la victoria del chori financiero | Revista Crisis
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la victoria del chori financiero
Un gobierno que gana las elecciones reemplazando choris y favores por créditos con un costo que supera sus propias metas de inflación. Una Anses que, en lugar de orientarse a la renta básica, endeuda a los pobres. Un plan económico que tira a la marchanta parte de la deuda externa mientras testea instrumentos para cuando se corte el chorro. El fin de la opinión pública se pasea en bicicleta mientras las inversiones siguen brillando por su ausencia.
Fotografía: Juan Traversa
25 de Octubre de 2017
crisis #31

El plan piloto arrancó en abril, con créditos de hasta 60 mil pesos para jubilados y pensionados a devolver en sesenta cuotas mensuales. A fines de julio, apenas tres semanas antes de las PASO, Mauricio Macri amplió el programa Argenta y le ofreció a cada pobre del país un préstamo personal de 3 mil pesos por hijo a un año o de 5 mil pesos por hijo a dos años. Por decreto para no perder tiempo, aunque tenía acuerdo opositor en el Congreso, el Gobierno desató una fiebre de endeudamiento popular de consecuencias económicas todavía imprevisibles. El miércoles posterior a las primarias, todos los beneficiarios de Asignación Universal por Hijo (AUH) y de pensiones no contributivas quedaron habilitados para pedir esos créditos personales por internet, mediante un trámite de quince minutos tras el cual les depositan la plata en cinco días. El viernes previo a las elecciones generales, apenas nueve semanas después, la ANSES ya había efectivizado 1.534.004 préstamos, además de otros 867.660 para jubilados y empleados en relación de dependencia con ingresos familiares inferiores a 32 mil pesos. Así, combinando la omnipresencia del Estado con la precisión teledirigida del big data, el macrismo inauguró el populismo financiero del siglo XXI. Fue como si cada día hábil entre las PASO y las generales hubiese llenado un estadio con 35 mil personas para entregarle un promedio de 10 mil pesos a cada uno. A reintegrar en 24 cómodas cuotas que se debitan directamente de la asignación mensual.

Sin tanta atención mediática como el auge de los hipotecarios UVA y de los nuevos ProCreAr indexados, cuya difusión también apuntaló a Cambiemos en las urnas pero cuyo impacto todavía es marginal, el programa Argenta se convirtió en su complemento masivo con una población bien definida: lo que el Papa y los marxistas yanquis denominan el “descarte social”. No hizo falta publicitarlo porque el rumor voló de boca en boca. La mengua de las changas y la devaluación de las propias prestaciones de subsistencia como la AUH, que empujaron a muchas familias pobres a endeudarse con usureros a tasas exorbitantes, hicieron que la acumulación financiera fomentada por el Estado aterrizara en las villas y barrios obreros con comodidad.

comerse la galletita

No fue la razón única ni la principal por la que Esteban Bullrich se impuso a Cristina Kirchner en la provincia más poblada del país, pero probablemente lo haya ayudado a recortar la ventaja que la expresidenta le sacó en las PASO en distritos postergados del Conurbano como La Matanza, Moreno, José C. Paz, Florencio Varela, Berazategui o Almirante Brown. En todos ellos, el candidato oficialista mejoró su cosecha entre seis y siete puntos porcentuales.

En San Isidro, el municipio donde la Cava y La Horqueta exponen como en ningún otro la fractura que la democracia no pudo soldar y que terminó por hacerse crónica, Bullrich se alzó con un 61,79 por ciento de los votos. Un par de semanas antes, la sede de la ANSES de la avenida Centenario al 800 mezclaba a unos pocos jubilados de campera importada con decenas de vecinas de la edad de sus nietas avejentadas por la maternidad precoz. Unas cien personas aguardaban ser atendidas en alguno de los treinta escritorios que los rodeaban. La vedette eran los Argenta, al punto que los empleados habían fijado cartelitos improvisados en las paredes para evitarse repetir una y otra vez la información más requerida por sus potenciales receptores: por cada 5 mil pesos de préstamo, la cuota a pagar durante los 24 meses siguientes sería de 266 pesos.

"La mayoría saca todo lo que puede. Los primeros días nos teníamos que quedar hasta las siete, más que en los días de operativo. Después aflojó un poco pero sigue siendo lo que más atendemos", contó a crisis uno de los empleados en un intervalo entre turno y turno. Pelado y de barbita, no ocultaba su antipatía por Macri. Retratos de Cristina y de Eva Perón pegados con cinta scotch junto a los de sus hijos exponían nostalgias de otros tiempos. "La gente sabe que hay una intención política, pero dice 'dámelo igual'. Por lo menos no se comen la galletita", concluyó resignado.

