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winners de la obra pública porteña
La constructora Cunumí S.A. es un caso tipo de las afinidades de clase entre el núcleo duro de Cambiemos y las empresas que se reparten los 4400 millones de pesos destinados por Horacio Rodríguez Larreta para arreglar las veredas que tiñen de amarillo a las elecciones porteñas. Dirigida por un Newman boy que fue socio de Nicolás Caputo y compañero de Mauricio Macri en la UCA, la empresa sobrevivió a la corrupción de Skanska, es ganadora todoterreno de licitaciones y tuvo como contador a un empleado de Daniel Angelici investigado por evasión.
Fotografía: Gala Abramovich
05 de Agosto de 2019

 

“Casi todo lo que sea cemento se hace cuando hay elecciones”. La cita pertenece a un importante funcionario del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Y no se equivoca: a pesar de la recesión provocada por una devaluación superior al 120%, una inflación que estropea cualquier negocio privado y una resonante causa judicial que mancha a importantes empresas que se enriquecieron durante años con los negocios de la obra pública, la gestión de Horacio Rodríguez Larreta prometió desembolsar desde finales de 2018 y a través de la Licitación Pública N° 429/SIGAF/2018 unos 4.445 millones de pesos destinados a “ejecutar, reparar y mantener” las veredas del distrito que el PRO gobierna desde 2007, al sorprendente ritmo de 232 por día el 80%.

Una de las ganadoras es Cunumí S.A., dirigida hasta hace un tiempo por Raúl Nicolás Orsini y ahora por Alfonso Peña, un egresado del colegio Cardenal Newman que escaló en el mundo de los negocios al calor de la familia Caputo.

a pesar de estar involucrada en las maniobras de corrupción del caso Skanska, Cunumí S.A. se convirtió en una de las favoritas de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta para realizar la obra pública en Buenos Aires.

 

de Skanska a Larreta

La historia de Cunumí S.A. no es solo un sendero de éxitos construidos con cemento. Fue en septiembre de 2007 cuando el actual diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y candidato a intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, dejó su sillón como titular del Juzgado Federal Nº7 para desembarcar cien días después en el ministerio de Justicia y Seguridad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante su corta carrera como magistrado —designado en 2004 por el gobierno de Néstor Kirchner—, Montenegro tuvo el control del “caso Skanska”, la empresa sueca investigada por pagar sobornos a funcionarios públicos y utilizar facturas apócrifas para encubrirlos, entre otras irregularidades en el proceso de contratación y construcción. Esa investigación se cerraría recién en 2017 cuando el sucesor de Montenegro, el juez federal Sebastián Casanello, procesó por cohecho a directivos y exdirectivos de varias empresas, incluida Skanska, y por cohecho y administración fraudulenta a los exfuncionarios públicos Julio de Vido, José López y Néstor Ulloa.

En el proceso, el empresario Raúl Nicolás Orsini, titular de Cunumí S.A., reconoció haber entregado facturas por trabajos que no realizó en el marco del Proyecto de Expansión de Gas 2005, cobrando el 10% del monto que figuraba en las mismas. La declaración de Orsini fue la pieza clave que permitió conocer al detalle una maniobra por la que posteriormente se procesaría y embargaría a otras 21 empresas. Pero ni el procesamiento por corrupción ni un embargo por 14.500.000 de pesos contra Orsini fueron obstáculo para que Cunumí S.A. se convirtiera en una de las favoritas del entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri para realizar grandes porciones de la obra pública porteña.

Fue el comienzo de una década de licitaciones ganadas que no terminó cuando Orsini renunció a la presidencia de Cunumí S.A. el 5 de diciembre de 2016 —según el acta de la entidad del 09/02/17, que también indica la permanencia de otros miembros de la familia Orsini en el directorio actual—, para ser reemplazado a partir del 18 de abril de 2017 por Alfonso Peña.

 

de Orsini a Peña

Si la estructura de negocios de Cunumí S.A. ya estaba aceitada con Orsini, su reemplazante logró colocar el motor de la empresa en plena marcha. El hombre en cuestión es Alfonso Peña, graduado del Newman en 1977, un año después que el presidente Mauricio Macri y, según pudo saber crisis, compañero de Flavio Caputo, hermano del “hermano de la vida” de Macri, Nicolás Caputo.

Alfonso Peña también compartió carrera y casa de estudios con el primer mandatario en el terreno universitario: se graduó de ingeniero civil en la Universidad Católica Argentina en 1985, apenas un año después que Macri. Pero tal vez el punto de encuentro social más colorido sea el Club Newman, donde Alfonso Peña ejerció como vocal de la Comisión Directiva entre 2003 y 2004, cuando Caputo padre era el vicepresidente, hasta que en 2017 se convirtió en presidente del club. Con un rigor estrictamente laboral, el perfil en LinkedIn de Alfonso Peña consigna que trabajó también en Mirgor, la primera empresa de Macri y Caputo, y Decavial, una firma que junto a London Supply y Caputo S.A. integró la sociedad Altos del Puerto S.A.

