La misión Gelbard a Cuba significó un acto pleno de soberanía del gobierno argentino y el comienzo del fin del bloqueo económico a la isla. Los periodistas que acompañaron a la delegación argentina —cuya estadía se prolongó del 24 al 28 de febrero pasado— tuvieron la posibilidad de conocer, en un par de conversaciones informales, los puntos de vista de Fidel Castro sobre diversos temas. La versión textual de una de esas conversaciones se publica en estas páginas por primera vez. La otra irá en el próximo número.
Participaron del encuentro: Celso Castiñeiras de Dios (La Razón) - Juan Carlos Algañaraz (Clarín) - Ireneo Villarruel (Canal 13) - Julián José Delgado (Mercado) - Ernesto E. Kaiser (La Opinión) - Eduardo Bonelli (La Nación) - Juan Carlos Gaillard (El Cronista Comercial) - Andrés Vallesteros (Télam) - Marcelo Soria, Juan José Motta, Ana María Amado (Canal 7) - Marcos Álvarez (Crónica) - Roberto Quiroga (Síntesis) - Cora Raoi (Noticias) - Dardo Cúneo (Economía) - Alberto Gabrielli (Competencia) - José María Pasquini (Canal 9) - Santo Biassatti (Canal 11) - Primitivo Cormillón (Radio Rivadavia) - José García (Radio Belgrano)
Comandante, usted ha dicho que la crisis del petróleo al principio fue bastante conveniente para Estados Unidos. ¿Podría ampliar esa concepto?
—En determinado momento, los Estados Unidos, cuando tenían problemas con la balanza de pagos, y cuando tenía déficit comercial grande, en todo ese período, se vieron obligados a no hacer convertible el dólar en oro. En ese momento, Estados Unidos trataba de resolver sus propios problemas y veía con simpatía el incremento del precio del petróleo, porque a juicio de ellos eso les facilitaba poder competir con sus dos grandes adversarios en el mundo capitalista, que eran Europa Occidental y Japón. Esto fue antes de la crisis del Medio Oriente. Claro que después de la crisis del Medio Oriente, los precios subieron de tal forma que fue un problema para todo al mundo, incluso para ellos. Ahora, hay que tener en cuenta por qué ellos se quejan de que los europeos no hicieron un frente unido: en realidad, los otros países también estaban respondiendo a la realidad que Estados Unidos practicó en esto de la energética: una política que le convenía a sus propios intereses. Eso por un lado. Ahora la situación es diferente, pero aun así Estados Unidos están en mejores condiciones de afrontar la crisis energética que Japón y que Europa, porque Japón importa el 99 por ciento de las energías que consume y Europa importa alrededor del 90 por ciento y Estados Unidos importan únicamente el petróleo, que son de 5 a 6 millones de barriles diarios, esa es la importación tradicional de Estados Unidos, para una producción propia de 11 a 12 millones de barriles, a lo cual hay que añadir la producción de carbón que ellos tienen, el gas que tienen y además la energía hidráulica, porque ellos desarrollaron con bastante anterioridad casi todos sus recursos hidráulicos. Tienen la mayor reserva del mundo de carbón, de modo que ellos tácticamente pierden con esa crisis; estratégicamente, ganan nacionalmente. Es decir, que la economía norteamericana todavía resiste esta crisis, no obstante su sociedad de consumo y no obstante el hecho de que Estados Unidos tienen mucha culpa en esta crisis energética, porque ellos podrán autoabastecerse de combustible. Pero hay que ver si el mundo occidental resiste: esa es la cuestión.
autos
Acabamos de escuchar por onda corta que Estados Unidos no tienen inconveniente en que las empresas transnacionales que tienen sucursales en Argentina comercien con Cuba.
—Yo siempre tenía entendido que el permiso para que las empresas argentinas le vendieran a Cuba, no tenía que darlo Estados Unidos.
