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el tenebroso doctor k
El “mediático” Carlos Kambourian se convirtió en una de las voces más pesimistas a la hora de analizar los efectos de la larga cuarentena por el coronavirus. Sus pronósticos de catástrofes inminentes en el conurbano le aseguran un asiento en el prime time televisivo, aunque esos cataclismos no terminen de concretarse. Pero no son precisamente historias sombrías las que faltan en la trayectoria de este pediatra que estuvo al frente del Hospital Garrahan durante el macrismo y dirigió las políticas de salud en los municipios de Malvinas Argentinas y Pilar. Con ustedes, el tenebroso doctor K.
Ilustraciones: Ezequiel García
15 de Julio de 2020

 

Para entender la figura del pediatra Carlos Kambourian, hay que recordar que los médicos mediáticos son una especie naturalizada desde mucho antes de la pandemia por el COVID-19, un oficio que transita entre la divulgación científica y el lobby de los laboratorios farmacéuticos. Con el inicio de la cuarentena decretada por el gobierno de Alberto Fernández en marzo, sin embargo, la presencia de los galenos se agigantó hasta apoderarse de todos los canales de noticias y los portales informativos, y por eso sus caras y sus nombres se volvieron familiares para quienes atraviesan la pandemia en sus casas.

En consecuencia, Pedro Cahn, Eduardo López, Gustavo Lopardo, Angela Gentile, Florencia Cahn, Omar Sued, Luis Cámera, Tomás Orduna y Carlota Russ, entre otros integrantes del comité científico asesor del presidente, son quienes explican desde hace meses cómo se transmite el coronavirus y cuáles son las maneras de evitar los contagios. Pero también se transformaron en un objetivo político de la oposición. El primer golpe fue la solicitada firmada por intelectuales y personajes afines a Juntos por el Cambio, donde se acuñó el término “infectadura”.

A los integrantes del comité de médicos conformado por Alberto Fernández se les fueron sumando, desde los más diversos paneles televisivos de aire y cable, algunos doctores ya avezados en los sets televisivos, como Claudio Zin (que fue Ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de Daniel Scioli), Claudio Capuya, Daniel López Rosetti, entre otros. Dentro de este espacio heterogéneo y con gran influencia en la opinión pública apareció, desde los tempranos días de la cuarentena, un personaje singular, tal vez con un ligero aspecto de villano de película clase B de los años cincuenta, cuyos pronósticos generan intranquilidad aún entre los conductores y panelistas.

 

la línea dura

La omnipresencia de Kambourian en la cuarentena orbita, sobre todo, en los canales América y A24, del Grupo América, un multimedio que entre sus invitados más recurrentes tiene también a Claudio Bellocopit, dueño de Swiss Medical, titular de la cámara de empresarios privados de la salud y accionista del propio Grupo América. Pero mientras las apariciones de Bellocopit suelen asociarse a demandas más o menos puntuales en favor del sector que representa, las de Kambourian resultan enigmáticas aún para muchos de sus colegas. Tratándose de un pediatra y no de un epidemiólogo ni de un infectólogo, ¿sus opiniones tienen fundamento científico sólido? Y en ese caso: ¿sus predicciones siempre catastróficas acerca del futuro inmediato del sistema sanitario de la provincia de Buenos Aires tienen algún correlato con sus aspiraciones a seguir formando parte de Juntos por el Cambio?

A diferencia de los cuadros más rústicos de la oposición, Kambourian no es un anticuarentena sino todo lo contrario. Días antes de que se decretase el Aislamiento Social Preventivo y Obligaotrio (ASPO) del 20 de marzo, en el programa Animales Sueltos mantuvo un amistoso cruce con la doctora Angela Gentile, integrante del comité de expertos que asesoran a Alberto Fernández. El intercambio puso de manifiesto la línea que Kambourian mantuvo y profundizó en los siguientes meses: mientras la especialista señalaba que convenía esperar algunos días para decretar la cuarentena porque todavía no existía una circulación comunitaria del virus, Kambourian opinó que era necesario hacerlo de inmediato.