El interés del 24 por ciento anual que se comprometen a pagar los titulares de AUH supera con creces las metas de inflación para los próximos dos años, por lo cual esos 266 pesos mensuales que se le debitarán a cada tomador no se licuarán al mismo ritmo al que se alivianaron las cuotas fijas de cualquier consumo financiado durante los últimos años. Pero aún así, la comparación con las tasas que cobran los prestamistas extrabancarios hace que el Argenta parezca un regalo. Y como los bancos no prestan a quien no tiene un recibo de sueldo que exhibir, esos usureros son la única alternativa a mano. CrediPaz, por ejemplo, ofrece préstamos a sola firma de 3 mil pesos a devolver en doce cuotas de 466 pesos. Como a eso hay que agregarle una comisión de 720 pesos más IVA por la emisión de la tarjeta y 65 pesos más IVA de mantenimiento mensual, el costo financiero total se eleva al 134 por ciento. El endeudado termina devolviendo casi 8 mil pesos. Y hay peores.

El director general de la ANSES, Emilio Basavilbaso, se planta en esa comparación. “Estoy convencido de que esto es espectacular. Pasar de pagar una tasa del 150 por ciento al 24 por ciento es un alivio fenomenal. Hay que trabajar con la premisa de que son familias que viven muy el mes a mes, y que cuando tienen que comprar una heladera o arreglar un baño se les presenta un problema gigante. Lo que aprendí en estos meses es que hay que cambiar la mentalidad de uno, que de alguna forma se las arregla para realizar ese consumo extraordinario porque siempre tiene a mano alguien que lo financia o un banco que le presta. Esto es una solución real para un montón de familias”, dijo el funcionario.

¿No temen que se afecte la subsistencia de quienes dependen de estos ingresos cuando en el futuro inmediato empiecen a descontarles las cuotas?

Bueno, en primer lugar, el tope de descuento por las cuotas del crédito es el 30 por ciento del ingreso. Y en segundo lugar, los consumos que están realizando valen la pena. No es que por esto salen de la pobreza, pero ayuda. Es una política más. Es una política que les permite incluirse financieramente.

¿Y si alguien no puede pagar, qué van a hacer?

Hoy el efecto es positivo. La gente está contenta.

Es lógico porque acaba de recibir la plata toda junta. ¿Pero si ven que aumenta la pobreza en las zonas donde mucha gente empiece a recibir un 20 por ciento menos dinero?

En ese caso analizaremos la situación. Si es que se presenta. Ahora ya están pagando las primeras cuotas y están casi todos al día. Se les explicó muy bien cómo funciona el crédito. Y aprender cómo manejarse con esto de recibir dinero adelantado y después devolverlo es algo positivo.

el estado endeudador

Como las cuotas se descuentan de la caja de ahorro donde el Estado deposita mes a mes las asignaciones, los tomadores de Argenta no tienen otra que pagar. Aunque después pasen hambre. Pero por las dudas, la tercera cláusula del contrato que firman sin mirar (como cualquier solicitante de un crédito) refiere a eventuales incumplimientos. Ahí se aclara que “la ANSES podrá establecer –pero no estará obligada a hacerlo– un plan y condiciones para refinanciar los saldos adeudados mediante la afectación de cualquier otra prestación que el solicitante perciba a través de la ANSES”. Sin perjuicio de ello, el organismo se reserva la potestad de iniciar “las acciones extrajudiciales o judiciales correspondientes tendientes al recupero del préstamo”.

El crítico más implacable (y por ahora solitario) de los Argenta es el economista Rubén Lo Vuolo, a quien Elisa Carrió presentaba como su posible ministro de Economía allá por 2003, cuando propugnaba el pago de una asignación universal junto a la CTA y al fugaz Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo), años antes de que el kirchnerismo la implementara con su propia impronta. Lo Vuolo se distanció de Carrió cuando la dirigente que acaba de alzarse con el 51 por ciento de los votos porteños inició su giro a la derecha. “Hay una avanzada muy fuerte de las finanzas sobre las políticas sociales. Están creando un negocio financiero y un esquema redistributivo dentro de la clase trabajadora, porque los fondos acumulados por aportes y contribuciones de los empleados formales se invierten para extraer rentabilidad financiera de grupos laborales más precarizados. Este avance de las finanzas estaba concentrado hasta ahora en los segmentos de trabajadores con mejores ingresos, mediante las pensiones y servicios de salud. También con las ART. Pero ahora la cosa viene por el lado de los pobres. Con el eufemismo de la ‘inclusión financiera’, convierten a los beneficios sociales en garantías colaterales de los préstamos”, advirtió el académico ante la consulta de crisis.