No, no es un permiso. Lo han dicho los Estados Unidos, pero la Argentina ha dicho que no necesitaba ningún permiso.
—Nosotros hemos estado muy tranquilos en ese sentido. Yo creo que en ese problema lo primero que hay que analizar es esto: ¿quién debe decidir esa cuestión? ¿El país donde operan las empresas, o el país donde están las casas? Es un problema de soberanía lo que se discute.
La Argentina tomó la decisión primero, y los Estados Unidos la aceptaron ahora.
—A mi juicio, no tenían otra alternativa que aceptarla. De todos modos, no les vamos a dar ningunas gracias por eso. Lo que nosotros entendemos es que es el gobierno argentino quien decidía, y sabíamos que el gobierno argentino estaba decidido a que se cumpliera la ley argentina. Es un principio del fin del bloqueo, sí; es una fuerte grieta en el bloqueo. Digamos que si no se hubieran producido estas operaciones con Argentina, no se habría producido -sí, es verdad- esa declaración. Fueron precisamente las relaciones económicas con la Argentina, es decir, el proceso de cambio mismo, el que los colocó a ellos en la disyuntiva de tener que tomar una decisión. Nosotros no nos confundimos con eso: nosotros sabemos que no es resultado de una política de buena voluntad de los Estados Unidos, sabemos que es una política sin alternativas para Estados Unidos.
bloqueo
¿Usted cree que esto podría estar entroncado con la necesidad de las empresas multinacionales de acceder a los mercados de los países socialistas, digamos, algo que justificaría también la apertura de los Estados Unidos hacia China?
—Ahora le voy a decir. Este problema ha tenido mucha importancia, porque ahora hay que ver cuál es la actitud que asumen las empresas multinacionales, las empresas norteamericanas que tienen sus industrias, sus propiedades industriales en Europa, en Japón y en muchos otros países. Puesto que hay que ver ahora si es que las demás empresas van a ser sometidas a un régimen todavía de excepción, puesto que jamás ninguna empresa norteamericana nos vendió a nosotros nada, así que hay que tener en cuenta que éste ha sido un bloqueo total y que donde quiera que haya habido una empresa norteamericana, en cualquier parte del mundo, esa empresa no nos vendía, porque ninguna de ellas era capaz de vender sin autorización del Departamento de Estado, y el Departamento de Estado no les daba autorización. Lo que pasa es que en ningún caso anterior se habían visto en una situación politica como la de la Argentina, porque negar el permiso en este momento habría constituido un desafío muy fuerte y muy grande a la soberanía de Argentina. Digamos que es la primera vez que se presenta esta situación en que un país con una actitud política toma una decisión por la que las empresas se ven en la necesidad de acatar la política del Departamento de Estado o acatar la política del país donde residen, es la primera vez que se presenta esta situación. Hasta ahora no se había presentado en ningún otro país. En definitiva, los países europeos nunca hicieron de la soberanía una cuestión de honor, y aceptaban el principio establecido por el Departamento de Estado. Pero ahora los gobiernos de Europa tendrán que decidir, y las empresas que están allí obedecen a la ley nacional, a la política nacional del gobierno, o a la política del Departamento de Estado.
la OEA
¿Qué cambio de actitud cree que el convenio puede provocar en la OEA?
—En la OEA no se producirán cambios fundamentales mientras no se produzcan cambios internos en los paises que la integran. ¿Qué vamos a esperar de Brasil? ¿Qué vamos a esperar de Bolivia? ¿Qué vamos a esperar del Uruguay? ¿Qué vamos a esperar de Chile? Los Estados Unidos, cuando establecieron en la OEA su política de bloqueo a Cuba, pusieron incluso el requisito de que se necesitaban dos tercios para rectificar aquella política. Y ellos todavía dominan con un grupo de gobiernos absolutamente lacayos e incondicionales a Estados Unidos y dominan e imponen su ley a la OEA. De modo que no hay que esperar nada de la OEA. Lo mejor que podría esperarse es la desaparición de la OEA. Seróa lo más saludable, lo más útil de todo. Y que la remplace una organización de países latinoamericanos y donde pueden estar incluidos los de habla inglesa del Caribe. Recién entonces podría tratarse con Estados Unidos desde una posición latinoamericana. Es que la OEA, históricamente, desde que se fundó hasta hoy, ha sido un instrumento de dominación de Estados Unidos. Nosotros estaríamos dispuestos a formar parte de otra organización, pero no de ésta.
