiente:
UPI 49.5%
AP 29.8%
AFP 13.4%
ANSA 1.6%
EPS 0.8%
ORBE 0.5%
Otras 4.4%
Las agencias noticiosas disponen así de los medios para controlar no sólo la información que entra o sale de cada país, sino también, en muchos casos, del flujo de información local que se difunde dentro de ésta. Este monopolio les permite, tal como se observó en Guatemala en 1954, en Santo Domingo en 1965, en Cuba durante el ascenso del Castrismo y actualmente en Chile, distorsionar totalmente el carácter de la realidad latinoamericana, desacreditando a sus movimientos populares de liberación.
La necesidad de importar material ex- tranjero, ya sea éste fílmico para TV, cine o bien servicios noticiosos, constituye una carga económica para nuestro continente. debido a que éstos deben ser pagados con divisas que se sustraen a fines más importantes económicamente. Aunque no tenemos a mano datos cuantitativos para ilustrar al lector al respecto, le recordamos que tal es la conclusión final a la que arribará la CIESPAL después de un estudio. minucioso de este tema.
4. el papel del estado
Debemos establecer una distinción previa entre aquellos países donde tienen hoy lugar verdaderos procesos de cambio político, es decir, de liberación nacional, y los restantes. Dentro de la primera categoría ubicamos, naturalmente a Cuba (acerca del cual no hablaremos en este trabajo por falta de información adecuada). a Chile y el Perú.
En Chile, desde que arribara al poder la Unidad Papular, el Estado ha adoptado diversas medidas para modificar las relaciones de propiedad en los medios. Estas medidas comprenden en primer lugar, intentos de ampliar el alcance de los medios estatales heredados de anteriores administraciones y de modificar el contenido de la comunicación masiva con vistas al empleo de ésta como un instrumento de esclarecimiento político de las masas.
En segundo lugar, el Estado chileno y. en algunos casos, los partidos mismos de la UP, han creado o adquirido nuevos medios tales como el diario "Puro Chile", la editorial estatal "Quimantú", las radio- emisoras "Radio Corporación", "Radio Portales" y "Radio Magallanes" (antes en manos de una sociedad ganadera y agrupadas bajo el rubro de "Radio Emisoras Unidas S.A.") y la ahora llamada "Radio L. E. Recabarren" que está en manos de la Central Obrera de Chile (CUT).
Según Schenkel, no obstante el carácter modesto de los cambios realizados por la Unidad Popular, "la correlación de fuerzas entre los medios de difusión ha variado considerablemente..." Antes del actual gobierno, las fuerzas de la Unidad Popular disponían sólo de dos diarios. "El Siglo" y "La Última Hora", con una circulación de 37.000 ejemplares: o sea el 3,5% de la circulación total de diarios del país... Además no poseían ninguna radioemisora... Actualmente la circulación de los seis diarios de la derecha en Santiago suma 540.000 en tanto que los cinco diarios que mantienen una línea de la Unidad Popular alcanzan 312.000 ejemplares, es decir el 36,6 %. En la radiofonía, de un total de 156 emisoras de onda larga, 40, o sea el 25,6 %, se encuentra en manos de la izquierda chilena o simpatizan con ella. Y de los cuatro canales de televisión, al menos dos de ellos mantienen líneas netamente a favor del gobierno actual" (pág. 61).
En Chile se observa claramente que, a medida que el enfrentamiento de clases se hace más neto debido a las medidas de carácter nacionalista y socializantes que va adoptando el gobierno de la Unidad Popu- lar, éste encuentra en la batalla comunica- cional una fiel expresión. Colabora para producir este hecho una notable indulgencia de parte del Estado para con una prensa y una radiofonía que, según hemos visto, aún sigue siendo controlada en su mayor parte por las fuerzas de la derecha. Tal como lo reconociera la última Asamblea de la SIP, realizada en Santiago en el año 1972, es indudable que en Chile existe una muy amplia libertad de prensa, probablemente más amplia que en cualquier otro país de la América Latina.
En el caso del Perú, la política del gobierno de Velazco Alvarado con respecto a las relaciones de propiedad de los medios ha sido mucho más radical y directa que la adoptada por el gobierno de Unidad Popular en Chile. Hasta 1968 el Estado peruano tuvo un papel muy modesto como propietario de medios. Entonces era dueño solamente de un diario oficial de reducida tirada ("El Peruano"), de una radio y de un canal de TV, ambos culturales. Asimismo, todos los intentos oficiales que se hicieron de regular esta industria fueron no sólo tímidos, sino también, en la mayoría de los casos, meramente declamatorios.
Con el advenimiento del gobierno revolucionario, la intervención estatal se hace franca y decidida. Se promulga el "Estatuto de la Libertad de Prensa" (1969). y. más tarde, una "Ley General de Telecomunicaciones" (1971); leyes mediante las cuales se inicia un reordenamiento sistemático de las relaciones de propiedad en los medios:
1) La expropiación de "Expreso" y "Extra", dos diarios de Manuel Ulloa, que son transformados en cooperativas. También se obtiene el control del diario "Crónica".
