Las tecnologías digitales permitieron de un solo golpe maestro, deslocalizar la producción. Nadie sintetizó mejor este nuevo espíritu del capitalismo que Apple con la frase grabada en el dorso de cada iPhone: Designed by Apple in California. Assembled in China. Pero pensar que la actual configuración global reserva únicamente para Estados Unidos y Europa el diseño y la innovación es inexacto. China invirtió 378.000 millones de dólares en investigación y desarrollo durante el 2020, desconociendo el eje Norte-Sur.
La industria no solo recurre a diversos fabricantes de todo el mundo para entregar piezas individuales sino que el Sur provee los minerales que dan vida a los circuitos, microprocesadores y baterías de la maquina digital. Sobre minerales, químicos, metales, es decir, el corazón geológico del capitalismo 4.0, conversamos con Jussi Parikka (Finlandia, 1976), profesor de Cultura Tecnológica y Estética en la Facultad de Arte de Winchester, Universidad de Southampton, autor del libro Una geología de los medios (Caja Negra, 2021).
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Si vivís en Argentina existe un 98% de probabilidades de que estés leyendo este artículo en un smartphone. Un elegante monolito de seis pulgadas que gracias a una serie de aplicaciones nos guía por la ciudad para buscar con eficacia a los chicos por el colegio, al mismo tiempo que conecta con diversos equipos de trabajo. En 2020 la pandemia acrecentó esta percepción de inmaterialidad del trabajo, las oficinas se mudaron al interior del hogar y a los propios parajes mentales. Los discursos a favor y en contra de la digitalización de la vida, el trabajo en red y la economía de plataformas se popularizaron a medida que crecía el lock down. Sin embargo, la base material que pulsa en el interior de la cultura digital y conecta Silicon Valley con Fiambalá, a la economía de plataformas con el neocolonialismo y las formas contemporáneas de extractivismo y explotación, es ignorada por gran parte del pensamiento crítico.
¿En qué consiste la materialidad de las tecnologías de la información?
-La publicidad corporativa de la cultura digital se basó en la ilusión de la inmaterialidad: estamos en todas partes y podemos llegar a todos lados. Por supuesto que no podemos. Sin embargo, esta idea definió varias formas en las que entendemos el trabajo, la energía, el agotamiento de los recursos personales y planetarios. Para mí, la materialidad de las tecnologías de la información se encuentra en el cruce de fuerzas sociales, políticas y planetarias. Los sueños de mediación inmaterial están condicionados por la finitud de nuestro mundo y sus energías. El potencial de trabajar y estar juntos no es simplemente una celebración de la “conexión” sino un asunto energético, contar con energía. Cuando discutimos los “nuevos materialismos” de la cultura mediática contemporánea, debemos recordar que los materialismos críticos que sigo se desarrollan en relación con temas que no ignoran la explotación sistemática o el capitalismo racial. Aquí también está presente la materialidad, no como una cosa sino como una relación, incluso como una ecología de relaciones. Dicho esto, los diferentes arreglos tecno sociales presentan un conjunto de puntos de referencia que no son simplemente cosas materiales "sólidas" sino constantemente reales: es por eso que el nuevo materialismo tiene que hablar también sobre el impacto de las diferentes tecnologías de datos, las biotecnologías, la Inteligencia Artificial (IA) y otros desarrollos que cambian el foco de las nociones de sujeto y objeto que estaban en la base de la teoría crítica anterior a las nuevas realidades movilizadas por la tecnocultura.
¿Cómo este nuevo materialismo puede ayudar a revitalizar la lectura política de la naturaleza, la subjetividad y las relaciones sociales?
-El nuevo materialismo y sus vínculos con campos como las poshumanidades críticas –un término mejor definido por Rosi Braidotti– son una forma de pensar más allá de las nociones antropocéntricas de política. Ayuda a relacionar los llamados mundos humanos con entornos de vida más amplios. Nos permite entender cómo estas diferentes escalas del mundo establecen relaciones complejas. A través de múltiples escalas de existencia ecológica existen diferentes formas de explotación que van de la mano de una implantación violenta de las industrias extractivas.