kissinger
Comandante, para mucha gente la aparición de este nuevo secretario de Estado, por algunas cosas que ha hecho en el orden internacional, hace suponer que algo puede cambiar en la política estadounidense. ¿Usted qué piensa de este personaje?
— Yo no he leído todos los libros de Kissinger, de manera que no lo conozco muy bien, pero me parece que es un gran admirador de Maeternich. Tiene ideas reaccionarias en política, pero es un hombre realista. Me parece que la esencia de su filosofía es llevar adelante la política internacional que ayude a la supervivencia del sistema capitalista, o sea, la supervivencia de los Estados Unidos.
¿Una especie de gatopardismo?
—Él considera que esta época es una época revolucionaria. Igual que lo era la de Napoleón y otras, y entonces él trata de desarrollar una política como la que desarrolló Austria en ese entonces, con el fin de mantener el imperio. Kissinger es un ministro de Relaciones Exteriores del imperio, cuya política tiende a la supervivencia del imperio, sabiendo que está en crisis. El imperio ha sido todo lo agresivo de que ha sido capaz, y no ha sido más agresivo de lo que ha sido capaz.
el imperio
¿Y ahora está a la defensiva?
—Yo creo que el imperio hace rato que está a la defensiva. Es decir, está en decadencia. Sus mismas guerras, y su política con Cuba, con Vietnam, su política en Santo Domingo, son políticas agresivas de un imperio que teme el final de su dominio. Todos los actos de política internacional que ha realizado como gendarme internacional han sido precisamente para tratar de frenar el desarrollo revolucionario del mundo. Kissinger sigue esa política, pero de una manera más realista. Yo no podría decir que es un hombre de guerra. Considero que es un individuo inteligente, que trata de adaptar la política exterior de Estados Unidos a la realidad de hoy, con el objetivo esencial de preservar por el mayor tiempo posible el imperio yanki.
latinoamérica
Comandante, ¿cuáles serían las condiciones para la formación de esa nueva organización a la que Cuba estaría integrada? ¿Qué elementos deberían darse?
—Primero, tendría que ser una organización que represente de verdad los intereses de América Latina y de los países del Caribe frente a Estados Unidos, porque se necesita una organización que incluya a todos nuestros países. Creo que sería un elemento de unidad futura de los pueblos latinoamericanos. Lo primero que tiene que hacer América Latina, como un intento de unidad, es agruparse en una organización supranacional si se quiere, pero que represente sus intereses en el mundo. Así podríamos discutir con los Estados Unidos bilateralmente o en las Naciones Unidas, con nuestras fuerzas y no con el enemigo dentro de la casa. Norteamérica en la OEA es el caballo de Troya, fue, es y será el caballo de Troya, que siempre estaré buscando un grupito de votos por aquí, otro por allá, dando un golpe de Estado en un lugar, un golpe de Estado en otro, para tener una correlación de fuerzas favorable. Entonces nosotros aspiramos a que haya una organización del lado de nuestro continente. Que el caballo de Troya no esté dentro, que esté afuera.
brasil
Esa correlación de fuerzas sigue siendo favorable para quiénes, ¿para ésos manejados por Estados Unidos en cuento a la formación de esa nueva unidad?
—En realidad, todavía ellos tienen bastante fuerza. Ellos tienen el apoyo de Brasil, aunque Brasil está en un callejón sin salida. Incluso se dice que el milagro brasileño está en crisis.