2) Se obliga a Pedro Beltrán Espantoso a transferir sus acciones en el diario "La Prensa" a sus familiares. 3) El Estado adquiere el 51 % de las acciones de la industria de la TV y el 25 % de la industria de la radiodifusión. En el caso de la radio, también por decreto, se otorga al Estado derecho de veto en los directorios de las diferentes empresas de esta industria.
4) Se limita a siete el número máximo de radioemisoras que pueden pertenecer a un mismo concesionario.
También se determina que ninguna empresa podrá controlar más de una estación de TV y una de radio en un mismo departamento.
5) Se obliga por Ley a las estaciones de radio y TV a ceder gratuitamente al Estado 60 minutos diarios para la difusión de sus programas. Asimismo se regimenta la producción obligando a esos medios a contener no menos de un 60% de programas producidos en el país.
6) Se crean centros de tele educación centralizados con dirección estatal.
Cabe señalar que las medidas adoptadas por el gobierno peruano, si bien radicales en el terreno de la propiedad de éstos, no parecen ser aún lo suficientemente profundas en el terreno del contenido de los medios. Por otra parte, es indudable que aún queda a éste mucho por hacer en el terreno de la prensa, la cual sigue aún monopolizada por una oligarquía retrógrada y ultra conservadora.
Pasemos ahora al resto de América La- tina. Con respecto a éste cabe señalar que el papel del Estado ha sido, en relación al control de la monopolización de los medios, meramente nominal. En realidad, en muchos países latinoamericanos el Estado. en estrecha asociación con los círculos de poder económico, ha estimulado la concentración de la propiedad en esta rama de la industria.
En Colombia, hacia 1971, un organismo estatal controlador de la TV, INRAVISIÓN, declaró caduca la licencia de la Sra. Montejo para el Canal 9 de Bogotá debido a su programación extranjera de muy bajo nivel cultural. Asimismo se promulgó una legislación que permite al Estado limitar la cantidad de publicidad emitida y establecer proporciones mínimas de programas nacionales así como también evitar la transmisión de programas considerados "dañinos" para la gente joven. Sin embargo, todas estas medidas, que se encuadran. dentro del espíritu moderadamente intervencionista del estado colombiano, según Peter Schenkel, muy raramente se cumplen.
Por otra parte, y esto es típico del papel del Estado en la comunicación de masa en América Latina, la legislación colombiana, las eventuales medidas de revocación de licencias o los planes de creación de programas de alfabetización por TV, sólo se ocupan de "moralizar" superficialmente el sistema o bien de promover algunas actividades culturales de carácter no político. Al respecto no debemos olvidar la estrecha vinculación que existe en todos los países del continente (con las excepciones antes indicadas) entre los grupos dominantes en el sistema económico, los dueños del sistema de comunicación de masa y los círculos políticamente influyentes.
Nada muestra con más claridad el papel real del Estado en el terreno de la comunicación de masa que el caso mexicano. En dicho país el Estado aparece promoviendo directamente a través de las camarillas que controlan la economía y el PRI- la concentración de los medios. Así, por ejemplo, es consenso general en México que Miguel Alemán es el socio secreto de "Telesistemas Mexicanos" y. probablemente, también del diario "Novedades". Al respecto es sugestivo que "Novedades". la primera estación de TV del Distrito Federal y la radio "XEX" fueran adquiridas por Rómulo O'Farril du- rante la administración de Miguel Alemán. También lo es el hecho de que el hijo de este ex presidente, Miguel Alemán Velaz- co, sea desde 1969 director de noticieros de "Telesistemas". Asimismo sabemos que los más modernos diarios de México fueron originariamente financiados con capitales de la "Nacional Financiera", una empresa que cuenta con aportes extranjeros y que durante el régimen de Alemán sirvió a éste para financiar sus propias aventuras empresariales. En 1971 trascendió -aunque esta noticia no fuera confirmada oficialmente que Miguel Alemán había conseguido la participación accionaria suficiente como para desplazar a la "Nacional Financiera" de la cadena de 34 diarios que maneja el Col. Garcia Valseca. Si así fuera, los imperios de Azcárraga, O'Farril y Gracia Valseca formarían hoy un gigantesco supergrupo financiero, comandado por el propio Miguel Alemán.
Está por demás decir que la característica fundamental de los grandes medios en México es su extremo oficialismo, así como la práctica de comunicación más difundida en los medios periodísticos de este país es, indudablemente, la autocensura. Correlativamente, se verifica que el PRI ha hecho muy pocos esfuerzos por emplear los medios masivos para incorporar a la vida política de México a las grandes masas marginales que aún perduran enquistadas en la estructura social de este país.