El 7 de mayo, en el mismo programa, se produjo otro cruce, esta vez con el doctor Eduardo López. Kambourian encendió las alarmas del panel periodístico (y de la audiencia televisiva) por el peligro que, según él, representaba la cantidad de gente que viajaba en el tren Sarmiento. La respuesta de López fue similar a la de Gentile: los hechos indicaban que hasta ese momento, al menos, no existía una circulación viral que justificara las advertencias de Kambourian.

Nuestro personaje tampoco encarna la posición oficial del macrismo residual: mientras el “ala dura” de la oposición se fue deslizando hacia un discurso anticuarentena difícil de sostener ante la realidad, sus representantes médicos vinculados a la gestión pasada (como Regazzoni o Rubinstein) hacen esfuerzos para sostener con alguna credibilidad las críticas contra el gobierno nacional y provincial, al mismo tiempo que intentan despegar a Horacio Rodríguez Larreta de los supuestos desmanejos de la situación de crisis. En este contexto, legitimado por los numerosos paneles televisivos de los que participa, Kambourian advierte una y otra vez acerca de un “colapso inminente” en el conurbano, como un pájaro de mal agüero que anuncia catástrofes que todavía no se produjeron ni es seguro que se produzcan. Pero Kambourian tiene una trayectoria que conviene tener en cuenta. Quizás sus intervenciones públicas siempre alarmistas no sean las de un médico desinteresado, sino el vehículo de una fuga hacia adelante que encontró en la cuarentena la excusa perfecta para intentar borrar la suciedad del pasado.

tratándose de un pediatra y no de un epidemiólogo ni de un infectólogo, ¿opina desde un fundamento científico sólido? y en ese caso, ¿sus predicciones acerca del futuro inmediato del sistema sanitario de la provincia de buenos aires tienen algún correlato con sus aspiraciones a seguir formando parte de juntos por el cambio?

 

el hijo de Jesús

Tal como señalan quienes fueron sus fugaces compañeros en el Garrahan, así como en su momento Kambourian “entró por la ventana” a la dirección de uno de los centros de salud más importantes de la región, su nueva apuesta política tiene ahora una ventaja: los médicos todavía vinculados al macrismo aún arrastran los desastres de su propia gestión. Eso es lo que no pueden esconder exfuncionarios (y médicos) como Adolfo Rubinstein, quien convalidó la degradación del Ministerio de Salud a Secretaría durante el gobierno de Mauricio Macri; o Carlos Regazzoni, cuyo “confuso” paso por el PAMI no evitó que timbreara en favor “del cambio” hasta el final.

La trayectoria pública de Kambourian es sinuosa y arranca en el partido de Malvinas Argentinas, durante la extensa gestión de Jesús Cariglino, más precisamente en el Hospital Central de Pediatría Dr. Claudio Zin, inaugurado por el ahora exintendente en 2011. El mediático doctor que le dio su nombre al hospital había saltado a la fama en los años noventa, cuando explicó la cirugía de carótida a la que se había sometido Carlos Menem. Al momento en que el centro médico abrió sus puertas, Zin ya había renunciado a su cargo como Ministro de Salud de la provincia que ejerció por dos años, durante la gestión del gobernador Daniel Scioli.

Fue en ese hospital donde, en 2012, una nena de siete años llamada Celeste Morales murió durante su internación luego de haber sido sometida a una cirugía por un quiste. Kambourian era, por entonces, subdirector del hospital. La muerte de la menor fue atribuida por sus padres a una “mala praxis” de los médicos a cargo y se organizó una protesta de vecinos que culminó de manera violenta cuando varios manifestantes y trabajadores de prensa fueron atacados por una patota atribuida al intendente Cariglino. El hecho generó un amplio repudio, aunque todo se oscureció todavía más cuando poco después apareció asesinado con un disparo en la axila Walter Navarro, uno de los enfermeros del Hospital Central de Pediatría. En una entrevista, los hijos de Navarro contaron que su padre había aportado datos en una investigación periodística sobre los “negociados de salud” del municipio, con especial énfasis en lo que pasaba en el hospital donde Kambourian era subdirector.