¿También por la crisis energética?
—Por el problema energético y porque, además, es un desarrollo en base a la entrega del país a las empresas extranjeras, y en base a la miseria y el hambre espantosas del pueblo brasileño, y en base a la represión y el crimen. Es imposible que un régimen pueda vivir eternamente en base a la represión, la tortura y el crimen. Brasil es uno de los lugares del mundo donde se aplica más sistemáticamente la tortura y el asesinato político y la represión política. Entonces, así no se puede gobernar indefinidamente. Esta es la última fase de la vida de un sistema que puede durar más o puede durar menos. Un país de grandes recursos naturales entregado a los monopolios extranjeros que tiene, no desarrollo, sino crecimiento económico basado en la miseria de los brasileños. Entonces, hay una minoría insignificante que tiene allí una sociedad de consumo establecida. Pero las grandes masas en Brasil están muriéndose de hambre. Es uno de los países de más alto porcentaje de mortalidad infantil; es más de 100 por mil y Cuba tiene un 27,4 por mil. El analfabetismo es enorme también. El estado sanitario de la población es terrible; el estado de la vivienda es terrible y el hambre. ¿Cuántos consumen leche en Brasil? ¿Cuántos consumen carne en Brasil? ¿Cuántos tienen agua corriente? ¿Qué promedio de vida es el del brasileño en las condiciones actuales? Esto no se puede mantener indefinidamente.
chile
Pasando a otro tema, nos gustaría saber cuál es el pensamiento del gobierno revolucionario de Cuba con respecto a la experiencia chilena.
—Yo creo que no puede haber revolución sin dictadura revolucionaria. Esto, ¿qué quiere decir? Dictadura popular, bueno, cuando digo dictadura popular revolucionaria me puedo referir a una dictadura popular, a una mayoría, un gobierno del pueblo que sea más poderoso que el gobierno de su enemigo. Esto quiere decir que no se puede hacer una revolución con una mayoría parlamentaria en contra, no se puede hacer una revolución en una situación legal como esa. No se puede hacer una revolución cuando todos los medios de difusión y divulgación de masas estaban en manos de la reacción. No se puede hacer una revolución cuando las fuertes armadas se han bien constituido en árbitros de la situación del país. El gobierno de la Unidad Popular no tenía una mayoría parlamentaria, estaba en minoría, Eso lo frenó mucho desde el primer momento, estaba maniatado, no poda actuar. En esas condiciones, en Chile, el gobierno de la Unidad Popular no pocha avanzar ni dictar, ni aplicar una ley; era muy difícil. Entonces, para establecer el socialismo, hace falta cambiar hasta la cultura que establece le clase dominante. Hay que cambiar ese régimen.
allende
¿Entonces usted coincide con los sectores de izquierda que han calificado el gobierno de Allende como reformista?
