El próximo domingo la ciudadanía de San Luis elegirá en las urnas al próximo gobernador puntano. La elección se ha convertido en un entramado digno de una novela: los hermanos Rodríguez Saá, que ostentan el poder hace 35 años, en esta oportunidad aparecen enfrentados. El tercero en discordia es Claudio Poggi, también surgido del riñón de los Saá. Claramente, cualquier ideal de renovación política quedó para otro momento.
Los tres principales candidatos ya fueron gobernadores. El senador nacional Adolfo Rodríguez Saá ejerció el cargo durante cinco períodos (1983- 2001) y renunció para ser presidente por apenas siete días. Su hermano Alberto, actual gobernador, pretende reelegirse para un cuarto ciclo (los anteriores fueron entre 2003-2011 y 2015-2019) y tiene a su servicio el aparato gubernamental, lo que le da ventaja sobre sus rivales. El senador Poggi fue gobernador entre 2011 y 2015 pero, cuando quiso la reelección, Alberto le bajó el dedo. Por eso decidió romper con los Rodríguez Saá en 2016 y fundar su propio partido, Avanzar.
Este año la coalición de Poggi se alió con Cambiemos para las elecciones y lleva como compañero de fórmula al intendente de la ciudad de San Luis, Enrique Ponce, un exkirchnerista. Años atrás fueron rivales, hoy están aliados y en el futuro quizá sean nuevamente oponentes. Como gobernador, Poggi protagonizó varios enfrentamientos políticos, mediáticos e incluso judiciales con su ahora compinche Ponce.
ley primera
Es vox populi que el enfrentamiento entre los hermanos Rodríguez Saá se generó cuando parte de la familia no vio con buenos ojos la supuesta influencia de la mendocina Gisela Vartalitis sobre su esposo Adolfo.
En mayo de 2017, el mayor de los Saá empezó a anunciar en reiteradas ocasiones su aspiración a ser gobernador por sexta vez. A partir de mediados de 2018, funcionarios del oficialismo comenzaron a impulsar la candidatura de Alberto sin que el mandatario provincial hiciera declaraciones al respecto. Por esos días germinó el rumor de un enfrentamiento entre ellos que muchos no creyeron e incluso en la actualidad hay quienes sostienen que la pelea es una maniobra para restarle votos al candidato de Macri, entre ellos los mismos Poggi y Ponce. En la Legislatura el enfrentamiento se plasmó a través de un cisma en el bloque oficialista.
La pelea familiar se agudizó y uno de los picos más escandalosos fue el congreso del Partido Justicialista (PJ) en febrero de este año, cuando no dejaron entrar a los congresales del adolfismo. Hubo forcejeos, escaramuzas y el diferendo terminó en la Justicia Federal. A los pocos días Alberto confirmó su candidatura, mientras que Adolfo lanzó su espacio político en marzo.
es la política
La campaña de Alberto Rodríguez Saá (Frente Unidad Justicialista) se centró en continuar con su gestión, a través de la implementación de medidas como el lanzamiento del plan Empezar (para que los jóvenes consigan su primer empleo), la recategorización de 2400 policías, y la apertura del Centro Oncológico Integral (con una inversión superior a los 88 millones de pesos, entre obra y equipamiento).
Los candidatos opositores, en cambio, prometieron desarrollar en el futuro políticas aplicadas en sus gestiones anteriores. Los dos se comprometieron con la edificación de miles de viviendas. Poggi (San Luis Unido) en su plataforma electoral anunció la creación de 50.000 puestos de trabajo y la construcción de 20.000 viviendas, incluso hizo una preinscripción. También sostuvo que mantendrá los planes sociales provinciales y que se trabajará en el acceso a la Asignación Universal por Hijo, cuando corresponda.
Adolfo (Juntos por la Gente) apuntó a reactivar la industria, “revisar” el salario de los empleados públicos provinciales, financiar y asesorar Pymes, mejorar la salud pública y desbloquear el título para profesionales de carrera sanitaria, como sus principales medidas en caso de un triunfo.
El gobernador actual es un acérrimo opositor el gobierno de Mauricio Macri, criticó su gestión en varias ocasiones y llegó a calificarla como un fracaso. Años atrás fue muy duro también con la presidencia de Cristina Fernández, pero desde 2017 consolidó una alianza con el kirchnerismo que se plasmó en la incorporación de militantes en el Estado provincial. En cambio Poggi, desde su acercamiento a Cambiemos empezó a hacer declaraciones en defensa del Gobierno nacional. Por su parte, Adolfo vendría a consolidarse como la opción intermedia: no forma parte de Cambiemos pero tiene buena relación con el oficialismo nacional y de hecho consiguió fondos nacionales para los municipios propios que el Gobierno provincial luego terminó rechazando.
En las elecciones del 16 de junio los sanluiseños van a elegir, amén del gobernador y su vice, 21 diputados provinciales, lo que definirá la relación de fuerzas en la Cámara, hoy controlada por la oposición desde que se separaron los legisladores leales a Adolfo.
Además de la capital puntana, Villa Mercedes y La Punta son las ciudades de la provincia con mayor población y ambas, controladas también por la oposición luego de la fractura, eligen intendente.
el aparato
Desde el retorno de la democracia en San Luis, todos los gobernadores que fueron electos contaron con el apoyo del aparato estatal para su campaña. Por lo tanto, Alberto tiene las mayores probabilidades de renovar el mandato. La maquinaria oficialista movilizó 35.000 personas (según el conteo de los organizadores) para el acto de cierre que realizó el sábado pasado. Esa cantidad de personas significa una enormidad para San Luis, teniendo en cuenta que se trata de una provincia chica en la que los eventos no tienen ese impacto de participación. Los candidatos opositores decidieron no realizar actos de cierre de campaña.
El mes pasado se conocieron algunas encuestas. Uno de los estudios afirma que Alberto ganaría la elección (37%) y detrás quedan Adolfo (28%) y Poggi (22); otra sostiene que el ganador sería Poggi (31%), secundado por Alberto (29%) y tercero Adolfo (20%). En la previa de los comicios todo parece indicar que Alberto se impondrá, pero la situación es tan inédita que no se descarta alguna sorpresa.