El caso de Celeste Morales llegó a juicio en febrero de este año con un único acusado: Leonel Bianco, jefe de pediatría del hospital en el momento en que se produjo la muerte. Ante los jueces, Bianco denunció numerosas irregularidades en el hospital y se desdijo de sus anteriores declaraciones, que atribuyó al miedo que le habrían provocado el asesinato de Navarro y las amenazas recibidas por sectores del cariglinismo. Entre sus declaraciones, Bianco afirmó también que la historia clínica de la paciente fallecida había sido falsificada para ocultar las irregularidades y precisó que quienes lo habían presionado para alterar dicha historia clínica fueron “la doctora Gladys Samantía, un doctor de pelo blanco que no sé el nombre y Carlos Kambourian”.

Pero no todas las noticias de Kambourian durante este período de su carrera médica son sórdidas. En 2013, realizó un viaje de perfeccionamiento en infectología a Rusia y Armenia, la tierra de sus antepasados, de la que volvería con los instrumentos teóricos necesarios para convertirse, en 2020, en un analista mediático de la cuarentena por el COVID-19. Dos años más tarde, además, publicitaba con entusiasmo la implementación de un “servicio de clowns” para los niños internados en el hospital.

en 2012, una nena de siete años llamada celeste morales murió durante su internación en el hospital de malvinas argentinas del que kambourian era subdirector. el único médico acusado de “mala praxis” declaró este año que kambourian lo presionó para alterar su historia clínica.

 

un pilar

En 2015, luego de diez años de gestión municipal, Jesús Cariglino, que formaba parte del espacio encabezado por Sergio Massa, perdió las elecciones a manos de Leonardo Nardini, del Frente para la Victoria. La derrota condujo al hombre fuerte de Malvinas Argentinas a ser un “sin tierra”, y a un veloz replanteo de sus alianzas políticas. En 2016 ya se hablaba de su desembarco en el gobierno de María Eugenia Vidal, donde se lo señaló como una “voz influyente” a la hora de colocar hombres de confianza en diversas intendencias del gran Buenos Aires gestionadas por Cambiemos. Fue así que, a raíz de las dificultades de Nicolás Ducoté para gestionar el municipio de Pilar, la entonces gobernadora Vidal envió a Cariglino como una suerte de “interventor en las sombras”.

Ya instalado en Pilar, una de sus primeras medidas fue colocar a un hombre de su confianza como Secretario de Salud: Carlos Kambourian. La gestión municipal del pediatra estuvo a tono con el espíritu de privatización y terciarización que anidaba en la administración nacional de Mauricio Macri: se implementaron bonos para la atención médica en los hospitales públicos de la zona, se eliminaron vacunatorios y se delegaron funciones propias de la salud pública en empresas privadas. “Lo fundé, y en estos treinta años jamás viví algo tan nefasto”, declaró el enfermero jefe de inmunizaciones del hospital de Pilar. Según Juan Pablo Roldán, presidente de la Comisión de Salud del Concejo Deliberante, las muchas denuncias administrativas presentadas contra Kambourian incluyen desde “estaciones saludables” que terminaron siendo utilizadas como puestos de campaña del Pro, hasta el arancelamiento del sistema de atención odontológica. El punto más escandaloso de aquella gestión, sin embargo, tiene que ver con las licitaciones en diversas áreas de la salud pública del municipio que beneficiaban a empresas vinculadas con el entorno de Cariglino. El Secretario de Salud se mostró, una vez más, como un buen alfil del exintendente de Malvinas Argentinas; mientras el propio Jefe de Gabinete de Nicolás Ducoté, Juan Pablo Martignone, reconocía que “es cierto que Kambourian tiene que recorrer el territorio con GPS”.

En 2017 Kambourian era mencionado como candidato a dar el salto al Ministerio de Salud de la Nación a cargo del Programa de Cobertura Universal. Había llegado alto y se mostraba sonriente  con el entonces Jefe de Gabinete Marcos Peña. Las idas y vueltas de la negociación política lo condujeron, poco después, a la presidencia del Consejo de Administración del Hospital Garrahan.

en 2017, kambourian era mencionado como candidato a dar el salto al ministerio de salud. había llegado alto y se mostraba sonriente con el entonces jefe de gabinete marcos peña. las idas y vueltas de la negociación lo condujeron, poco después, a la presidencia del consejo de administración del hospital garrahan.

