1-
Entre los escritores cautelosos pondría dos casos: el de Borges y el tuyo. Durante un tiempo Borges no escribió directamente narrativa sino formas oblicuas de narración, porque, según él, lo intimidaba la literatura. ¿Por qué eres cauteloso tú?
-Por miedo.
¿A qué atribuyes ese miedo?
-Tal vez a que soy autodidacto y a que nunca he creído ser escritor. Todavía ahora cuando me afrento a la tarea de escribir algo lo hago como lo hacía a los diecinueve o veinte años: completamente desarmado. Nunca he podido superar ese miedo que tú llamas cautela.
Lo curioso es que tu humor y la soltura de tu estilo saben esconder muy bien ese miedo.
-Los animales muy cautelosos se disfrazan, o se mimetizan; pretenden ser otra cosa. Probablemente yo me haya estado disfrazando de hormiga por el temor de presentar demasiado blanco ante el público o ante mis amigos. Quizá no tener estudios académicos me haya hecho así y de ahí parta todo.
Entonces háblame de eso.
-Yo prácticamente no fui a la escuela, por lo menos no terminé la primaria. Cuando me di cuenta de esa carencia, a los dieciséis o diecisiete años, me asusté y traté de superarla yendo a leer a la Biblioteca Nacional de Guatemala, sin lograrlo. Subconscientemente todavía estoy haciendo la primaria, preparándome para la primaria. Quizá por eso me gusten tanto los textos escolares, sobre todo ahora que ciertas cosas mías aparecen en alguno que otro. Es una sensación extraña: los miras por casualidad y de pronto te encuentras allí, e incluso te piden que señales tus propios pluscuamperfectos.
¿Qué te llevó a tomar conciencia de esa necesidad?
-Bueno, lo que nos lleva a muchos a leer o a escribir: ciertas incapacidades físicas para compartir otras experiencias de muchacho: los juegos, los deportes. Inhabilidades, timidez, timideces. De niño fui malo para correr, para cualquier ejercicio, para nadar. Siempre recuerdo a alguien, sobre todo a mi hermano, sacándome del río una y otra vez, medio ahogado. De pronto, al llegar a la adolescencia me encontré con que carecía, ya no sólo de educación, sino de cosas tan elementales como zapatos presentables ante las muchachas de que te enamoras y, como consecuencia, de otras cosas necesarias, como soltura o audacia para agarrarles la mano. Entonces te refugias en los libros, o en billares de mala muerte. Por otra parte, yo suponía que cualquiera que hubiera hecho una carrera, forzosamente lo sabía todo. Con el tiempo me he ido dando cuenta de que eso no siempre es así; pero en ese momento yo sentí la necesidad de saber algo y de empezar por los nombres más universalmente conocidos. La idea era ésta: con sólo mirarme, ese señor se va a dar cuenta de que no he leído a Cervantes, a Dante, a Calderón de la Barca, para no hablar de Gracián y Andrés Bello y don Juan Manuel y... Medio pesadilloso, ¿no crees? Pero en fin, así era y así sigue siendo. Hace apenas unos años trabajé en la edición de las Obras completas de Alfonso Reyes corrigiendo las pruebas del galera. Nunca me atreví a ver personalmente a don Alfonso por el temor de que de pronto me preguntara: "Oiga, Fulano, ¿se acuerda de tal verso de Tirso de Molina?", y yo naturalmente no lo supiera. Qué le vamos a hacer.
De modo que un sentimiento de gran carencia despertó en ti una gran ambición.
-No necesariamente ambición. Sólo me hizo sentir cada vez más pequeño ante la literatura. Los modelos que yo veía eran tan inmensos que de ahí puede venir esa cautela que señalas.
¿Dejaste la escuela por necesidad de trabajar?
-La escuela la dejé por aburrimiento, por pereza y por, ¿otra vez?, por miedo. Por necesidad económica comencé a trabajar desde los quince años.
¿En cosas muy ajenas a tu inclinación?