—No. Jamás calificaré al gobierno de Allende de reformista, sino como revolucionario. A Allende lo callficaría como revolucionario. El gobierno era un gobierno popular, con fuerzas limitadas para llevar a cabo una revolución. Pero ya no tengo la menor duda de que Allende hizo un papel correcto, y asistir a las elecciones era correcto, porque en las elecciones se tomaron algunas posiciones de poder, por lo menos la Presidencia de la República. En el cuadro de Chile, estaban los cauces abiertos para la lucha legal y nosotros nunca hemos hecho el planteamiento de que hubiera que abandonarlos para llevar a cabo la lucha violenta. Le posición de
Allende era correcta, porque ese era lo qua podía hacer. Se avanzó y no hay duda que hizo muchas cosas a favor del pueblo y logró, por lo menos, la nacionalización del cobre, importante medida de carácter económico y político. Dicta leyes en favor de los obreros y los campesinos, y ya que no se podía hacer una nueva reforma agraria, por lo menos a la vieja ley se aplicó consecuentemente. Inició una política de nacionalización de las industrias básicas, claves, y asimismo inició una política de recuperación de la soberanía nacional, actuó independientemente, restableció relaciones con Cuba y con todos los países socialistas, de modo que Allende, desde el punto de vista de lo posible, hizo el máximo que se podía hacer. Claro está que ahora uno puede ponerse a analizar si dentro de la legalidad había todavía más posibilidades. Quizás ellos hubieran hecho un plebiscito, muy al principio, y hubieran englobado la ley del cobre con otra serie de leyes de tipo social, hubieran podido, en ese momento, lograr una mayoría en el Parlamento que, a lo mejor, les hubiera permitido sobrevivir más tiempo. Pero no hay que olvidarse de que el ejército era la gran reserva del imperialismo. Estados Unidos siempre le prestó gran atención al ejército de Chile. Entre los mayores créditos de ayuda en armamentos para los ejércitos de América Latina, estaban los créditos destinados para armar al ejército chileno. Y, además, la politica del imperialismo consistió en cerrarle todos los créditos a Chile, bloquearla económicamente pero, a la vez, mantener los mejores contactos y las mejores relaciones con las fuerzas armadas chilenas, que fueron las únicas a las que no les cortaron los créditos. Es decir, que Allende hiz0 dentro de su época el máximo que podía hacer, y por encima de todo, merece el respeto de un hombre que con tanto heroísmo defendió sus principios, y que con tanto heroísmo defendió al gobierno popular. No debemos olvidar que una de las batallas más heroicas que se ha dado jamás en la historia de este continente fue la batalla que dio Allende en La Moneda. Yo conocía muy bien a Allende, y era un hombre de profundas convicciones, y era un hombre revolucionario. Si no hubiere sido así, quizás hubiera hecho muchas transacciones para sobrevivir. Pero no quiso aceptar transacciones con el imperialismo, no aceptó la traición a la revolución para mantener una posición en el gobierno. Hizo todo lo que pudo y llegó hasta el final: supo morir por su causa. Las condiciones de Chile eran muy difíciles: nosotros estuvimos allí y vimos al Fascismo en acción, a la derecha moviéndose; vimos a la CIA movéndose, vimos al imperialismo conspirando, a toda la prensa concertada al unísono pidiendo el golpe de Estado, junto con los partidos de derecha, movilizándose para crear el caos dentro del país, y lo creaban efectivamente: era una constante apelación a las fuerzas armadas a que dieran fin al gobierno de Allende. Lo que tal vez no imaginaron era la forma en que intervendrían las fuerzas armadas, la manera en que darían fin al gobierno de Allende, porque al otro día del golpe, muchas de las capas medias de la población y mucha de lo gente de la democracia cristiana que habían estado demandando el golpe de Estado, se horrorizaron ante la magnitud de la masacre, de la fiereza, del espíritu sanguinario de aquellos militares. Entonces mucha gente que no estaba con Allende, a los diez días estaba espantada y prefería mil veces el gobierno de la Unidad Popular a la situación imperante.
argentina
¿Qué opina de la situación en la Argentina, donde se mantienen algunas de las condiciones que usted acaba de describir aunque no haya una dictadura revolucionaria?
—En la Argentina hay un movimiento popular muy fuerte, mucho más fuerte que el chileno, y tienen una absoluta mayoría parlamentaria que le permita dictar leyes. Es decir que las condiciones en la Argentina son diferentes a las de Chile.
Con respecto al cerco continental que se establece a partir del año 73, fundamentalmente...
—El cerco tiene una importancia relativa, porque nadie ha estado más cercado que nosotros, que tuvimos un cerco absoluto. Además, un pueblo, en un proceso político de liberación, genera más fuerza que todos sus vecinos juntos. A un pueblo en revolución no hay quien lo aplaste; de lo contrario, a Cuba la hubieran aplastado. Nosotros hemos resistido, y de segura ustedes lo saben, porque si no, no estaríamos reunidos aqui esta noche.