Lo Vuolo sostiene que el avance forma parte de una tendencia global del capitalismo. El Brasil de Michel Temer acaba de darle la razón. A fines de septiembre lanzó el plan Progredir (“progresar”), que prevé prestarles 3 mil millones de reales (unos 16 mil millones de pesos) a un millón y medio de beneficiarios del plan Bolsa Família, la AUH verdeamarela que implementó Lula. A diferencia del Argenta, que funciona como un simple préstamo para consumo fondeado por la ANSES y gestionado a través del banco donde cada beneficiario cobra su asignación, su hermano brasileño tiene la lógica del microcrédito productivo y apunta en la teoría a reinsertar a sus beneficiarios en el mercado mediante cursos de formación profesional y acuerdos con empresas. Es un híbrido con el “plan Empalme” del macrismo, que hasta ahora fracasó rotundamente.

La investigadora marxista germano-canadiense Susan Soederberg, profesora de economía en la Queen´s University, detectó en 2014 el avance de las finanzas sobre los programas de asistencia social en su libro Debtfare States and the Poverty Industry: Money, Discipline, and the Surplus Population, que no fue traducido al español pero que se titularía algo así como “Los estados endeudadores y la industria de la pobreza: dinero, disciplina y población excedente”. Su punto es claro: la “industria de la pobreza” no se caracteriza tanto por los productos financieros que vende (microcréditos, créditos personales, consumos en cuotas, préstamos para estudiar) sino por los métodos de extracción de valor que emplea. Las ganancias de esa industria surgen de la “explotación secundaria” de la población excedente. Es decir, de los desempleados e informales. Su rentabilidad son los intereses que genera el capital invertido fuera de la esfera de la producción, donde tiene lugar la “explotación primaria”.

Si los bancos boxean con el capital industrial por apropiarse de un pedazo de la plusvalía generada por los trabajadores cobrándoles intereses regulados por los bancos centrales, Efectivo Sí y sus decenas de competidores pelean la de los precarizados en un Vale Todo donde en América latina empieza a meterse el Estado. El problema de que haga eso, según los críticos de izquierda como Soederberg y Lo Vuolo, no es que reparta dinero para que los pobres consuman sino que reemplace salarios y prestaciones sociales por préstamos. Así, endeudando a los trabajadores, fue como Estados Unidos transitó tres décadas de neoliberalismo durante las cuales los salarios cayeron dramáticamente pero el consumo se sostuvo. Esa burbuja fue la que explotó con la crisis de las hipotecas de 2008, de la cual Washington logró salir emitiendo dólares a mansalva.

el banquero de los suicidas

“Lo que se hace con esto es aumentar los ingresos corrientes a costa del ingreso futuro. Ese ingreso futuro se compromete mucho. Yo no quiero especular, pero probablemente tengan que refinanciar parte de estas deudas o incrementar los ingresos futuros para hacerlas pagables”, vaticinó Lo Vuolo. “Es cierto que el pobre suele acudir al usurero. Pero los pobres que están endeudados con un usurero son muy pocos. Y lo que está haciendo un plan como éste es incentivar el endeudamiento desde el Estado”, agregó. Como el crédito extrabancario no está regulado, no hay estadísticas que permitan seguir su evolución.

Basavilbaso niega haberse inspirado en los estudios del Banco Mundial que propugnan el microcrédito como forma de inclusión financiera. “Hicimos una encuesta antes de lanzar esta política pública y vimos que muchas familias beneficiarias tenían algún endeudamiento a tasas muy altas. Lo he hablado también con Joaquín de la Torre (el intendente de San Miguel que saltó del massismo al PRO), que me dijo que según sus relevamientos municipales el 80 por ciento de las familias vulnerables estaban endeudadas”, explicó.