-Si yo tenía alguna inclinación, no lo sabía. Trabajé en una carnicería desde los dieciséis años hasta los veintidós, o algo así, absolutamente todos los días del año, excepto el Jueves Santo, porque el Viernes Santo no se vendía carne. Durante más de dos años mi trabajo comenzó a las cuatro de la mañana, excepto ese jueves increíble. Caminaba hasta el rastro unas cuarenta cuadras, lo que ahora veo como un gran bien: tal vez durante esas madrugadas comencé a reflexionar en lo que leía. Durante el resto del día se presentaba la oportunidad de robar bastante tiempo para leer. Todavía despierto con la pesadilla de que los patrones me sorprenden leyendo. Estudiaba gramática y latín (llegué hasta rosa rosae) y trataba furtivamente de traducir cosas de Horacio, de Fedro. Por cierto que encontré un jefe sumamente amable, de nombre Alfonso Sáenz, que me regaló libros, entre otros las obras de Shakespeare, en las ediciones de Blasco Ibáñez. También me dio a leer a Lord Chesterfield, con quien creo. que comencé a tener una idea de lo que era la buena literatura. Este señor me hablaba también de Juvenal y me hizo leer las novelas de Victor Hugo y creo que hasta las cartas de Madame de Sevigné. Nunca lo he vuelto a ver ni a saber de él.
¿En esa época tu afición era sólo por leer o también por escribir?
-Solamente a leer. Era demasiado consciente de mi ignorancia como para intentar algo, aunque finalmente lo hice, creo que por 1941 ó 42.
Muchas veces, dados sus resultados, la enseñanza académica no es mejor que el aprendizaje por uno mismo.
-Ser autodidacto es aleatorio y uno ve cómo se las arregla, pero de ninguna manera recomendable. Todo el mundo debería tener estudios serios. Yo no los hice por pobreza y por miedo a los exámenes. En realidad dejé la escuela por esto último, pero todavía lo estoy pagando.
Quería preguntarte si eras un lector breve, como eres escritor breve; pero ya me lo has contestado y la respuesta es negativa: trataste de leer todo lo que tenías a la mano.
-Si; soy más lector que escritor. Dedico muy poco tiempo a escribir.
¿Cómo te sientes ante Proust, Mann, Musil, autores de muy amplia obra, como lector?
-Como de costumbre, a Mann y a Proust comencé a leerlos por cierta obligación, pero terminé por tomarles el gusto, sobre todo a Thomas Mann, a quien leíamos más en los cuarentas. Remontar La montaña mágica mientras veía pasar frente a mí los cuartos de las reses fue maravilloso. Proust se afianzó más tarde. Necesité otro ambiente y otro tiempo para acostumbrarme a su ritmo.
¿Te interesa la novela, como lector?
-No soy muy lector de novelas, pero no porque prefiera los cuentos u otro tipo de narrativa. Ahora casi sólo leo biografías, memorias, ensayos y periódicos. En cuanto a las novelas, leo con gusto trozos de muchas; en realidad más bien las examino: A no ser por razones técnicas o puramente de forma, no entiendo cómo alguien dedicado un tanto a este oficio puede interesarse en una novela muy extensa de hoy (aunque sí entiendoque la escriba): la mayoría de las norteamericanas son vulgares, las rusas y las inglesas no existen, las francesas son afectadas o aburridas hasta lo indecible (todas las latinoamericanas son perfectas, pero tienen el defecto de ser muchas). Incluso un estilista tan consumado como Nabokov sólo logra llevarme a una tercera parte de las suyas. Me imagino que las novelas, algunos cuentos muy largos, quizá hasta las películas, están hechas para los que no saben cómo se hacen, y es un gran bien no saberlo. Desgraciadamente, hoy sé que los personajes de las novelas no son reales; en cambio, fueron y siguen siendo reales Alonso Quijano, Lemuel Gulliver, Huckleberry Finn y, ay, Leopoldo Bloom. Sin embargo, como personas y como escritores los novelistas me dan envidia: ¡Qué manera de tener ocupada la propia mente!
2-
Tus libros me dan la impresión de un gran pesimismo esencial. ¿Lo reconoces?
-Sí, soy pesimista; pero creo que en mi caso el pesimismo es un optimismo. A veces me pregunto si no será una pose o algo así para hacerme el interesante conmigo mismo, puesto que si uno sigue haciendo cosas ese pesimismo no es tan absoluto. Me refiero a hacer cosas no necesarias para la mera subsistencia. Decir, como en este caso, que eres pesimista, lleva implícita la idea optimista de que alguien lo va a oír o a leer. Depende de tantas cosas. Tienes que ser forzosamente pesimista respecto del progreso, por ejemplo. Esa forma de pesimismo sí la padezco: se seguirá desarrollando esta serie de destrucciones y esperanzas, destrucciones y esperanzas hasta el infinito.