La ultraizquierda formuló graves críticas al compañero Allende y esa misma tendencia se las este haciendo el Tte. Gral. Juan Domingo Perón. ¿Que opinión le merecen esas críticas?
—Usted me quiere introducir en la política interna de la Argentina y creo que debo evitar hacer este tipo de pronunciamientos. Cuando se me pidió que hablara de Chile, hice una valoración histórica de los sucesos acaecidos en Chile. Con respecto a su pregunta, debo abstenerme porque se trata de política interna.
El General Perón le envió un mensaje personal a través de su ministro Gelbard. 1) ¿Podemos saber el contenido del mismo? 2) ¿Usted le contestará por la misma vía? 3) ¿Es ésta la primer oportunidad pera un intercambio de mensajes entre usted y el General Perón?
—Efectivamente: es la primera vez que recibo un mensaje de él. Con respecto al contenido, no creo que deba ser yo el encargado de divulgarlo. Por supuesto que, al recibir su mensaje, le contesté de igual forma. Pero quien debe decidir si debe hacerse público o no, es él. Lo que se sabe es que hubo un mensaje y una respuesta. Por supuesto que fue un mensaje protocolar y amistoso.
el convenio
El convenio realizado entre Cuba y la Argentina, por su volumen, ¿hace que éste sea el tratado más importante para ustedes, fuera de los realizados con los países socialistas?
—Nosotros tenemos, por ejemplo, un gran intercambio comercial con Japón. Les vendemos alrededor de un millón de toneladas de azúcar. Eso tiene un volumen muy grande como intercambio comercial global. También hay intercambio con países de Europa: Francia, Italia, España, es decir, un volumen comercial grande, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de población de cada uno de ellos. En ese sentido, el intercambio podría ser más importante que el que tenemos o vayamos o tener con Argentina. Pero, desde el punto de vista de América Latina, y teniendo en cuenta la cantidad de población y el nivel de desarrollo de nuestros países, sin lugar a dudas, este convenio es el más importante de todos. Inclusive a nivel mundial, desde el punto de vista político, porque significa un rechazo por parte de la Argentina a la política del bloqueo contra Cuba. Y esto tiene un doble valor, económico y político, para ambos países. Pienso que es una operación muy inteligente para la Argentina, porque es un país que está en un despegue industrial, que quiere industrializarse ¿y por qué razón nadie en el mundo le va imponer una restricción a su comercio? Ese camino es un camino seguro para obtener mercado para sus productos y garantizar el desarrollo industrial de cualquier país. Creo que no es más que un comienzo. Incluso cuando hablamos de desarrollo industrial, es un desarrollo relativo porque todavía está limitado por los artículos que Argentina nos puede vender a nosotros: camiones, maquinarias agrícolas, locomotoras. Es decir, que puede vender algunas industrias pero todavía no tiene una tecnología muy desarrollada. Si quisiéramos comprar tecnología más avanzada no podríamos hacerlo en la Argentina. Por eso este es el único camino que puede seguir un país en las condiciones del de ustedes con capacidad excedente en la industria, con fuerza de trabajo todavía excedente. Es decir, una política comercial inteligente y valiente. También considero el fondo político y el valor moral del gesto de Argentina de restablecer relaciones diplomáticas con nosotros. Esto les significa la conquista de un mercado seguro y también significa que nosotros les daremos preferencia el convenio. Si podemos comprarle a la Argentina ¿para qué vamos a ir a comprar a un mercado capitalista? Al fin y al cabo, es un país de nuestra comunidad latinoamericana y lo que nos interesa es desarrollar, precisamente, las relaciones con nuestra comunidad latinoamericana. Además. si podemos adquirir en Argentina, no sólo el comercio a crédito sino también el corriente, lo haremos.
la urss
Uno de los puntos en que hace hincapié permanentemente la prensa norteamericana es el grado de dependencia que tiene Cuba con respecto a la Unión Soviética, no sólo en lo económico, sino también en le político. ¿Qué opina usted de eso?