Entre las obras más recientes de Cunumí S.A. en la Ciudad de Buenos Aires pueden mencionarse los 172 millones de pesos para la construcción de un módulo de 86 departamentos en la Villa Olímpica (2016), los 264 millones de pesos por el Edificio Polo Educativo Múgica —al cual se le desplomó una parte del techo en julio de este año, apenas 40 días después de la inauguración y esquivando la tragedia de “milagro”, según quienes presenciaron la escena—; los 184 millones de pesos para el proyecto de oficinas de la nueva sede de ACUMAR en la Barraca Peña del barrio de La Boca (2018); los 136 millones de pesos para las viviendas container en el Barrio 31 (2017); los 45 millones de pesos para realizar el Jardín Maternal de la Villa Olímpica (2018); los 50 millones de pesos por la peatonalización de Once (2017) y otras decenas de proyectos que salpican también al Área Metropolitana. Nada de esto es secreto y mucho puede verse en la página oficial de la empresa. Ahora, dentro del actual plan de reconstrucción de veredas por el que Horacio Rodríguez Larreta se jacta con humor de “entrarle a cualquier vereda sana”, Cunumí S.A. logró colocar su cemento y sus baldosas en las calles de la Comuna 5.

apenas cuarenta días después de la inauguración del Edificio Polo Educativo, por el que Cunumí S.A. cobró 264 millones de pesos, se desplomó un pedazo de uno de sus techos.

 

negocios “redeterminados”

Hay que tener en cuenta que los montos de estas licitaciones están lejos de ser las cifras que finalmente reciben por las obras realizadas. En septiembre de 2014, por ejemplo, Cunumí S.A. había ganado el contrato para la “rehabilitación y mantenimiento de las aceras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2014/15” para las Comunas 8 y 13 por unos 80 millones de pesos. El número, sin embargo, se fue reajustando hasta crecer un 80%, repitiendo otra constante en el esquema de negocios de la metrópoli amarilla.

Hasta hace poco de estos números finos se encargaba Ángel Guidoccio, que además de llevar los papeles de Cunumí S.A. es el “contador oculto” y apoderado de empresas del operador judicial y presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici. Según la investigación de Emilia Delfino publicada en el diario Perfil, Guidoccio se desempeña como secretario de Presupuesto del club xeneize y revisor de cuentas de la Cámara Argentina de Salas de Casinos, Bingos y Anexos, que también integra Angelici, y habría evadido más de 1.500 millones de pesos entre 2015 y 2016.

Para la nueva reparación de todas las veredas de la Comuna 5 (una zona que incluye parte de Almagro y Boedo), el monto estimado es de 276.769.841,93 pesos. Pero esta obra tiene un dato particular: en la licitación, al menos otras dos empresas realizaron ofertas más bajas que Cunumí S.A., que originalmente cotizó la obra en 279.299.636,13 pesos. POSE S.A. lo había hecho en 276.483.550,21 pesos y Urbaser Argentina S.A. en 272.176.903,05 pesos.

 

los milagros del ABL

Aunque es habitual que al momento de elegir al adjudicatario para una licitación el Estado interponga otros requisitos además de la oferta económica más baja, como la calificación pertinente para la obra en cuestión o las evaluaciones financieras de la empresa, ese no sería el único motivo por el que Cunumí S.A. tuvo otra vez el éxito asegurado de su lado. Según Julieta Costa Díaz, comunera el distrito 13 y autora de Ensayo general para la farsa actual, una investigación sobre la trastienda política y empresarial de la obra pública porteña, desde 2016 quien realiza el servicio de consultoría para optimizar el mantenimiento de las veredas de Buenos Aires es McKinsey Argentina, a través de una licitación privada por 14 millones de pesos. Y fue en McKinsey donde se conocieron el actual secretario de Energía de la Nación, Gustavo Lopetegui, y el ex CEO de Farmacity y ex vicejefe del Gabinete de la Nación, Mario Quintana, “la inteligencia y los ojos” del presidente Mauricio Macri.

Con amigos influyentes o no, la información en el CUIT de Cunumí S.A. indica que la actividad productiva de la empresa es la “construcción, reforma y reparación de redes de distribución de electricidad, gas, agua, telecomunicaciones y de otros servicios públicos”. A diferencia de otras compañías similares que consignan más de diez actividades para realizar todo tipo de obras, a la firma que gerencia Alfonso Peña le alcanza sólo con esta. De hecho, un rubro que no figura entre las actividades de Cunumí S.A. es la limpieza, lo que no impidió que en 2014 se quedara con una de las tres preadjudicaciones para la higiene del Metrobus, por 24.864.000 pesos.

El pliego de esta licitación contemplaba que el gobierno porteño se haría cargo de la compra de los materiales necesarios, que iban desde la reposición de baldosas hasta tubos de luz, por lo que la empresa contratista sólo debía ocuparse de la mano de obra. Según Costa Díaz, para resolver este inconveniente la firma optó por cobrar el dinero, vender los materiales necesarios y tercerizar el 100% del trabajo de limpieza e higiene con la empresa REX Argentina S.A. Un dato final: según Costa Díaz, Cunumí S.A. no ha pagado sus impuestos ni las tasas municipales en más de una ocasión. Y aunque la poca voluntad de pagar llevó a la empresa a siete ejecuciones fiscales, nunca dejó de ganar licitaciones y conseguir negocios millonarios con el gobierno porteño.

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