¿Qué piensas entonces?
-Que no hay esperanza.
¿Que vamos hacia la destrucción?
-Estamos en la destrucción. No vamos a ninguna destrucción. Es fácil darse cuenta de que todo es la misma repetición, la misma estupidez. Y sin embargo, si en este momento tú me dices que vaya a una manifestación en homenaje a Salvador Allende yo iría con entusiasmo. ¿Qué clase de pesimismo, entonces? Hay un pesimismo del instante próximo, y otro del día próximo, y otro del futuro de la humanidad. No quisiera ser de ese tipo de pesimista que no cree que la realidad contemporánea se pueda cambiar por una mejor. Claro que se puede. Lo que no podemos saber es qué va a pasar tres generaciones después. Es triste.
El tuyo es entonces un pesimismo esencial; pero no obsta para que en la vida cotidiana, durante el ciclo de vida que te toca cumplir, intentes mejorar lo existente. Pero consideras que no está en las manos de una generación hacer el futuro.
-En todo caso, que no hay futuro, o sólo un futuro muy inmediato, y ésos sí vale la pena intentar cambiarlos, pero ya.
Esto lo relacionaría con tu sátira, que precisamente no es hiriente, sino que busca señalar los errores humanos para adquirir conciencia de ellos. En ese sentido te diría que es una sátira sana y alegre.
-Está bien.
Pero asimismo con una base amarga.
-No sé. Un amigo me dijo que Movimiento perpetuo es un libro muy amargo. Pero estoy más acostumbrado a que me digan "qué divertido". Cuando ese amigo me dijo: "Tu libro es muy amargo", encontré que verdaderamente yo había puesto allí más de lo que imaginaba de mis propias experiencias que, por lo que veo, no han sido siempre muy placenteras, y yo no me había dado cuenta. ¿Es esa la impresión que da el libro?
Sí, es la impresión general. Analizándolo, puedes comprobar que hay textos muy amargos, y precisamente por eso quedan en la memoria, pesan más en el balance. Incluso pareces volcarte más en ellos. Aunque el libro no sea autobiográfico, se siente que estás hablando de ti con desconsuelo. Esa nota se encuentra en este libro más que en los anteriores. Aunque en todos tratas de los defectos humanos, creo que puede reconocerse un tono más personal, menos frío, aquí, en Movimiento perpetuo.
-Bueno, será algo inconsciente. Jamás me he propuesto escribir algo amargo o alegre. Empiezas alegremente y el mismo texto va sacando las vivencias escondidas, agazapadas quizá. Uno se hace la ilusión de que está hablando de otro e insensiblemente termina hablando de sí mismo.
¿No explicaría eso que este libro tuyo es fruto de un período, de una instancia de vida determinada, diferente a las anteriores?