—Es muy fácil hablar de eso cuando a un país lo tratan de estrangular y lo bloquean. Fue una suerte para nosotros tener un país como la URSS del cual depender. Lo terrible habría sido no tener a nadie de quien depender. Nadie que nos mandara trigo, ni petróleo, ni materias primas que ayudaran a sobrevivir a la revolución. Lo que más le duele a la prensa norteamericana es que a pesar de todos esos intentos de estrangulamiento, feroces y criminales, hubo un país que nos pudo ayudar. Fue una suerte para Cuba. Y estamos encentados de depender, porque ahora que a Estados Unidos les falta petróleo, a nosotros no. En cambio, los Estados Unidos dependen de muchos suministradores para muchas cosas y esos suministradores son mucho menos seguros que los nuestros.
el mañana
¿Va a estar en el puerto cuando lleguen los Ford, los Chevrelet y los Chrysler?
—¡Ah! Yo sí, pueden estar seguros que sí.
¿Pero se va a estar restregando las manos o cómo?
—Te voy a decir la verdad: me alegra mucho todo esto porque veo que para nosotros es útil, y comprendo que también es útil para Argentina. Pienso que la Argentina y nosotros hablamos español, y que podemos entendernos bien, y podemos desarrollar nuestras propias economías y realizar una integración de nuestras economías. Si alguna vez surgiera la posibilidad de que nosotros pudiéramos desarrollar algo que no tiene por qué desarrollar la Argentina, porque nosotros tenemos mejores condiciones naturales, como por ejemplo el níquel, pues produciremos níquel y podremos abastecerlos. No son muchas las cosas, porque ustedes tienen mayor desarrollo industrial que nosotros, y son además un país agrícola, y en muchas cosas, nuestras economías son complementarias. Pero puede haber muchos terrenos en los que podemos colaborar, y no solamente pienso en el caso unilateral de la Argentina y Cuba, sino en las relaciones de Cuba con el resto de América Latina, y Argentina con el resto de América Latina. Creo que entre todos, podemos formar un gran todo, que estamos muy atrasados tecnológicamente, y muy pobres económicamente. Es indiscutible que, con la fuerza de todos nuestros países juntos, podernos afrontar el mundo del mañana. Con la sola fuerza de nuestros países, independientes y aislados, no podríamos, porque creo que el mundo de mañana lo determina la tecnología. Nuestro continente, formado por nuestros pueblos que tienen tantas cosas en común, tiene que jugar unido en el mundo de mañana. De esto estamos muy conscientes. El convenio entre la Argentina y Cuba es un primer paso para esa acercamiento. Además, siempre nos alegrarnos cuando vemos que un pueblo hermano desafía una imposición del imperialismo, porque es una victoria sobre él. También anhelamos que América Latina produzca para abastecernos, y que lo que normalmente compramos en Europa, se pueda comprar en Argentina, en Cuba, o en cualquier otro punto de Latinoamérica. Por eso, cuando llegue el primer barco, estaré ahí.
Usted determinará si debemos terminar el diálogo.
—Ustedes comprenderán que siempre una entrevista de éstas es un poco delicada, porque ustedes llegan, y se tratan los temas más variados, y todo se da improvisadamente. Yo no puedo ponerme en una reunión de estas como si fuera un profesor en una cátedra, porque no soy un catedrático de política ni mucho menos. Mis respuestas, lógicamente, tienen que estar condicionadas en cierto modo por mis responsabilidades, porque no es lo mismo estar el frente de un gobierno que estar de catedrático en una facultad de la universidad. Los catedráticos son más líbres que nosotros pare emitir opiniones, y nosotros tenemos que autorrestringirnos mucho. Pero dentro de esa inevitable autorrestricción que tengo que aplicarme, con mucho gusto hablo de todos los temas que ustedes quieren que hable.