Días antes de la peregrinación, los hoteles de San Nicolás están repletos; cualquier pieza o sucucho es válido para pasar la noche. Al amanecer del veinticinco de cada mes, larguísimas colas de peregrinos aguardan su ingreso a la iglesia. Desde las 6 de la mañana se celebra la eucaristía en forma ininterrumpida, y los fieles esperan paciente y ordenadamente su turno para contemplar una imagen de la Virgen del Rosario tallada en Roma en 1884 y bendecida por el Papa León XIII. A media tarde comienza la procesión propiamente dicha: la Virgen es sacada del templo y conducida hasta el "campito" donde se celebrará la multitudinaria misa al aire libre.
Durante los días de peregrinación la casa de cada nicoleño se transforma en un potencial shopping donde se ofrece desde botellas de agua para los sedientos feligreses hasta remeras "de marca" sospechosamente truchas. Todos contribuyen al caldo gordo del lucro: los vendedores de estampas y medallitas, hasta Radiolandia 2000 o el diario El Norte, con sus "suplementos alusivos".
de todo, como en botica
Más que hablar de un aséptico y científico sincretismo estamos en presencia de un verdadero cambalache cultural: la peregrinación aparece como una zona de superposición conflictiva de la religiosidad popular, la organización religiosa formal y la más desprejuiciada lógica capitalista. La religiosidad popular -práctica imbricada en la cultura de los sectores subalternos, indisciplinada y muchas veces marginal- trata de ser encauzada, dirigida y reelaborada desde la estructura formal de la Iglesia. Si bien en siglos pasados este tipo de prácticas religiosas eran vistas sospechosamente por los hombres del Vaticano, hoy en día la jerarquía tolera y estimula este tipo de fenómenos que mantienen alta su capacidad de convocatoria y movilización frente a los procesos de secularización.
La Iglesia, más que llevar adelante un trabajo coercitivo/represivo sobre estas prácticas, realiza una labor preventiva apropiándose de ellas, encaminándolas para evitar un distanciamiento cada vez mayor entre la casta sacerdotal y las experiencias religiosas populares. Una de Gramsci: "la fuerza de las religiones y sobre todo la Iglesia Católica ha consistido y consiste en que sienten enérgicamente la necesidad de unión doctrinal de toda la masa 'religiosa' y luchan para que las capas superiores intelectualmente no se separen de las inferiores. La Iglesia Romana ha sido siempre la más tenaz en la lucha para pedir que 'oficialmente' se formen dos religiones, la de los 'intelectuales' y la de las 'almas sencillas'.
el don de la ubicuidad
Al recibir Gladys de Motta los primeros mensajes, el obispo designó una comisión investigadora que tras practicarle una serie de estudios psicofísicos, excluyó cualquier posibilidad de "delirios alucinatorios". Luego la Iglesia inició una millonaria "colecta pública" destinada a la construcción del templo sin dejar de lado el control sobre los miles de mensajes que recibe diariamente Gladys de Motta en el jardín de su casa. De esta manera, la jerarquía eclesiástica se ubica como "mediadora" entre ella y los peregrinos: en un mismo movimiento el Vaticano "organiza" la práctica religiosa a la vez que la "controla" y "fiscaliza".
Si bien tardó cinco siglos en reconocer a Galileo Galilei, la Iglesia hoy no duda en consultar a psicólogos y psiquiatras: al descartar una enfermedad mental de Gladys de Motta, evade un mecanismo de exclusión discursivo. Según Foucault: "el loco es aquel cuyo discurso no puede circular como el de los otros: llega a suceder que su palabra es considerada como nula y sin valor". La Iglesia cubre sus flancos ante un posible ataque laico recurriendo a la legitimación del discurso científico. Pero esta apelación al discurso científico como legitimador en última instancia, se vuelve a veces un boomerang sobre la jerarquía. Comprobada la falsedad del santo sudario, la Iglesia prohibió en el futuro todo tipo de estudio científico sobre él. La institución se repliega sobre su propia lógica y retorna a las aguas tranquilas de la Fe.
los intermediarios celestiales
Si bien la peregrinación generada alrededor de la Virgen del Rosario es un fenómeno relativamente reciente comparada con otras prácticas religiosas centenarias, aparecen ya en ella signos crecientes de mercantilización, como sucede con otras ceremonias similares a lo largo del continente.
Este proceso de mercantilización-secularización podría observarse como inversamente proporcional a medida que una comunidad resuelve sus necesidades básicas. Y también como una convivencia conflictiva tanto con la religiosidad popular como con el pensamiento formal de la Iglesia, en cierta forma interdependientes.
La religiosidad popular es sentida como una actitud vital, cotidiana, poco dependiente de una práctica religiosa formal. Sin embargo, esta experiencia aparentemente individual y privada, toma cuerpo durante las fiestas y peregrinaciones donde el sentimiento de unidad, de pertenencia a una (man)comunión se efectiviza.
Esta religiosidad reconoce diferentes tipos dado que constituyen un conjunto heterogéneo de prácticas: las variadas formas que adoptó la conquista, las migraciones y el urbanismo, no han sido de los fenómenos menos influyentes en su proceso de conformación. La devoción a un Santo o una Virgen -contribución germánica al catolicismo- está sumamente difundida en América Latina.
Algunos investigadores, desde una perspectiva funcionalista, han querido ver en este catolicismo milagroso un mecanismo de tipo compensatorio que busca proveer seguridad ante las carencias económicas. Pero dicho análisis se derrumba al confrontarlo con la realidad de la peregrinación a la cual concurren fieles de la más variada extracción social.
Sin embargo el policlasismo se termina a la hora de los pedidos a la Virgen: los devotos más humildes piden "más trabajo, bienestar y paz para todos". En cambio, los fieles de indudable buen pasar económico individualizan sus pedidos a la Virgen: salud para una persona determinada o simplemente se va a "dar gracias" por los favores recibidos.
El sociólogo Floreal Forni cuyos trabajos nos han permitido encuadrar este artículo- resume: "El pueblo no sólo espera resultados mágicos, sino que él concibe a la religión como una directa relación con la divinidad usando como mediadores imágenes, la virgen, santos, o los muertos en vez (o paralelamente con) de una mediación de la Iglesia, a través de la disciplina sacramental…”