-No lo creo; todos mis libros abarcan muchas épocas, buenas o malas. El mundo entero sabía cuándo Thomas Mann estaba escribiendo una novela, pues él lo anunciaba y ahora es fácil decir si en esa época su vida estaba bien o mal. Todo el mundo sabe que Schubert escribió La trucha cuando disfrutó de una temporada en la casa de un amigo, vivió allí quizá sus únicos seis o siete días felices y por eso La trucha es tan alegre. Eso se puede determinar. Salvando las distancias, en el caso de los cuentos de Obras completas, por ejemplo, no, porque hay en ellos como doce años de trabajo. Su publicación es tardía del 59 y en él hay cosas que escribí en el 46. Hay también en él diferentes humores. "Vaca" es producto de una vivencia real de cuando viví exilado en Chile de 54 a 56. "Mr. Taylor" fue escrito en Bolivia, en 1954, y está dirigido particularmente contra el imperialismo norteamericano y la United Fruit Company, cuando éstos derrocaron al gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, con el cual yo trabajaba como diplomático. "Mr. Taylor" es mi respuesta a ese hecho y por cierto me creó una cantidad de problemas de orden estético. Yo necesitaba escribir algo contra esos señores, pero algo que no fuera reacción personal mía, ni porque estuviera enojado con ellos porque habían tirado a mi gobierno, lo cual me hubiera parecido una vulgaridad. Claro que estaba enojado, pero el enojo no tenía por qué verse en un cuento. Precisamente en los días de los bombardeos a Guatemala, cuando lo escribí, tuve que plantearme un equilibrio bastante difícil entre la indignación y lo que yo entiendo por literatura. Sinceramente, creo que lo logré. "Primera Dama" obedece también a una reacción de tipo político, pero muy diluida, digamos, para que finalmente el producto se pareciera a algo literario. (Entre paréntesis te contaré que en cierta ocasión una señorita me preguntó para un periódico si en lo que escribo hay algún mensaje. Yo le contesté que sí, que en todo lo que escribo hago llamados a la rebelión y a la revolución, pero desgraciadamente en una forma tan sutil que por lo general mis lectores se vuelven reaccionarios.) Pues bien, esta "Primera Dama" me sirvió para retratar a cierta clase media guatemalteca bajísima (es casi la única que hay) en el poder, y su actitud ante los problemas sociales. "Sinfonía concluida" es un cuento absolutamente gratuito: simplemente me gustó la posibilidad de que alguien encontrara en una pequeña iglesia de Guatemala los dos movimientos faltantes de la Sinfonía Inconclusa de Schubert, e imaginar qué sucedía; por supuesto, no tiene ninguna base en la realidad. Escribí "Leopoldo (sus trabajos)" por 1948, en una época en que yo mismo me sentía incapaz de escribir y no me decidía a ser escritor. En cuanto a "El concierto", había una hija del presidente Truman, ¿murió ya el presidente Truman?, entonces ya se puede contar. Había una vez una hija del presidente Truman que era cantante. Durante la presidencia de su papá dio conciertos y la prensa, excepto en dos o tres ocasiones, los comentó con benevolencia e incluso con elogios. El hecho es que ella daba conciertos aprovechando el poder de su padre. Yo vi que en eso había un tema, pero para no hacer tan evidente el lado político la convertí en pianista y al padre en un gran financiero que le podía pagar sus apariciones en público y atraerle un público y lograr buenas notas en los periódicos. Sin embargo, esta pobre mujer se fue convirtiendo en el cuento, de protegida de su papá, en algo que no era lo que yo quería. El tema se transformó en el de la duda del artista respecto del elogio y el éxito. Después de los conciertos ella oye los aplausos y más tarde ve que las críticas son favorables, pero curiosamente, a medida que éstas lo son más, de alguna manera intuye la realidad de que todo aquello no es cierto, de que entre más elogiosas, las críticas son menos reales. Ha adquirido el sentido de la duda. Debe de ser una inmensa dicha no tener ese sentido. Al escribir el cuento, en un momento dado experimenté toda la angustia que esa mujer podía sentir. De modo que comienzo dizque satirizando a ese ser que nada me importa, o que me importa nada más como tema, pero termino más bien revelando algo que está en mi o descubriendo que esa señora, como diría Flaubert, soy yo. En el fondo de uno mismo, ¿cuál es la realidad? Supongo que todos los que escribimos (o pintamos o cantamos) nos hacemos alguna vez esa pregunta. ¿Cómo se sentiría el boxeador Primo Carnera, campeón de peso completo del mundo, cuando supo, si alguna vez lo supo, que todo había sido una manipulación para hacerlo campeón? Es un tema muy divertido.
monterroso/el camino del escritor
Nace el 21 de diciembre de 1921, en Guatemala.
En 1941 se incorpora a la llamada Generación del 40, con la publicación de su primer cuento (desechado posteriormente, como varios otros) en el diario El Imparcial de Guatemala.