Según los datos que recogió la ANSES, el 56 por ciento de los tomadores del Argenta destina el dinero a mejoras en su vivienda y el 12 por ciento dice que cancela deudas previas. Pero nadie supervisa ese uso de los fondos. Inés Peire, referente de la ONG “De puertas abiertas al trabajo solidario” que trabaja desde 2004 con microcréditos y asistencia productiva en el Bajo Boulogne y en el barrio San Cayetano de Campana, coincide en que la mayoría de los que piden el préstamo lo hacen para comprar chapas o materiales de construcción. Concede que la situación es “menos peor” que la de entregarse a la usura, pero opina que los intereses deberían estar más subsidiados, como los del 6 por ciento anual que cobra la Comisión Nacional de Microcréditos (CONAMI). "La gente que compara el costo de este crédito con el del usurero o la agencia de efectivo rápido está muy entusiasmada. Lo que no veo es que se dé cuenta de cómo compromete sus ingresos a futuro", aseguró.

"Nosotros lo que aconsejamos es que tomen el crédito pero que lo destinen a algo productivo, a algo que les vaya a generar algún ingreso futuro. Tenemos un caso de una mujer que participa de nuestros talleres, Marcela, que acaba de ser mamá por tercera vez y tiene al marido preso. A ella le dieron 15 mil pesos y con eso montó un almacén en su casilla (en Boulogne). Nosotros la ayudamos a poner los precios, a armar la estantería, a pegar carteles para hacer publicidad en el barrio. En casos así, creo que sirve. Ella recibía 3 mil y pico de pesos por mes, ahora le retienen 800 y pico, pero el almacén le está dejando una facturación de mil pesos diarios. A ella le vino bien. Pero son muy pocos los casos así", abundó Peire. Otra mujer que asiste a las actividades de la ONG sacó un Argenta para comprarle una dentadura nueva a su marido.

Lo Vuolo cree que aunque los pobres destinen el dinero que les adelanta el Estado a emprender un negocio, rara vez eso mejora su situación social. “Nadie sale de su situación emprendiendo. Nunca hay estadísticas de cuántos microemprendedores tienen éxito. Se sabe que hay una alta tasa de repago de los microcréditos, pero no necesariamente eso refleja que tengan éxito. En muchos casos le piden prestado a otro para pagar”, afirmó. El bengalí Muhammed Yunus, creador del Grameen Bank y padre fundador del microcrédito, pasó de hecho de recibir el Nobel de la Paz en 2006 a ser objeto de duras críticas cinco años más tarde, cuando una ola de suicidios sacudió el estado indio de Andhra Pradesh. Las mujeres que se quitaron la vida lo hicieron sometidas al estrés de sus métodos de cobro, que incluyen mecanismos de carga moral y presiones cruzadas de los que pagan sobre los que no pagan.

La discusión, más que si el despliegue territorial de la ANSES como prestamista tuvo su correlato en votos en las elecciones donde acaba de arrasar Cambiemos, pasa por el rol que tendrá el endeudamiento popular en la política económica oficial en un contexto de salarios reales a la baja y flexibilización laboral en cuotas. Si el Gobierno solo pretende apuntalar el consumo “poniendo plata abajo”, como pidieron durante la campaña especialistas como Daniel Arroyo, si avanza hacia un sistema de impuestos progresivos que financien una renta universal irrestricta en la era pos-laboral que vaticina, o si busca abrir nuevos nichos de negocio financiero y “doble explotación” en el sentido de Soederberg.

La política de tasas de interés reales positivas de Federico Sturzenegger y el énfasis del discurso oficial en las bondades del crédito hipotecario sugieren que el objetivo es el último de esos tres. La cuestión es si no puede combinarse con otros más virtuosos. En otros términos, si el crédito hipotecario subsidiado reemplazará a los planes de vivienda social o si los Argenta irán a suplir ingresos de subsistencia como la AUH el Argentina Trabaja cuando se imponga el ajuste y a los piquetes de la CTEP ya no les responda Carolina Stanley sino Patricia Bullrich. Porque el crédito puede ser un canal para que los sectores que mejoran su poder adquistivo se capitalicen y una redistribución progresiva del ingreso dé lugar a una redistribución progresiva de la riqueza, que fue justamente lo que no logró el kirchnerismo. Pero también puede ser un sostén temporario del consumo que solo sirva para extraer hasta la última gota de sudor de los excluidos.

Por lo pronto, unos meses más tarde, pero tal como se anticipaba un año atrás en esta revista, el Gobierno no solo se lanzó con todo a endeudar al Estado. También salió a endeudar al soberano.

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