¿Por qué un nuevo materialismo en lugar del viejo y conocido materialismo marxista?
-Bueno, no los leo como opuestos. Es un compromiso diferente con la materialidad y la política que se enredan en algunos puntos, difieren en otros. La economía y la ecología política deben ir de la mano, y la extracción de valor no depende simplemente del trabajo humano sino de todas las formas de otras energías no humanas. El nuevo materialismo es particularmente bueno para definir las sensaciones corporales y la subjetividad de manera innovadora. También me interesan otras escalas de referencia. Por ejemplo, ¿cuáles son las condiciones materiales de la abstracción? ¿Cómo teorizar las relaciones aparentemente abstractas de la cultura digital, los datos y la IA de manera que también articule su relación con los mundos materiales? El nuevo materialismo se refiere a este amplio campo de inventar métodos y conceptos para comprender el vínculo entre el cambio ambiental concreto y el modelado abstracto basado en datos. Esta es una de las preguntas centrales que cruzan mi trabajo.
El libro aborda los medios digitales a partir de rasgos que exceden a las humanidades y la interpretación hermenéutica. ¿Por qué es necesario ampliar el análisis a la geología, el trabajo pesado, los agentes ambientales y ecológicos?
-Hay dos razones principales para este análisis. La primera razón, bastante concreta también: los materiales ecológicos y los mundos geofísicos son una condición de la existencia de la comunicación digital en el sentido de la necesidad de recursos materiales, desde minerales de tierras raras hasta energía y el uso persistente y generalizado de carbón y otros combustibles fósiles en la nube informática, la minería de bitcoins, etc. En segundo lugar, incluso si no lo menciono específicamente con demasiada frecuencia, el contexto del término y la investigación sobre el "Antropoceno" es un contexto obvio en el que mi trabajo y otros similares se acercaron a conceptualizar vínculos entre lo social y lo natural, lo tecnológico y lo natural, y las muchas otras variaciones que también significaron tomar prestada la experiencia de otras disciplinas para tratar de comprender algunos de esos problemas de por qué la cultura tecnológica de los medios se cruza con los agentes ecológicos. También es una cuestión de escala. Con el mismo espíritu que en la respuesta anterior, mi trabajo es parte de una crítica del antropocentrismo. En este caso, las geologías de los medios se refieren a la escala no humana de las mediaciones: tiempos profundos de la historia de los medios que no se refieren simplemente a su uso sino a los desechos tecnológicos descartados y obsoletos repartidos a lo ancho y a lo largo de las rutas logísticas de los residuos planetarios. Se trata de una articulación temporal de la materialidad, un ángulo de los medios de comunicación tal como se entienden a través de sus efectos prolongados como material tóxico. Y luego, en segundo lugar, paisajes e infraestructuras energéticas, cadenas de suministro planetarias y otros aspectos. Los medios también tratan de modelar diferentes tipos de patrones ambientales y este modelado es donde la política ambiental se ubica en parte. No significa que tengamos que descartar la importancia política de la experiencia, pero cambia en la era de los sistemas tecnológicos avanzados, la teledetección, las plataformas de datos.
las minas
Según estimaciones del INDEC, las exportaciones del sector minero metalífero alcanzaron 5.106 millones de dólares en 2019. Con el oro y plata a la cabeza del pebetero exportador, con una participación sobre el total exportado del 55,6%, le siguieron en importancia el sector siderúrgico (22,0%), aluminio (16,0%), litio (3,6%) y el plomo (1,9%). Según datos de la Cámara Argentina de Empresas Mineras, estas exportaciones redundaron en $ 38.109 millones de pesos de aportes para el Estado nacional y los provinciales. El mismo informe estima que durante el mismo período la minería generó un total de 76.975 empleos entre los directos e indirectos: 25.815 empleos directos previamente señalados y 51.161 empleos indirectos orientados a exportar minerales al norte global (Suiza, NAFTA, Unión Europea y el Mercosur).