En 1944 participa en las luchas populares contra la dictadura del general Jorge Ubico y firma el Manifiesto de los 311, en que se pide la renuncia de éste. A la caída de Ubico funda con otros compañeros de generación un periódico político, El Espectador, del que aparecen pocos números a causa de la censura. Perseguido por el gobierno represivo del general Federico Ponce, parte al exilio a México en setiembre de 1944. Ese mismo año, a raíz del triunfo de la Revolución encabezada por Jacobo Arbenz Guzmán, se le asigna un cargo en la Embajada de Guatemala en México, 1945. Comienza a asistir a la antigua Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de México, en Mascarones. Se relaciona allí con escritores centroamericanos y mexicanos: Ernesto Mejía Sánchez, Ernesto Cardenal, Otto-Raúl González y Carlos Illescas (ambos también exiliados guatemaltecos). Rubén Bonifaz Nuño, Fedro Guillén, Rosario Castellanos, Miguel Guardia, Wilberto Cantón, Pablo y Henrique González Casanova, y muchos otros, descollantes hoy en la política y el arte de México.
1946-1952. Colabora en revistas literarias y diarios de Guatemala y México, 1953. El gobierno democrático del presidente Arbenz lo nombra Primer Secretario de la Embajada de Guatemala en Bolivia.
1954. Como consecuencia del derrocamiento de Arbenz por el imperialismo norteamericano renuncia a su cargo y parte exiliado a Chile.
1954-1956. Exilio en Chile. Amistad con jóvenes escritores chilenos y con los consagrados José Santos González Vera y Manuel Rojas. Estrecha relación amistosa con Pablo Neruda, quien lo nombra redactor de su revista La Gaceta de Chile. Colabora en el diario El Siglo.
1956. Regresa a México, que lo recibe una vez más como exiliado.
1957-1974. Reside en México. Editor, corrector de pruebas y estilo, traductor y profesor universitario. Viajes a Cuba, Europa, Canadá, Centroamérica, Argentina. En 1972, invitado a dar conferencias por la Universidad de Michigan (Ann Arbor), es detenido y expulsado de los Estados Unidos. Publicación de sus libros Obras completas (y otros cuentos), 1959: La oveja negra y demás fábulas, 1969; y Movimiento perpetuo, 1972.
No hay peor palanca que la que no mueve nada
(aforismos de eduardo torres)
Continente y contenido
Puede decirse que Africa (el continente) que era antes el Continente Negro, es hoy un continente en erupción, el cual espera únicamente la chispa, o la mecha en que se encienda el polvorín (el contenido).
Mensaje a las naciones unidas, 8 de agosto de 1962
contradicción (principio de)
Si no fuera por la contradicción los contrarios dejarían, por decirlo así, de existir y, dicho sea de paso, de contradecirse.
el heraldo, carta abierta a victor flores olea, 4 de setiembre de 1958.
crítica
Cualquiera puede ver unas serpientes en lucha a muerte con un hombre; pero cuando Lessing se enfrentó (horresco referens) con aquel espectáculo horrible, su primera reacción no fue acudir en auxilio de Laocoonte, como hubiera hecho cualquier mortal, sino retirarse en orden a su casa y escribir una de las obras maestras de la crítica.
el heraldo, articulo "teoría o práctica, un dilema de nuestro tiempo". 3 de julio de 1940.
diario
Llevar un diario es un ejercicio y un placer espiritual que no practican ni gozan aquellos que no lo llevan. Apuntar un pensamiento is a joy for ever. Cuando el pensamiento no vale la pena debe apuntarse en un diario especial de pensamientos que no valen la pena.
entrevista a elena poniatowska
educación superior
Nuestra educación debe ser cada vez más superior. En nuestro medio, el ideal sería aumentar a cinco los años de secundaria y suprimir la primaria.
carta al rector de la universidad de san blás.
enanos
Los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista.
carta a augusto monterroso.
escritor, nace, es, o se hace?, el
Digan lo que digan, el escritor nace, no se hace. Puede ser que finalmente algunos nunca mueran; pero desde la Antigüedad es raro encontrar alguno que no haya nacido.
el heraldo, articulo "la fisiología del gusto literario", 22 de mayo de 1967.
explosión demográfica
La mayoría de los países, por una razón o por otra, están llenos de niños, adultos y muertos. A medida que los primeros se van convirtiendo en adultos, empeoran; al contrario de lo que por lo común sucede entre nosotros con los segundos, que mejoran a medida que van convirtiéndose en los últimos.
el heraldo, articulo "por el camino demográfico", 19 de mayo de 1964.
muerte
Tenía razón el epicúreo: la muerte no existe. Sólo los seres vivos la temen.
