Barbie acaba de cumplir 28 años. Ya es mayor de edad, pero sigue siendo una de las mejores amigas de las nenas de 90 países entre los que se cuenta la Argentina. Barbie está casada con Ken, tiene una pulcra casita y un vestuario muy amplio que puede convertir su estilizada figurita rubia en vamp hollywoodense o en cantante de rock. No se lleva nada bien con los Masters. Sus nuevos compañeros, pero pese a eso no puede dejar de sonreír.
Hay 150 millones de muñequitas Barbie en las casas de todo el mundo. Sin embargo, se calcula que serán ampliamente superadas por He Man y sus amigos, que tienen la leal ayuda de la televisión. La rubia y los "dueños del Universo" pertenecen a una misma familia; de la de la multinacional Mattel, que ocupa el primer puesto mundial en la fabricación de juguetes.
Una nena de goma
En 1945, acallado ya el fragor de la guerra, Elliot Handler decidió que había llegado el momento de sentar cabeza. Ruth, su novia, estuvo de acuerdo y en pocos días se concertó el casamiento. Ruth era la más joven de los diez hijos de una familia de emigrados polacos; entre su sueldo de secretaria de la Paramount Picture de Los Angeles y el sueldo de Elliot que trabajaba en la sección "dibujos animados" creían poder independizarse.
El matrimonio les sentó y tuvieron una idea aún mejor: iniciarse en la fabricación de muñecas. En el primer año la facturación alcanzó los 110 mil dólares; para 1955, con el lanzamiento de las pistolas a cebita, ya llegaba a los 5 millones de dólares. Ruth y Elliot eran un ejemplo del American way of life. Progreso, trabajo e iniciativa individual fueron sus lemas. Para serle fieles, hicieron su apuesta fuerte y comenzaron a patrocinar el Mickey Mouse Club, uno de los productos Walt Disney para la televisión. Era la primera vez que un fabricante de juguetes hacía publicidad durante el año; hasta ese momento muñecas, osos y autitos se asomaban a los medios únicamente de la mano de Papá Noel deseando "Feliz Navidad".
Los Handler ganaron la apuesta. Multiplicaron las ventas de pistolitas. Habían comprendido ya, como todos los grandes empresarios del momento, que el siglo XX había iniciado la era de los medios masivos de comunicación. Poco después registraban su marca con un nuevo slogan: "You can tell it's Mattel, it's swell".
En 1959, en pleno éxito, la Mattel paría a Barbie. Luego vendrían su amiguito Ken, y la muñeca parlante Chatty Cathy. Todos tenían la marca registrada en los Estados Unidos pero, para abaratar los costos, se fabricaban en Hong Kong, Taiwan, las Filipinas y Corea. Se calcula que el 80 o 90% de los costos de producción de los juguetes están en la invención, el diseño y el lanzamiento publicitario. Pero todo este gasto es amortizado rápidamente por un público siempre dispuesto a consumir nuevos productos: los niños.
La mujer del año
En 1967, Ruth creyó que había llegado a la cúspide. Los Angeles Times la nombró "la mujer del año". La fábrica seguía produciendo nuevos juguetes y avanzaba como un tren. Pero en el '70 la esperaba su primer descarrilamiento, un incendio destruía una de las fábricas Mattel en México. Al año siguiente un paro naval bloqueaba el reaprovisionamiento de juguetes que venían de Asia. El accidente podía significar el hundimiento total. Wall Street no comprendería nunca que un tropezón no es caída. Había que convencer a los accionistas.
Sin dejarse copar por el pánico, los Handler llamaron a su hombre de confianza, el vicepresidente Symour Rosenberg para diseñar una estrategia. Con paciencia e imaginación comenzaron así a falsear los libros contables, registrando ventas que jamás se habían producido y postergando el asiento de los gastos. A principios de 1973 la situación era insostenible y la Mattel debió denunciar una pérdida de 32 millones de dólares.
Los accionistas no tuvieron piedad pero les llevó cinco años lograr una sentencia. En 1978 el juez condenó a Ruth. Elliot y al fiel Rosenberg a pagar una multa de 57 mil dólares per cápita, amén de cumplir cuarenta y un años de prisión. Buenos abogados y sucesivas apelaciones lograron sustituirlos por quinientas horas anuales de trabajos caritativos durante cinco años consecutivos.
Por supuesto que, a esa altura, la Mattel ya había cambiado de manos y se reafianzaba, feliz, en el camino de las ganancias. En 1980 los Handler vendieron casi todas sus acciones (el 12% del total) en alrededor de 18,5 millones de dólares que bastaban para asegurarles una vejez decorosa, en los momentos en que no repartieran alimentos entre los huerfanitos.
Ruth, sin embargo, una self made woman. se aburría encerrada todo el día. Decidió entonces emprender un nuevo negocio. Ahora es copropietaria de la Ruthton, una fábrica de prótesis mamarias para mujeres que han sufrido mastectomías. Cuenta la leyenda que en sus primeras entrevistas con la prensa. abría su camisa y exhortaba el periodista de turno a adivinar cuál era el seno de su fabricación.
Mientras los Handler entretienen su vejez, la empresa no dejó de crecer. En los Estados Unidos hay cerca de 900 industrias de juguetes en las que los norteamericanos gastan alrededor de 7 mil millones de dólares anuales. La Mattel ocupa el primer lugar del sector, acaparando un 10 por ciento de ese total y también tiene el primer lugar en la venta de libros infantiles. En este momento su facturación supera largamente los mil millones de dólares. Gasta el 11% en promoción y publicidad y tiene 26.000 empleados. Sus ventas alcanzan 660 millones de dólares en los Estados Unidos, 210 en Europa y 130 en el resto del mundo.
Hace unos años la Mattel, siempre atenta al futuro, se lanzó a la conquista del espacio. Primero fueron los Battlestar Galáctica y luego el boom de los últimos años, los Masters, dueños y señores del Universo. He Man y los suyos se enfrentan -en jugueterías, casas y televisión- a Skeletor, "dios malvado de la destrucción". Ganen los buenos o los malos, la Mattel siempre está contenta.
Espías de juguetes
Ni siquiera los juguetes se han salvado del espionaje industrial. En 1979 Christian Thee querelló a la Parker Brothers frente a una corte federal de Brooklyn. Thee acusaba a la Parker de haberle robado la idea del Masterpiece, un juego de mesa del cual llevaba vendidos tres millones y medio de piezas sin pagarle un solo dólar.
Acongojado, Thee relató ante la Corte que había llevado su invento a la Parker que, sin escrúpulo alguno, lo registró como Marvin Glass and Associates. Esta era una marca de juegos y juguetes conocida en el ambiente por su edificio sin ventanas, el secreto que la circunda y porque hace algunos años un ingeniero de la firma presa de un ataque de locura, asesinó a varios empleados.
Según Thee, Parker acudia frecuentemente a Glass que modificaba los proyectos de juguetes apenas lo suficiente como para eludir los problemas de "copyright" con sus creadoras. El jurado de Brooklyn condenó a la Parker a abonarle a Thee el 70% de las "royalties" de Glass, es decir 427.000 dólares. Mientras tanto, la producción de Masterpiece quedó interrumpida.
(Fuente: Il Manifesto, Roma, diciembre de 1986)