En tiempos de crisis económica, los números pueden marear a más de uno. El sector minero genera una renta diferencial de un recurso natural, finito y estratégico. Ni el derrame de cianuro en San Juan, en 2015, ni el juicio del año 2019, por el cual ningún empresario ni empleado de la mina fue procesado, paró la producción minera. La contaminación de Barrick Gold en San Juan tampoco alteró el plan del gobierno argentino de triplicar la exportación y superar los 10.700 millones de dólares anuales en 2030. Solo la pandemia logró aquello que muchos conservacionistas soñaron: durante el primer semestre de 2020 las exportaciones mineras, que alcanzaron 1.762 millones de dólares, experimentaron una caída del 28,3%.
Ante el colapso ambiental y el agotamiento de los recursos naturales, en el Norte Global las posturas conservacionistas se combinan con corrientes que promueven un freno al crecimiento. Mientras que en el Sur se renueva el debate sobre el extractivismo neocolonial.
-Existe un interés creciente en la investigación sobre el "extractivismo de datos" y el "colonialismo de datos", pero también prestaría atención, principalmente, a los mismos procesos físicos de extracción de materiales a los que se refiere. Este es el modelo que se implementó hace mucho tiempo y es un riesgo que persistirá: las políticas ambientales avanzadas de algunos países son posibles solo porque externalizan riesgos y desperdicios a otros países del llamado Sur global. Y en esas regiones, a menudo son las comunidades indígenas las más vulnerables a los efectos secundarios negativos de la minería. Estos puntos se plantean recientemente en un buen artículo de audiencia popular de Thea Riofrancos refiriéndose a la extracción de litio en Chile en el Salar de Atacama. Esta área, y la cuestión del litio, se ha convertido en uno de los puntos de referencia más discutidos en los estudios de los medios y el paisaje de una manera similar a como lo fue antes la minería de coltán en la República Democrática del Congo. Como señala Riofrancos, la larga lista de aspectos negativos de la minería incluye “abusos a los derechos humanos, enfermedades respiratorias, despojo del territorio indígena y explotación laboral”. Pero Riofrancos también agrega que no hay necesidad de ver una oposición estricta entre la lucha contra el cambio climático y la transición a un futuro pos-fósil y los derechos de las comunidades indígenas. En realidad, es al revés: las cuestiones de política nacional y transnacional deberían comenzar a construir un caso sólido a partir de permitir la participación de las comunidades afectadas, ayudando a la gobernanza de esas iniciativas de manera que puedan hablar en diferentes escalas, desde la local hasta la internacional. No soy un experto en políticas, pero veo estas formas de ecología política como pilares cruciales de una posición de izquierda: un compromiso con una transición energética radical mientras se construye en relación con cuestiones de justicia ambiental que no se limitan por el enfoque en el Estado nacional, pero incluye a las comunidades afectadas y prioriza de manera proactiva las posiciones de los más vulnerables. Cualquier política de izquierda suficiente sobre estos asuntos es interseccional y planetaria.
El Pacto Verde Europeo estableció un plan de acción para impulsar un uso eficiente de los recursos mediante el paso a una economía limpia y circular, restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación. La UE registra desde el año 2000 una caída sostenida de los contaminantes ambientales. Mientras que los países sudamericanos contaminan poco, pero comparten las consecuencias de los grandes focos industriales del norte. ¿Qué perspectiva de desarrollo es posible para países que basan sus ingresos en la exportación de commodities?