el heraldo, articulo "la medicina y la longevidad vistas desde mi belvedere". 10 de noviembre de 1960.
milagro, inconveniencias de un posible
Si por un milagro que está lejos de suceder los pobres se convirtieran de pronto en ricos en cualquier país, lógicamente los ricos pasarían de jure a ser la mayoría, con el consiguiente peligro para los pobres que, una vez más, y como una fatalidad de la historia, se descuidarán y quedarán tan indefensos como cuando eran la mayoría y, por tanto, en desventaja.
el heraldo, articulo "si la lógica viniera a menos", 3 de agosto de 1939.
fragmentos
Los fragmentos, como hemos dicho en otra parte, han sido cultivados en todas las épocas; pero fue en la Antigüedad cuando más florecieron. En cualquier época, los mejores fragmentos se han dado, en Europa, en la arquitectura y en la escultura; por lo que se refiere a nuestras antiguas culturas autóctonas, en la cerámica.
dicho en el taller de cerámica "la rosita", de puebla, puede incorporado más tarde al artículo "nada se pierde".
guerra
Si no hubiera sido por la segunda Guerra Mundial los aliados jamás hubieran soñado ganarla.
el heraldo, articulo "la victoria no da derechos", 6 de
julio de 1945.
historia
La Historia no se detiene nunca. Día y noche su marcha es incesante. Querer detenerla sería como querer detener la Geografía. Entre ambas existe la misma relación que entre el Tiempo y el Espacio, que tampoco se detienen pase lo que pase.
el heraldo, artículo "la historia en nuestros días", 14 de julio de 1952.
ideas
Parece ser destino de las mejores ideas caer en manos de los peores hombres.
el heraldo, "cristianismo y democracia", 4 de julio de 1960.
inspiración
Hay quienes sostienen que existe y quienes sostienen que no. Sin embargo, aunque hipócrita no siempre lo dice, la historia literaria sabe que todo escritor genial lleva escondido muy hondo un gran amor secreto que inspira la mejor y mayor parte de su obra, y que pierde su carácter de tal cuando es conocido por su esposa o, como sucede en la mayoría de los casos, únicamente por el público.
el heraldo, artículo "Inspiración", 18 de mayo de 1938.
juicio de valor
Existe un falso concepto acerca de los falsos conceptos, toda vez que cuando un falso concepto deja de serlo se convierte por ello mismo en verdadero, demostrándose así la injusticia cometida por aquellos que lo tuvieron por falso y no sólo por concepto, ajeno a toda connotación moral o religiosa (falsa o no).
carta a luis villoro
muerte, lucha contra la
Hasta hoy lo mejor contra la muerte es tratar de mantenerse vivo el mayor tiempo posible, siempre que no se haga un esfuerzo tan fuerte o prolongado que dé al traste con la idea original.
notesblock.
palanca
No hay peor palanca que la que no mueve nada.
"la física y su relación con la politica", el heraldo, 18 de mayo de 1958.
plagio
Una fatalidad. Todo lo detestable que se quiera, pero a veces debe aceptarse, pues a pesar del gran número de ideas que nos legó Platón, la Naturaleza es tan injusta que a muchos hombres (y mujeres) no les ha tocado ninguna idea, y, así, tienen que acudir a las ajenas para transmitir sus ideas, generalmente espurias si no concuerdan con las de uno, si es que también a uno le tocó alguna.
el heraldo de san blás, artículo "el Idealismo no siempre es un humanismo", 6 de mayo de 1970.
poesía
Nuestra poesía, como nuestro tenis y algunos aspectos de nuestro crecimiento demográfico, es ya afortunadamente una poesía madura, de la que aún pueden esperarse magníficos partos, por dolorosos que éstos sean.
el heraldo, artículo "ladran?, luego cabalgamos".
protección a la poesía
Gracias al sistema de becar a los poetas, en nuestro país se han dado muchos de los mejores logros que el silencio haya obtenido jamás.
carta a carlos monsiváis.
trabajo
Mientras en un país haya niños trabajando y adultos sin trabajo, la organización de ese país es una mierda.
dicho en la cantina el fénix, 1 de mayo de 1971.
universo
¡Pocas cosas como el Universo!
notesblock (paseando por san blás).