 

existir es figurar

Ya sea que lo describan quienes hasta hace poco trabajaban con él en el Garrahan, o quienes lo trataron durante su etapa de formación médica en Malvinas Argentinas, o quienes conocen de cerca su gestión sanitaria en Pilar, lo que siempre se repite es que Kambourian nunca desaprovechó las oportunidades para “figurar”. Desde exhibirse en tono “farandulero” con un insólito estetoscopio al cuello al lado de una pileta para advertir sobre “accidentes domésticos” —en lo que parece haber sido su primer rebusque profesional después de la expulsión del Garrahan—, hasta las presencias triunfales en el programa de Mirtha Legrand. O las fotos donde Kambourian se muestra como cirujano, como donante de sangre, como anfitrión de eventos (con Araceli González, por ejemplo), e incluso como “timbreador” del intendente Nicolás Ducoté o del ex Jefe de Gabinete Marcos Peña; una trayectoria que ahora, con la televisión, llegó a su cumbre.

Pero las imágenes tampoco cuentan la historia completa. Desde la comisión interna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en el Hospital Garrahan, Gustavo Lerer, delegado general durante su presidencia, lo recuerda como alguien que cumplía con “todas las generales de las autoridades antiobreras”. Una de las primeras acciones administrativas de Kambourian, de hecho, fue contratar por 15 millones de pesos una auditoría que, con la complacencia inicial de la comisión de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), dio pie a descuentos salariales y despidos en base a justificativos como la demora en la entrega de justificativos por ausencias. Uno de los afectados fue un enfermero con 28 años de antigüedad, Sergio Herrera, despedido por no justificar su ausencias aún cuando, en el pasado, había dejado su puesto para asistir como voluntario durante las inundaciones en Santa Fe. Esta situación se repitió también con distintas empleadas no médicas embarazadas.

La formación pediátrica de Kambourian no le impidió que el jardín maternal del Garrahan “Quiero mimos”, por primera vez en su historia le negara vacantes a distintas trabajadoras del hospital. La excusa de Kambourian era el inicio de algunas obras de remodelación. Pero eso tampoco resultó tan bien. “Hizo obras monumentales en la guardia con fondos que no sabemos de dónde vinieron”, cuenta Lerer. Pero más allá de la miradas gremiales, aún los médicos que trabajaron en el Garrahan mientras Kambourian era el presidente resaltan el extraño apuro por llevar adelante las remodelaciones. Para lograrlas, cuenta uno de los profesionales que compartió el Consejo de Administración del hospital, el primer paso de Kambourian fue reemplazar al Gerente de Mantenimiento por un abogado sin ninguna formación sanitaria. A partir de ahí, se sucedieron a toda velocidad distintas obras que desorientaban hasta a los observadores más neutrales. Entre las más curiosas, hubo una renovación de pisos que luego tuvieron que volver a reemplazarse porque las baldosas eran resbaladizas, un plan para instalar un gran vacunatorio dentro del hospital (“cuando lo que corresponde es que los vacunatorios funcionen afuera, para que los chicos sanos no se enfermen”) y una guardia externa sin acceso para los fluidos necesarios (aire, gas, etcétera). Pero tal vez la obra más sugerente, fue una sala creada en 2018 para una supuesta “epidemia de bronquiolitis” que, en realidad, nunca se produjo. “Se gastó en seis meses el presupuesto de dos años”, cuenta uno de los médicos. Este estigma retornó a principios de 2020, cuando Kambourian debió abandonar su puesto entre acusaciones por “gastos irregulares con la tarjeta corporativa” y el “uso indebido” de una camioneta propiedad del hospital.

Mientras tanto, a raíz de los renovados vínculos de Cariglino con el peronismo, Kambourian logró volver al partido de Malvinas Argentinas, ahora territorio del intendente Leonardo Nardini, desde donde aconseja el uso de barbijos.

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