-Cualquier acuerdo ecológico eficaz depende de su capacidad para articular la visión más allá de las limitaciones típicas de la gobernanza. Muchos de los problemas relacionados con la crisis de la biodiversidad ambiental, los problemas de alimentos y agua, así como el cambio climático, son problemas de cómo repensar la gobernanza planetaria de manera radical y justa. Perspectivas como el ambientalismo de los pobres (Joan Martinez Alier y el trabajo de Rob Nixon) se encuentran entre los muchos intentos de articular visiones que tienen una escala de referencia diferente a la mera población privilegiada de estados nacionales seleccionados. No soy un economista que pueda responder a su pregunta, pero me refiero a la necesidad fundamental de incluir perspectivas interdisciplinarias: colectivos académicos y no académicos que puedan desarrollar propuestas e intervenciones de políticas que sean radicales pero viables y que sean capaz de articular el contexto económico como parte del “diseño” más amplio del espacio planetario. La tarea puede implicar traer aspectos poscoloniales y decoloniales al territorio y la propiedad, al derecho ambiental y la política económica, posiciones feministas y de otro tipo, incluso desde la teoría de los medios y los estudios de la cultura digital. Si bien el espacio de la investigación académica crítica se está reduciendo en muchos países, como los ataques de la derecha contra la enseñanza de la "teoría crítica de la raza", en realidad necesitamos más de esos y vincularlos a través de sus propias disciplinas básicas con contextos como política económica y ambiental, activismo que puede construir planes futuros viables y también vincular esto con temas fundamentales de humanidades. Doy clases como parte de la iniciativa Terraforming en Moscú, en Strelka. El programa dirigido por Benjamin Bratton también es un intento de algunas de esas preguntas transdisciplinarias, incluso si se centra más en el contexto del diseño especulativo. Uno que está más cerca del desarrollo de políticas es el think tank finlandés Bios que, por ejemplo, se ha centrado en cuestiones de transición y reconstrucción ecológicas. Se centran más en el contexto finlandés, pero son muy conscientes de las escalas de referencia superpuestas que también deben incluir los aspectos sobre los que usted preguntó. En cualquier caso, cualquier plan avanzado de transición tiene que basarse en modelos económicos que apoyen y hagan que la transición también sea significativa para las naciones más pobres. Hay un buen trabajo en varios campos sobre esto y en cómo uno no "modela" la transición solo en el momento actual sino a lo largo de un período de 200 años que luego demuestra la distribución desigual de "bienes" y "males" de industrialización. Una vez más, como historiador, o al menos como alguien que se formó como tal, estoy interesado en este tipo de enfoque operativo de las duraciones históricas que puede movilizarse en modelos y políticas. Por lo tanto, también aplicable en cuestiones centrales de justicia ambiental. No es solo el ahora o el futuro sino un período de tiempo que da cuenta de las historias de los últimos 200, 300, 400 años, por ejemplo, y las articula en los próximos 20, 50, 100, 300 años.
Teniendo en cuenta la tecnología como un agente activo en el sentido ontológico y epistemológico, ¿qué lugar ocupan la ciencia y técnica –o pueden ocupar– en la agenda ambiental y ecológica?
-La ciencia y la tecnología son modos de descripción, abstracción y transformación de realidades ecológicas. En el fondo de nuestra situación planetaria heredada de los últimos 400-500 años de diferentes patrones de colonialismo, industrialización y otros cambios significativos, nos encontramos en una situación en la que no podemos exigir menos tecnología o menos ciencia occidental. Comprender las deficiencias de las representaciones científicas del mundo, o su papel en el ordenamiento imperial del planeta, no significa abandonar sus formas contemporáneas de comprensión en niveles muy complejos y abstractos de la transformación radical que estamos atravesando. La comprensión del cambio climático se debe a esta compleja infraestructura planetaria: la construcción de modelos y proyecciones, predicciones y escenarios de cambio planetario depende en parte de la financiación necesaria para proyectos científicos multidisciplinarios. Obviamente, muchas cosas necesitan cambiar. Tomemos de nuevo la pandemia de COVID y el papel de la investigación científica que es capturada por ese régimen de propiedad legal global que llamamos patentes. Restringió la disponibilidad de vacunas y en el futuro provocará más repercusiones al interior de las fronteras. Entonces, cuando consideramos ciencia y tecnología, tenemos que ser capaces de especificar los diferentes niveles en juego: desde las prácticas de trabajo de laboratorio hasta los intereses políticos en el negacionismo científico, pasando por las consecuencias que implican los recortes masivos al mundo académico en muchos países y regiones para los estudios científicos complejos. Y luego, la forma en que las políticas científicas manejan los supuestos acerca de qué es el conocimiento académico adecuado y cómo se relacionan con los llamados sistemas de innovación.